La reforma europea del derecho de autor celebra su asalto final
El Europarlamento vota ma?ana para convertir en directiva o tumbar el pol¨¦mico texto, que busca proteger a los creadores frente a colosos como Google
El derecho de autor en la UE llega al duelo final. Tras dos a?os y medio de disparos cruzados, ya solo queda una bala. Ma?ana martes, a las 12.30, ambos bandos se medir¨¢n en el Europarlamento de Estrasburgo, que acoger¨¢ el asalto definitivo. La reforma del copyright saldr¨¢ adelante sobre sus piernas, convertida en directiva y, una vez que los Estados la ratifiquen, en ley. O caer¨¢, herida de muerte. Las pol¨¦micas, que han incluido manifestaciones en las calles y amenazas a los eurodiputados, contin¨²an hasta el ¨²ltimo segundo ¨²til: pol¨ªticos, activistas, expertos, acad¨¦micos, creadores, colosos como Google y hasta la ONU tratan de condicionar la votaci¨®n. Para sus defensores, la propuesta garantiza una retribuci¨®n m¨¢s justa y un futuro mejor para los artistas y los periodistas ante los gigantes de Internet que se enriquecen gracias a la explotaci¨®n de su obra. Los cr¨ªticos, en cambio, se?alan que la directiva golpea el coraz¨®n mismo de la Red. "Tendremos un Internet censurado, de la edad del neol¨ªtico, mientras competiremos con uno abierto en EE UU donde podr¨¢ circular la informaci¨®n libremente", defiende Simona Levi, del colectivo activista Xnet.
Palabras mayores, como los cientos de millones de euros que tambi¨¦n est¨¢n en juego. No por nada, varios eurodiputados confiesan que se trata del debate m¨¢s encendido que se recuerde en Estrasburgo. En concreto, las llamas se concentran sobre todo en dos art¨ªculos. El 13 ¡ªque el texto final, en otro gui?o al caos, ahora ha convertido en el 17¡ª obliga a los portales que almacenan, organizan y difunden contenidos de usuarios con fines comerciales (por ejemplo, YouTube) a contar con una licencia previa de los creadores de esas obras. El 11 ¡ªde golpe transformado en el 15¡ª otorga a los editores de prensa el derecho a conceder o no el visto bueno (y a negociar, por tanto, un posible pago) a webs con ¨¢nimo de lucro (como Google News) para que compartan fragmentos significativos de sus publicaciones. La intenci¨®n, en ambos casos, es garantizar una remuneraci¨®n apropiada a los autores originales: estos lamentan que sus obras reciben m¨¢s p¨²blico que nunca, pero los ingresos se quedan en otros bolsillos.
A partir de ah¨ª, sin embargo, se multiplican matices, datos, estudios, mentiras y profec¨ªas. Cada bando tiene su visi¨®n blanca y negra, lo que hace que la reforma acabe muy te?ida de gris. El nuevo art¨ªculo 17 exige implicaci¨®n a los portales como YouTube: hasta ahora se les consideraba ¡°puertos seguros¡±, obligados exclusivamente a un control a posteriori, cuando se les notificaba que alojaban alguna violaci¨®n del copyright. En cambio, la reforma les pide un esfuerzo proactivo: si no han logrado un acuerdo con los creadores para obtener licencias, son responsables ¨Cdenunciables- de lo que los usuarios compartan bajo su paraguas. Salvo, eso s¨ª, que demuestren haber realizado ¡°los m¨¢ximos esfuerzos¡± para alcanzar un pacto, retirar r¨¢pidamente los contenidos sospechosos y evitar que vuelvan a aparecer en su portal.
El eurodiputado popular Axel Voss, ponente de la iniciativa, considera que la soluci¨®n ideal ser¨¢n las licencias, y ve lo dem¨¢s como ¨²ltimos recursos, necesarios pero indeseados. Pero Julia Reda, del Partido Pirata, denuncia que el art¨ªculo 17 puede destruir Internet tal y como se conoce. Desde luego, cierto consenso rodea el hecho de que, a falta de acuerdo, es impensable una selecci¨®n manual de cada contenido. De ah¨ª que a los portales solo les quede una v¨ªa: un algoritmo. ?Qu¨¦ criterio aplicar¨¢ la m¨¢quina? ?Se multiplicar¨¢ la censura? ?Cu¨¢nto cuesta instalar un sistema parecido? ?Se reducir¨¢ la Red a un oligopolio? Ante el r¨ªo de preguntas, lanzadas por la campa?a online #SaveTheInternet, que invita a trasladarlas por mail o tel¨¦fono a los propios eurodiputados, el texto prev¨¦ unas cuantas excepciones. Por un lado, se intenta tutelar a las startups: las compa?¨ªas que lleven menos de tres a?os de actividad e ingresen menos de 10 millones anuales no ser¨¢n responsables de lo que alojan, siempre y cuando se esmeren en colaborar. Si superan los cinco millones de usuarios ¨²nicos al mes, tambi¨¦n habr¨¢n de garantizar que los contenidos no autorizados no vuelvan a aparecer.
La otra excepci¨®n protege el uso puntual de contenidos protegidos en parodias, caricaturas, citas, rese?as y cr¨ªticas, as¨ª como enciclopedias sin ¨¢nimo de lucro (Wikipedia) o plataformas como DropBox o Tinder, entre otras. Memes y GIFs parecen as¨ª estar a salvo. Pero el frente de Reda insin¨²a otra duda: ?si los algoritmos ya censuran el desnudo de un cuadro de hace siglos, c¨®mo pueden ser capaces de entender el humor? La directiva, en todo caso, establece mecanismos para que los usuarios puedan reclamar si el filtro tumba un contenido leg¨ªtimo. Aunque Google insiste en que los internautas ser¨¢n los mayores damnificados.
Fragmentos de prensa
El incendio sobre el nuevo art¨ªculo 15 tambi¨¦n arde desde el comienzo de la negociaci¨®n. El texto aclara que no afecta a enlaces o palabras sueltas, ni tampoco al usuario: solo se activa cuando buscadores, agregadores de noticias u otra webs comparten fragmentos relevantes de un art¨ªculo. La idea del legislador es que estos portales paguen a los editores de prensa, ya que se benefician de las creaciones de peri¨®dicos y revistas. Google responde con objeciones y estudios: por un lado, recuerda que Google News dej¨® Espa?a tras la aprobaci¨®n de una ley parecida, y que podr¨ªa abandonar Europa, da?ando a todos los medios. Por otro, defiende que su agregador de noticias ya ayuda a los diarios disparando el tr¨¢fico hacia ellos, y que este caer¨ªa un 45% de salir adelante la norma. Adem¨¢s, aunque la directiva establece que parte del beneficio ha de repercutir en los redactores, los opositores sostienen que la norma est¨¢ hecha por y para los editores.
Por lo menos, otros art¨ªculos, como el 18, el 19 y el 20, s¨ª generan m¨¢s consenso: obligan a los portales a la transparencia, a informar a los creadores, al menos una vez al a?o, de sus ingresos y el uso de su repertorio, y facilitan que un artista retire su licencia si no est¨¢ satisfecho. Sin embargo, incluso as¨ª hay fisuras. Entre creadores y discogr¨¢ficas a favor, hay quien lamenta que la directiva se queda corta, o, al rev¨¦s, que puede acabar siendo da?ina. Y ciertas interpretaciones miran m¨¢s adelante: dicen que el texto es suficientemente ambiguo como para que su traslado a las leyes nacionales abra la puerta a nuevas controversias.
Todo ello estar¨¢ ma?ana sobre la mesa del Parlamento Europeo, junto con la incertidumbre. Lo ¨²nico seguro es que la directiva en vigor es de 2001, hace milenios digitales, y que, como apuntaba un reciente art¨ªculo de The Economist, la UE es el principal guardi¨¢n mundial de los colosos tecnol¨®gicos, a los que no duda en perseguir por presuntos fraudes fiscales, limitaciones de la competencia o de la privacidad.
Los pron¨®sticos son pr¨¢cticamente imposibles. Estrasburgo tumb¨® la reforma en julio, pero la aprob¨® en septiembre con 438 votos a favor, 226 en contra y 39 abstenciones. Las elecciones europeas del 26 de mayo sentencian que este es el ¨²ltimo intento: ahora, o a saber cu¨¢ndo. De fondo, durante la votaci¨®n, la Euroc¨¢mara bien podr¨ªa emitir una de las sinfon¨ªas para westerns de Ennio Morricone. Siempre y cuando, eso s¨ª, tenga la licencia.
PP, Ciudadanos y PSOE, a favor; Podemos, en contra
La nueva directiva concita el favor de la mayor¨ªa de eurodiputados espa?oles. Los parlamentarios del Partido Popular, Ciudadanos y PSOE votar¨¢n afirmativamente a su implantaci¨®n. Enfrente, los miembros de Podemos en la Euroc¨¢mara rechazar¨¢n el texto a no ser que se aprueben varias enmiendas, algo que desde el partido de Pablo Iglesias consideran muy improbable.
Babelia
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