La trampa de la comida barata
Estos son los costes ambientales de cinco alimentos producidos o vendidos en Espa?a: un chulet¨®n de vaca, una lechuga, unas fresas, unas salchichas y at¨²n
El nuevo ministro de Agricultura de Alemania, Cem ?zdemir, del partido de Los Verdes, ha declarado la guerra a la comida barata. Este pol¨ªtico vegetariano ha empezado en el cargo con una propuesta poco habitual: un encarecimiento de los productos agr¨ªcolas. ¡°No debe haber m¨¢s precios basura para los alimentos; llevan a las granjas a la ruina, impiden m¨¢s bienestar animal, promueven la extinci¨®n de especies y contaminan el clima. Quiero cambiar eso¡±, declar¨® hace unas semanas ?zdemir. Habr¨¢ que ver hasta d¨®nde llega el alem¨¢n, y que efectos tiene esto en la pol¨ªtica de la Uni¨®n Europea, pero las palabras del ministro se?alan ya una de las prioridades de los ecologistas: el carro de la compra.
Durante mucho tiempo, uno de los retos de la humanidad ha sido conseguir alimentos para toda la poblaci¨®n del planeta. Sin embargo, como demuestran tambi¨¦n la fuerte pol¨¦mica con las macrogranjas en Espa?a y el despliegue t¨¢ctico de los partidos pol¨ªticos con este asunto en plena campa?a electoral, cada vez importa m¨¢s de d¨®nde viene esa comida. En los estantes del supermercado hay productos de calidad y saludables, pero tambi¨¦n otros vinculados con la deforestaci¨®n de selvas, el cambio clim¨¢tico, la contaminaci¨®n de ecosistemas, el maltrato animal, la explotaci¨®n laboral¡
¡°Los precios son el meollo de la cuesti¨®n¡±, destaca Dionisio Ortiz, catedr¨¢tico en el Departamento de Econom¨ªa y Ciencias Sociales de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia. ¡°Empieza a haber un cierto consenso en el ¨¢mbito acad¨¦mico en que los precios de los alimentos no reflejan los costes totales de su producci¨®n, no reflejan lo que a la sociedad le cuesta o est¨¢ sacrificando para obtenerlos, en gran medida por sus impactos ambientales¡±, se?ala. A su juicio, el marco regulador s¨ª deber¨ªa obligar a los responsables a asumir esos costes ambientales, aunque esto pueda terminar encareciendo los alimentos en el mercado. ¡°Un alimento que produzca m¨¢s da?o ambiental deber¨ªa ser m¨¢s caro¡±, subraya Ortiz.
Como se ha criticado r¨¢pidamente al ministro alem¨¢n, una subida de los precios puede ser muy perjudicial para el acceso a los alimentos de la poblaci¨®n con menos recursos econ¨®micos. No obstante, el catedr¨¢tico de la Polit¨¦cnica de Valencia considera que esto puede solucionarse mediante medidas fiscales, con una pol¨ªtica redistributiva. Adem¨¢s, seg¨²n incide, no se trata solo de asegurar el acceso a la comida, sino a la comida saludable. ¡°Comer mal es barato¡±, afirma Ortiz, ¡°las estad¨ªsticas demuestran que el sobrepeso o la obesidad tienden a concentrarse en los estratos de renta m¨¢s bajos, eso tiene que ver con malos h¨¢bitos alimentarios en los que tambi¨¦n hay dificultades de acceso econ¨®mico a una alimentaci¨®n adecuada¡±.
A los agricultores y los ganaderos tampoco les cuadra lo que se paga por la comida. Para Pedro Barato, presidente del sindicato agrario ASAJA, ¡°este es el gran problema del campo espa?ol, cuando no puedes repercutir en el precio lo que cuesta la producci¨®n¡±. Sobre todo, cuando producir los alimentos cuesta m¨¢s (entre otras cosas, por las exigencias ambientales). Hace una d¨¦cada, el importe de los costes de producci¨®n en el sector agrario se situaban en menos de 20.000 millones de euros y supon¨ªan el 46% del valor de la Producci¨®n Final Agraria. Hoy han pasado a significar cerca del 60%, hasta casi los 30.000 millones.
¡°Si a m¨ª me cuesta producir una sand¨ªa 12 c¨¦ntimos no se puede vender a 8¡å, incide el representante de ASAJA. Sobre el papel, en base a la Ley de la Cadena Alimentaria, los primeros compradores, fundamentalmente operadores e industrias, tienen la obligaci¨®n de pagar a agricultores y ganaderos unos precios que supongan al menos los costes de producci¨®n. Sin embargo, una cosa es la ley y otra su aplicaci¨®n, dadas las condiciones espec¨ªficas de la oferta agraria, con productos agr¨ªcolas perecederos y otros alimentos ganaderos a los que hay que dar salida obligatoriamente en un momento determinado. Un pollo debe salir de la explotaci¨®n a los 45 d¨ªas y un lechazo a los 30.
Para fijar un precio que cubra todos los costes de producci¨®n, as¨ª como los ambientales o de bienestar animal, deber¨ªa existir un equilibrio en la cadena, una negociaci¨®n entre iguales, no como sucede en la actualidad, donde hay partes que tiene una clara posici¨®n de dominio, como la gran distribuci¨®n en sus estrategias de vender alimentos a la baja para ganar cuota de mercado. ¡°No se puede permitir que una cadena de supermercados venda a p¨¦rdidas un producto como reclamo para que el consumidor llene el carro¡±, enfatiza Pedro Barato, que considera que deber¨ªan existir unos precios de referencia.
Los m¨¢s vulnerables en esta situaci¨®n son los peque?os y medianos productores, que no pueden aprovechar las econom¨ªas de escala de las grandes empresas agrarias. Jorge Izquierdo, ganadero de vacuno y ovino en Colmenar Viejo (Madrid), cuenta que debe malvender un lechazo por menos de 50 euros y una vaca a un precio como si fuera solo para elaborar hamburguesas. ¡°Y con tantas exigencias econ¨®micas y de dependencia, y a estos precios, quieren que los j¨®venes se incorporen al campo¡±, apostilla.
En la Uni¨®n Europea, la Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n (PAC) nac¨ªa en los a?os sesenta del pasado siglo con el objetivo de lograr una autosuficiencia alimentaria, calidad a un precio asequible y que, a la vez, contribuyera a mantener la actividad de agricultores y ganaderos. El ¨¦xito de productividad fue tan grande que, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, Bruselas se vio obligada a establecer limitaciones en algunas producciones por el coste que supon¨ªa su almacenamiento, destrucci¨®n o exportaci¨®n.
Hoy, en el marco del Pacto Verde Europeo, ha cambiado el escenario. La PAC pretende dejar a un lado la carrera de la productividad y tiene un componente dominante de exigencias en materia de medio ambiente y cambio clim¨¢tico con el objetivo de lograr una reducci¨®n de emisiones, la sostenibilidad de los suelos y frenar la degradaci¨®n de los mismos. En esta l¨ªnea se hallan medidas como la rotaci¨®n de cultivos, la reducci¨®n del uso de agua, el abandono de tierras de laboreo m¨ªnimo, los cultivos generadores de nitr¨®geno y, sobre todo, iniciativas como las estrategias De la Granja a la mesa o Biodiversidad UE 2030 por las que, entre otras medidas, se plantea una reducci¨®n en el uso de abonos qu¨ªmicos en un 20% junto a una reducci¨®n de plaguicidas y de productos zoosanitarios en un 50%.
Esta iniciativa verde comunitaria estuvo congelada en los cajones de la Comisi¨®n ante el temor a la respuesta negativa del sector. Seg¨²n la propia valoraci¨®n de un organismo comunitario como el Centro de Investigaci¨®n Com¨²n (JRC, por sus siglas en ingl¨¦s), su aplicaci¨®n supondr¨ªa una reducci¨®n media de las producciones de entre un 15% y un 20% por la ca¨ªda de los rendimientos, a la vez que aumentar¨ªa los costes de producci¨®n. Organizaciones agrarias y cooperativas de la UE rechazan radicalmente la iniciativa por entender que amenaza la viabilidad de la actividad agraria de la UE. ¡°No tiene l¨®gica una sostenibilidad basada en dejar de producir¡±, se?ala el presidente de ASAJA. ¡°Con estas pol¨ªticas estamos poniendo en peligro nuestra autosuficiencia alimentaria, aumentando nuestra dependencia exterior y adem¨¢s poniendo en riesgo la actividad de agricultores y ganaderos comunitarios¡±, a?ade.
En esta misma l¨ªnea, tambi¨¦n se percibe como una amenaza la recomendaci¨®n de reducir el consumo de carne para luchar contra el cambio clim¨¢tico. Sin embargo, para Dionisio Ortiz, ¡°todo esto no tiene que implicar que haya menos agricultores o ganaderos¡±. Seg¨²n comenta el catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Ciencias Sociales, ¡°en Espa?a, la ganader¨ªa est¨¢ evolucionando a una concentraci¨®n de explotaciones muy destacada, con un bum del porcino muy vinculado a la exportaci¨®n y el declive de la producci¨®n de otras especies, como el ovino o el caprino. Una reducci¨®n del consumo de la carne podr¨ªa ir aparejada a una cierta reestructuraci¨®n del sector ganadero, con una disminuci¨®n de la producci¨®n, pero manteniendo o incluso ampliando las explotaciones¡±.
Como afirma este experto, ¡°ya est¨¢ habiendo menos agricultores, pero como consecuencia de la configuraci¨®n de este sistema alimentario mucho m¨¢s corporativizado que sigue expulsando no solo a peque?os agricultores, sino tambi¨¦n a peque?as industrias de transformaci¨®n y peque?os comerciantes¡±. ¡°A menudo, todo esto est¨¢ asociado¡±, se?ala Ortiz, ¡°estamos viendo que peque?as explotaciones ganaderas est¨¢n desapareciendo en algunos sitios porque los mataderos locales tambi¨¦n han desaparecido, porque las carnicer¨ªas de barrio a las que vend¨ªan tambi¨¦n han cerrado por la competencia de la gran distribuci¨®n¡±.
En cualquier caso, en el sector agrario no se entiende que Bruselas autolimite sus posibilidades de producci¨®n por medidas ambientales o de bienestar animal, mientras no se piden las mismas exigencias a los alimentos que vienen de fuera. Este problema ya preocupa tambi¨¦n en las propias instancias oficiales comunitarias y en esa l¨ªnea se halla la iniciativa del ministro espa?ol de Agricultura, Luis Planas, reclamando que Bruselas aplique a las importaciones la llamada ¡°cl¨¢usula espejo¡± por la que se deber¨¢n cumplir las mismas exigencias. ¡°?Qu¨¦ pasa con un producto que viene de Am¨¦rica o de Asia, ah¨ª el cambio clim¨¢tico no les afecta para nada?¡±, se pregunta Barato.
Estas pol¨ªticas ya han tenido efectos negativos sobre algunas producciones agrarias espa?olas. En el caso de la alubia verde, la producci¨®n nacional se ha reducido a m¨ªnimos ante la avalancha de oferta barata de Marruecos. Lo mismo sucede con el tomate, donde Espa?a ha bajado sus ventas en los pa¨ªses comunitarios de m¨¢s de un mill¨®n de toneladas a unas 700.000, espacio que ha ocupado el pa¨ªs norteafricano.
Lo m¨¢s recomendable desde un punto de vista ambiental para aquellos consumidores interesados en reducir la huella ecol¨®gica de lo que comen es priorizar la compra de vegetales, de temporada y de proximidad. Pero tambi¨¦n resulta fundamental al pasar por caja con la compra no olvidarse de pagar de forma justa.
La huella de carbono de un chulet¨®n de vaca producido en Espa?a
Por Clemente ?lvarez (Madrid)
Producir un kilo de patatas en el mundo supone emitir unos 300 gramos de CO? equivalente, si es de tomates las emisiones suben a cerca 1,4 kilos, cuando se trata de carne de cerdo alcanzan unos 7 kilos y para carne de vaca se disparan a unos 60 kilos. Estos valores de un estudio de los investigadores Joseph Poore y Thomas Nemecek publicado en Science en 2018, uno de los trabajos de referencia sobre la huella de carbono de los alimentos, explican por qu¨¦ una de las principales recomendaciones para luchar contra el cambio clim¨¢tico suele ser reducir el consumo de productos c¨¢rnicos, en especial, del ganado bovino. Sin embargo, antes de convertir a todas las vacas en el enemigo n¨²mero 1 del planeta, hay que tener en cuenta algunas matizaciones cient¨ªficas. Para empezar, estas estimaciones mundiales no valen para Espa?a.
La producci¨®n de alimentos tiene enormes implicaciones ambientales, socioecon¨®micas e incluso ¨¦ticas. Pero si nos centramos en el desaf¨ªo clim¨¢tico, resulta dif¨ªcil no hablar de cambios en la dieta para evitar las altas emisiones de efecto invernadero de la ganader¨ªa. Para Agust¨ªn del Prado, investigador del Basque Centre for Climate Change (BC3) y uno de los mayores especialistas del pa¨ªs en la huella de carbono de lo que comemos, ¡°es cierto que hay que reducir el consumo de carne a cantidades apropiadas¡±. Pero tambi¨¦n considera que habr¨ªa que comer menos ¡°calor¨ªas vac¨ªas¡±, aquellos alimentos que a pesar de su coste ambiental, aportan muy pocos nutrientes o ninguno. Seg¨²n explica el investigador, se ha visto que las emisiones relacionadas con los alimentos m¨¢s procesados son mayores de lo que se pensaba. ¡°No se afina suficientemente en la caracterizaci¨®n de esas fases de la producci¨®n, fuera de las granjas¡±, se?ala Del Prado, que asegura que todav¨ªa hay muchas incertidumbres y errores en los c¨¢lculos de las huellas de carbono.
La producci¨®n de carne puede provocar emisiones de efecto invernadero de muy distintas formas: por la destrucci¨®n de bosques para dar paso a pastos o cultivos con los que alimentar al ganado, por los fertilizantes para estos cultivos, por el uso de combustibles f¨®siles en la producci¨®n y transporte, o por los propios gases directos generados por los animales, en especial, en el caso de los rumiantes como vacas o corderos. En cada pa¨ªs se dan situaciones muy diferentes. En Espa?a, seg¨²n el investigador del BC3, que cita los trabajos de Eldesouki (2018), O¡¯Brien (2019) u Horrillo (2020), se estima para un kilo de carne de vaca una huella de carbono de entre 15 y 47 kilos de CO? equivalente. Estas emisiones son bastante menores que la media mundial por la mayor productividad de la industria c¨¢rnica del pa¨ªs.
Resulta parad¨®jico, pero como afirma Salva Calvet, profesor de la Escuela T¨¦cnica Superior de Ingenier¨ªa Agron¨®mica de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia, en t¨¦rminos de emisiones las explotaciones intensivas tienen una menor huella que las extensivas (por su mayor producci¨®n y por alimentar al ganado con piensos que generan menos gases que el pasto). ¡°Si nos quisi¨¦ramos alimentar de ganader¨ªa extensiva posiblemente aumentar¨ªan las emisiones de nuestra dieta¡±, defiende este acad¨¦mico, que asegura que en Espa?a es dif¨ªcil encontrar hoy una separaci¨®n clara entre el ganado bovino de intensivo y de extensivo, pues en los casos en los que hay vacas pastando en el campo, suelen ser vacas nodrizas y los ejemplares j¨®venes son llevados a instalaciones de engorde.
Sin embargo, esta premisa cambia seg¨²n la metodolog¨ªa que se utilice para calcular la huella de carbono. Algunos estudios han empezado a estimar no solo las emisiones provocadas por la ganader¨ªa, sino tambi¨¦n las que ayuda a retener, pues en prados y dehesas estos animales pueden contribuir a fijar carbono en el suelo (a trav¨¦s de los excrementos), contribuyendo adem¨¢s a fertilizar la tierra. La investigadora Inmaculada Batalla, tambi¨¦n del BC3, ha calculado que la huella de carbono de la leche de oveja en el Pa¨ªs Vasco es de 3,7 kilos de CO? por litro cuando se produce en extensivo y de 2,3 kilos de CO? en intensivo. Pero al incluir el potencial de secuestro de carbono en suelo las emisiones de extensivo bajan a 1,7 kilos de CO?.
¡°Esto no es ganader¨ªa s¨ª o ganader¨ªa no¡±, comenta Diana Pascual, investigadora del Centro de Investigaci¨®n Ecol¨®gica y Aplicaciones Forestales (CREAF), que considera que la discusi¨®n resulta mucho m¨¢s compleja que eso. Esta instituci¨®n cient¨ªfica trabaja en distintos puntos de Catalu?a, Arag¨®n y La Rioja para estudiar c¨®mo aumentar la resistencia al cambio clim¨¢tico del paisaje tradicional de media monta?a del norte del pa¨ªs, cada vez m¨¢s afectado por la despoblaci¨®n. Sus conclusiones muestran que la ganader¨ªa extensiva puede resultar clave para secuestrar carbono, prevenir incendios, fertilizar los suelos, aumentar la biodiversidad¡ ?Puede este chulet¨®n ayudar a la adaptaci¨®n frente al calentamiento del planeta? Como enfatiza Pascual, el desaf¨ªo es conseguir que el pastoreo de estos animales ¡ªque requiere m¨¢s trabajo¡ª sea hoy rentable econ¨®micamente.
En este caso, como incide Eduard Pla, tambi¨¦n cient¨ªfico de CREAF, no vale cualquier forma de gesti¨®n del ganado en extensivo: ¡°Nos inspiramos en la ganader¨ªa regenerativa, que busca recuperar la fertilidad del suelo a partir de una gesti¨®n del ganado ¨®ptima, con rotaci¨®n de los animales en zonas de pastoreo y estudios afinados de la carga que pueden soportar los pastos para evitar el sobrepastoreo¡±. Como se?ala, se trata de poner en valor un paisaje modelado por los humanos durante siglos y que ha funcionado de forma sostenible. ¡°Si queremos territorios vivos y resilientes, hay que conseguir transferir recursos desde las sociedades urbanas a las poblaciones rurales que gestionan el campo¡±, subraya.
Por lo general, los c¨¢lculos de huella de carbono interpretan que si se reduce el ganado se reducir¨¢n las emisiones en igual proporci¨®n. Sin embargo, Del Prado considera que esto puede no ser as¨ª en la realidad. ¡°Si se quita la ganader¨ªa extensiva, lo l¨®gico ser¨ªa que otros animales salvajes ocuparan este nicho ecol¨®gico, reemplazando parte de esas emisiones¡±, detalla. Ya no habr¨ªa vacas que produjeran gases al alimentarse de hierba, pero podr¨ªa haber otros herb¨ªvoros que las sustituyeran, como los ciervos, que tambi¨¦n son rumiantes y digieren la celulosa de los pastizales de la misma manera. Conjuntamente con Pablo Manzano, ambos investigadores ikerbasque del BC3, Del Prado est¨¢ estudiando esta teor¨ªa en territorios de ?frica, con una mayor presencia de herb¨ªvoros salvajes en competencia con el ganado.
La diferencia entre coches y vacas
Una vaca puede ¡°contaminar¡± como un coche. Seg¨²n Salva Calvet, profesor de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia, esta comparaci¨®n habitual puede ser ¨²til para entender el impacto en emisiones del ganado, pero al mismo tiempo resulta muy equivocada. As¨ª tambi¨¦n lo asegura Agust¨ªn del Prado, del BC3, que explica que lo que producen estos rumiantes en su tracto gastrointestinal al descomponer sustancias org¨¢nicas es metano (CH4), un gas que calienta mucho m¨¢s que el CO? por mol¨¦cula emitida, pero que se degrada tambi¨¦n mucho m¨¢s r¨¢pido: cada ocho a?os se reduce a la mitad, transform¨¢ndose una parte en CO?. El impacto de unas y otras emisiones depende del momento que se analice. Y aqu¨ª viene la mayor diferencia entre los coches y las vacas, pues el CO? que acaba en la atm¨®sfera por el ganado est¨¢ vinculado a la descomposici¨®n de plantas, como parte del ciclo corto natural del carbono. Sin embargo, el CO? que sale de los tubos de escape de los coches procede de los combustibles f¨®siles, que es carbono que llevaba enterrado en el subsuelo millones de a?os y ahora se est¨¢ a?adiendo de golpe a la atm¨®sfera.
Do?ana: sacar m¨¢s agua para fresas de donde ya no hay
Por Javier Mart¨ªn-Arroyo (Almonte /Huelva)
El Parque Nacional de Do?ana y sus alrededores muestran hoy la tensi¨®n entre el aumento de la extracci¨®n de agua para la agricultura intensiva y un territorio desecado con cada vez menos reservas, superficiales y subterr¨¢neas, y cuya biodiversidad disminuye por la desaparici¨®n de sus humedales. Los cultivos de fresas aumentan al borde de la reserva al mismo ritmo que en su interior desaparecen especies de plantas acu¨¢ticas y descienden las poblaciones de insectos, anfibios, reptiles y aves, alertan los bi¨®logos.
La producci¨®n intensiva de alimentos en zonas con estr¨¦s h¨ªdrico ocurre en todo el Mediterr¨¢neo, donde Espa?a acapara 7 de las 10 cuencas con peor situaci¨®n. Si las plantaciones de cereales producen 30 c¨¦ntimos de euro por cada metro c¨²bico de agua, invernaderos como los de Huelva con fresas producen tres euros por cada metro c¨²bico, ejemplo de su alta rentabilidad econ¨®mica. ¡°Tenemos buenos incentivos para tomar malas decisiones. Nuestro modelo de desarrollo no puede seguir as¨ª cuando el riesgo de desertificaci¨®n en Espa?a es del 70% del territorio, pero el 20% ya est¨¢ desertificado. Es necesario avanzar en la eficiencia del riego, la desalinizaci¨®n del agua y la reutilizaci¨®n de aguas residuales, pero logrando que el ahorro se traslade desde los cultivos a las cuencas¡±, advierte Gonzalo de la C¨¢mara, economista y asesor internacional en pol¨ªtica de agua de Naciones Unidas y la OCDE.
Y mientras la agricultura demanda m¨¢s agua, el consumidor desconoce que hay fresas ¡°legales¡± e ¡°ilegales¡±. Fresas regadas con agua legal y fresas que se nutren de pozos ilegales que socavan el acu¨ªfero del parque. No existe una etiqueta que identifique en los supermercados espa?oles la procedencia del agua, mientras el problema sigue ah¨ª por las captaciones clandestinas de corrientes subterr¨¢neas. La mayor¨ªa de los agricultores, las cadenas de distribuci¨®n y la Junta andaluza miran para otro lado mientras las acciones del Gobierno central y la justicia no logran frenar este saqueo.
La principal laguna de Do?ana, Santa Olalla, solo ha crecido 17 cent¨ªmetros desde el pasado octubre, con un invierno muy poco lluvioso y la sequ¨ªa extrema declarada por el Gobierno en toda la cuenca del Guadalquivir. A pesar del grito de alerta de los cient¨ªficos sobre que Do?ana se seca, la situaci¨®n a¨²n puede agravarse: PP, Cs y Vox han propuesto en el Parlamento andaluz aumentar el regad¨ªo al borde de la reserva en 1.460 hect¨¢reas. Los t¨¦cnicos del Ministerio de Transici¨®n Ecol¨®gica alertan de que el acu¨ªfero hace tiempo que dijo basta, pero la derecha cuenta con mayor¨ªa de esca?os y previsiblemente apruebe su reforma legal.
El Tribunal de Justicia de la Uni¨®n Europea conden¨® a Espa?a el pasado junio por permitir el robo de agua durante d¨¦cadas y le exigi¨® corregir su inacci¨®n a la mayor brevedad posible. Si no lo hace, la Comisi¨®n Europea podr¨ªa reclamar multas para forzar al Gobierno a proteger Do?ana de los empresarios freseros esquilmadores. Felipe Fuentelsaz, ingeniero agr¨®nomo de la organizaci¨®n conservacionista WWF, que gan¨® el pleito, resalta la mayor paradoja: ¡°Las fresas ecol¨®gicas pueden ser ilegales. La normativa ecol¨®gica no establece el uso del agua¡±.
Fuentelsaz resume la situaci¨®n cr¨ªtica del parque nacional: ¡°Do?ana es el humedal m¨¢s importante del pa¨ªs y probablemente de Europa, un sitio que alberga much¨ªsima biodiversidad. Y como humedal necesita el agua para vivir, pero alrededor del espacio natural se ha creado una econom¨ªa de agricultura intensiva que tambi¨¦n necesita esa agua como motor econ¨®mico. Y se ha hecho sin control desde los a?os ochenta¡å.
El punto de inflexi¨®n lleg¨® hace un a?o y medio, tras d¨¦cadas de robos continuados de agua en la frontera con Do?ana: el Gobierno declar¨® ¡°sobreexplotados¡± los acu¨ªferos de La Rocina, Almonte y Marismas (1.630 kil¨®metros cuadrados) y en breve regir¨¢ en la zona un plan de extracciones que limitar¨¢ el riego. ¡°El objetivo es garantizar la protecci¨®n y conservaci¨®n de Do?ana¡±, resumen fuentes de la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica del Guadalquivir (CHG).
El Ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica ha impulsado las multas a los agricultores incumplidores en los ¨²ltimos tres a?os, y la presi¨®n sobre ellos ha reducido la superficie de pl¨¢stico ilegal de 1.202 hect¨¢reas en 2019 a 766 en 2021, seg¨²n los informes de teledetecci¨®n de la CHG. Los agentes de la Confederaci¨®n (dependiente del Ministerio) denunciaron a 573 agricultores entre 2018 y 2021, pero como muchos recurren el cierre de sus pozos en v¨ªa judicial, los expedientes anteriores se han llegado a retrasar hasta siete a?os.
En 2014 la Junta traz¨® un plan para frenar el expolio del acu¨ªfero de Do?ana, pero hoy solo el 17% de las medidas est¨¢n completadas, el 43% est¨¢ incompletas y del 40% restante no se ha hecho nada, seg¨²n el an¨¢lisis de WWF sobre el denominado plan especial de ordenaci¨®n de los regad¨ªos. La Consejer¨ªa de Agricultura, Ganader¨ªa, Pesca y Desarrollo Sostenible (PP) ha rechazado opinar al respecto.
La tarea de vigilancia de fincas ilegales se ha afinado en los ¨²ltimos a?os desde el espacio. Manuel Bea es especialista en teledetecci¨®n y escudri?a las 8.000 hect¨¢reas sensibles que rodean Do?ana para confirmar a cadenas de distribuci¨®n como la alemana Edeka o la suiza Migros que sus fresas est¨¢n regadas con agua legal. Bea peina los invernaderos gracias al sat¨¦lite Sentinel de la Agencia Espacial Europea, que sobrevuela Huelva cada cinco d¨ªas desde el espacio. Bea, doctor en Ciencias Ambientales, cuestiona: ¡°Los agricultores que pagan por el uso del agua no han denunciado a sus vecinos porque no asimilan hasta qu¨¦ punto el problema es suyo, aunque ahora sufrir¨¢n un control con limitaciones de consumo, y tendr¨¢n que poner caudal¨ªmetros para repartirse los hect¨®metros c¨²bicos¡±.
A los agricultores ilegales les compensan las multas porque ni la Junta ni la Fiscal¨ªa decretan medidas cautelares para clausurar las fincas, y tras varios a?os de tramitaci¨®n, los beneficios econ¨®micos superan por mucho las sanciones impuestas, denuncia Fuentelsaz. La primera grieta se ha abierto esta semana, cuando 300 agricultores de Almonte han abandonado la Plataforma en defensa de los regad¨ªos, conscientes de que si se suman m¨¢s hect¨¢reas de estos cultivos, la Confederaci¨®n reducir¨¢ sus concesiones de agua porque habr¨¢ que repartir entre m¨¢s las reservas menguantes.
Aparte del problema del agua, estos invernaderos son una jungla laboral en la que se mueven cada a?o 80.000 jornaleros. Despu¨¦s de tres d¨¦cadas de lucha por lograr condiciones dignas, la situaci¨®n ha mejorado, pero el camino pendiente a¨²n es enorme y la miseria sigue eclipsando el ¨¦xito econ¨®mico del sector fresero. Sergio Barber¨¢, organizador de los Foros de Comercio ?tico, ense?a a los agricultores c¨®mo mejorar los derechos de sus temporeros e intenta implicar a los ayuntamientos, la Junta andaluza y las grandes cadenas de distribuci¨®n, para que vean que les ata?e directamente que los temporeros pasen agachados seis horas y media al d¨ªa para que las fresas lleguen a las tiendas. ¡°El sector se est¨¢ moviendo y las condiciones mejoran poco a poco y a veces a tirones, pero cada vez hay mayor conciencia de mejorar las condiciones y de escuchar las demandas de los trabajadores¡±, dice.
Ante el avance de la agricultura intensiva en zonas de estr¨¦s h¨ªdrico como Almer¨ªa, Murcia o Huelva, los expertos recomiendan potenciar la eficiencia del riego, la desalinizaci¨®n del agua y la reutilizaci¨®n de aguas residuales para reducir el consumo de agua. Pero con la garant¨ªa de que no se aumentan las hect¨¢reas de riego y el ahorro revierte en las cuencas de los r¨ªos, advierten.
Las 17 plantas de desalaci¨®n instaladas en el litoral mediterr¨¢neo solo utilizan el 20% de su capacidad por el precio de hasta un euro el metro c¨²bico de agua, cuando el bombeo ilegal de aguas subterr¨¢neas puede rondar los 15 c¨¦ntimos de euros. ¡°Necesitamos intervenir el precio del agua desalada para que pueda competir y lograr la seguridad h¨ªdrica en r¨ªos, acu¨ªferos y desalinizadoras como si fuese un mix¡±, recomienda Gonzalo de la C¨¢mara.
Fertilizantes que abonan lechugas y matan el mar Menor
Por Esther S¨¢nchez (Madrid)
La lechuga es el producto estrella del Campo de Cartagena (Murcia), una zona conocida por su huerta y tambi¨¦n por su implicaci¨®n en los problemas medioambientales que arrastra el mar Menor debido a los restos de fertilizantes (nitr¨®geno, sobre todo, y fosfatos) que le llegan. Desde 2019 se han producido dos episodios de mortandad de peces, el ¨²ltimo en agosto del a?o pasado, en los que esos nutrientes han jugado un papel fundamental en la eutrofizaci¨®n del agua y en la falta de ox¨ªgeno que ha conducido a los desastres y ha levantado la indignaci¨®n ciudadana. El desarrollo urban¨ªstico del entorno y las explotaciones mineras han contribuido, aunque en menor medida, al deterioro. En 2020 se cultivaron 508.000 toneladas de hortalizas en el Campo de Cartagena (lechuga, seguida por coliflor, br¨®coli y alcachofa, entre otras), de las que, aproximadamente, el 95% acaba en los estantes de los supermercados de Alemania, Reino Unido y Francia, informa la Federaci¨®n de Cooperativas Agrarias de Murcia (FEOCAM).
Las primeras cosechas de lechuga se siembran a mediados de septiembre y tardan en recolectarse una media de 75 d¨ªas. A los 15 d¨ªas comienza la fertilizaci¨®n, que contiene f¨®sforo y nitr¨®geno, para que se desarrolle la ra¨ªz. Al mes, se le a?ade calcio para fortalecer la hoja. Las proporciones dependen del estado de la tierra y de la calidad del agua. Lo mismo sucede con el resto de las hortalizas y otros cultivos ¨Del Campo de Cartagena agrupa unas 80.000 hect¨¢reas, de las que 43.000 son de regad¨ªo y 27.000 de secano¨D. Con el riego, el abono que le ha sobrado a la planta se va filtrando hasta que alcanza la laguna salada, un mar interior separado del Mediterr¨¢neo por una estrecha banda de arena.
As¨ª, poco a poco, se ha llegado a la situaci¨®n actual en la que el mar Menor no puede m¨¢s. La ¨²ltima lectura realizada por la comunidad aut¨®noma indica que el 12 y 13 de enero se vertieron por la rambla del Albuj¨®n (principal punto de salida de agua) y otras 10 zonas que se monitorizan 2.018 kilos de NO3 y cuatro de f¨®sforo diarios. Eso se detect¨® en el momento de la medici¨®n, pero la media va m¨¢s all¨¢. En un informe del Centro de Estudios y Experimentaci¨®n de Obras P¨²blicas (CEDEX) se estima que la cantidad de nitratos que entr¨® en la laguna durante el a?o hidrol¨®gico 2018-2019 fue de 1.575 toneladas, con un promedio diario de 4.111 kilos. La situaci¨®n se complica por la descarga natural del acu¨ªfero que se extiende bajo los cultivos. Se calcula que en esas aguas subterr¨¢neas hay acumuladas 300.000 toneladas de nitratos.
En cuanto al precio, no cuesta lo mismo una lechuga producida de forma industrial que una que soportara todos los gastos de lo que contamina o perjudica su producci¨®n a la sociedad. Seg¨²n el an¨¢lisis realizado en 2020 por la economista ambiental Genoveva Aparicio, miembro de la Plataforma Pacto por el mar Menor, el precio de una lechuga en el mercado que reflejara, adem¨¢s de los costes de producci¨®n, las p¨¦rdidas del sector tur¨ªstico en el mar Menor y La Manga por la contaminaci¨®n marina se multiplicar¨ªa casi por cuatro, de 1,30 a 3,85 euros el kilo, tomando el precio que marcaba en ese momento el ¨ªndice elaborado por la organizaci¨®n agraria COAG. ¡°Si se tuviera en cuenta tambi¨¦n el da?o causado al medio ambiente o las inversiones futuras necesarias para recuperarlo, el importe ser¨ªa a¨²n mayor¡±, a?ade. Aparicio culpa de la situaci¨®n a la Pol¨ªtica Agraria Com¨²n (PAC), porque ¡°se ha premiado la producci¨®n dando ayudas, nosotros les sugerimos que subvencionen el precio final de venta de productos con cero impacto ambiental¡±.
El problema no es exclusivo del mar Menor. En la investigaci¨®n The global nitrogen-phosphorus imbalance, publicada en la revista Science el 20 de enero, los cient¨ªficos del CREAF Josep Pe?uelas y Jordi Sardans advierten sobre el desequilibrio de nutrientes que se est¨¢ produciendo en la tierra. Las especies vegetales necesitan CO? para la fotos¨ªntesis y nutrientes para crear sus estructuras, entre las que es clave la proporci¨®n de nitr¨®geno y f¨®sforo, indican. Pero en las ¨²ltimas d¨¦cadas, ¡°los humanos hemos enriquecido la biosfera con nitr¨®geno mediante una fertilizaci¨®n excesiva y, por lo tanto, hemos modificado su relaci¨®n con el f¨®sforo¡±. Y cuando el medio presenta demasiados nutrientes se eutrofiza, lo que supone que aumentan las sustancias nutritivas en el agua y eso provoca que algas y fitoplancton crezcan de forma descontrolada, hasta que se colapsa el ecosistema. Los cient¨ªficos proponen como soluci¨®n desarrollar la agricultura de precisi¨®n para reducir los fertilizantes o aplicar m¨¦todos de biotecnolog¨ªa innovadora que intensifiquen la eficiencia de las plantas al captar nutrientes.
Ram¨®n Navia, ingeniero agr¨®nomo y agricultor ecol¨®gico en la zona, solo ve una soluci¨®n: ¡°Una ley que proh¨ªba los nitratos¡±. La Ley de recuperaci¨®n y protecci¨®n del mar Menor, aprobada por la Asamblea de Murcia, proh¨ªbe su uso en una franja de 1.500 metros desde el borde de la laguna. ¡°Pero a partir de ah¨ª, se pueden utilizar y como son muy solubles llegan desde kil¨®metros de distancia¡±, asegura. ¡°Si no se utilizaran nitratos qu¨ªmicos y se apostara por la agricultura ecol¨®gica, ir¨ªamos a la d¨¦cima parte de lo que estamos ahora en contaminaci¨®n. Estar¨ªamos en niveles completamente aceptables¡±. En el Campo de Cartagena la producci¨®n ecol¨®gica es el 5% del total. Rafael Seiz, del programa de aguas de WWF, explica que la fertilizaci¨®n se ha ajustado debido al avance de la tecnolog¨ªa y ahora se aplica una dosis justa. ¡°Pero es una superficie tan grande la que est¨¢ recibiendo esos abonos artificiales que estamos hablando de enormes cantidades¡±, concreta. En el mar Menor, en concreto, aunque se reciba menos cantidad ¡°el sistema est¨¢ tan desequilibrado que es m¨¢s f¨¢cil que haya colapso. Estamos hablando de un problema de escala¡±.
La mayor parte de los agricultores se sienten agraviados, y consideran un ataque injusto a su labor las acusaciones de que los fertilizantes se encuentren detr¨¢s del deterioro del mar Menor. Santiago Mart¨ªnez, presidente de la Federaci¨®n de Cooperativas Agrarias de Murcia, apunta a la miner¨ªa, al desarrollo tur¨ªstico y a las depuradoras, ¡°que tampoco est¨¢n funcionando bien¡±. Un portavoz del Ejecutivo regional mantiene que no es as¨ª, las depuradoras incluso ¡°est¨¢n sobredimensionadas¡± y solo existen vertidos en ocasiones puntuales, con grandes lluvias. Mart¨ªnez explica que se ajustan a lo que marca la ley, que proh¨ªbe el uso de fertilizantes nitrogenados en la banda de 1.500 metros, limita el n¨²mero de cultivos o la cantidad de abonos org¨¢nicos. Tampoco se puede transformar terreno de secano a regad¨ªo y se han iniciado expedientes para cerrar las 8.500 hect¨¢reas que se regaban de forma ilegal. A finales de diciembre, informa el Ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica, se hab¨ªan remitido a la Fiscal¨ªa del Tribunal Superior de Justicia 248 expedientes que afectan a 3.722 hect¨¢reas y se han enviado 101 apercibimientos para precintado y desconexi¨®n, sobre un total de 1.244 hect¨¢reas.
Qu¨¦ tiene que ver una salchicha del supermercado con la deforestaci¨®n en Brasil
Por Naiara Galarraga Gort¨¢zar (S?o Paulo) y Miguel ?ngel Medina (Madrid)
El viaje de un paquete de salchichas de supermercado arranca en una regi¨®n brasile?a, sigue en Espa?a y puede acabar en China. La primera parada se da en Brasil, cuyos grandes productores agropecuarios se enorgullecen de que alimentan al mundo. Lo cierto es que su producto estrella, la soja, no va directamente al plato de nadie: es exportado a China y a la Uni¨®n Europea, donde es convertido en pienso para pollos y ganado, que a su vez nutren la producci¨®n de salchichas envasadas. La inmensa mayor¨ªa de la soja brasile?a procede del Cerrado, un bioma ubicado al este de la Amazonia que tiene menos protecci¨®n legal que esta y que en el ¨²ltimo ejercicio sufri¨® una deforestaci¨®n r¨¦cord. Perdi¨® 8.500 kil¨®metros cuadrados, la mayor cifra en siete a?os. Tambi¨¦n ha sido presa de devastadores incendios en los ¨²ltimos a?os.
Esta regi¨®n es la sabana m¨¢s biodiversa del mundo y el coraz¨®n del potente sector de la soja brasile?a. Suele ser un monocultivo en descomunales extensiones que consume cantidades ingentes de agua y de pesticidas. La industria ha tenido una fuerte expansi¨®n en estas tierras desde que en 2006 los grandes productores agr¨ªcolas, el Gobierno y las ONG pactaron la moratoria de la soja de la Amazonia por la que los primeros se comprometieron a no comprar este cultivo de terrenos deforestados. El acuerdo logr¨® reducir a m¨ªnimos la producci¨®n en ¨¢reas taladas ilegalmente en la Amazonia, pero desplaz¨® la producci¨®n al Cerrado, donde la superficie cultivada se ha duplicado en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas.
Aunque el ganado es el principal responsable de la deforestaci¨®n ilegal, la soja influye indirectamente. Como producir granos es m¨¢s lucrativo que criar vacas, los especuladores de tierras hacen la siguiente trampa de manera sistem¨¢tica: talan ilegalmente una parcela, colocan ganado para ocuparla y transcurridos unos a?os brota all¨ª una plantaci¨®n de soja.
Pablo Manzano, investigador en el Basque Center for Climate Change (BC3), se?ala que tanto en el Chaco argentino como en el Cerrado brasile?o ¡°se est¨¢ expulsando a la ganader¨ªa sostenible para cultivar soja, que da mucho dinero y tiene muchas prote¨ªnas, por lo que es ideal para animales monog¨¢stricos como pollos y cerdos¡±. Adem¨¢s, ¡°convertir un ecosistema natural en un cultivo supone liberar mucho carbono, mientras que los fertilizantes que se aplican tienen una enorme huella de combustible f¨®sil¡±.
Un informe del Parlamento Europeo de 2020 subraya que ¡°aproximadamente el 80% de la deforestaci¨®n mundial se debe a la expansi¨®n de los terrenos utilizados para la agricultura¡±, y que ¡°se estima que el consumo de la Uni¨®n Europea contribuye al 10% de la deforestaci¨®n mundial, como m¨ªnimo¡±. La pol¨ªtica del presidente brasile?o, Jair Bolsonaro, de debilitar la protecci¨®n medioambiental preocupa de tal manera en Europa que la Comisi¨®n sopesa vetar la importaci¨®n de soja y otros productos agr¨ªcolas procedentes de zonas ilegalmente taladas. Porque la deforestaci¨®n, que ya estaba en aumento pero se ha acelerado desde que el presidente anticiencia lleg¨® al poder, se ha convertido en uno de los grandes obst¨¢culos para la ratificaci¨®n del acuerdo comercial entre Mercosur y la UE. Las ONG han intentado, sin ¨¦xito por el momento, implantar en el Cerrado una moratoria similar a la que tanto ¨¦xito ha tenido en la Amazonia para desincentivar la producci¨®n de soja en ¨¢reas deforestadas.
El sistema de producci¨®n industrial de carne que simbolizan las macrogranjas tanto porcinas ¡ªcuyo n¨²mero ha crecido casi un 50% en 10 a?os en Espa?a¡ª como de pollos y del que sale la carne m¨¢s barata, como la que se usa en las salchichas de supermercado, requiere de ingentes cantidades de piensos industriales fabricados a base de soja. La Confederaci¨®n Espa?ola de Fabricantes de Alimentos Compuestos para Animales (Cesfac), la patronal del sector, explica que Espa?a es el principal productor de piensos de la UE. En el a?o 2019 ¡ª¨²ltimos datos disponibles¡ª se produjeron aqu¨ª 25,1 millones de toneladas de piensos industriales (por un valor de 7.758 millones de euros), mientras que Alemania produjo 24,1 millones y Francia 20,8.
El sector compra soja principalmente a tres pa¨ªses, Estados Unidos, Argentina y Brasil, y reconoce que hay problemas con dos de ellos. ¡°Los estudios independientes de los que parten los compromisos voluntarios asumidos por la industria de alimentaci¨®n animal espa?ola relativos al suministro sostenible de soja, y que han sido validados por la Administraci¨®n espa?ola, establecen que el 100% de la soja originada en Estados Unidos se produce de manera sostenible y desde tierras consideradas legalmente no deforestadas; en Argentina ese porcentaje supera el 90% y solo en Brasil la cifra se reduce a algo m¨¢s del 71%¡±, se?ala un portavoz de Cesfac. Es decir, que el 10% de la soja argentina y casi el 30% de la brasile?a proceden de tierras deforestadas. ¡°La industria espa?ola est¨¢ trabajando con sus proveedores para conseguir que, en el a?o 2030, la totalidad del suministro de soja que llegue a Espa?a sea 100% producida de manera sostenible y proveniente de or¨ªgenes legalmente no deforestados¡±, a?ade.
Espa?a es el pa¨ªs europeo que m¨¢s soja import¨® de Brasil en 2018, seg¨²n los ¨²ltimos datos disponibles en Trase, que monitorea las cadenas de suministro. Fueron casi 2,5 millones de toneladas. Isabel Fern¨¢ndez Cruz, coautora del informe Con la soja al cuello, publicado la semana pasada por Ecologistas en Acci¨®n y la Universidad de Vic, se?ala que cuando la soja llega a Espa?a se transforma en piensos en grandes plantas molturadoras. ¡°Esto ha incidido mucho en el enorme crecimiento de la ganader¨ªa industrial en Espa?a¡±, incide.
Esos piensos se los comen pollos y cerdos en las macrogranjas espa?olas. Manzano se?ala que esas instalaciones ¡°generan malos olores, contaminaci¨®n de aguas y acu¨ªferos y p¨¦rdida de calidad de vida del medio rural que desencadenan procesos de despoblaci¨®n¡±. De hecho, muchos pueblos de la Espa?a vac¨ªa est¨¢n protestando contra esta industria. Despu¨¦s, los animales se env¨ªan a los mataderos y son transformados en carne y productos como las salchichas. ¡°Cuando te comes una salchicha de una macrogranja contribuyes a la deforestaci¨®n de Am¨¦rica¡±, apunta Fern¨¢ndez Cruz. Pero el viaje de este producto puede no acabar en un supermercado espa?ol, sino que muchas veces es exportado a China: los env¨ªos de carne porcina de Espa?a a China crecieron en m¨¢s de 300.000 y 700.000 toneladas en 2019 y 2020, respectivamente, m¨¢s del 100% cada a?o.
Fern¨¢ndez Cruz considera que la alternativa a este sistema ser¨ªa ¡°reducir el consumo de carne, apoyar la ganader¨ªa extensiva e impulsar los cultivos de oleaginosas aut¨®ctonas, como los guisantes, como alternativa a la soja¡±. El sector se?ala que ya se utilizan oleaginosas y leguminosas europeas, ¡°pero la producci¨®n europea es muy limitada¡±. Mientras, Manzano pide crear un sello para certificar la ganader¨ªa extensiva ¡ªal igual que lo solicitan los sindicatos agrarios espa?oles¡ª, m¨¢s arraigada al territorio, e incorporar m¨¢s legumbres a la dieta.
At¨²n rojo de granja: cuando para engordar al pez grande hace falta pescar muchos peces chicos
Por Luc¨ªa Foraster Garriga (Madrid)
Con el at¨²n rojo se da un fen¨®meno peculiar: no es precisamente un alimento barato (la mayor parte se vende fuera de Espa?a como producto de lujo), y para su engorde en granjas marinas se utilizan otras especies de peces de alto valor nutritivo que podr¨ªan destinarse al consumo humano a precios razonables.
Aunque la acuicultura se ha presentado como una soluci¨®n para evitar la sobrepesca de los mares, el ejemplo del at¨²n muestra que no est¨¢ exenta de controversia. Estos peces son capturados vivos en el mar durante la ¨¦poca de reproducci¨®n (mayo-junio), y luego son transferidos a jaulas de cultivo en Espa?a, concentradas en la Regi¨®n de Murcia, Catalu?a y Andaluc¨ªa, donde son alimentados para aumentar sustancialmente su cantidad de grasa. Para producir cada kilo de at¨²n, hacen falta entre 7 y 15 kilos de otros peces, peque?os pel¨¢gicos como la sardina, la alacha, el jurel y la caballa.
El coordinador de pesquer¨ªas de la organizaci¨®n ecologista WWF, Ra¨²l Garc¨ªa, ve en el engorde del at¨²n rojo una cuesti¨®n, adem¨¢s de ecol¨®gica, ¨¦tica: ¡°Peces que son perfectamente v¨¢lidos y de alt¨ªsimo rendimiento nutritivo para la creciente poblaci¨®n humana se est¨¢n destinando a darle unos kilos y un porcentaje de grasa a ese at¨²n rojo, que luego se vende a mercados de alto standing¡±.
En Europa, la producci¨®n de at¨²n rojo se limita en la actualidad al mar Mediterr¨¢neo, donde la t¨¦cnica del engorde comenz¨® en 1995. Los pa¨ªses productores son Espa?a, Italia, T¨²nez, Malta, Chipre, Grecia, Croacia y Turqu¨ªa.
Conservacionistas y empresas discuten sobre la cantidad de kilos que hay que pescar de otras especies para engordar a un at¨²n, que de media alcanza un peso de 200 kilos y puede llegar a 750. La Asociaci¨®n Nacional de Acuicultura de At¨²n Rojo (ANATUN) afirma que para cada kilo de at¨²n solo son necesarios entre tres y siete kilos de otras especies. Pero Antonio Di Natale, investigador hasta 2017 de la Comisi¨®n Internacional para la Conservaci¨®n del At¨²n Atl¨¢ntico (ICCAT, por sus siglas en ingl¨¦s), asegura que son necesarios 13,4 kilos de peque?os pel¨¢gicos para uno solo de at¨²n rojo.
¡°La alimentaci¨®n es costosa econ¨®micamente¡±, aseguran un portavoz de Balfeg¨® ¡ªcompa?¨ªa l¨ªder mundial en captura, alimentaci¨®n, estudio y comercializaci¨®n del at¨²n rojo¡ª, que se?ala: ¡°Nosotros somos los primeros interesados en dar una cantidad que sea la justa que necesita el animal y no m¨¢s¡±.
Uno de los factores que puede hacer variar la tasa de conversi¨®n es el mercado de destino. Una vez engrasados, generalmente seis meses despu¨¦s de su captura, los atunes rojos se sacrifican y se exportan. Seg¨²n la Junta Nacional Asesora de Cultivos Marinos (JACUMAR), se venden sobre todo a Jap¨®n, adonde llega en torno al 96% de la producci¨®n, en su mayor¨ªa ultracongelada. Tambi¨¦n se exporta a China, Corea, Tailandia, a pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo y Europa y a Estados Unidos, entre otros. Desde ANATUN, cuyos miembros exportan a m¨¢s de 30 pa¨ªses, diferencian: ¡°Para Espa?a y para los pa¨ªses europeos es importante un pescado de buen color y grasa media, y para mercados como el japon¨¦s prima m¨¢s la grasa del producto final¡±.
Tanto Di Natale como Garc¨ªa, de WWF, coinciden en que todo esto genera dudas ¡°de tipo ¨¦tico¡±. No obstante, las soluciones que plantean son distintas. Garc¨ªa aboga por ¡°consumir menos at¨²n rojo de granja, y reducir los l¨ªmites de engorde que existen por pa¨ªs¡±.
¡°En Espa?a, comemos much¨ªsima carne y much¨ªsimo pescado. Tenemos m¨¢s que cubiertas nuestras necesidades de prote¨ªnas animales. Y hay que diversificar¡±, comenta el ecologista. ¡°Hay que salirse un poco de las especies que vienen de la acuicultura. Teniendo en cuenta el rendimiento nutritivo, la huella de carbono y el impacto sobre la biodiversidad, existen una serie de pescados y moluscos que compiten en bondad con las legumbres, que tienen altos poderes nutritivos y poco impacto ambiental. Por ejemplo, los bivalvos (mejillones, almejas, berberechos, ostras), las sardinas, caballas, jureles, alachas¡ Son de las mejores alternativas para el d¨ªa a d¨ªa¡±. a?ade.
Di Natale considera, por su parte, que ahora mismo el at¨²n rojo no tiene ning¨²n problema de sobreexplotaci¨®n y parece que est¨¢ en buenas condiciones. De hecho, Espa?a cuenta con una cuota de at¨²n rojo de 6.100 toneladas (de las 36.000 toneladas totales a nivel internacional), que dada la abundancia, se pesca en su totalidad. ¡°Yo alimentar¨ªa a los atunes rojos con peces que normalmente se descartan¡±, propone. A pesar de esto, hubo unos a?os en los que se hizo evidente que, de no tomarse medidas urgentes, la especie estaba abocada a su extinci¨®n. ¡°Ahora est¨¢ bien, por las serias medidas de control que se tomaron, y porque el cambio clim¨¢tico ha resultado ser positivo para el at¨²n rojo¡±, explica Di Natale.
Por su parte, las empresas dedicadas al at¨²n rojo aseguran que cumplen una estricta legislaci¨®n que caracteriza a la pesca y la acuicultura en Europa. Mar¨ªa Luisa ?lvarez, directora de la Federaci¨®n de Asociaciones Provinciales de Empresarios Detallistas de Pescados y Productos Congelados (FEDEPESCA), defiende que los productos pesqueros y acu¨ªcolas capturados o producidos legalmente en aguas de jurisdicci¨®n europea son ¡°sostenibles por definici¨®n¡±, desde el punto de vista medioambiental, econ¨®mico y social. El problema, dice, es que la balanza comercial europea se inclina hacia la importaci¨®n: ¡°Los productos europeos compiten con productos de otros pa¨ªses donde a lo mejor no se cumplen las mismas exigencias en sostenibilidad social y medioambiental¡±. Por eso, recomienda comprar productos europeos.
¡°Al final, cualquier sistema de producci¨®n de alimentos tiene sus impactos y lo que hay que hacer es medirlos, conocerlos y gestionarlos adecuadamente¡±, concluye Garc¨ªa, de WWF. No parece una tarea f¨¢cil. ¡°Lo terrestre lo puedes mirar, contar. En lo marino, todo es una estimaci¨®n¡±, lamenta Di Natale.
Los alimentos entran en la campa?a pol¨ªtica
La cuestión de la alimentación ha irrumpido con fuerza en las últimas semanas en España en el terreno político del país, al calor de las elecciones autonómicas en Castilla y León. Todo comenzó con unas declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, en las que criticaba las macrogranjas. Desde entonces, los partidos compiten por mostrar quién apoya más a los ganaderos y agricultores del campo español, aunque a veces sea defendiendo una cosa y la contraria.
El PP ha sido el que ha puesto más empeño en convertir la ganadería en pieza central de la campaña y ha querido mostrar su apoyo ciego al sector negando directamente la existencia de macrogranjas. Su estrategia ha sido negar el maltrato animal y defender todas las explotaciones, sin hacer distinciones.
Tras una reacción tenue al principio, el PSOE reivindica ahora la entrada en vigor en diciembre de la nueva Ley de la Cadena Alimentaria, aprobada sin el respaldo de la derecha, como una muestra de su compromiso con las organizaciones profesionales agrarias. La reforma impide las ventas a pérdidas y beneficia, insisten en La Moncloa, a los productores primarios, agricultores y ganaderos, es decir al eslabón más débil de la cadena al introducir el coste efectivo de producción como factor obligatorio en la fijación de los precios en los contratos.
Unidas Podemos defiende un modelo sostenible basado en el desarrollo de la agricultura ecológica y de la ganadería extensiva regenerativa. Apoya al agricultor y al ganadero frente a la agroindustria, para lo que considera “necesario” fomentar el comercio de cercanía entre el productor y el consumidor y que se prioricen los productos de Km 0. Además, el Ministerio de Consumo trabaja en una propuesta para incluir en el etiquetado de los alimentos la variable ambiental.
Vox ha tomado la bandera del proteccionismo. Su sindicato, Solidaridad, lanzó las pasadas navidades una campaña que, bajo el lema ‘Ayuda a los tuyos’, llamaba a consumir “producto nacional” y exigió que en los comedores públicos solo se sirvieran alimentos españoles. Vox elude pronunciarse sobre las macrogranjas y defiende a los agricultores y ganaderos españoles, sin distinguir el tamaño o las características de su explotación, frente a una política que “criminaliza” al campo, en palabras de su eurodiputado Jorge Buxadé.
Informan J. Marcos, P. Chouza, J.M. González
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