La fuerza de las almas perdidas
'Lincoln en el Bardo', la novela con la que George Saunders gan¨® el Premio Booker, es una obra maestra inspirada en la muerte del hijo del presidente estadounidense
A comienzos del siglo XX, un grupo de escritores (Joyce, Virginia Woolf, C¨¦line o Faulkner y, un poco despu¨¦s, Robert Musil) llevaron hasta sus ¨²ltimas consecuencias la revoluci¨®n que iniciara Henry James en el terreno de la novela. Lo que entonces parecieron audacias poco menos que ininteligibles, han acabado siendo moneda corriente y fecundando la narrativa del siglo XX.
Todos ellos pertenec¨ªan a un tipo de escritor audaz que carece de miedo a la hora de arriesgar y jugar fuerte. En el territorio del cuento americano, los ¨²ltimos audaces fueron los minimalistas Raymond Carver y Tob¨ªas Wolff, e incluso su predecesor, J.?D. Salinger, con sus historias de la familia Glass. Posteriormente, el cuento norteamericano ha seguido siendo realista, excelente y m¨¢s bien previsible. Hasta que llegaron dos arriesgados de nuevo cu?o, Stephen Dixon y George Saunders, y volvieron a abrir nuevos caminos.
Tras el ¨¦xito del libro de relatos Diez de diciembre (traducido por Ben Clark para Alfabia en 2013), Lincoln en el Bardo es la primera novela de Saunders (Amarillo, Texas, 1958), si exceptuamos una nouvelle de menor ambici¨®n, y es una obra maestra, un logro colosal, incluso en sus defectos. Dos son los antecedentes que la protegen; el primero, literario: la Antolog¨ªa de Spoon River, de Edgar Lee Masters (hay traducci¨®n de Jaime Priede en la editorial Bartleby y de Jes¨²s L¨®pez Pacheco en C¨¢tedra), una suerte de cr¨®nica po¨¦tica de una peque?a ciudad en la voz de sus muertos expresada en sus epitafios; el segundo, como imagen impl¨ªcita: la Piet¨¢ de Miguel ?ngel.
El relato se mueve exclusivamente por las voces de las almas, los pensamientos de Lincoln, la voz del vigilante vivo del cementerio y las citas hist¨®ricas; no hay narrador ni nada semejante
El Bardo es el lugar donde, seg¨²n el budismo tibetano, las almas se encuentran en tr¨¢nsito de la vida terrena a otro lugar. En nuestra cultura su equivalente ser¨ªa el limbo o el purgatorio (en cuanto lugares de paso, nada m¨¢s). All¨ª ha ido a parar Willie Lincoln, amado hijo de Abraham Lincoln, de 11 a?os. Su padre acude desolado varias veces al cementerio y lo toma en brazos, como en la imagen de pena y dolor de la Piet¨¢.
Lincoln ¡ªen una espl¨¦ndida propuesta de retrato civil y moral¡ª se encuentra agobiado por la muerte: la de su amado hijo, azarosa e ineludible, y la de los miles de hombres que van a morir en la reci¨¦n iniciada guerra de Secesi¨®n, de la cual es ¨²ltimo responsable. Esta doble condici¨®n de dolor le persigue, agobia y aturde su conciencia durante sus visitas a la cripta hasta que el paso de Willie al otro lado libera al padre, lo reconcilia con la muerte y le empuja a afrontar su destino como presidente de la naci¨®n.
Este es el primer plano narrativo. El segundo lo son, en el mismo Bardo, los tres personajes m¨¢s destacados que, de un modo u otro, van dando paso a los dem¨¢s. Los tres se compadecen del pobre Willie, pues no soportan que un ni?o, carente de culpas que purgar, deba permanecer un tiempo en el Bardo. Son: Hans Vollman, un impresor que no lleg¨® a concluir su relaci¨®n sexual con su pareja y por ello anda con un gigantesco miembro colgando; Roger Bevins, un gay lleno de ojos y orejas que representan su miedo a asumir su condici¨®n, y el reverendo Everly Thomas, el ¨²nico equilibrado y templado de los relatores del mundo del Bardo.
El tercer plano narrativo lo constituyen las almas perdidas en el Bardo, que representan a aquellos muertos agobiados por sus deseos incumplidos durante su vida en la tierra. Estas almas aparecen y reaparecen a lo largo de la noche, act¨²an individualmente o como coro, o intervienen en familia o en grupo, como los solteros (muertos en plena juventud) o los negros (uno de los cuales, Thomas Havens, acompa?ar¨¢ significativamente al presidente cuando abandone de modo definitivo el cementerio). Junto a estas intervenciones est¨¢n presentes los textos tomados de fuentes hist¨®ricas (unos reales, otros inventados por el autor) que terminan de redondear y situar la figura de Lincoln y su entorno personal.
Las almas perdidas poseen una cualidad: la de introducirse en el interior de otras personas (lo har¨¢n con el presidente) para intentar forzar una situaci¨®n (en este caso, que haga lo que debe hacer, se despida del hijo, asuma su muerte y su pena, y le ayude a marchar del Bardo). Con todo ello, Saunders redondea esta soberbia obra de imaginer¨ªa que, como el lector supondr¨¢, no se agota en s¨ª misma sino todo lo contrario, y de la que este comentario cr¨ªtico es un p¨¢lido reflejo. Por ¨²ltimo, se?alar que el relato se mueve exclusivamente por las voces de las almas, los pensamientos de Lincoln y la voz del vigilante vivo del cementerio (Manders) y las citas hist¨®ricas; no hay narrador ni nada semejante; ya Faulkner utiliz¨® este modo narrativo de hacer desaparecer al narrador (y al autor) tras los personajes.
?Se pudo recortar selectivamente el texto? Puede, pero ?qui¨¦n se atrever¨ªa a suger¨ªrselo a semejante ingenio narrativo? Desde Cosm¨®polis, de DeLillo, no le¨ªa algo tan potente y tan atrevido.
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Autor: George Saunders.
Editorial: Seix Barral (abril 2018).
Formato: versi¨®n Kindle y tapa blanda (440 p¨¢ginas).
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