Valeri Gu¨¦rguiev, el mago y sus trucos
El director de orquesta ruso culmina una maratoniana gira por Espa?a al frente de la Orquesta del Mariinski y sigue adelante con su vertiginosa agenda
![El pianista Daniil Trif¨®nov con Valeri Gu¨¦rguiev y la Orquesta del Teatro Mariinski durante el concierto de Zaragoza.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YORPFZ46MTZXMDRNKCVIMQTZ5Y.jpg?auth=dbf60074acdc5a1a283c7c087afc3b000824a9ce29ac33e131d7d0d3e293c2e0&width=414)
El director de orquesta Valeri Gu¨¦rguiev (Mosc¨², 1953) es capaz de enlazar un concierto con otro sin l¨ªmite. Eso pareci¨® indicar, ayer en Zaragoza, cuando abord¨®, como propina, la marcha h¨²ngara de La condenaci¨®n de Fausto, de Berlioz, que hoy s¨¢bado dirigir¨¢ completa en Pamplona como broche final de su maratoniana gira espa?ola con la Orquesta del Teatro Mariinski. Su legendaria hiperactividad le permite curiosas proezas. Por ejemplo, el a?o pasado lleg¨® al extremo de dirigir dos conciertos en dos pa¨ªses diferentes dentro de un mismo d¨ªa, cuando compagin¨® actuaciones matinales en Rotterdam con una gira por Alemania de su orquesta del Mariinski. Sus resultados no siempre son ideales, como el a?o pasado en Baluarte, pero el director ruso dispone de un instrumento sinf¨®nico poderoso, bien engrasado y reforzado que maneja con un nivel admirable en un repertorio inmenso de ¨®pera y ballet, pero tambi¨¦n sinf¨®nico, como resultado de su intensa actividad en San Petersburgo.
ORQUESTA SINF?NICA DEL TEATRO MARIINSKI. Obras de Prok¨®fiev, Rajm¨¢ninov y Strauss. Daniil Trifonov, piano. Valeri Gu¨¦rguiev, direcci¨®n. XXV Temporada de Grandes Conciertos de Primavera. Auditorio de Zaragoza, 15 de marzo.
Regresaba el director ruso a Espa?a, un a?o m¨¢s, para otra fren¨¦tica gira con su orquesta peterburguesa, que compagina en sus d¨ªas libres con una producci¨®n de Jov¨¢nschina, de M¨²sorgski, en La Scala de Mil¨¢n. Arranc¨®, el pasado 7 de marzo, en Oviedo, y ha pasado por Valencia, Alicante, Gerona, Barcelona y Madrid, con una programaci¨®n extraordinariamente variada. Ha dirigido, en poco m¨¢s de una semana, combinaciones que incluyen las Quintas, de Chaikovski y Mahler, la Octava, de Bruckner, el poema sinf¨®nico Una vida de h¨¦roe, de Richard Strauss, la cantata Aleksandr Nevski, de Prok¨®fiev, aperturas de Debussy, Ravel y Wagner y el Concierto para piano, de Scriabin, junto al Primero, de Rajm¨¢ninov, con el joven y brillante Daniil Tr¨ªfonov como solista. Su actuaci¨®n en Zaragoza mantuvo este ¨²ltimo concierto, que hab¨ªa sonado en Oviedo, Valencia, Barcelona y Madrid, junto al poema sinf¨®nico de Strauss, pero a?adi¨® en primicia una selecci¨®n del ballet La cenicienta, de Prok¨®fiev.
Gu¨¦rguiev, en un alarde de generosidad, convirti¨® la apertura de Prok¨®fiev en una parte completa del concierto. En el programa de mano se indicaba una selecci¨®n del ballet La cenicienta, de 15 minutos, pero escuchamos mucho m¨¢s de media hora de m¨²sica maravillosa. El director ruso conoce a la perfecci¨®n el secreto para encontrar claridad, tensi¨®n y teatralidad entre los masivos pentagramas orquestales de Prok¨®fiev, aunque no siempre por el camino m¨¢s refinado. Del primer acto, adem¨¢s de la introducci¨®n y la danza del chal, escuchamos los nuevos vestidos de las hermanastras y la lecci¨®n de baile, que cont¨® con una destacada actuaci¨®n del primer atril de los violines, con el refuerzo de Lorenz Nasturica-Herschcowici, concertino de la Filarm¨®nica de M¨²nich, la otra orquesta de Gu¨¦rguiev. Del primer acto, tambi¨¦n a?adi¨® sendos y coloristas retratos de las hadas de la primavera y el invierno.
Mucho m¨¢s interesante fue la selecci¨®n del segundo acto del ballet. La inici¨® con una soberbia interpretaci¨®n de la Mazurka, seguida de la m¨¢gica aparici¨®n de la cenicienta en el baile, cuyo brillo elev¨® entre tr¨¦molos y arm¨®nicos de los violines con la celesta, y el Grand Waltz, su primer baile con el pr¨ªncipe, que son¨® con un asombroso perfume hipn¨®tico. Para terminar, se escucharon los cuatro n¨²meros finales del segundo acto, a partir del d¨²o de las hermanastras con las naranjas, que permite a Prok¨®fiev citar su ¨®pera El amor de las tres naranjas. Aqu¨ª lo mejor fue la transici¨®n desde el Waltz-Coda al n¨²mero final, titulado Medianoche, con la irrupci¨®n de esos p¨¦ndulos que advierten del inminente final del hechizo, con su estridente tic-tac.
Pero el hechizo deb¨ªa continuar con el Concierto para piano n? 1, de Rajm¨¢ninov, una composici¨®n estudiantil muy influenciada por Grieg, aunque completamente revisada, en 1917, tras componer sus dos conciertos m¨¢s famosos: el Segundo y el Tercero. El pianista ruso Daniil Tr¨ªfonov (Nizhni N¨®vgorod, 1991) es uno de los principales int¨¦rpretes actuales de los conciertos de Rajm¨¢ninov, tras lo publicado por Deutsche Grammophon de su integral junto a la Orquesta de Filadelfia y Yannick N¨¦zet-S¨¦guin. Pero su comunicaci¨®n con Gu¨¦rguiev en Zaragoza no fluy¨® bien al principio. El pianista ruso mostr¨® su asombrosa brillantez t¨¦cnica y musical, aunque tambi¨¦n sus extravagancias. No hubo mucho acuerdo acerca del rumbo en el Vivace. Y Tr¨ªfonov remat¨® el movimiento con una cadencia sin tensi¨®n; con un lent¨ªsimo y machac¨®n maestoso final. En el segundo movimiento, el pianista ruso tampoco remont¨® el vuelo, por m¨¢s que quiso emular las sutilezas pian¨ªsticas del compositor (que grab¨® este concierto en 1939). Pero Tr¨ªfonov es un gran pianista y lo demostr¨® en el movimiento final, cuando aparc¨® las extravagancias y se lanz¨® de la mano de Gu¨¦rguiev por los toboganes de notas escritas por Rajm¨¢ninov. Por fin le escuchamos dialogar con la orquesta y exhibir sus admirables arabescos. Culmin¨® su actuaci¨®n con un arreglo, de Alfred Cortot, del movimiento lento de la Sonata para violonchelo, de Chopin, con una extra?a mezcla de musicalidad impostada y real.
En la segunda parte, Gu¨¦rguiev opt¨® por dirigir, en Zaragoza, Una vida de h¨¦roe, de Richard Strauss. Esta partitura se adapta a la perfecci¨®n, seg¨²n reconoci¨® antes del concierto, a las excepcionales condiciones ac¨²sticas de la Sala Mozart. Y ten¨ªa toda la raz¨®n. Fue una prueba sonora de altos vuelos con una orquesta virtuosa y entregada, aunque trazada de forma muy pr¨¢ctica y sin hondura. Gu¨¦rguiev es un mago de la direcci¨®n, pero tambi¨¦n un gran prestidigitador que sabe donde hacerte mirar para que no veas sus trucos. Arranc¨® con decisi¨®n el retrato inicial del h¨¦roe, con una gradaci¨®n din¨¢mica aparentemente bien planificada, pero con un contrapunto borroso. Precisamente, en el enjambre de vientos de los adversarios del h¨¦roe (en donde Strauss representa a sus cr¨ªticos) se empezaron a ver las costuras. El extenso movimiento dedicado a la compa?era del h¨¦roe (su esposa Pauline) permiti¨® el lucimiento de Nasturica-Herschcowici con un solo de viol¨ªn admirablemente tocado, aunque muy poco matizado. Como era de esperar, el director ruso carg¨® las tintas en la batalla del h¨¦roe, donde lo bomb¨¢stico se comi¨® cualquier sutileza. Falt¨® orfebrer¨ªa en los trabajos de paz del h¨¦roe, con ese rosario de citas que despliega el compositor de sus obras pret¨¦ritas. Y, al final, Gu¨¦rguiev consigui¨® hacer creer al p¨²blico que hab¨ªa escuchado una gran versi¨®n de la obra, al mantener unos segundos de silencio antes de los aplausos.
Pero es lo de menos. Su ¡°vida de h¨¦roe¡± sigue adelante. Ma?ana, domingo, tras culminar la gira espa?ola, Gu¨¦rguiev dirigir¨¢ dos veces en San Petersburgo: la ¨®pera Mlada, de Rimski-Korsakov , a las 15 horas, y una gala por el 175 aniversario de ese compositor, a las 20 horas. Una agenda de v¨¦rtigo.?
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