Salvar a los orangutanes de Borneo desde el aire
Los cient¨ªficos utilizan drones para localizar nidos de las poblaciones m¨¢s aisladas y protegerlos de la destrucci¨®n de su h¨¢bitat por la tala, la construcci¨®n de infraestructuras y los monocultivos
El zumbido de unas aspas rotando a gran velocidad rompe la habitual sinfon¨ªa de sonidos animales del bosque tropical de Sabah, en la parte malaya de la isla de Borneo. Amanece en la selva y la densa bruma, el calor y la humedad son asfixiantes. El sudor recorre la frente de Sol Milne, investigador y piloto del dron que, con un leve impulso, consigue que el aparato se eleve r¨¢pidamente sobre el frondoso dosel del bosque. El ruido altera la quietud de los habitantes de la jungla. Y entre ellos, tambi¨¦n la de los orangutanes o, como se dice en indonesio, orang (hombre) utan (bosque), los ¡°hombres del bosque¡±. Celosos de su intimidad, se camuflan en el espeso follaje. Pero los investigadores de HUTAN, una entidad local para la conservaci¨®n, no han venido a captar im¨¢genes in situ de estos grandes primates, sino que van tras sus huellas.
Peinan el terreno desde el aire, a veces con c¨¢maras t¨¦rmicas, para encontrar pruebas de la presencia de orangutanes en el fragmentado bosque debido a la deforestaci¨®n y la actividad humana. Su objetivo es localizar los nidos que cada d¨ªa, al igual que artesanos, construyen para pasar la noche, y que al alba abandonan para ir en busca de comida. ¡°Estamos utilizando drones con los que tomamos centenares de fotograf¨ªas de las copas de los ¨¢rboles en busca de nidos. Luego las analizamos con ayuda de programas inform¨¢ticos. As¨ª logramos determinar la densidad y distribuci¨®n de las poblaciones para poder protegerlos mejor¡±, afirma el bi¨®logo Serge Wich, investigador de la Universidad John Moores de Liverpool.
El gran problema de los conservacionistas es que el 80% de los orangutanes que resisten a la extinci¨®n se encuentran fuera de las zonas protegidas. Diseminados en parches de selva. Sobreviven en peque?as islas verdes en medio de oc¨¦anos de plantaciones, asentamientos humanos y mara?as de carreteras. Hace poco los investigadores han descubierto que los orangutanes tienen una mayor presencia en los bosques fragmentados de lo que se cre¨ªa. Las hembras son muy territoriales y acostumbran a estar con sus cr¨ªas en el mismo lugar. Son los machos los que recorren decenas de kil¨®metros para trasmitir sus genes. ¡°Pero si los rescatamos y los relocalizamos en parques nacionales, o si eliminamos los pocos corredores naturales que todav¨ªa conectan a poblaciones distantes, los orangutanes est¨¢n abocados irremediablemente a su desaparici¨®n¡±, resume Wich.
As¨ª que los drones son el ¨²ltimo gran aliado de las ONG y fundaciones que luchan por la supervivencia de estos animales. Antes la localizaci¨®n y monitoreo se hac¨ªa con incursiones a pie, caminando en l¨ªnea recta, a trav¨¦s de bosques de dipterocarpos ¨Dlos ¨¢rboles tropicales m¨¢s altos del mundo, que pueden alcanzar hasta 100 metros de altura¨D y por zonas pantanosas y de dif¨ªcil acceso. Por muy aislado que se encuentre un nido, si se consigue fotografiar, constituye la evidencia necesaria para pedir a las autoridades que protejan a esas poblaciones que eran desconocidas. Estos grandes simios, provistos de su caracter¨ªstico pelaje rojizo y anaranjado, viven en libertad ¨²nicamente en Indonesia y Malasia. Seg¨²n los ¨²ltimos c¨¢lculos, quedan unos 14.000 ejemplares de orangut¨¢n de Sumatra (Pongo abelii) solo presente en Indonesia. Y unos 100.000 individuos pertenecientes a otra especie, el orangut¨¢n de Borneo (Pongo pygmaeus), repartido entre Indonesia y Malasia.
Los ¡°moradores de la selva¡± est¨¢n en grave peligro de extinci¨®n por la destrucci¨®n sistem¨¢tica de su h¨¢bitat natural. Las entidades conservacionistas calculan que entre 1999 y 2015 desaparecieron en torno a 100.000 orangutanes. Seg¨²n varios estudios, desde el a?o 2000, el sudeste asi¨¢tico ha perdido el 14% de sus bosques. ¡°En los ¨²ltimos 30 a?os se ha eliminado el 80% del espacio natural de los orangutanes. Cada a?o desaparece el equivalente a 300 campos de f¨²tbol y mueren unos 6.000 orangutanes, siendo optimistas¡±, se?ala Leif Cocks, presidente de The Orangutan Project. Las causas son m¨²ltiples: los incendios intencionados, la expansi¨®n de la industria de pulpa de papel, la miner¨ªa, los monocultivos como la palma aceitera, la creciente agricultura de subsistencia y, por encima de todo, las concesiones madereras ¨¢vidas de materias primas preciosas como el ramen y el meranti. ¡°Sabemos que en Belantikan (Borneo central) una empresa maderera posee 97.000 hect¨¢reas de selva y que all¨ª viven unos 6.000 orangutanes. Estamos luchando para conseguir que se haga una buena gesti¨®n de los bosques, solo as¨ª podr¨¢n sobrevivir¡±, advierte Ashley Leiman, directora de la Fundaci¨®n Orangut¨¢n del Reino Unido, dedicada a la investigaci¨®n y reintroducci¨®n de estos grandes simios en la isla de Borneo.
Mucho m¨¢s al sur, en la bah¨ªa de Kumai, en la parte indonesia de Borneo, tambi¨¦n conocida como Kalimantan, varios klotoks (o barcas tradicionales de r¨ªo) con turistas a bordo, sobre todo occidentales, remontan las marrones aguas del r¨ªo Sekonyer hasta que estas se entremezclan con las aguas negras y purificadas, provenientes de la filtraci¨®n de la lluvia por la selva, rumbo al Parque Nacional de Tanjung Puting. All¨ª, en 1971, la primat¨®loga canadiense Birut¨¦ Galdikas inici¨® su trabajo de conservaci¨®n de los orangutanes. De forma muy precaria empez¨® a seguir durante meses a los orangutanes en libertad intentando comprender el comportamiento de estos animales. Tambi¨¦n llev¨® a cabo el primer programa de rehabilitaci¨®n para aquellos excautivos que los locales dayakos ten¨ªan como animales de compa?¨ªa. Tal y como ella misma narra en el libro Reflejos del Ed¨¦n (editorial Pepitas de Calabaza) ¡°mi laboratorio es el laboratorio viviente que existe desde hace milenios¡±. De aquellos bosques primigenios que daban cobijo a los ¨²ltimos grandes primates arbor¨ªcolas, hoy quedan tan solo pedazos dispersos. Los casi 3.000 kil¨®metros cuadrados del parque albergan a cerca de 6.000 ejemplares, la mayor¨ªa descendientes de aquellos supervivientes, y se ha convertido en lugar de peregrinaje para amantes de la naturaleza de todo el mundo.
¡°Tienen ocho veces m¨¢s fuerza que una persona. Se construyen dos nidos al d¨ªa. Uno para la noche y otro para la siesta, como hacemos los hombres¡±, bromea Dodi, gu¨ªa local que consigue arrancar algunas carcajadas a la pareja de turistas a los que acompa?a. Ataviado con una gorra de baloncesto y unos pantalones cuyos bolsillos van repletos de diminutos pl¨¢tanos, amarra el klotok al embarcadero del parque. A trav¨¦s de unas pasarelas de madera, se interna en este santuario. Camina delante abriendo paso emitiendo sonidos guturales esperando respuesta en forma de una aparici¨®n estelar de alg¨²n orangut¨¢n. De repente, una mancha rojiza se mueve ¨¢gilmente entre las ramas bajas de un ¨¢rbol. Una hembra, con su cr¨ªa abrazada a la cintura, alarga la mano en direcci¨®n al gu¨ªa. R¨¢pidamente, se hace con una de esas bananas que ¨¦l le ofrece sin resistencia. Esther, una joven turista de Barcelona, repite la operaci¨®n. Pero esta vez es la cr¨ªa la que se acerca para conseguir el tan ansiado fruto. ¡°Me ha abierto la mano muy delicadamente con sus deditos. ?Ha sido incre¨ªble! ?Gracias, Dodi!¡±, exclama, intentando ahogar un grito de alegr¨ªa.
Coexistencia exitosa o extinci¨®n irremediable
M¨¢s adelante, en un claro, los turistas se agolpan frente a un vallado de alambre. Al otro lado, varios orangutanes bajan de los ¨¢rboles hasta una especie de escenario hecho de madera para alimentarse. Sobre las tablas hay varios barre?os repletos de bananas y leche. Comen por turnos. Primero los machos, de grandes y temibles mofletes, como Thom, el patriarca. Luego las madres con sus cr¨ªas. De repente, otra hembra con su beb¨¦ a cuestas rompe el protocolo. Con un par de ¨¢giles movimientos de brazos y piernas, desciende hasta el suelo en medio de los visitantes. Por un instante decide inmortalizar el momento lanzando una mirada casi humana hacia la c¨¢mara del fot¨®grafo. Luego, se abre paso en direcci¨®n a un bid¨®n de comida, para, m¨¢s tarde, perderse en la espesura.
Al norte de Tanjung Puting, la Fundaci¨®n Orangut¨¢n del Reino Unido cuenta con otro centro de investigaci¨®n, en Pondok Ambung, y cinco campamentos de reintroducci¨®n en la cercana localidad de Lamandu. ¡°Son casi 64.000 hect¨¢reas cerradas a los turistas donde ya hemos liberado en la naturaleza a m¨¢s de 300 individuos rescatados y otros tantos esperan ser rehabilitados pronto¡±, asegura Leiman. En The Orangutan Project, presente tambi¨¦n en Sumatra, trabajan sobre el terreno para proteger los bosques y a sus moradores, sin olvidar a las comunidades locales. ¡°Les ayudamos a desarrollar una agricultura sostenible con el cultivo de vainilla o la recolecci¨®n de la miel, por ejemplo. Pero la pandemia dej¨® a muchos hombres sin trabajo y eso aument¨® la caza furtiva y la presi¨®n sobre el medio ambiente¡±, lamenta Leif Cocks. No hay salvaci¨®n posible para los orangutanes sin entender cu¨¢les son las necesidades y los problemas de las poblaciones rurales. La ¨²nica soluci¨®n a la extinci¨®n, se?alan conservacionistas y ONG, es conseguir una coexistencia entre personas y los ¡°hombres del bosque¡±.
Tapanuli, la ¡°reciente¡± especie de gran simio m¨¢s amenazada del planeta
En 2017, los cient¨ªficos describieron una tercera especie, el orangut¨¢n de Tapanuli (Pongo tapanuliensis). El nuevo ¡°pariente¡± es m¨¢s esbelto y no tan peludo en comparaci¨®n, por ejemplo, con el de Borneo. Este se concentra ¨²nicamente en las zonas monta?osas de Batang-Toru, en una extensi¨®n de unos mil kil¨®metros cuadrados en la provincia de Sumatra del Norte (Indonesia). Y, a pesar de su reciente descubrimiento, tiene el triste honor de ser la especie de gran simio m¨¢s amenazada del planeta. Seg¨²n la Uni¨®n Internacional para la Conservaci¨®n de la Naturaleza (IUCN), el orangut¨¢n de Tapanuli ¨Ddel que se cree que solo existen unos 800 ejemplares¨D se encuentra en peligro cr¨ªtico. A tan solo un pelda?o de la extinci¨®n. Los cient¨ªficos advierten de que ha tardado miles de a?os en salir a la luz, pero su desaparici¨®n puede ser muy r¨¢pida. El Gobierno indonesio ha aprobado la construcci¨®n de una gigantesca presa para generar electricidad a cargo de la PT North Sumatra Hydro Energy, justo en el lugar de mayor densidad de poblaci¨®n de orangutanes de Tapanuli. ¡°All¨ª viven unos 42 individuos de la nueva especie¡±, alerta Wich, miembro del equipo internacional que ayud¨® a describirla.
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