Una d¨¦cada perdida de artes esc¨¦nicas
Las representaciones de m¨²sica, teatro, danza y cine se han reducido entre un 17% y un 57% desde 2007, a la vez que descendi¨® la venta de entradas en todos los espect¨¢culos
Tal vez alg¨²n guionista tome nota. Porque las cifras son fr¨ªas, sobre todo con tantos menos por delante. Pero lo que cuentan en realidad es un drama de ciencia-ficci¨®n: miles de conciertos, espect¨¢culos y proyecciones de pel¨ªculas se han volatilizado en Espa?a. Y nadie sabe cu¨¢ndo y si volver¨¢n.
Entre 2007 y 2017, han desaparecido una de cada tres actuaciones musicales y una cuarta parte de las sesiones cinematogr¨¢ficas, seg¨²n el anuario de la SGAE 2018. No hay actividad cultural que no registrara un descenso de representaciones (del 17% de la m¨²sica cl¨¢sica al 57% de la danza) y entradas vendidas (entre el 7% y el 47%). Pese a la leve recuperaci¨®n de los ¨²ltimos tres a?os, los n¨²meros insin¨²an una d¨¦cada perdida.
M¨¢s a¨²n ya que la demanda apenas se ha modificado: el 31,2% de la poblaci¨®n visit¨® un museo en 2007, frente al 33,2% de 2015 (¨²ltimo dato del ministerio de Cultura). El teatro ha subido del 19% al 23,2%, mientras que la asistencia a conciertos de m¨²sica actual ha bajado hasta el 24,5%. Leer, ir al cine y escuchar m¨²sica son las ¨²nicas actividades que atraen a m¨¢s de la mitad de los espa?oles.
DESCENSO GENERAL DEL N?MERO DE SALAS DE REPRESENTACI?N Y PROYECCI?N
* Los datos de cine corresponden 2008
Las alarmas llevan 10 a?os sonando, pero la cultura se qued¨® adormilada. La explicaci¨®n empieza por la crisis, seg¨²n una quincena de gestores, pol¨ªticos y acad¨¦micos. A la vez, parte del consumo se ha mudado a Internet. ¡°Es la d¨¦cada de la transformaci¨®n del acceso; se llega a trav¨¦s del m¨®vil, Spotify o Netflix se han generalizado¡±, dice Eduardo Maura, responsable de Cultura de Podemos. Porque los ingresos de la m¨²sica digital ya doblan a la f¨ªsica, mientras la suscripci¨®n a cine y series online crece con fuerza.
Salas y escenarios, sin embargo, se lamen las heridas. Los entrevistados proponen soluciones comunes, y otras distintas, pero todos comparten un elemento: preocupaci¨®n. ¡°Es m¨¢s que una d¨¦cada perdida. Ha quedado patente que la cultura es algo superfluo, para la pol¨ªtica y la ciudadan¨ªa¡±, seg¨²n Juana Escudero M¨¦ndez, subdirectora de Educaci¨®n y Cultura de la Federaci¨®n Espa?ola de Municipios y Provincias. ¡°El derecho de acceso a la cultura est¨¢ en el art¨ªculo 44 de la Constituci¨®n. Promoverlo y tutelarlo es una obligaci¨®n de los poderes p¨²blicos¡±, afirma Patricia Gabeiras, abogada experta en este sector.
CONCIERTOS Y FUNCIONES
Miles de sesiones y evoluci¨®n. Ordenado por orden de variaci¨®n
El relato arranca por las tijeras. ¡°Al recortar, se empieza por cultura¡±, ataca Maura. Ante la tormenta, a las artes les agujerearon el paraguas. Con diferencias: las Comunidades Aut¨®nomas redujeron su inversi¨®n a la mitad, entre 2008 y 2015. El Estado, un 37,5%. Y los Ayuntamientos un 22,4%, lo que reforz¨® su rol como principales financiadores: aportan seis de cada 10 euros p¨²blicos para la cultura, subraya Escudero. En todo caso, el plant¨®n de las administraciones dej¨® las artes con 4.771 millones de euros en 2015, unos 2.300 menos que en 2008.
¡°Los presupuestos de cultura han sido para hartarse de re¨ªr¡±, afirma Antonio Mar¨ªa ?vila, secretario de la Federaci¨®n de Gremios de Editores. ¡°Casi no ha habido pol¨ªtica cultural¡±, tercia Anna Villarroya, profesora agregada de econom¨ªa aplicada en la Universidad de Barcelona. Tanto ella como Victoria Ateca Amestoy, del departamento de an¨¢lisis econ¨®mico de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, destacan la falta cr¨®nica de seguimiento: se lanzan ideas y planes de corto plazo, pero no se investigan resultados y cumplimiento de los objetivos. ¡°No sabemos lo que funciona¡±, denuncia Ateca. Desde la industria, apuntan otras causas del retroceso: la pirater¨ªa, el cambio tecnol¨®gico y la subida del IVA del 8% al 21% del Gobierno del PP en 2012, que tambi¨¦n priv¨® a las artes de un ministerio independiente.
Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle, secretario de Estado de Cultura entre 2011 y 2016, matiza: ¡°No hubo mucha diferencia con lo ocurrido en otros sectores. Y la pol¨ªtica cultural a menudo est¨¢ maniatada por Hacienda y Exteriores¡±. A quien le reprocha una ley de mecenazgo que nunca lleg¨®, ¨¦l responde que se aprobaron mecanismos de crowdfunding, pero el sector no sabe o ¡°quiere¡± usarlos. Eso s¨ª, admite un balance agridulce de su gesti¨®n y lamenta: ¡°?Es viable un modelo donde Estado, Comunidades y Ayuntamientos se dan la espalda en vez de coordinarse?¡±.
ESPECTADORES
Millones de entradas vendidas y evoluci¨®n. Ordenado por orden de variaci¨®n
La demanda
Lo cierto es que la cultura aporta el 2,5% del PIB y recibe el 0,4%, en gasto p¨²blico. Obtiene fondos de la UE, a trav¨¦s de Europa Creativa, pero muchos reclaman otras v¨ªas de financiaci¨®n: exenciones o pr¨¦stamos participativos, donde p¨²blico y privado compartan los riesgos. Aunque, a la vez, piden ir m¨¢s all¨¢ de los n¨²meros. Y se?alan un olvido habitual: estimular tambi¨¦n la demanda.
Un indicio es la ca¨ªda del gasto por persona en cultura: un 22% menos que en 2007, hasta 289 euros anuales ¡ªque incluyen el desembolso en ¡°equipos de tel¨¦fono m¨®vil¡±¡ª. Otra pista son las encuestas. ¡°Salvo en el cine, donde el precio es la variable principal, la poblaci¨®n dice que no participa por falta de inter¨¦s, de tiempo o porque no hay nada que le guste¡±, aclara Rub¨¦n Guti¨¦rrez, director general de la Fundaci¨®n SGAE.
El problema, en sustancia, es m¨¢s enraizado. Un grupo fiel consume cultura con frecuencia. Pero muchos viven ajenos a ella. Sobre todo a partir de 55 a?os, lejos de las zonas metropolitanas y con menos estudios. La sangr¨ªa de la obra social de las cajas de ahorro ofrece una pista: su aportaci¨®n a la cultura, concentrada a nivel local, sumaba 636.474 euros, el 40% de sus 1,8 millones, en 2007. Se hab¨ªa reducido a 141.504, el 17,7% del total, en 2017.
Ante ello, la soluci¨®n m¨¢s citada es sensibilizar desde la ¡°educaci¨®n primaria¡± al disfrute y el apoyo de las artes. ¡°Hemos tenido mareas por la educaci¨®n o la sanidad. La cultura tambi¨¦n se ca¨ªa a pedazos, pero la ciudadan¨ªa no reaccion¨®¡±, reflexiona Guti¨¦rrez. Ni la pol¨ªtica ni la sociedad la han considerado una prioridad, seg¨²n los entrevistados. Pero Lassalle invita a buscar el culpable ante el espejo: ¡°Falta autocr¨ªtica, es un sector autorreferencial. Se ha mantenido un paradigma fosilizado que procede de la dictadura¡±. Es decir, una cultura donde mandan ¡°el clientelismo de los gestores¡±, siempre las mismas instituciones y cualquier mal se achaca a los poderes p¨²blicos.
Jes¨²s Cimarro, director del festival de teatro cl¨¢sico de M¨¦rida, asume un fallo: ¡°No basta una buena programaci¨®n. Falta venderla. La cultura ha carecido de comunicaci¨®n¡±. Sobre todo si las creaciones aumentan: hay m¨¢s compa?¨ªas de teatro que nunca, se producen 241 filmes al a?o (69 m¨¢s que hace una d¨¦cada) y se ha disparado un 26% el alumnado de ense?anzas art¨ªsticas en r¨¦gimen especial. Obras y creadores se siguen multiplicando, y eso que cada vez menos viven de ello.
RECAUDACI?N
Millones de euros y evoluci¨®n. Ordenado por orden de variaci¨®n
Las estad¨ªsticas oficiales tambi¨¦n registran r¨¦cords en el trabajo y las empresas culturales. Aunque lo que m¨¢s crece es la precarizaci¨®n: solo la mitad de los empleos son indefinidos, frente al 61,2% del pa¨ªs en su conjunto. El 60% de lo que se define como ¡°empresa cultural¡± es una persona f¨ªsica, y el 93,3% oscila entre ninguno y cinco asalariados. Solo el 0,7% suma 50 o m¨¢s trabajadores.
Terminan pagando los m¨¢s d¨¦biles. ¡°Como los conciertos peque?os y medianos¡±, aclara Albert Salmer¨®n, responsable de la asociaci¨®n de promotores musicales. Los macrofestivales, en cambio, han arrasado y duplicado la recaudaci¨®n de la m¨²sica en vivo desde 2007. Aunque, ?cu¨¢ntos han abandonado conciertos puntuales para visitar solo los grandes eventos? ¡°La calidad tambi¨¦n se ha visto afectada¡±, agrega Cimarro. ¡°Las obras se hacen con menos actores y decorados y no salen de gira¡±. De ah¨ª que las salas fuera de las grandes capitales no abran muchos d¨ªas de la semana. O nunca m¨¢s. Maura denuncia: ¡°El cierre de un teatro supone una merma de derechos, al igual que el de un ambulatorio¡±. En Madrid o Catalu?a. Y, mucho m¨¢s, en un pueblo donde ya no quede otro.
M¨¢s all¨¢ de Madrid y Catalu?a
Cada d¨ªa, un madrile?o puede disfrutar de filmes en versi¨®n original, teatro, danza, conciertos de rock o sinf¨®nicos. La oferta ha disminuido, pero sigue inabarcable. Lejos de las grandes ¨¢reas metropolitanas; sin embargo, el escenario cambia radicalmente. Apenas hubo siete representaciones de danza en 2017 en La Rioja, por ejemplo, seg¨²n el anuario de la SGAE 2018.
¡°De 500.000 euros de presupuesto pasamos a 200.000¡±, lamenta Juan Garc¨ªa Calvo, coordinador del programa Cultural Rioja. Debieron cancelar ciclos de danza, cine y m¨²sica cl¨¢sica. Y, como ellos, decenas de Ayuntamientos y Comunidades Aut¨®nomas.
El 63,5% del teatro se representa donde solo vive el 29% de la poblaci¨®n (urbes de m¨¢s de 200.000 habitantes). Y ah¨ª tambi¨¦n se concentra el 69% de las entradas vendidas: para muchos un viaje es la ¨²nica opci¨®n de acceder a ciertas obras. Y las salas m¨¢s peque?as y alternativas tambi¨¦n son privilegio de las grandes urbes. M¨¢s de un tercio del pa¨ªs vive en una localidad sin cine ¡ªaunque un proyecto de Joaqu¨ªn Fuentes ha reabierto salas en 14 pueblos¡ª y la cartelera de varias capitales de provincia apenas se aleja de los estrenos m¨¢s comerciales.
No faltan espacios, tras la ola de ladrillo entre los ochenta y principios del siglo XXI, sino programaci¨®n para llenarlos. ¡°Lo m¨¢s dif¨ªcil es hacerles ver a creadores y gestores de Madrid que se puede hacer pol¨ªtica cultural importante fuera de la capital. Es cuesti¨®n de pensar los circuitos a nivel descentralizado¡±, tercia Garc¨ªa Calvo. Y de comunicarlo, cuando ocurre. Si una gira pisa Murcia, Zaragoza y luego Barcelona, lo habitual es que trascienda solo la ¨²ltima actuaci¨®n.
Aunque varios entrevistados subrayan tendencias positivas. Como el programa p¨²blico Platea, que lleva el teatro m¨¢s all¨¢ de las ciudades principales. Y a nivel local es donde la cultura m¨¢s ha abrazado a la poblaci¨®n: all¨ª est¨¢n naciendo fen¨®menos art¨ªsticos que implican a los vecinos, imbricados en su ¨¢rea, a base de gobernanza participativa. La crisis tambi¨¦n ha obligado a la ponderaci¨®n. ¡°Una inauguraci¨®n de una muestra en s¨ª no es buena. Puede haber cuatro en vez de nueve, mientras sean estudiadas y cercanas a la sociedad. Pero una estrategia de p¨²blico se desarrolla en a?os. Interesa a los t¨¦cnicos, no a los pol¨ªticos¡±, dice Garc¨ªa Calvo.
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