C¨®mic de exposici¨®n
Hist¨®ricamente fuera de los museos, la historieta se abre espacio en salas con autores como George Herriman, hoy en el Reina Sof¨ªa
Nunca es tarde si la dicha es buena. La exposici¨®n de George Herriman (Nueva Orleans, 1880-Los ?ngeles, 1944) en el Museo Reina Sof¨ªa insiste en la urgente necesidad de incorporar el c¨®mic dentro del discurso y las historias de la modernidad. Es un caso de reparaci¨®n tard¨ªa, pero es un buen comienzo teniendo en cuenta que en Herriman confluyen la experimentaci¨®n gr¨¢fica y po¨¦tica m¨¢s vanguardista con una visi¨®n compleja de la identidad y el g¨¦nero absolutamente contempor¨¢nea.
Las razones por las que el c¨®mic ha tardado tanto en ser asimilado en las instituciones art¨ªsticas son m¨²ltiples, quiz¨¢s porque comparte ciertos aspectos de la personalidad de Krazy Kat, el personaje principal de Herriman. Gato y gata al mismo tiempo, se expresaba a trav¨¦s de una mezcla de lenguas y dialectos que dificultaron su traducci¨®n. El c¨®mic, como Krazy Kat, se presenta como una manifestaci¨®n cultural de g¨¦nero difuso, que utiliza simult¨¢neamente texto e imagen y tiene un lenguaje propio que lo sit¨²a en un lugar complejo a medio camino entre el arte y la literatura.
Otra de las posibles causas de este distanciamiento fue el pop art, una de las peores cosas que jam¨¢s le pudo pasar al c¨®mic. La mayor¨ªa de artistas pop emplearon un apropiacionismo de corte extractivista que s¨®lo ayud¨® a popularizar una visi¨®n muy superficial de la disciplina. Nada que permitiese explorar su secuencialidad y todas las particularidades que alberga como material cultural.
La esencia del c¨®mic va ligada a la narratividad y al medio impreso: la p¨¢gina del peri¨®dico, el tebeo, la revista o la novela gr¨¢fica son sus espacios de difusi¨®n. As¨ª es como este medio dif¨ªcil se enfrenta a su adaptaci¨®n muse¨ªstica. ?C¨®mo exponemos c¨®mic? Muestras pioneras como Bande Dessin¨¦e et Figuration Narrative, celebrada en el Mus¨¦e des Arts D¨¦coratifs de Par¨ªs en 1967 ya planteaban soluciones parciales a algunos de estos problemas. La exposici¨®n, aparte de mostrar algunas obras de esa vertiente del pop francesa denominada figuraci¨®n narrativa, incorporaba un conjunto de displays innovadores que, simulando estructuras modulares geom¨¦tricas, sustentaban vi?etas que hac¨ªan que el p¨²blico pudiera recrearse en la especificidad del medio con m¨¢s o menos fortuna.
Mientras resolvemos cu¨¢l es la mejor manera de exponer c¨®mic, tambi¨¦n habr¨ªa que pensar cu¨¢l es el tipo de c¨®mic que merece ser expuesto en un museo de arte moderno y contempor¨¢neo y qu¨¦ artistas del g¨¦nero de nuestro territorio merecer¨ªan una monograf¨ªa en un museo como el Reina Sof¨ªa. Cuando el c¨®mic realizado aqu¨ª empieza a nutrir algunas de las mejores colecciones, se hace necesario empezar a programar con dignidad a esos autores, figuras como Coll, Nazario, Micharmut o Nuria Pompeia, por poner algunos ejemplos, podr¨ªan cubrir ese cupo, ya que todos a¨²nan grandes dosis de singularidad, vanguardia y experimentaci¨®n.
De manera similar urge plantear nuevas genealog¨ªas en las que poder dar a conocer el c¨®mic desde toda su riqueza y diversidad, que reivindiquen la capacidad intertextual del medio, su capacidad evolutiva vinculada a la modernidad, las vanguardias y los hallazgos y estrategias surgidas de las pr¨¢cticas conceptuales y de la desmaterializaci¨®n del arte. Me gusta pensar en un itinerario ideal que se iniciar¨ªa con La Santa Rusia, el protoc¨®mic de 1854 de Gustave Dor¨¦, donde se atreve a dejar en blanco todas las vi?etas de una p¨¢gina aludiendo al paisaje nevado que est¨¢ retratando y que inaugurar¨ªa las exploraciones metanarrativas que Winsor McCay desarrollar¨ªa con profusi¨®n a principios del siglo pasado. Este itinerario continuar¨ªa con las deconstrucciones que el artista conocido como Jess perpetr¨® en los cincuenta con los c¨®mics de Dick Tracy, creando delirantes collages que respetaban la estructura secuencial del c¨®mic. Dedicar¨ªa un apartado al d¨¦tournament situacionista y otro a las innovaciones aportadas por el comix underground en los sesenta y setenta para acabar temporalmente el recorrido con las constricciones de Oubapo (Ouvrier de Bande Dessin¨¦e Potentiale / taller de c¨®mic potencial), que, emulando al Oulipo y los experimentos literarios de Perec y Queneau, ampliar¨ªan las posibilidades expresivas del medio en los noventa.
El c¨®mic de exposici¨®n podr¨ªa ser la continuaci¨®n l¨®gica de esta genealog¨ªa, una manera de producir c¨®mic fuera de los marcos restrictivos de la p¨¢gina pero dentro de las constricciones de la instituci¨®n art¨ªstica. Es en ese espacio desde donde hace a?os inserto mi pr¨¢ctica y mis estrategias distributivas que fusionan c¨®mic y realidad. Pero hay m¨¢s gente trabajando en ello cuyas obras me gustar¨ªa destacar. Est¨¢ el conceptualismo radical de Ilan Manouach con su desarrollo de un c¨®mic no figurativo destinado a lectores invidentes, as¨ª como Martin Vitaliti y su rigurosa investigaci¨®n de la secuencialidad y los l¨ªmites espacio-temporales del espacio entre vi?etas. La deconstrucci¨®n metaling¨¹¨ªstica del color en Jochen Gerner o la exploraci¨®n performativa que el colectivo argentino Un Faulduo hace del medio.
A veces, no es necesario realizar una gran exposici¨®n para poder tratar como se merece la obra de un autor de c¨®mic, basta hacerlo con cierto cuidado, esmero y atenci¨®n. Las mejores que he visto recientemente tienen lugar en la peque?a sala de exposiciones de la librer¨ªa especializada Fatbottom de Barcelona, un espacio de unos tres metros cuadrados. El a?o pasado, el colectivo CCCCC (Centro de Conservaci¨®n y Comunicaci¨®n de C¨®mic Contempor¨¢neo) realiz¨® una excelente exposici¨®n centrada en los c¨®mics evang¨¦licos de Jack Chick, el mayor editor de c¨®mics independiente del mundo. Pr¨®ximamente, inaugurar¨¢n Negros Rojos mirando la historia del Libro para colorear de los panteras negras. Las posibilidades que abarca el c¨®mic son m¨²ltiples y su capacidad de adaptaci¨®n e infiltraci¨®n son infinitas, tan solo necesita de comprensi¨®n de su medida y de lo que significa como formato. Ojal¨¢ empecemos a ver cada vez mejores exposiciones de c¨®mic tanto dentro como fuera del museo.
George Herriman. Krazy Kat es Krazy Kat es Krazy Kat. Museo Reina Sof¨ªa. Madrid. Hasta el 26 de febrero de 2018.
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