Justo Navarro: ¡°Estamos en una ¨¦poca de suspensi¨®n general¡±

Justo Navarro (Granada, 68 a?os) ha publicado Bologna Boogie (Anagrama, sello de la mayor parte de su obra narrativa). Sus amigos, innumerables, aunque no se vean, porque ¨¦l vive en Nerja (M¨¢laga), alejado del mundo, tecleando novelas, haciendo traducciones, consideran que su silencio vale oro, porque cuando lo interrumpe solo es para advertir que lo que lleva pensando, y escribiendo, es consecuencia de una sabidur¨ªa tranquila y afilada, como la de un bistur¨ª. Esta entrevista, hecha ante el mar de M¨¢laga, tiene ra¨ªz en su ¨²ltima novela, que va de la vida cuando Italia (y Espa?a) viv¨ªan los rescoldos o la realidad del fascismo. Hasta ahora, dice, ha estado huyendo de la pandemia, en su pueblo y en Bolonia, donde tiene su origen este ¨²ltimo libro.

Pregunta. ?C¨®mo ha vivido esta salud suspendida?

Respuesta. Estamos en una ¨¦poca de suspensi¨®n general. Todas las ¨¦pocas son de crisis, pero esta es una crisis muy peculiar, porque afecta a la salud. Es un momento de terrible inestabilidad econ¨®mica, fundamentalmente para los j¨®venes, pero tambi¨¦n para la gente de mediana edad que pierde el trabajo. Y no saben si van a poder volver a trabajar, si van a ir a la calle ya con una edad en la que va a ser dif¨ªcil que vuelvan a encontrar un trabajo nuevo. Una situaci¨®n preocupante porque no solo afecta a la salud f¨ªsica, sino tambi¨¦n a la salud mental.

P. ?A usted personalmente le ha afectado?

R. A m¨ª no, porque en Bolonia estuve trabajando. En septiembre cog¨ª la covid, no s¨¦ por qu¨¦, siempre llevo mascarilla, mantengo las distancias, y as¨ª y todo cog¨ª tambi¨¦n una gripe pesada. Me costaba trabajo levantarme de la cama y ponerme en la vida.

P. Estar en Italia es para usted un reconstituyente, de todos modos.

R. Estuve en el curso 1992-1993 en la Academia de Roma y fue fundamental. Escrib¨ª all¨ª pr¨¢cticamente La casa del padre. Fue un cambio general de mentalidad, de modo de escribir, de todo. Una revoluci¨®n ¨ªntima, aunque hubo un momento en que me sent¨ª hundido. Pero ahora, siempre que vuelvo a Italia, para m¨ª es un motivo de felicidad. Estos meses en Bolonia me los pas¨¦ yendo a la hemeroteca a ver qu¨¦ pasaba en 1947, cuando transcurre la novela. Era un tiempo de trabajo feliz viendo un mundo que para m¨ª era una revelaci¨®n, la posguerra. Ve¨ªa la ret¨®rica de los peri¨®dicos, las fotos, las marcas, la publicidad. Ve¨ªa luego en internet c¨®mo estaban hechas las etiquetas de las botellas, los tapones, c¨®mo eran los paquetes de tabaco¡­ En los peri¨®dicos est¨¢ todo, ya sabe. Me pregunt¨® mi amigo el poeta Jos¨¦ Carlos Rosales si sab¨ªa de alg¨²n poema que trate de peri¨®dicos, y me acord¨¦ de estos versos de F¨¦lix Grande: ¡°Hoy el peri¨®dico trae sangre, igual que de costumbre¡±.

La mayor parte de las cosas que tenemos delante no las vemos. Y para mi escribir es precisamente el intento de ver lo que no se ve a primera vista

P. Un c¨¦lebre verso de R¨¦quiem, de Jos¨¦ Hierro, recoge una esquela de un peri¨®dico de Nueva York¡­

R. Pues le estaba contando a Rosales qu¨¦ hab¨ªa en los peri¨®dicos y me di cuenta de que en aquel recuento de 1947 aparec¨ªan tambi¨¦n las cartillas de racionamiento, el precio de la carne, del az¨²car, c¨®mo sub¨ªan los precios de las barber¨ªas, cu¨¢nto val¨ªa el viaje en tranv¨ªa, qu¨¦ programas de radio sonaban¡­ En Bologna Boogie aparecen las horas de las emisiones, los incidentes del Giro, contra qui¨¦n juega el Bolonia¡­ Y lo que me dice Jos¨¦ Carlos Rosales: hoy en los peri¨®dicos no encuentras nada de eso¡­ Pero internet trae otras cosas buenas.

P. Quiz¨¢ los peri¨®dicos son imaginaci¨®n m¨¢s tiempo, as¨ª que usted puede reconstruir ese tiempo casi tal como ocurri¨®¡­

R. Yo creo que los peri¨®dicos, o ese tipo de peri¨®dicos, solo con la tipograf¨ªa de la publicidad o la distribuci¨®n de la p¨¢gina o de las secciones, est¨¢n hablando incluso de lo que no quieren hablar, por el relieve que le dan a las noticias o la publicidad que le ponen al lado. Acostumbrado a leer peri¨®dicos desde chiquillo sabes meterte en ese peque?o jerogl¨ªfico que no est¨¢ expl¨ªcito, pero que ah¨ª est¨¢. Solo tienes que ver el significado.

P. Sus ¨²ltimos libros son contempor¨¢neos del fascismo o de su ca¨ªda. ?Vuelve ahora el aroma de aquella ¨¦poca?

R. Yo quiero pensar que no. Los hitlerianos, por ejemplo, concurr¨ªan a las elecciones, aunque expl¨ªcitamente eran antidem¨®cratas. El primer objetivo de los fascistas era acabar con la pol¨ªtica democr¨¢tica. Los parafascistas o la extrema derecha de hoy se muestran en su ret¨®rica como dem¨®cratas, y por el momento no dicen que no quieran respetar las reglas democr¨¢ticas, aunque determinados partidos est¨¦n en contra de la mayor¨ªa de la Constituci¨®n. Pero creo que esa actitud antidemocr¨¢tica impl¨ªcita no existe. Que la tengan como programa oculto quiz¨¢, pero expl¨ªcitamente no la manifiestan como s¨ª la manifestaban los fascistas y los hitlerianos, que eran evidentemente antidemocr¨¢ticos.

P. Su personaje es un espa?ol de Zamora que pasa por Granada y recala en Bolonia. ?Por qu¨¦ ese eje?

R. En Bolonia hay un nexo muy fuerte con Espa?a, en el Real Colegio de Espa?a en Bolonia. Est¨¢ fundado en la Edad Media y re¨²ne all¨ª lo mejor de la vida acad¨¦mica espa?ola. Los bolonios son una ¨¦lite acad¨¦mica. En aquellos tiempos, 1947, el Colegio de Espa?a estaba cerrado desde 1936, y reanud¨® su actividad un a?o m¨¢s tarde. Lo dirig¨ªa un granadino y el colegio recib¨ªa a determinados hu¨¦spedes de familias bien. Imagin¨¦ que all¨ª estuviera alojado un profesor de Derecho como invitado. Pens¨¦ que ese se?or, por alguna raz¨®n, hab¨ªa desaparecido, y que por ¨¦l se preocupaba la familia bien de la que proced¨ªa. As¨ª que el Gobierno civil de Granada env¨ªa a una persona de su confianza para que buscara a su hijo. Ese enviado ser¨ªa, en la novela, el comisario Polo, el mismo que prepar¨® en Granada el sistema de seguridad que vigil¨® la primera visita a Espa?a de Eva Per¨®n. Polo no existi¨®, pero hubo alguien que me sirvi¨® como modelo, un jesuita que fue mi director espiritual en los maristas. Ten¨ªa los ojos muy grandes, como el lobo de Caperucita, y como el comisario Polo.

No es que en mi haya una voluntad de estilo ni nada de eso. Es mi forma de hablar, mi forma de pensar, mi deseo de ser siempre claro y preciso

P. Se le suele asociar a usted con la novela negra, esa que seg¨²n dijo Albert Camus pod¨ªa acabar con el gusto por la literatura.

R. ?Porque a Camus no le gustaba el negro! En aquella ¨¦poca de Camus era un color muy feo. El noir lo invent¨® Gallimard, la editorial que populariz¨® ese tipo de novela. En Italia estaban las camisas negras, pero las novelas negras eran de cubierta amarilla, as¨ª que se llaman giallo, como el color. El negro puede ser un color bonito, y tambi¨¦n se puede escribir muy bien literatura de ese color.

P. Su literatura incluye la s¨ªntesis, el ritmo, no hay suspense como aliento de sus libros. La propia literatura empuja al lector.

R. Bueno, tambi¨¦n la literatura est¨¢ hecha con palabras. No es que en m¨ª haya una voluntad de estilo ni nada de eso. Es mi forma de hablar, mi forma de pensar, mi deseo de ser siempre claro y preciso. Tambi¨¦n creo que quien escribe debe disfrutar con su herramienta de trabajo. Imag¨ªnate un mec¨¢nico al que no le gustan las herramientas y al que no le gusta ensuciarse las manos. Hay que disfrutar cuando se escribe, hay que disfrutar de la herramienta de trabajo, de c¨®mo encajan las piezas, de que el motor funciona, marcha.

P. ?Qu¨¦ alienta su estilo?

R. Empec¨¦ a leer de ni?o. Me pon¨ªa malo y procuraba ir al colegio lo menos posible. Lloraba por la noche, no quer¨ªa ir. Y llenaba el tiempo leyendo novelas de Plaza y Jan¨¦s y de Queralt, que publicaban americanos e ingleses. Y despu¨¦s hubo dos escritores que fueron esenciales para m¨ª, Marcel Proust y Kafka, hasta el Malcolm Lowry de Bajo el volc¨¢n¡­ De Proust me sigue convenciendo el hilo mental que lleva lo que est¨¢ escrito, y Kafka me ha ense?ado la precisi¨®n, la contundencia, la atenci¨®n a detalles insospechados. La mayor parte de las cosas que tenemos delante no las vemos. Y para m¨ª escribir es precisamente el intento de ver lo que no se ve a primera vista, cosas que parecen absurdas o que parecen disparates y que iluminan un instante de realidad o le dan o le cambian el sentido. Nunca he estado buscando una voz. Yo creo que cada persona tiene la voz que tiene, inevitablemente.