Endemia, al fin
Superar la pandemia no ser¨¢ volver a un estado prepand¨¦mico, sino generar nuevos comportamientos adaptados a necesidades evolutivas, como el virus
En clase de Enfermedades Infecciosas, uno de los primeros conceptos que explicamos es la diferencia entre enfermedad infecciosa e infecci¨®n. Sin signos cl¨ªnicos, hablamos de infecci¨®n; solo si hay s¨ªntomas o lesiones es adecuado hablar de enfermedad infecciosa. Los individuos que albergan pat¨®genos sin padecer alteraciones apreciables se llaman portadores (no portadores asintom¨¢ticos, ox¨ªmoron innecesario). Otra de las lecciones iniciales es la referente a la acci¨®n de las vacunas. En su mayor¨ªa, las vacunas protegen frente a la enfermedad. Lo cual no significa que impidan siempre y por completo la infecci¨®n. Pero es una gran ventaja en t¨¦rminos coste/beneficio. Y, por ¨²ltimo, una enfermedad con una elevada prevalencia cr¨®nica en la poblaci¨®n es una endemia. Y, cada vez m¨¢s, esto se parece a una endemia en los pa¨ªses que han llevado a cabo campa?as masivas de vacunaci¨®n.
As¨ª pues, cabe preguntarse, ?por qu¨¦ llamamos enfermos o casos a los asintom¨¢ticos? Se les debe llamar portadores. Y los portadores son una pesadilla para los epidemi¨®logos, pero mientras no lo sean para el sistema asistencial, el riesgo est¨¢ bajo control. Bajo esa premisa, la poblaci¨®n no deber¨ªa entrar en la histeria de someterse a una prueba diagn¨®stica tras otra con el ¨²nico resultado de saber que es portador. ?No hay un sobrediagn¨®stico sesgado que, a estas alturas, con tantos vacunados, nos desv¨ªa de la verdadera magnitud sanitaria? Un portador, claro est¨¢, disemina el pat¨®geno. Eventualmente, puede enfermar, incluso de forma grave. No es cuesti¨®n de descuidarse, lo es de dimensionar e interpretar unos resultados anal¨ªticos que son, en puridad, lo que la gente obtiene con las pruebas de ant¨ªgenos. Y esa interpretaci¨®n les cabe a los sanitarios, no a los ciudadanos (ni los medios de comunicaci¨®n). En segundo t¨¦rmino, de esa valoraci¨®n t¨¦cnica sanitaria, los pol¨ªticos y los administradores deben, despu¨¦s, adoptar decisiones.
Si se llevase a cabo -el sue?o de cualquier doctorando- un muestreo nasofar¨ªngeo sobre otros pat¨®genos y microorganismos oportunistas tan masivo como el que ahora lleva a cabo la poblaci¨®n de manera activa, voluntaria, convencida y hasta compulsiva, ?qu¨¦ resultados obtendr¨ªamos? Enormes cantidades de portadores de rinovirus, y, en menor medida, de virus influenza, parainfluenza, respiratorio sincitial, adenovirus o enterovirus. Y los otros coronavirus. Por no hablar de Streptococus, Arcanobacterium, Mycoplasma, Neisseria¡ Menuda lista. ?Todos enfermos, todos casos, todos contagiados, todos confinados, todos en peligro? Pues no. Todos vamos a morir, pero no hay prisa. Somos portadores, s¨ª, pero en cuanto la presi¨®n sobre la atenci¨®n primaria decaiga, y seguramente lo har¨¢ en las pr¨®ximas semanas, y a falta de variantes m¨¢s virulentas, podr¨ªamos entrar en una situaci¨®n end¨¦mica. La transici¨®n a la endemia tiene que ser lo bastante lenta y gradual -a base de medidas sociosanitarias proporcionales y t¨¦cnicamente s¨®lidas- como para que el sistema sanitario pueda absorberla.
Quede claro pues que los vacunados pueden transmitir el virus. Pero su carga v¨ªrica (no me gusta ¡°viral¡±, tra¨ªda del ingl¨¦s) es mucho menor que la de un no vacunado. Por eso, tiene menos probabilidades de desarrollar la enfermedad y de contagiar a otros. Pero, sobre todo, esa menor carga v¨ªrica hace que el riesgo de que en su organismo surjan variantes nuevas del virus son mucho menores, porque la tasa de multiplicaci¨®n es m¨¢s baja. Pura aritm¨¦tica. Y eso es algo casi tan importante como lo anterior. Por tanto, la vacunaci¨®n es una herramienta esencial en la lucha contra esta y otras virosis. La viruela o la peste bovina se pudieron erradicar gracias a la existencia de vacunas muy baratas y eficaces. Son las dos ¨²nicas enfermedades infecciosas erradicadas en la historia. Recordemos otras dos terribles virosis disminuidas al m¨ªnimo gracias a las vacunas: poliomielitis y rabia. Y muchas otras. Respecto a la covid, los no vacunados contagian y se enferman m¨¢s. Ese coste econ¨®mico y social hace insolidarios y socialmente peligrosos a quienes no se vacunan deliberadamente. Su atenci¨®n sanitaria la pagamos todos. Transmiten m¨¢s. Y proveen de m¨¢s oportunidades al virus para que nuevas variantes aparezcan.
En el oto?o de 2021 la pandemia parec¨ªa controlada en los pa¨ªses con alta tasa de vacunaci¨®n. La sanidad estaba descargada, las vacunaciones iban a buen ritmo y las medidas sociosanitarias se relajaban en consonancia. La econom¨ªa se recuperaba. Tanto, que los reductos negacionistas se serv¨ªan de un cierto cansancio ante las restricciones a¨²n existentes y los antivacunas elevaron la voz.
Pero los virus cambian. ?micron apareci¨® a principios de noviembre ¨C hace nada- y ya se ha difundido por todo el mundo (m¨¢s de 100 pa¨ªses) y se ha hecho mayoritaria. Se dice que es el virus de m¨¢s r¨¢pida propagaci¨®n en la historia. Puede ser. La ventaja evolutiva de esta nueva variante es de libro: los pat¨®genos m¨¢s exitosos se adaptan a su hospedador (y entorno) de forma que se aseguren su multiplicaci¨®n y transmisi¨®n a nuevos individuos. Matar al hospedador no es un buen negocio. Generar portadores, en cambio, es una ganga.
?micron casi triplica la tasa de transmisi¨®n de la variante dominante anterior (delta), que ya era elevada, pero, sobre todo, los casos parecen ser m¨¢s leves, tanto porque la poblaci¨®n en algunos lugares est¨¦ vacunada en gran parte, como porque ¨®micron es menos virulenta. Pero no es inocua. Hay enfermos. As¨ª que no se puede bajar la guardia: la vacunaci¨®n y las dem¨¢s medidas sociosanitarias no pueden abandonarse a¨²n.
Por suerte, pese a que las vacunas actuales est¨¦n formuladas contra el virus aparecido en Wuhan, siguen (casi) impidiendo la aparici¨®n de enfermedad grave por ¨®micron. La complejidad de la respuesta inmune, especialmente la de base celular, mantiene esta eficacia frente a nuevas variantes. Es sabido que todos los a?os, ciertas franjas de la poblaci¨®n se vacunan frente a la gripe. Y cada a?o suele haber un componente distinto en esas vacunas. Pero los ya vacunados tiene una cierta protecci¨®n cruzada. Como se ha dicho muy acertadamente, este virus seguir¨¢ muy probablemente entre nosotros, como lo hacen desde hace d¨¦cadas otros coronavirus integrando el complejo del catarro com¨²n. Y ya hay coinfecciones por SARS-COV2 y virus gripe, a las que se ha dado el imaginativo nombre de ¡°flurona¡±. Es decir, que probablemente necesitemos vacunaciones de recuerdo continuadas y actualizadas constantemente. Sigamos vacunando y desarrollando vacunas.
Pero la evoluci¨®n del virus requerir¨¢ adem¨¢s de modificaciones en la conducta social e individual. Algunos cambios en nuestra forma de interacci¨®n social (distancia, contacto), la higiene individual y colectiva (mascarillas, lavado frecuente de manos, geles, ventilaci¨®n), la sanidad (protocolos, personal espec¨ªfico), la educaci¨®n (h¨¢bitos higi¨¦nicos, docencia telem¨¢tica), el trabajo (teletrabajo, virtualizaci¨®n) o el turismo (requisitos sanitarios de viaje o entretenimiento) podr¨¢n suavizarse, pero seguramente nos acompa?ar¨¢n en nuestras vidas pospand¨¦micas. Superar la pandemia no ser¨¢ volver a un estado prepand¨¦mico, sino generar nuevos comportamientos adaptados a necesidades evolutivas, como el virus. Aprender y evolucionar. Nada es constante excepto el cambio.
V¨ªctor Briones Dieste es catedr¨¢tico de Sanidad Animal de la Universidad Complutense de Madrid y vicerrector de Estudios
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