¡°Quiero reivindicar el fado como una m¨²sica curativa¡±
Ana Moura, que act¨²a hoy en el Teatro Real, prepara un disco ¡°rompedor¡±
All¨¢ por 2012, cuando Ana Moura (Santar¨¦m, 1979) puso rumbo a Los ?ngeles, muchos amantes de la m¨²sica popular portuguesa pusieron el grito en el cielo. ?Una fadista en la Costa Oeste? ?Con m¨²sicos estadounidenses en el estudio y un productor, Larry Klein, habituado a trabajar con artistas tan poco tradicionales como Joni Mitchell, Herbie Hancock o Tracy Chapman? Pese a los recelos, la grabaci¨®n resultante de aquella aventura, Desfado, acab¨® erigi¨¦ndose en el disco m¨¢s vendido de la d¨¦cada en el pa¨ªs vecino. Y m¨¢s impactante todav¨ªa: Carlos do Carmo, el m¨¢s venerado y relevante de los fadistas tradicionales, termin¨® reconociendo que aquel ¨¢lbum hab¨ªa ¡°influido a toda una generaci¨®n¡±. ?l tambi¨¦n, como tantos otros, se hab¨ªa llevado al principio las manos a la cabeza.
A Moura se le escapa una t¨ªmida risita al otro lado de la l¨ªnea telef¨®nica, desde su oficina lisboeta, mientras recuerda la an¨¦cdota. ¡°S¨ª, algunas veces me he sentido art¨ªsticamente incomprendida. Unas cuantas¡±, recapitula. Pero ese rechazo la hermana en cierto modo con la figura seminal de Am¨¢lia Rodrigues, el referente m¨¢s universal del fado, de la que se conmemora este a?o el centenario de su nacimiento. Rodrigues es hoy una hero¨ªna nacional en Portugal, un estandarte indiscutible. ¡°Pero no siempre fue as¨ª, ni siquiera para una cantante de su altura¡±, avisa Moura.
Nunca su voz tuvo tanto cuerpo ni su canto result¨® tan doliente
La efem¨¦ride en torno a la Rainha do Fado sirve hoy como hilo conductor para la d¨¦cima edici¨®n del Festival de Fado en Madrid, comprimido esta vez, dadas las pand¨¦micas circunstancias, en tres actuaciones consecutivas. Abre boca a media tarde F¨¢bia Rebord?o, prima de la propia Am¨¢lia, que a los 35 a?os parece su viva reencarnaci¨®n por timbre de voz y parecido f¨ªsico. Ya en la sala principal, Cuca Roseta prosigue con un espect¨¢culo monogr¨¢fico, Obrigada Am¨¢lia. Y Moura, que conf¨ªa en que no se repita en el Teatro Real una revuelta del p¨²blico similar a la que boicote¨® la representaci¨®n de Un Ballo in Maschera por el incumplimiento de la distancia de seguridad entre espectadores, asume el colof¨®n alternando repertorio propio con el de la homenajeada. Siempre de la Am¨¢lia m¨¢s madura, en torno a sus 50 a?os. ¡°Nunca su voz tuvo tanto cuerpo ni su canto result¨® tan doliente¡±.
No habr¨¢ todav¨ªa ocasi¨®n de conocer el nuevo repertorio que Moura ha ido ultimando durante el confinamiento y que en pocos meses pondr¨¢ fin a un silencio discogr¨¢fico de casi cinco a?os. ¡°Ser¨¢ algo diferente, definitivamente rompedor¡±, avisa. ¡°Nunca he cre¨ªdo en la existencia de fronteras para el fado. Yo soy fadista, es una condici¨®n inherente que no se puede reprimir. Aflora cualquiera que sea el origen del repertorio que interprete. Pero necesito seguir motiv¨¢ndome constantemente. Soy una enamorada de la vida, pero descubrir nuevas m¨²sicas, sin l¨ªneas rojas, es lo que da sentido a mi vida¡±.
En el pasado, Ana Moura deslumbr¨® con sus recreaciones heterodoxas de No Expectations (Rolling Stones) y la estremecedora A Case Of You, de Joni Mitchell. Ejerci¨® tambi¨¦n como compa?era circunstancial de escenario de Mick Jagger y Prince, pero esta vez las versiones no ser¨¢n el factor sorpresa. ¡°Me propongo reivindicar el fado como una m¨²sica curativa. Hay quien lo asocia con la nostalgia o la tristeza, pero ese es un t¨®pico que nunca he dado por bueno. Al contrario: el fado tiene la virtud de que comprendamos y nos sintamos comprendidos¡±.
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