400 obras que definen las vanguardias del siglo XX
El Reina Sof¨ªa presenta la cuarta entrega de su colecci¨®n permanente, que abarca desde finales del XIX hasta el ¡®Guernica¡¯
La pel¨ªcula completa de lo que ser¨¢ la nueva versi¨®n de la colecci¨®n del Reina Sof¨ªa, que se podr¨¢ ver en noviembre, ofrece desde hoy un nuevo adelanto en las salas de la segunda planta del edificio de Sabatini. Este tr¨¢iler, el cuarto, afecta a una de las partes m¨¢s reconocibles del museo, a lo que fue la semilla de las vanguardias del siglo XX. Son unas 400 obras que surcan el territorio nacional e internacional y cuyas lindes podr¨ªan ser los personajes oscuros de Julio Romero de Torres y el momento en el que Picasso pint¨® el c¨¦lebre Guernica. En medio, hay numerosos relatos que brotaron de las ciudades y su radical transformaci¨®n industrial ensanchando el concepto de arte con una mirada al exterior que acabar¨ªa fundi¨¦ndose con manifestaciones tan populares como el flamenco.
Antes de desmenuzar el nuevo episodio, el director del museo, Manuel Borja-Villel, explic¨® que en este apartado todo sucede en las ciudades. Los artistas se fijan en los conflictos sociales debidos a las miserables condiciones de vida del proletariado y ponen su talento al servicio de la denuncia. La fotograf¨ªa y el cine viven en el cambio de siglo un auge impactante que se puede ver en las series de fotograf¨ªa social de los estadounidenses Lewis Wickes Hine y Paul Strand. Junto a los sobrecogedores primeros planos de los trabajos de Strand cuelga una serie de autor an¨®nimo en la que se recogen violentas cargas policiales durante la Semana Tr¨¢gica de Barcelona (1909). La copia de ¨¦poca es una reciente compra del museo y se puede contemplar con la ayuda de unas lupas colocadas junto a las fotograf¨ªas de peque?o formato.
La ciudad de Barcelona es tambi¨¦n el escenario de las transformaciones arquitect¨®nicas y urban¨ªsticas que demandan los nuevos tiempos para mejorar la vida de la burgues¨ªa y reemplazar las insalubres barracas de la periferia por viviendas dignas. Maquetas, planos y v¨ªdeos documentan sobre lo que signific¨® el plan del arquitecto Ildefonso Cerd¨¢ en el Ensanche de Barcelona junto a las propuestas de la cooperativa La Flor de Mayo, donde por vez primera se propon¨ªan barrios con zonas verdes, escuelas y mercados. Rosario Peir¨®, directora de la colecci¨®n, aclara que este espacio dedicado a la arquitectura se completar¨¢ con una aportaci¨®n sobre las transformaciones y luchas de la ciudad de Madrid con apartados de Guti¨¦rrez Solana, el Rastro o Arturo Soria dedicados a la ciudad.
Frente a las nuevas propuestas urban¨ªsticas se recrea lo que era un sal¨®n de pintura decimon¨®nico donde los pintores narran su preocupaci¨®n por los atentados y revueltas anarquistas de la ¨¦poca. Aqu¨ª cuelgan ¨®leos de gran formato, como Cuerda de presos (1901), de Jos¨¦ Mar¨ªa L¨®pez Mezquita (1883-1954); Garrote vil (1894), de Ram¨®n Casas; Conciencia tranquila (1897), de Julio Romero de Torres; La noche de San Benito y Recuerdo de las pitas a Martos O?Neale (1903), de Antonio Fillol.
El apartado dedicado a las ciudades se cierra con dos joyas que hasta ahora solo se hab¨ªan visto parcialmente. Una es la serie de dibujos radicales que el alem¨¢n George Grosz comenz¨® a realizar en 1910 y que reuni¨® posteriormente en el cuaderno Ecce Homo. La otra joya es la proyecci¨®n de la pel¨ªcula La Commune, rodada en 1914 sobre La Comuna de Par¨ªs de 1870. Realizada por el anarquista espa?ol Armand Guerra, est¨¢ considerada uno de los mejores testimonios de lo que fue la primera revoluci¨®n proletaria en contra de la burgues¨ªa.
El recorrido de este cap¨ªtulo de la colecci¨®n retoma el escenario de la capital catalana para contar c¨®mo la neutralidad espa?ola en la Primera Guerra Mundial convierte a Barcelona en un centro art¨ªstico de primer orden. Muchos creadores se instalan en Barcelona (Los Delaunay, Arthur Cravan) y el pintor y marchante Josep Dalmau abre una galer¨ªa por la que se introducen en Espa?a todas las grandes tendencias europeas. Aqu¨ª se reconstruye en parte la exposici¨®n que dedic¨® a Francis Picabia y se exponen cuadros vinculados a aquellas exposiciones con obras de Rafael Barradas, Mar¨ªa Blanchard, Salvador Dal¨ª, Juan Gris, Albert L¨¦on Gleizes o Joan Mir¨®.
Vienen luego las revistas culturales como El Meridian y Documents, que dieron pie a intensos debates entre cr¨ªticos y artistas. Junto a las vitrinas donde se guardan los diferentes ejemplares, el ya poderoso y controvertido Dal¨ª ofrece una de las paradas m¨¢s sorprendentes con tres grandes ¨®leos que se exhiben juntos por primera vez: Sin t¨ªtulo (1928), Cuatro mujeres de pescadores en Cadaqu¨¦s (1928) y Composici¨®n abstracta (1928). Frente a las telas se proyecta el cortometraje Comiendo erizos (1929), rodado en Cadaqu¨¦s por Luis Bu?uel y protagonizado por los padres del pintor.
El papel de los trabajadores de la cultura entra con fotograf¨ªas y documentales de las Misiones Pedag¨®gicas que se exhiben junto a una amplia serie de carteles de La Barraca, el teatro universitario itinerante creado por Federico Garc¨ªa Lorca. Esta entrega se acaba con un homenaje al cante flamenco, que muchos artistas vanguardistas incorporan en sus obras a trav¨¦s de motivos como la guitarra pintada por Manuel ?ngeles Ortiz, el abanico de Mar¨ªa Blanchard o los vestuarios de bailarinas espa?olas dise?ados por Natalia Goncharova.
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