La amistad de Pla y Delibes, dos hura?os con boina
La sede cultural de la Generalitat en Madrid acoge una comparativa de los dos autores del XX m¨¢s apegados a su tierra
Al prosista catal¨¢n Josep Pla y al vallisoletano Miguel Delibes les distanciaron 827 kil¨®metros de carretera y 23 a?os. Pero les unieron muchas m¨¢s cosas: compartieron un mismo editor y amigo, Jos¨¦ Verg¨¦s; amonestaciones de los censores franquistas, un car¨¢cter hura?o y art¨ªculos en la revista Destino. Y, ante todo, les lig¨® una literatura marcada por su enorme arraigo a Catalu?a y Castilla. Por eso la Fundaci¨®n Miguel Delibes y la C¨¢tedra Josep Pla perfilaron durante tres a?os una comparativa de sus figuras en una jornada que se ha celebrado este viernes en Blanquerna, el espacio cultural de la Generalitat en Madrid. El ambiente fue muy cordial pero cargado de estupor, a escasos d¨ªas de que se intervengan funciones de la Generalitat y cuando, tras el refer¨¦ndum catal¨¢n, Ediciones Destino (Planeta), el sello de ambos, ha decidido cambiar su domicilio social a la capital.
Xavier Pla, de la C¨¢tedra Josep Pla (Universidad de Girona), record¨® la ¡°acogida entusiasta¡± de Blanquerna al proyecto y su vigencia en tiempos de divisi¨®n: ¡°La literatura tiene que ser un espacio cr¨ªtico de di¨¢logo y libertad¡±. Una idea en la que ahond¨® Gabriel Planella, jefe de programaci¨®n de Blanquerna: ¡°En un momento en el que el di¨¢logo pol¨ªtico no es fluido, con m¨¢s puntos flojos que fuertes, al menos un espacio cultural tiene que dar cabida al di¨¢logo y la libertad¡±. Y volvi¨® a ello el escritor Valent¨ª Puig, que puso a Pla y Delibes como ejemplo de la amistad que siempre ha unido a literatos castellanos y catalanes.
La carrera literaria de Delibes (Valladolid, 1920-2010) no se entiende sin Catalu?a. El Premio Nadal de Ediciones Destino le dio a conocer en 1948 con La sombra del cipr¨¦s es alargada y desde entonces su fidelidad a Verg¨¦s fue inquebrantable. No solo publicando en Destino, sino en su revista Vida deportiva, en la que actuaba de cronista de los partidos del Bar?a en Valladolid.
Desde muy pronto Delibes mostr¨® inter¨¦s en conocer a Pla (Palafrugell, 1897¡ªLlofriu, 1981). ¡°Podr¨ªamos encontrar un hueco para ir a conocer a Pla, uno de mis viejos deseos insatisfechos¡±, escrib¨ªa a Verg¨¦s en 1967. Se conocieron en la casa del segundo en Palafrugell, en 1969. Pero Delibes, que propuso a Pla para la Real Academia, no logr¨® que le devolviese la visita. ¡°El hombre empieza a estar ya un poco viejo y en invierno se encierra en su casa cerca del fuego y no para de escribir¡±, le excus¨® Verg¨¦s. Del millar de cartas que el editor se cruz¨® con Pla, con un gran ascendente sobre ¨¦l, apenas se conoce un centenar, por lo que no ha trascendido su opini¨®n de Delibes, m¨¢s all¨¢ de que le consideraba el mejor novelista espa?ol de posguerra.
En la jornada celebrada ayer, bajo el t¨ªtulo Josep Pla y Miguel Delibes. El escritor y su territorio, se record¨® como ambos estudiaron Derecho y dirigieron sus pasos hacia el periodismo, una escuela de observaci¨®n que marc¨® su literatura. ¡°Hay en los dos una aparente rusticidad que es fingida¡±, opin¨® la fil¨®loga Blanca Ripoll, de la Universidad de Barcelona. ¡°Pla, que fue corresponsal en medio mundo antes de la guerra y que conoci¨® la Barcelona cosmopolita, se refugi¨® en el Empord¨¤ para llevar una vida austera, conectada con el mundo rural y marinero, aunque luego difund¨ªa esta vida desde todas las atalayas posibles¡±, prosigui¨® Ripoll. Una distancia entre el narrador sus textos y la persona que, seg¨²n el novelista Gustavo Mart¨ªn Garzo, no se repiti¨® en Delibes, que actu¨® siempre con una ¡°coherencia absoluta¡±, que se agrandaba al conocerle.
Pere Gimferrer, pese a ser catal¨¢n, cont¨® con iron¨ªa como apenas coincidi¨® una vez con Pla en un Premio Nadal y este le despach¨® con un ¡°Usted escribe un dietario¡±. Trat¨®, sin embargo, m¨¢s a Delibes, como acad¨¦micos de la RAE y por carta y tel¨¦fono, sobre las ¨²ltimas obras del vallisoletano.
La afici¨®n al campo de ambos se evidenci¨® hasta cuando se cubr¨ªan la cabeza. ¡°La boina de Pla era una declaraci¨®n de principios c¨®smicos¡±, escribi¨® Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n. Mientras que para Francisco Umbral, Delibes era ¡°un castellano universal que lleva boina como tapadera¡±.
Pese a su gusto por el pueblo, ambos viajaron mucho y, como buenos periodistas, dejaron testimonio en cr¨®nicas. Al entrar en la bah¨ªa del Hudson en 1954, Pla se admir¨® ante los rascacielos de Nueva York, que compar¨® con ¡°un haz de esp¨¢rragos¡±, mientras Delibes encontr¨® en ellos semejanzas con la selva sudamericana.
P¨ªo Baroja, amigo tambi¨¦n de las boinas, se convirti¨® en el tercer protagonista. ¡°Los tres fueron antimodernos. No reaccionarios, sino pensadores conservadores que lucharon contra el progreso mal entendido, vendido al capitalismo m¨¢s rapaz¡±, sostuvo Francisco Fuster, de la Universidad de Valencia. Un pensamiento que, en opini¨®n de Francesc Montero de la Universidad de Girona, se expresa en La calle estrecha (Pla) y El camino(Delibes), donde ambos recrean los cambios del progreso. Emili Rosales, editor de ambos, termin¨® el acto como hab¨ªa empezado, subrayando la necesidad de mejorar la convivencia en Espa?a.
¡°?Soy un escritor gris en el fondo o en la forma?¡±
Josep Pla y Miguel Delibes se profesaban una gran admiraci¨®n expresada en m¨¢s de una ocasi¨®n, pero hubo un malentendido. El 10 de enero de 1977 Delibes ¡ªal¨¦rgico al televisor hasta el Mundial del 82¡ª escribi¨® a su editor, Jos¨¦ Verg¨¦s, con el orgullo herido: "Algunos amigos me dicen que Pla afirm¨® en A fondo, en TV, que soy un escritor gris. Me gustar¨ªa saber si en el fondo, la forma o en las dos cosas". Y Verg¨¦s, amigo de ambos, le contest¨® conciliador nueve d¨ªas despu¨¦s: "En A fondo Pla no dijo que fueras un escritor gris. Yo estaba presente cuando le hicieron la entrevista y, al preguntarle cu¨¢l era el escritor que m¨¢s admiraba, dijo que Baroja. Inmediatamente le preguntaron cu¨¢l era de los novelistas espa?oles de ahora el que consideraba el mejor y dijo que Miguel Delibes. Hizo una pausa y agreg¨®: 'Pero en su tono gris¨¢ceo'. No cit¨® a ning¨²n otro escritor actual. Conociendo a Pla, s¨¦ que esto es un gran elogio para ti, a pesar de lo del tono gris¨¢ceo, que en definitiva no s¨¦ bien lo que quiere decir".
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