Franco soborn¨® sin ¨¦xito a congresistas estadounidenses para salir del aislamiento
Un libro colectivo analiza el entramado Spanish Bloc, que intent¨® que Truman reconociera la dictadura espa?ola
Las leyes econ¨®micas no entienden de ¨¦tica, pero la historia moderna no se entiende del todo si al relato cl¨¢sico de los hechos no se a?ade tambi¨¦n el factor humano de ¡°la codicia y la corrupci¨®n o el llamado capitalismo de amiguetes¡±. Eso es lo que dice el profesor Pablo Le¨®n Aguinaga en el libro Franco, Estados Unidos y Gran Breta?a durante la primera Guerra Fr¨ªa, reci¨¦n publicado ...
Las leyes econ¨®micas no entienden de ¨¦tica, pero la historia moderna no se entiende del todo si al relato cl¨¢sico de los hechos no se a?ade tambi¨¦n el factor humano de ¡°la codicia y la corrupci¨®n o el llamado capitalismo de amiguetes¡±. Eso es lo que dice el profesor Pablo Le¨®n Aguinaga en el libro Franco, Estados Unidos y Gran Breta?a durante la primera Guerra Fr¨ªa, reci¨¦n publicado por la Universidad de Comillas. La obra recoge el resultado de cuatro a?os de investigaciones de un grupo de historiadores coordinados por Joan Maria Thom¨¤s. El proyecto profundiza en los intentos desesperados que hizo Franco para sobrevivir tras la derrota del Eje en la II Guerra Mundial y ser aceptado por la comunidad internacional, de la que fue expulsado en 1946. Fue el ¨²nico per¨ªodo en el que peligr¨® su pervivencia como dictador. Adem¨¢s de Thom¨¤s y Le¨®n Aguinaga han participado en la obra Jos¨¦ Antonio Montero, Wayne Bowen y Emilio Sa¨¦nz Franc¨¦s.
La abundancia de pago de favores, compra de conciencias, sobornos, redes de inter¨¦s, mercado negro, para¨ªsos fiscales¡ explican que la Espa?a franquista fuera vista por los observadores internacionales como un pa¨ªs tan poco fiable como los que hoy llamamos bananeros. Thom¨¤s, uno de los m¨¢ximos expertos en la historia de la Falange y del franquismo, aplica la lupa a la actividad fren¨¦tica de un personaje singular, Jos¨¦ F¨¦lix de Lequerica, enviado especial de Franco a Estados Unidos para conseguir su apoyo en 1948.
Elegante, seductor, pol¨ªglota y c¨ªnico, Lequerica dec¨ªa que ¨¦l no era carlista, sino ¡°carguista¡±. Hab¨ªa sido embajador de Espa?a en Vichy y uno de los responsables de la caza y captura de republicanos refugiados en Francia que fueron entregados a Franco y posteriormente fusilados, como el presidente de la Generalitat, Llu¨ªs Companys o el l¨ªder socialista, Luis Zugazagoitia. ¡°Lequerica fue un gran colaborador de los alemanes en la Francia ocupada y tramit¨® las listas de centenares de pol¨ªticos que los franquistas quer¨ªan extraditar, sin demasiado ¨¦xito, aunque Ram¨®n Serrano Su?er ha tendido a fijar la iniciativa de las detenciones en ¨¦l, algo que no se sostiene¡±, dice Thom¨¤s. ¡°Por otra parte¡± ¡ªcomenta el historiador, actualmente en el Centro de Estudios Europeos de Santo Domingo¡ª, ¡°los franquistas fueron los responsables del env¨ªo de miles de republicanos a los campos de concentraci¨®n nazis, ya que se desentendieron de ellos cuando los alemanes les preguntaron si los enviaban de regreso. Tan solo les interesaban los pol¨ªticos de la lista¡±.
El brindis de Lequerica en Par¨ªs por el ¨¦xito del ataque de Jap¨®n a Pearl Harbor y su fervoroso pangermanismo inicial fueron algunos de los hechos por los que los dem¨®cratas estadounidenses le negaron el pl¨¢cet como embajador, cuando, tres a?os despu¨¦s de ser destituido como ministro de Asuntos Exteriores, fue enviado en 1948 a Nueva York como ¡°inspector de embajadas¡±. Ya hab¨ªa arrinconado las fotos de Hitler y Mussolini y sus burlas contra ¡°la juder¨ªa americana¡±. ?Cu¨¢l era su misi¨®n? Los franquistas daban por hecho el triunfo del republicano Thomas E. Dewey en las elecciones presidenciales y contribuyeron con fondos a su campa?a, pero sorprendentemente gan¨® Harry Truman. El diplom¨¢tico espa?ol, seg¨²n Thom¨¤s, ¡°contrat¨® a un lobbista profesional, el mismo que ejerc¨ªa para el dictador dominicano Trujillo, y a un prestigioso bufete de abogados para que se moviesen cerca del Congreso con el fin de obtener un cambio de pol¨ªtica de EE UU hacia Espa?a¡±. Truman, antifranquista, mas¨®n y de confesi¨®n baptista, ¡°condicionaba el cambio de pol¨ªtica a que a su vez Franco realizase reformas pol¨ªticas en sentido democratizador, pusiera t¨¦rmino a la persecuci¨®n religiosa y abandonase la pol¨ªtica econ¨®mica extremadamente intervencionista que practicaba. Lequerica, pues, jug¨® la carta del poder legislativo tratando de forzar por esta v¨ªa el cambio y obtener cr¨¦ditos p¨²blicos, as¨ª como que Espa?a pudiese beneficiarse del Plan Marshall.¡±
Banqueros, curas y otros afines
¡°Gracias a sus manejos, subvenciones y sobornos¡±, asegura Thom¨¤s, ¡°se consiguieron dos cr¨¦ditos, en 1950 y 1951, con la oposici¨®n del presidente. Para ello utiliz¨® fondos franquistas, autorizados por el Consejo de Ministros, para pagar a lobbistas profesionales, hacer regalos, subvencionar a prensa estadounidense para que fuese profranquista e incluso probablemente pag¨® directamente al menos a un senador, Pat McCarran, de Nevada, junto con Ralph Owen Brewster, los m¨¢s profranquistas del Congreso¡±. Adem¨¢s, ¡°cultiv¨® extensas relaciones en el Congreso y en la Administraci¨®n, incluyendo militares, que a su vez estaban interesados en contar con bases navales y a¨¦reas en Espa?a. Su actuaci¨®n molest¨® sobremanera al presidente Truman y al Departamento de Estado, y no logr¨® lo que pretend¨ªa: el cambio de pol¨ªtica. Tal cambio vino por otras razones y por decisi¨®n de Truman y el secretario de Estado, Dean Acheson, no por Lequerica, aunque ¨¦l pasase a?os vanaglori¨¢ndose de ello¡±.
El cambio se produjo por el estallido de la guerra de Corea y la agudizaci¨®n del anticomunismo con la Guerra Fr¨ªa. La presi¨®n de la Marina de Guerra y la Fuerza A¨¦rea, que ya solicitaban ayuda a la Espa?a de Franco sin necesidad de reformas democr¨¢ticas, para crear pistas de aterrizaje para bombardeos pesados (Barajas, Sevilla, Barcelona, Bilbao, Tenerife), se increment¨® y acabaron abriendo la puerta a lo que acabar¨ªa llegando en 1953, un pacto bilateral y, dos a?os despu¨¦s, la admisi¨®n de la Espa?a franquista en la ONU.
A diferencia de otros historiadores, Joan Maria Thom¨¤s cree que los profranquistas estadounidenses desbordan el marco de un grupo de presi¨®n espa?ol, organizado y jerarquizado a las ¨®rdenes de la Embajada. ?l prefiere englobarlos en el Spanish Bloc, formado por el cardenal de Nueva York Spellman, el jesuita padre Thorning ¡ªque despu¨¦s estar¨ªa a sueldo de Lequerica¡ª, el jesuita padre Talbot, creador de la American Union for Nationalist Spain en 1938 y otros. Despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial se unieron el exembajador en Espa?a Carlton Hayes; banqueros como Alfred Barth, del Chase National; James Farley de Coca-Cola; Eric Johnston, de la Motion Picture; Frank Ryan, algodonero, y m¨¢s.
Esp¨ªas y mercado negro
En la historia de la corrupci¨®n en la Espa?a franquista a¨²n quedan por aclarar importantes lagunas en la cimentaci¨®n de muchas fortunas de prohombres cercanos al r¨¦gimen, vinculadas al blanqueo del dinero nazi. En otros casos se mezcla el inter¨¦s leg¨ªtimo de hacer negocios o los intereses nacionales con pr¨¢cticas corruptas. Pablo Le¨®n Aguinaga detalla el protagonismo de financieros o empresarios a sueldo de la Office Strategic Service (OSS), precursora de la CIA, en el mundo de los negocios entre Estados Unidos y Espa?a, que buscaban free pesetas (dinero negro) para financiar las operaciones encubiertas de la agregadur¨ªa militar o de la OSS a partir del petr¨®leo, algod¨®n y muy especialmente las cintas de Hollywood, uno de los pocos negocios boyantes de la depauperada econom¨ªa espa?ola durante la Segunda Guerra Mundial. Uno de los agentes m¨¢s destacados fue Alfred Barth, que ten¨ªa el alias de Laurel, a las ¨®rdenes de Frank Timothy Ryan (Royal), nombrado jefe de la inteligencia secreta en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y creador de la red Timothy only, malavenido con la Embajada. Ryan, exportador de textiles, sab¨ªa jugar con cartas marcadas en el corrupto sector algodonero catal¨¢n, enriquecido en el gran estraperlo.
¡°Barth pronto sobresali¨® en la labor que le hab¨ªa encomendado Ryan. Sus habilidades para la ingenier¨ªa financiera le convirtieron en un asiduo del vasto mercado negro de divisas, valores y metales preciosos de Madrid¡±, asegura Le¨®n Aguinaga. Su cartera inclu¨ªa operaciones con acciones especialmente codiciadas por especuladores y ahorradores, caso de las de Nestl¨¦ y la el¨¦ctrica hispano-argentina CHADE de Francesc Camb¨® (que despu¨¦s March hundir¨ªa para hacerse a precio irrisorio con la Barcelona Traction), adem¨¢s de operaciones cambiarias ¡°que vulneraban el cambio oficial con divisa extranjera, en particular con francos suizos y d¨®lares norteamericanos, que otros agentes de la OSS como el propio Ryan introduc¨ªan por la frontera portuguesa previo soborno de los agentes fronterizos cuando era necesario¡±.
Barth logr¨® despu¨¦s del armisticio que el Chase National Bank concediera los primeros cr¨¦ditos a Franco (25 millones de d¨®lares), mientras Ryan se puso al frente de la WWC, con sede en Panam¨¢, cuyos socios eran un antiguo director de la OSS (Donovan), un agente de los servicios secretos brit¨¢nicos (Stephenson) y un exsecretario de Estado norteamericano (Stettinius). La empresa, con intereses en la siderurgia vasca, contrat¨® a otro exagente, el espa?ol Ricard Sicre, excombatiente de Esquerra Republicana de Catalunya, y amigo de Robert Graves y Ava Gardner, que ser¨ªa despu¨¦s representante de Pepsi-Cola. Otro hombre de Ryan, Stanton Griffis, vinculado a la Paramount y que hab¨ªa trabajado para la OSS en Espa?a, ser¨ªa nombrado primer embajador norteamericano en Madrid. En marzo de 1951 los madrile?os saludaron entusiastas el paso de una berlina de gala tirada por tres troncos de caballos y servida por cochero, postill¨®n, dos lacayos y tres mancebos, escoltada por la Guardia Mora. En su interior iba Griffis, camino del Palacio de Oriente para presentar las credenciales a un exultante Francisco Franco.