Thomas Kaplan: ¡°Rembrandt es el artista m¨¢s importante de la historia¡±
La Leiden Collection, en manos del empresario neoyorquino y su esposa, es uno de los conjuntos m¨¢s relevantes de piezas de arte flamenco
Con resultados que superan ampliamente la palabra ¡°optimismo¡±, hemos recopilado en la ya veintena de entregas de nuestros Encuentros con los grandes mecenas un mosaico representativo de algunos de los hombres y mujeres claves para entender el coleccionismo y el mecenazgo en y desde el siglo XXI. Algo que podr¨ªa sonar contradictorio para un lector que se acaba de enterar de cu¨¢l es la especialidad de Thomas Scott Kaplan, en manos de cuya Leiden Collection, que comparte con su esposa, Daphne Recanati Kaplan, se encuentra uno de los conjuntos de piezas de arte flamenco m¨¢s relevantes de la historia.
?Imaginan ustedes a un hombre solemne y veterano? Imaginen de nuevo, porque este estadounidense de 58 a?os es una m¨¢quina inclemente de vitalidad. Y aporta el sello de su br¨ªo, de su inteligencia y de su sensibilidad a la colecci¨®n que dirige, un verdadero tesoro donde conviven obras maestras de Rubens, de Brueghel el Joven, de Vermeer y de Rembrandt.
Inversionista, fil¨¢ntropo, hombre de negocios y coleccionista, Kaplan hered¨® de las familias de su padre, Jason Kaplan, y de su madre, Lillian Jean Berger, el amor por la cultura y por el conocimiento, y una inquietud intelectual a la que ados¨® el sello de su propio perfume.
En medio de la agenda que por cualquiera de las facetas en las que ha emprendido lo demandan, este neoyorquino de origen jud¨ªo se hace un tiempo para hablar con EL PA?S. Pero no se encuentra en Nueva York ni en ninguno de los destinos a los que el amor por el arte lo han llevado, sino en su casa del sur de Francia, escapando en la medida de lo posible de la pandemia que asola al mundo.
La conversaci¨®n es por Zoom, y no por ello menos apasionante. No podr¨ªa ser de otro modo, puesto que Kaplan agrega al informal y agradable encanto que le es inherente el inter¨¦s que la singularidad con que se ha dedicado a su actividad tiene. Y lo hace con educada pero indisimulable seguridad, desde el principio hasta el final de una charla en que explica con claridad meridiana el origen de su pasi¨®n ¡ªuna de ellas, puesto que la protecci¨®n de decenas de miles de gatos salvajes que est¨¢n en extinci¨®n, tal como se puede comprobar en Panthera.org, es otra¡ª.
¡°Nac¨ª en Nueva York, pero cuando ten¨ªa ocho a?os, en 1969, me mud¨¦ a una Florida que entonces estaba comenzando a emerger. All¨ª fue cuando descubr¨ª mi pasi¨®n por la vida salvaje, aunque en Nueva York ya hab¨ªa descubierto el que ser¨ªa un gran amor de mi vida: Rembrandt. Recuerdo incluso una visita al MoMA, cuando ten¨ªa seis a?os, en la que mi madre, intentando que descubriera otro tipo de arte, me mostr¨® una obra donde yo vi un lienzo blanco con una sola l¨ªnea encima, y al parecer dije: ¡®Esto no, ?volvamos a Rembrandt!¡¯ Pues bien, aquel enamoramiento me acompa?¨® durante toda mi vida, a pesar de que me convert¨ª en coleccionista de arte reci¨¦n a los 42 a?os¡±, explica este hombre al que su inter¨¦s por la Historia lo llev¨® a estudiarla con hondura nada menos que en Oxford, una ¨¦poca que integra sus recuerdos m¨¢s preciados y en la que tambi¨¦n figura un viaje de negocios a Israel, la Tierra Prometida donde conoci¨® a la que hoy es su esposa, adem¨¢s de la madre de sus hijos.
¡°Siempre he tenido mucha suerte, pero nunca demasiado ego¡±, sostiene, mientras menciona el suceso que gener¨® en buena parte de una trayectoria en la que fue apadrinado por monstruos sagrados como George Soros, y en la que comenz¨® a tomar vuelo en Bolivia a trav¨¦s de la compa?¨ªa Apex Silver Mines, antes de pasar del terreno de las minas al de la energ¨ªa y a la industria del oro y la plata.
¡°He sido y a¨²n soy un apasionado, as¨ª que cuando me meto en algo, sea en mi vida profesional, sea por inter¨¦s puro o sea por pasi¨®n personal, me meto en serio¡±, confiesa Kaplan.
¡°Aunque ahora compramos entre tres y cinco piezas por a?o, durante los primeros a?os de coleccionismo adquirimos un promedio de una obra por semana¡±, a?ade, como si, plet¨®rico de talento, tuviera que justificar el tiempo perdido en otros menesteres. Y para dar dimensi¨®n cabal de la magnitud de su colecci¨®n, completa: ¡°Hay entre 35 y 40 obras de Rembrandt en manos privadas, y nosotros tenemos 14 de ellas. La colecci¨®n siguiente en extensi¨®n, que es holandesa, tiene dos, y luego vienen otras como la de los Rothschild, que ten¨ªan dos y las vendieron al Louvre y al Rijksmuseum¡±.
Con una foto de tigres misteriosos, bellos y algo intimidantes como tel¨®n de fondo, la charla con Kaplan avanza con una velocidad en que lo psicol¨®gico supera a lo cronol¨®gico. Pero la generosidad de su pr¨¦dica tambi¨¦n se traduce en la generosidad de su tiempo.
As¨ª, uno se entera de que adquirir obras maestras de Rembrandt no solo es dif¨ªcil por la falta de disponibilidad, sino porque las licencias de exportaci¨®n escasean. Y todo en medio de una explicaci¨®n inesperada: ¡°Durante los primeros 15 a?os de coleccionismo, mi esposa y yo no ¨¦ramos para nada conocidos por nuestra actividad. ?En Google me encontrabas por mi rol empresarial y como el ¡®rey de los gatos¡¯! Y est¨¢bamos muy contentos con mantener ese perfil bajo, que cambi¨® cuando empezamos a contar con la mayor colecci¨®n de maestros holandeses en manos privadas, desde Rembrandt hasta Vermeer, Gabri?l Metsu y Frans van Mieris el Viejo. Con lo cual tomamos concienzudamente la decisi¨®n de dejar de ser an¨®nimos y mostrar la dimensi¨®n de la colecci¨®n, sabiendo que muchos se preguntar¨ªan: ¡®?Qui¨¦n es esta gente?¡¯. Y eso comenz¨® con una exhibici¨®n en el Louvre en el a?o 2018, y con la publicaci¨®n de un gran cat¨¢logo digital curado¡±.
?C¨®mo fue esa experiencia? ¡°El Louvre puede ser un lugar muy complicado para trabajar. Pero fue muy interesante, tuvo una excelente recepci¨®n en la prensa y en el p¨²blico, y realmente vali¨® la pena¡±, explica Kaplan sin tapujos. Y entre risas, agrega: ¡°?Una vez Macron me dijo que se alegraba de no haber tenido que competir por la presidencia contra m¨ª, de tan bien que nos hab¨ªa ido en una de las muestras m¨¢s importantes que realizamos!¡±.
¡°Rembrandt es el pintor m¨¢s importante de la historia, no solo porque a m¨ª me encanta, lo cual es irrelevante, sino porque trascendi¨® el concepto cl¨¢sico de belleza y la pudo definir en sus propios t¨¦rminos, preparando el terreno para otros que sin ¨¦l no hubieran existido y que verdaderamente lo idolatraron, como Goya, Delacroix, Turner, Van Gogh, Picasso, Francis Bacon y Lucian Freud. La manera en que un artista puede expresarse y ser aceptado por ello cambi¨® absolutamente gracias a ¨¦l¡±, opina Kaplan, para quien la tolerancia y el humanismo forman un todo del que el arte no est¨¢ exento.
¡°Haber ayudado a que China pudiera apreciar a Rembrandt como un artista universal m¨¢s que como un pintor de nicho es otra de las cosas que logramos y de las que nos enorgullecemos¡±, asegura, mientras repasa el ¨¦xito que cosech¨® en otros museos de prestigio de pa¨ªses tan diversos como Abu Dhabi y Rusia.
Ha llegado la hora del final, pero el norteamericano, un verdadero evangelista que recorre el mundo predicando las bondades la pintura, editando cat¨¢logos de ¨¦lite que se han convertido en fen¨®menos de venta, pero tambi¨¦n obsequiando esa riqueza a trav¨¦s de la red, tiene tiempo para referirse a un tema esencial.
¡°Antes de empezar a coleccionar, no ten¨ªa idea de que podr¨ªa ser viable adquirir obras de grandes maestros, y jam¨¢s imagin¨¦ que me convertir¨ªa en un coleccionista. As¨ª que el autoconocimiento puede no ser mi punto fuerte¡±, afirma sonriendo quien ha recorrido los museos de Europa ¡ªy no pod¨ªa faltar su adorada ?msterdam¡ª desde su m¨¢s temprana ni?ez, y a quien un viaje a Croacia en 2003 le cambi¨® completamente la perspectiva respecto a sus posibilidades de convertirse en un profesional del coleccionismo.
Y, ahora s¨ª, aunque podr¨ªamos seguir horas, cierra la charla confesando que desconoce el destino que adquirir¨¢ su colecci¨®n una vez que ¨¦l ya no est¨¦ en la Tierra, hablando de su inesperada aprobaci¨®n del trabajo de Damien Hirst y de Jenny Saville, de las ra¨ªces art¨ªsticas y el ¡°ojo de lujo¡± de su esposa y, por otro lado, de la estrecha relaci¨®n entre Rembrandt y el mundo jud¨ªo.
Y remata, como si fuera poco, con una de las m¨¢ximas de oro con las que se maneja en el mercado del arte: ¡°Desde el comienzo les dej¨¦ claro a los dealers que deb¨ªan ser totalmente transparentes conmigo, que nunca tendr¨ªan una segunda oportunidad si no me dec¨ªan la verdad pero que, si lo hac¨ªan, yo comprar¨ªa lo que me ofrecieran si me gustaba a un precio justo y luego de negociar durante dos minutos. Y si no consegu¨ªan ese precio justo, en t¨¦rminos de volumen de todas maneras quedar¨ªan conformes, porque no s¨¦ qu¨¦ otro coleccionista es capaz de comprar una pintura en la ma?ana y dos en la tarde. Pero he encontrado no solo a mentirosos, sino tambi¨¦n a individuos que se convirtieron en amigos entra?ables, as¨ª como a profesionales con una ¨¦tica excepcional, como el brit¨¢nico de origen holand¨¦s Johnny Van Haeften. De manera tal que para las casas de subastas, y sobre todo para muchos dealers, yo soy una persona muy inusual¡±.
Inusual, s¨ª. Fascinante tambi¨¦n, admirado Thomas.
Babelia
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