Tahar Ben Jelloun se enfrenta a los ¡°a?os de plomo¡± de Marruecos 50 a?os despu¨¦s
El escritor narra en 'El castigo' el cautiverio que sufri¨® durante casi dos a?os por participar en una manifestaci¨®n estudiantil en el Marruecos
Una ma?ana de julio de 1966, un jeep del Ej¨¦rcito del rey Hassan II de Marruecos se detuvo frente a la casa donde viv¨ªan los Ben Jelloun en T¨¢nger. ¡°A este hijo de puta lo vamos a enderezar¡±, solt¨® uno de los militares en referencia al joven Tahar, de 20 a?os. Su delito: participar en una manifestaci¨®n pac¨ªfica de estudiantes contra una circular del Ministerio de Educaci¨®n. Su castigo: 19 meses de detenci¨®n en diferentes campamentos militares controlados por excombatientes de la guerra de Indochina sin escr¨²pulos. ¡°Aqu¨ª no existen pensamientos¡±, escribir¨¢ el autor franco-marroqu¨ª Tahar Ben Jelloun (Fez, 1944) 50 a?os despu¨¦s en su ¨²ltimo relato, El castigo (Cabaret Voltaire). El poeta y Premio Goncourt (La noche sagrada,1987) necesit¨® medio siglo para poder abordar ese episodio traum¨¢tico en el que, estima, su ¡°peque?a historia personal¡± se confundi¨® con la de toda una naci¨®n privada de libertad.
Explicar lo ocurrido, lo que no se cont¨®, dejar un legado, un testimonio para las nuevas generaciones que no conocieron ese Marruecos de los a?os de plomo regido por la violencia y la arbitrariedad. Eso, asegura, fue lo que le llev¨® a recordar esos meses de detenci¨®n que ¨¦l cre¨ªa haber borrado completamente de su memoria. Hasta que empez¨® a escribir. ¡°Mi memoria ha sido muy amable conmigo. Se sent¨® a mi lado y de pronto record¨¦ hasta el m¨¢s ¨ªnfimo detalle. El libro, lo escribi¨® ella¡±, explic¨® hace dos semanas en Madrid Ben Jelloun con una carcajada que contrasta con la dureza del castigo al que fue sometido junto a otros 93 estudiantes sospechosos de haber organizado la protesta. Las humillaciones cotidianas, las torturas f¨ªsicas y psicol¨®gicas, el olor a rancio que impregnaba el campamento de El Hayeb, el sabor infame de la comida putrefacta, las ratas, el bromuro con el que los drogaban, la insostenible promiscuidad, la soledad y el odio que los soldados sent¨ªan hacia los detenidos por el simple hecho de ser estudiantes, volvieron a su mente con una nitidez desconcertante. As¨ª molde¨® un relato escrito en presente, con un estilo directo y depurado, en el que el lector sigue al autor desde su detenci¨®n, en julio de 1966, hasta su liberaci¨®n, en enero de 1968.
El refugio de la imaginaci¨®n
Frente a la crueldad y la crasa ignorancia del sargento Aqqa y del coronel Ababu ¡ªambos protagonizar¨¢n el golpe de Estado fallido de Sjirat en 1971 contra Hassan II¡ª, que, escribe el autor, parec¨ªan salidos de un psiqui¨¢trico, Ben Jelloun resiste con su arma favorita: la imaginaci¨®n. Su cabeza era el ¨²nico lugar donde no pod¨ªan entrar. Al entonces estudiante de Filosof¨ªa le bastaba con cerrar los ojos y concentrarse para recordar los textos de Kafka, los versos de Rimbaud o de Arag¨®n cantados por L¨¦o Ferr¨¦. Y cuando no pensaba en literatura, el cine llenaba su mente. La inconfundible voz de Jean-Louis Barrault, y su papel en la obra maestra de Marcel Carn¨¦ Los ni?os del para¨ªso, la sensualidad de Ava Gardner, las pel¨ªculas de Chaplin, John Huston o Sidney Lumet ¡ªen particular La colina, con la que se identificaba al sentirse como el protagonista del remake marroqu¨ª de aquella cinta¡ª no dejaron de acompa?arle. Tampoco le abandon¨® el sentido del humor como comprob¨® al sorprenderse a s¨ª mismo recordando al personaje de Charlot ¡°ridiculizando a las bestias que le persiguen¡±, mientras ejecutaba una penitencia.
¡°Ese capital cultural que me transmiti¨® mi familia y mi educaci¨®n me salv¨® de la locura¡±, asegur¨®. Tambi¨¦n le ayud¨® descubrir, mediante una radio que un compa?ero de celda le prestaba a escondidas, que al otro lado del mundo, un joven fil¨®sofo franc¨¦s, aspirante revolucionario, llamado R¨¦gis Debray, viv¨ªa una experiencia similar a la suya en una c¨¢rcel boliviana. Un episodio que marcar¨ªa a ambos escritores. Acostumbrado a engullir para no tener que saborear los alimentos putrefactos, el autor confiesa que incluso hoy en d¨ªa esa man¨ªa le sigue acompa?ando, al igual que el insomnio heredado de aquellos meses. ¡°Tard¨¦ much¨ªsimo tiempo en volver a ser yo mismo. Los cinco a?os consecutivos a mi liberaci¨®n fueron dur¨ªsimos. Consegu¨ª por fin pasar p¨¢gina al llegar a Francia en 1971. Han matado muchas cosas en m¨ª, aunque al intentar aniquilar mi dignidad me hicieron m¨¢s fuerte. Sin esa experiencia probablemente jam¨¢s hubiera sido escritor¡±, cree Ben Jelloun, que redact¨® sus primeros poemas en cautividad.
¡°Con los a?os, dir¨ªa que ha sido una buena experiencia¡±, asegura el autor franc¨®fono, que al llegar al pa¨ªs galo empez¨® a colaborar con el suplemento literario de Le Monde. Est¨¢ convencido de que su compromiso pol¨ªtico y social ¡ªque le sit¨²a entre las voces m¨¢s destacadas del debate p¨²blico franc¨¦s¡ª es fruto de aquella vivencia, de esa confrontaci¨®n con ¡°la arbitrariedad y la injusticia¡±. ¡°Tambi¨¦n creo que de cierta forma tengo la suerte de provenir de un pa¨ªs con problemas¡±, reconoce. ¡°Un pa¨ªs donde no hay conflictos no puede engendrar buenos escritores. Canad¨¢ es el ejemplo perfecto, solo da malos escritores¡±, a?ade entre risas.
"Soy un escritor ciudadano"
"Un escritor es una persona que toma el metro, que va al supermercado, que conoce el precio de las cosas. No puede vivir aislado, protegido del mundo que lo rodea", cree firmemente Ben Jelloun, que se define a s¨ª mismo como un "escritor ciudadano". Mantener un pie en el "mundo real" es fundamental para ¨¦l. Solo as¨ª se encuentran historias, opina. Ben Jelloun es un animal social que siempre intentar¨¢ ver la historia que esconde cada rostro que se cruza por el camino.?"Es muy extra?o porque cuando hago la compra no me encuentro jam¨¢s con otros escritores. ?No comen?", ironiza. "Milan Kundera es mi vecino, me lo encuentro muy a menudo por el Barrio Latino, en Par¨ªs, siempre las manos en los bolsillos, sin bolsas, sin nada. ?D¨®nde llevas las llaves de casa, tu cartera, las compras? le pregunto cada vez", bromea.
El polifac¨¦tico escritor, capaz de alternar novelas, ensayos, libros pedag¨®gicos para ni?os, poes¨ªas y relatos hist¨®ricos, y?cuyas obras abordan con total libertad aspectos conflictivos de la vida cotidiana en las sociedades magreb¨ªes (la preponderancia de lo religioso, la condici¨®n de la mujer),?se considera "un explicador". "Esta palabra no existe en franc¨¦s pero ?no est¨¢ mal no?, dice riendo. Volver al origen de las palabras, ponerlas en su contexto, es para ¨¦l una necesidad. "En 1947-1948, los jud¨ªos cometieron atentados terribles para obligar a los ingleses a abandonar Palestina. Se dec¨ªa de ellos que eran resistentes. Hoy, los palestinos hacen lo mismo contra Israel y se les llama terroristas. ?C¨®mo explicar esto?".
Babelia
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