La historia de las luces de Navidad, de los romanos a Abel Caballero
La iluminaci¨®n artificial durante el solsticio de invierno se remonta a la antig¨¹edad
Antes de que la Navidad fuese la Navidad, las luces ya estaban ah¨ª. No existe ning¨²n dato que sit¨²e el nacimiento de Jes¨²s al principio del invierno: solo en el a?o 354 el papa Liberio declar¨® que el alumbramiento hab¨ªa tenido lugar el 25 de diciembre. El objetivo del Pont¨ªfice era que la festividad de la nueva religi¨®n coincidiese con las Saturnales, la celebraci¨®n m¨¢s importante del calendario romano, que se prolongaba entre el 17 y el 24 de diciembre. Las Saturnales, a su vez, coincid¨ªan con el solsticio de invierno, el momento del a?o en que los d¨ªas son m¨¢s cortos en el hemisferio occidental y que todas las culturas conmemoran de una forma u otra. Estas tres celebraciones tienen un elemento en com¨²n esencial en sus rituales: en todas se encienden luces.
Mucho antes de que Vigo, M¨¢laga y Madrid compitiesen por la iluminaci¨®n navide?a, del autob¨²s Naviluz y de las luces del ¨¢rbol de la Casa Blanca en Washington, las calles de la antigua Roma, normalmente oscuras y peligrosas, se iluminaban durante una semana, lo que permit¨ªa que sus habitantes se lanzasen a celebrar. ¡°La noche se convert¨ªa en d¨ªa gracias a que la gente iluminaba las calles de la mejor forma posible con antorchas, lucernas¡¡±, explica el historiador Nestor F. Marqu¨¦s, autor de libros de divulgaci¨®n como Un a?o en la antigua Roma y Fake news de la antigua Roma (ambos en Espasa Calpe). ¡°En cualquier otro momento del a?o, en una sociedad sin electricidad, la vida se apagaba con el ocaso y las calles por las noches estaban reservadas a borrachos y malhechores. En las Saturnales, sin embargo, la fiesta se alargaba hasta bien entrada la noche gracias a las luces¡±.
En realidad, la obsesi¨®n con la luz en esta ¨¦poca del a?o es anterior a la antigua Roma y se pierde en la noche de los tiempos, en las primeras religiones, en el culto al sol, que durante los solsticios volv¨ªa a resurgir desde su aparente derrota. Cuanto m¨¢s al norte, m¨¢s cortos se hac¨ªan los d¨ªas, m¨¢s d¨¦bil parec¨ªa el sol y m¨¢s importante resultaba la iluminaci¨®n artificial. En su libro Persiguiendo el Sol. La historia ¨¦pica del astro que nos da la vida (Turner), el profesor Richard Cohen explica que ¡°el aparente poder sobrenatural para gobernar las estaciones que se manifiesta en los solsticios ha inspirado todo tipo de reacciones: ritos de la fertilidad, festivales relacionados con el fuego, ofrendas a los dioses¡±. Y todos esos ritos han ido acompa?ados de luz. Januc¨¢, por ejemplo, una celebraci¨®n esencial en el calendario jud¨ªo, se conmemora en estas mismas fechas y es conocida como la fiesta de las luces. Cada noche, durante ocho d¨ªas, debe encenderse el candelabro de nueve brazos para conmemorar la esperanza y la libertad del pueblo hebreo.
Diarmaid MacCulloch, profesor de historia de la Iglesia en la Universidad de Oxford, explica que se trata de unas fiestas que siempre han estado asociadas con luz, ¡°por eso se ponen tantas como sea posible¡±. ¡°Las velas en las iglesias tienen la misma funci¨®n¡±, prosigue. Con la llegada de la electricidad, a finales del siglo XIX y principios del XX, la Navidad volvi¨® a recuperar la luz, en el sentido figurado, pero tambi¨¦n real. Stephen Nissenbaum, profesor em¨¦rito de la Universidad de Massachusetts especializado en historia estadounidense del siglo XIX, relata en un celebrado libro sobre la Navidad, The Battle for Christmas, finalista del Pulitzer, que la fiesta estaba relacionada con los ciclos agr¨ªcolas ¨Cel momento m¨¢s fr¨ªo del a?o, propicio para sacrificar animales sin que se pudriese la carne por ejemplos¨C, pero cuyos excesos provocaron la irritaci¨®n de los puritanos despu¨¦s de la Reforma.
En las grandes ciudades, al principio de la Revoluci¨®n Industrial, las calles eran oscuras y peligrosas en cuanto se pon¨ªa el sol, y aventurarse por la noche al exterior era un verdadero problema. Por eso se convirti¨® en una celebraci¨®n dom¨¦stica. ¡°Las Navidades cambiaron por completo a mediados del siglo XIX¡±, explica Nissenbaum, que relata en su libro que bandas de borrachos tomaban las calles en una especie de violento carnaval de invierno y que el c¨ªrculo familiar se convirti¨® en un lugar seguro. ¡°Se construyeron unas nuevas navidades en el hogar, en familia¡±, se?ala. Sin embargo, todo volvi¨® a transformarse con la llegada de la electricidad, a caballo entre los siglos XIX y XX, cuando las ciudades se llenaron de luces, especialmente en esta ¨¦poca del a?o.
El investigador asturiano Daniel P¨¦rez Zapico es un experto en los usos sociales de la electricidad y actualmente trabaja en el Centre for History and Philosophy of Science de la Universidad de Leeds (norte de Inglaterra), en un proyecto sobre los significados pol¨ªticos y culturales de la electricidad durante la Espa?a de la Restauraci¨®n. Explica que en el mundo anglosaj¨®n existe mucha informaci¨®n sobre la forma en que se generalizaron las luces de Navidad, mientras que en Espa?a los datos son escasos, aunque calcula que la iluminaci¨®n de diciembre comenz¨® a implantarse en los a?os cincuenta.
¡°El uso de la luz el¨¦ctrica para iluminar los ¨¢rboles de Navidad se produce dentro de un proceso mucho m¨¢s amplio que son las demostraciones p¨²blicas de electricidad, en los a?os ochenta del siglo XIX¡±, relata P¨¦rez Zapico por tel¨¦fono desde Leeds. ¡°En ese momento la electricidad se ve¨ªa como algo inseguro y hab¨ªa que demostrar que no lo era. En 1882, Joseph Swan, uno de los primeros inventores de la bombilla, hace una instalaci¨®n completa de electricidad en el teatro Savoy de Londres. Empieza a miniaturizar las luces y crea un sistema de luces peque?as que pueden llevar las bailarinas. Es lo que se llama Fairy lights, que es como se conoce a las luces de navidad en Inglaterra¡±. De forma paralela, en Estados Unidos la compa?¨ªa de Thomas Edison lleva a cabo experimentos similares, y unos a?os despu¨¦s las luces de Navidad acaban por llegar al ¨¢rbol de la Casa Blanca. Aunque eran muy caras, un producto de lujo, y hasta la d¨¦cada de los a?os treinta del siglo XX no se popularizaron.
¡°La forma en que nos relacionamos con la luz o con el consumo de energ¨ªa ha cambiado a lo largo de la historia¡±, prosigue P¨¦rez Zapico. ¡°Al principio, fueron luces religiosas. En el siglo XIX la electricidad se asociaba con las clases altas y era tambi¨¦n un elemento espectacular, vinculado a rituales pol¨ªticos en el espacio p¨²blico. La competencia entre ciudades en Espa?a tiene que ver sobre todo con el uso de la luz dentro de rituales pol¨ªticos en los que se conquista la noche a trav¨¦s de la tecnolog¨ªa. Paulatinamente se van democratizando e incorporamos las luces de Navidad a nuestra vida cotidiana, basada en el consumo masivo de energ¨ªa. Ahora, a causa de la crisis clim¨¢tica, los significados de la luz han cambiado de nuevo: la narrativa del hiperconsumo de energ¨ªa est¨¢ relacionada con una visi¨®n mercantilizada de la Navidad, que nos deber¨ªamos plantear porque tiene unas implicaciones muy serias en t¨¦rminos ecol¨®gicos¡±. Tal vez haya llegado el momento de dejar descansar a las largas noches de diciembre, de apagar la luz durante el solsticio por primera vez en la historia.
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