Ivan Krastev: ¡°A los autoritarios no les gustan las crisis que no han fabricado ellos¡±
El polit¨®logo analiza el mundo pospandemia en su nuevo ensayo. EE UU es el claro perdedor, pero eso no significa que China est¨¦ ganando, asegura
Cuando empez¨® la pandemia del coronavirus, Ivan Krastev ¡ªpolit¨®logo, uno de los fundadores del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, investigador del Instituto de Ciencias Humanas de Viena¡ª viaj¨® desde Austria, donde reside, a su Bulgaria natal. ?l y su esposa pensaron que, si deb¨ªan confinarse en casa, Bulgaria era su casa. Pero all¨ª se dieron cuenta de que hab¨ªa surgido un nuevo nacionalismo, el del ¡°qu¨¦date en casa¡±, una ¡°xenofobia invertida, m¨¢s territorial e inclusiva¡±, diferente de la que surgi¨® en 2015 por la crisis de los refugiados. Ahora los b¨²lgaros que, como ¨¦l, ven¨ªan del exterior eran peor vistos que los inmigrantes ya establecidos. ¡°El extranjero ya no es la persona que no naci¨® aqu¨ª, sino la que no est¨¢ aqu¨ª en este momento¡±, dice.
En su casa de campo b¨²lgara, Krastev (Lukovit, 1965) escribi¨® ?Ya es ma?ana? C¨®mo la pandemia cambiar¨¢ el mundo, que publica en espa?ol Debate. Un ensayo breve y urgente que escapa del catastrofismo de otros autores. ¡°Tenemos motivos para sentir que estamos viviendo un apocalipsis, lo que no es lo mismo que estar viviendo un apocalipsis¡±, ironiza, de vuelta en Viena, en una entrevista por videoconferencia.
Krastev recuerda que los humanos tienden a recordar las guerras o las revoluciones y a olvidar las pandemias, como ocurri¨® tras la de 1918. ¡°Si no hay una segunda o tercera ola, mucha gente va a creer que esto ha sido una alucinaci¨®n colectiva. Despu¨¦s de una pandemia es dif¨ªcil recordar qu¨¦ pas¨®, porque para la mayor¨ªa no pas¨® nada aunque todo cambi¨®. No hay una historia que contar¡±.
Pero este intelectual s¨ª observa transformaciones en las sociedades que no son las que cab¨ªa esperar. Por ejemplo, ¡°frente a una econom¨ªa y una pol¨ªtica que se est¨¢n desglobalizando, los ciudadanos se han vuelto m¨¢s cosmopolitas que nunca¡±. Por primera vez todos, en cualquier pa¨ªs, hemos estado pendientes del mismo problema y sigui¨¦ndolo en directo. ¡°Esto ha abierto nuestras mentes a entender que somos parte de una humanidad com¨²n¡±, afirma.
En el terreno pol¨ªtico, han surgido fen¨®menos inesperados, como las movilizaciones en Estados Unidos y en todo el mundo por la brutal muerte de George Floyd a manos de la polic¨ªa en Minneapolis. Cuando parec¨ªa que las libertades estaban suspendidas, la gente ¡°se ech¨® muy pronto a la calle como si estuviera escapando de prisi¨®n¡±, explica. ¡°Porque en una democracia, poder expresar tus ideas p¨²blicamente es m¨¢s importante que votar. Es la libertad de ser visto, de expresar c¨®mo te sientes¡±.
La democracia ya ten¨ªa problemas antes. Es un paciente con patolog¨ªas previas
Krastev nunca crey¨® que el estado de alarma vigente en la mayor parte del mundo fuera a secuestrar la democracia. Al rev¨¦s, se?ala la creciente presi¨®n para los Gobiernos de una ciudadan¨ªa muy informada de c¨®mo se gestiona la crisis en otros pa¨ªses, capaz de comparar. Pero la democracia ¡°ya ten¨ªa problemas antes de la pandemia¡±, relacionados con el descr¨¦dito de las instituciones y la polarizaci¨®n. ¡°El coronavirus es m¨¢s da?ino para pacientes con patolog¨ªas previas. La democracia en este sentido es como un paciente: en algunos pa¨ªses se est¨¢n agravando sus problemas previos¡±, dice.
Y entonces ?saldr¨¢ reforzado el populismo o el autoritarismo? ¡°En contra de los temores iniciales, el populismo no es un ganador. El populismo no se explica psicol¨®gicamente en el miedo sino en la ansiedad, que es un miedo difuso: a que el mundo vaya en mala direcci¨®n, a perder la identidad, a los cambios econ¨®micos¡ El coronavirus implica un miedo muy concreto, a morir. Cuando tienes ansiedad eliges a pol¨ªticos que expresen c¨®mo te sientes. Pero ante un miedo cl¨¢sico, necesitas a un Gobierno capaz de protegerte¡±. Importa m¨¢s la competencia t¨¦cnica, a pesar de que todav¨ªa hay sectores sociales que desconf¨ªan de la ciencia, como esa gente que cree que ¡°esto es una conspiraci¨®n de Bill Gates para inyectarnos chips¡±.
Escribe Krastev que ¡°la covid no es la compa?¨ªa ideal para los dictadores¡±. Y lo explica as¨ª: ¡°A los autoritarios solo les gustan las crisis que han fabricado ellos. Les gusta poder elegir a qu¨¦ crisis responden y a cu¨¢les no¡±. Por ejemplo, recuerda, los presidentes de Brasil o Bielorrusia han estado negando la pandemia. ¡°Esta es una crisis que les sobrepasa¡±.
Trump est¨¢ en una posici¨®n m¨¢s d¨¦bil para ser reelegido. Esta es la primera crisis mundial en la que EE UU es el gran ausente.
?Cu¨¢l ser¨¢ el efecto en EE UU en a?o electoral? ¡°La situaci¨®n es muy vol¨¢til, pero a d¨ªa de hoy Donald Trump est¨¢ en una posici¨®n m¨¢s d¨¦bil para ser reelegido¡±, responde. El pa¨ªs vive transformaciones que no le favorecen. ¡°Lo que me asusta es que la polarizaci¨®n no va a reducirse. Me preocupa que si Trump pierde por estrecho margen no est¨¦ dispuesto a reconocer los resultados. Eso ser¨ªa una crisis constitucional¡±.
¡°Esta es la primera crisis mundial en la que Estados Unidos no est¨¢, es el gran ausente¡±, contin¨²a. Su gesti¨®n y las protestas antirracistas han deteriorado su credibilidad en el exterior. ¡°EE UU es por ahora un perdedor en la crisis. Pero eso no significa que China se convierta en el ganador¡±, a?ade. El r¨¦gimen de Pek¨ªn ha mostrado su ¡°peor cara¡±, aunque haya sido eficaz en la contenci¨®n de la pandemia. La desconfianza en China, a?ade, crece entre los europeos: han entendido que no pueden ser tan dependientes ni en los suministros sanitarios, ni en sectores estrat¨¦gicos como el 5G.
Seg¨²n el autor, el ¨¦xito en la gesti¨®n de la pandemia no ha dependido de la naturaleza de los reg¨ªmenes, democr¨¢tica o autoritaria, sino de otros factores: la confianza social, la experiencia en crisis sanitarias y la fortaleza de los servicios p¨²blicos. Donde hay m¨¢s divisi¨®n pol¨ªtica, como EE UU y el Reino Unido, la respuesta es m¨¢s discutida que en Alemania, Dinamarca, China o Corea del Sur. ?Espa?a ha tenido ese problema? ¡°En lugares como Espa?a, Italia o Francia, la gente no est¨¢ muy satisfecha. La polarizaci¨®n se ha hecho m¨¢s profunda: apoyan m¨¢s o menos la gesti¨®n de la crisis seg¨²n hayan votado al Gobierno o a la oposici¨®n¡±.
Hay un cambio en c¨®mo Alemania ve esta crisis. Est¨¢ m¨¢s dispuesta a transferir dinero y que los espa?oles puedan comprar sus coches. Antes se miraba m¨¢s el inter¨¦s nacional
Tampoco cree Krastev que la pandemia vaya a traernos elementos autoritarios como la vigilancia electr¨®nica. ¡°Eso no empez¨® con la pandemia. Lo divertido es que la gente corriente comparta con gusto detalles incre¨ªbles de su vida privada en las redes sociales, pero al mismo tiempo se queje de la vigilancia electr¨®nica. Pero ahora hay una buena raz¨®n: evitar infectar a otros inconscientemente. La gente aceptar¨¢ el rastreo de contactos mejor que si se hiciera en el contexto de la lucha antiterrorista¡±, afirma.
La tensi¨®n entre EE UU y China ha ido en aumento. Pero Krastev niega que esto sea una nueva guerra fr¨ªa, porque no se libra un combate ideol¨®gico como el que hubo entre Occidente y la URSS. ¡°La hostilidad hacia China de la Administraci¨®n estadounidense no responde a la defensa de los valores democr¨¢ticos¡±, sostiene. Tampoco Pek¨ªn ¡°quiere crear partidos pol¨ªticos para que pa¨ªses como Espa?a sigan el modelo de su partido comunista¡±, ni est¨¢ financiando insurgencias en otros pa¨ªses como s¨ª hac¨ªan los sovi¨¦ticos. Pero China ¡°s¨ª est¨¢ jugando sus cartas para poner a parte del mundo en una situaci¨®n de dependencia econ¨®mica¡±.
La Uni¨®n Europea parece haber aprendido de sus errores y se encuentra en plena negociaci¨®n de un ambicioso fondo de reconstrucci¨®n. La clave, cree este pensador, es que ¡°hay un gran cambio en c¨®mo Alemania ve esta crisis¡±. Ya no es hora de moralizar, no se puede culpar a los pa¨ªses del sur como se hizo despu¨¦s de la crisis financiera de 2008. ¡°Alemania est¨¢ m¨¢s dispuesta a transferir recursos a otras partes de Europa. Se han dado cuenta de que, en un mundo proteccionista, es perentorio preservar el mercado europeo. A Alemania le conviene que los espa?oles puedan comprar sus coches. En las crisis anteriores se miraba m¨¢s el inter¨¦s nacional¡±, se?ala.
Esta crisis no es sist¨¦mica como la anterior, subraya Krastev, y puede verse ¡°como una oportunidad para transformar a econom¨ªa¡±. Por ejemplo, las ayudas al sector de automoci¨®n se est¨¢n dirigiendo a incentivar el coche el¨¦ctrico. Pero le angustia que la generaci¨®n de los mileniales encadene dos recesiones devastadoras para su futuro. ¡°Ser¨ªa bueno un nuevo contrato intergeneracional. Hoy hay m¨¢s mayores de 50 que menores de 20. Los j¨®venes ya no tienen las ventajas pol¨ªticas que ten¨ªan en los sesenta¡±, concluye.
Babelia
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