Antony Beevor, historiador militar: ¡°La guerra de Ucrania puede desatar una cat¨¢strofe global¡±
El investigador publica su nuevo libro, ¡®Rusia. Revoluci¨®n y guerra civil¡¯. ¡°El terror y la crueldad son elementos esenciales como arma de guerra¡±, sostiene en una entrevista
Antony Beevor (nacido en Londres hace 75 a?os) se ha convertido en una referencia para cualquiera que intente comprender la historia militar del siglo XX. Batalla a batalla ¡ªStalingrado, Berl¨ªn, Normand¨ªa, las Ardenas o Arnhem¡ª, ha acercado la II Guerra Mundial a millones de lectores. Su ¨²ltimo libro es Rusia. Revoluci¨®n y guerra civil 1917-1921 (Cr¨ªtica, traducci¨®n de Gonzalo Garc¨ªa). Su publicaci¨®n no puede ser m¨¢s oportuna, en medio de la guerra de Ucrania.
El historiador brit¨¢nico relata la Revoluci¨®n de febrero de 1917 que acab¨® con el zarismo, pero tambi¨¦n el golpe de Estado bolchevique de octubre, que desencaden¨® una guerra civil de un salvajismo atroz en los dos bandos, que provoc¨® millones de muertos por los combates, el hambre, los desplazamientos, los saqueos, las masacres. ¡°Europa no hab¨ªa visto una crueldad tan conspicua, utilizada como arma de terror, desde las guerras de religi¨®n¡±, escribe. En la p¨¢gina 358 describe al ¡°aterrador¡± comandante blanco Andr¨¦i Shkur¨®, ¡°antisemita y s¨¢dico¡±. En la p¨¢gina 361 se detiene en Saenko, un jefe de la Checa local, ¡°famoso por su sadismo patol¨®gico¡±. Su especialidad era ¡°el guante¡±: despellejar la mano de una pobre v¨ªctima mientras a¨²n estaba viva.
Esta entrevista se realiz¨® esta semana por videoconferencia. Beevor tuvo que anular una visita Madrid tras contagiarse de coronavirus y lleg¨® a estar hospitalizado. Ya recuperado, era de nuevo capaz de desplegar su enciclop¨¦dico conocimiento de los momentos m¨¢s horribles del siglo XX.
Pregunta. Su libro contiene escenas de una crueldad desatada: torturas, masacres, asesinatos¡ ?Por qu¨¦ la guerra civil rusa fue tan salvaje?
Respuesta. Es una cuesti¨®n muy importante. Con la guerra en Ucrania en este momento, es un asunto muy debatido. David Aaronovitch public¨® un art¨ªculo muy bueno en The Times en el que planteaba lo que describ¨ªa como ¡°el salvajismo sist¨¦mico de las tropas rusas¡±. ?Y cu¨¢l es el origen de esto? Hay que tener cuidado, obviamente, porque no se puede generalizar sobre ning¨²n pa¨ªs, y mucho menos uno con tantas nacionalidades como Rusia. Pero la idea de que la brutalidad rusa en la guerra se remonta a la invasi¨®n mongola del siglo XIII creo que tiene cierta validez. Rusia siempre se ha sentido amenazada desde el exterior. Tambi¨¦n es importante ser conscientes de que el terror y la crueldad son elementos esenciales como arma de guerra. Vemos esto una y otra vez. No conocemos todos los detalles, porque muchos de ellos no fueron registrados, pero nos podemos hacer una idea bastante precisa de lo brutal que fue la guerra civil rusa. Y no es algo solo del pasado. En los a?os noventa cerca de 5.000 reclutas se suicidaban cada a?o en Rusia debido a la brutalidad de las novatadas. La cantidad de deserciones en Ucrania en este momento nos dice mucho sobre lo mal que est¨¢n siendo tratados los soldados. Tambi¨¦n resulta muy significativo el hecho de que no est¨¦n repatriando los cuerpos, los est¨¢n enterrando o quemando para ocultar el n¨²mero de bajas, lo que demuestra un asombroso desprecio hacia sus propios militares.
P. ?Se pueden trazar paralelismos entre aquella guerra civil y lo que ocurre actualmente en Ucrania? Por ejemplo, en el asunto de las armas. Entonces Churchill quiso intervenir directamente o enviar m¨¢s armamento, pero el Gobierno brit¨¢nico no lo dej¨®¡
R. Se pueden trazar ciertos paralelismos, por supuesto, pero hay que tener mucho cuidado. Especialmente porque Putin ha distorsionado completamente la historia de todas las formas posibles. Putin se est¨¢ comportando mucho m¨¢s como Hitler que como Stalin, a pesar de su obsesi¨®n con que, de alguna manera, esto es una repetici¨®n de la II Guerra Mundial, contra lo que ¨¦l considera una especie de Estado fascista. Es una versi¨®n totalmente distorsionada del pasado. Por eso los paralelismos son peligrosos. Es verdad que una de las lecciones que nos da la historia, por supuesto, es el peligro de involucrarse en cualquier guerra civil. Pero esto no es una guerra civil. Es una guerra de Estado a Estado. Insinuar que se trata de una guerra civil es seguirle el juego a Putin. No creo que Occidente pueda hacer nada en este momento, m¨¢s all¨¢ de armar a Ucrania. Tendr¨ªa m¨¢s sentido un paralelismo con la guerra civil espa?ola y el comit¨¦ de no intervenci¨®n, que, gracias a Dios, ahora no existe. Creo que enviar armamento a Ucrania es absolutamente vital porque ser¨ªa grav¨ªsimo que se viese forzada a firmar una paz, que en realidad solo ser¨ªa un alto el fuego muy temporal. A Putin le encantar¨ªa conseguir un alto el fuego. De hecho, responde a la vieja idea napole¨®nica de retirarse para luego volver a atacar. Y ese es sin duda su plan en caso de que haya una tregua. As¨ª que Occidente tiene que mantenerse absolutamente firme para no forzar a Ucrania a negociar, lo que le pondr¨ªa en desventaja, no solo dentro de unos meses, sino tambi¨¦n dentro de unos a?os.
P. Entonces, ?piensa que la tesis de que es mejor llegar a un acuerdo ante el desastre que se avecina, por la inflaci¨®n o por la falta de trigo, es un error porque Putin volver¨¢ a empezar?
R. No se puede confiar en Putin ni un instante porque ha mentido. Ha roto todos los acuerdos. Y tiene una obsesi¨®n, y no va a parar hasta que consiga esa obsesi¨®n.
P. Al principio de su libro explica que los zares viv¨ªan completamente ajenos a la realidad y que no ten¨ªan la m¨¢s leve idea de la revoluci¨®n que se estaba gestando. ?Cree que ocurre algo parecido con Putin, que vive ajeno al mundo que le rodea?
R. Creo que hay un fuerte elemento de eso. Sospecho que el comienzo de la guerra represent¨® un shock para Putin, a pesar de que alguna de la gente que le rodeaba hab¨ªa intentado explicarle la situaci¨®n de forma m¨¢s o menos suave. Putin est¨¢ obsesionado con el pasado, basta con ver las im¨¢genes de esa mesa rid¨ªculamente grande, las estatuas de los zares. El mismo hecho de que su palacio en el mar Negro est¨¦ lleno de ¨¢guilas de dos cabezas. Putin est¨¢ obsesionado con el antiguo imperio ruso. Tambi¨¦n es un snob en muchos sentidos porque todo esto resulta muy parad¨®jico para alguien que ha repetido hasta la saciedad que el colapso de la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha sido la mayor tragedia geopol¨ªtica del siglo XX. En muchos sentidos, parece estar mucho m¨¢s cercano a la creencia de que, en realidad, 1917 y la ca¨ªda del zarismo fue la mayor tragedia de este siglo. Aunque ha sido inteligente en la forma en que ha logrado jugar con los dos bandos de la guerra civil rusa, por ejemplo, con la forma en que repatri¨® los cuerpos de algunos generales blancos para volver a enterrarlos en Rusia. Esto conmocion¨® a muchos miembros del Partido Comunista y a los que todav¨ªa eran leales a la URSS. Pero al mismo tiempo tambi¨¦n ha jugado la otra mano. Aunque b¨¢sicamente, muchos de sus instintos estaban con los blancos.
P. ?Hay algo m¨¢s peligroso como dice en su libro que subestimar a un personaje como Stalin?
R. Por supuesto, muchos subestimaron a Stalin. Quiero decir, los que se reunieron con ¨¦l durante la guerra, como Churchill, se dieron cuenta muy pronto de lo inteligente que era y tambi¨¦n de que probablemente lo hab¨ªan subestimado en el pasado. Aunque quisiera matizar una cosa: ?qu¨¦ significa realmente subestimar? Cuando se habla de 1938 y de M¨²nich, hay que recordar que el problema con los brit¨¢nicos y los franceses fue que no solo hab¨ªan subestimado a Hitler, sino que subestimaron las ambiciones de Hitler simplemente porque lo juzgaban desde su propio punto de vista, pensaban que nadie en su sano juicio querr¨ªa desatar otra guerra mundial. Pero en 1938 estaba furioso cuando Chamberlain cedi¨® porque realmente quer¨ªa una guerra con Checoslovaquia, y sinti¨® que le hab¨ªan enga?ado. Ahora cometimos el mismo error con Putin porque sentimos que nadie querr¨ªa una guerra de Estado a Estado en Europa. Pues bien, deber¨ªamos haber aprendido la lecci¨®n de Chechenia y, por supuesto, de Siria e incluso de Libia. Olvidamos la determinaci¨®n de Putin de desatar un conflicto siempre que tenga la oportunidad si eso va a aumentar su poder e influencia. Por eso creo que el 24 de febrero se produjo una especie de shock cuando se supo que Putin iba a entrar en guerra. Muy poca gente se hab¨ªa dado cuenta de que estaba dispuesto a ir a la guerra.
P. ?Se pueden estudiar la guerra civil rusa y la Revoluci¨®n sin tener en cuenta las emociones del presente? Mucha gente sigue rechazando la idea de que la Revoluci¨®n de octubre fue en realidad un golpe de Estado de los bolcheviques¡
R. Bueno, lo que usted llama las emociones son mitos. Y se crearon mitos muy poderosos porque la propaganda sovi¨¦tica fue muy inteligente en la forma en que los foment¨®. La imagen que tiene la gente del asalto al Palacio de Invierno est¨¢ totalmente basada en la pel¨ªcula de Eisenstein. Cuando uno ve cualquier documental en televisi¨®n, autom¨¢ticamente aparece el asalto al Palacio de Invierno porque es una gran pel¨ªcula, pero es totalmente falsa. No tiene nada que ver con la realidad. Los otros mitos, por supuesto, eran que los bolcheviques eran todos desinteresados. La idea de que siempre hubo una especie de jerarqu¨ªa privilegiada fue ocultada por la propaganda en los a?os siguientes. Pero la raz¨®n del ¨¦nfasis en la Revoluci¨®n de octubre es que, por supuesto, en la Revoluci¨®n de febrero los bolcheviques no jugaron ning¨²n papel. No esperaban aquella primera revuelta. Stalin estaba en Siberia. Lenin y otros se encontraban en Z¨²rich con Trotsky. Nadie lo esperaba. Pero aquello fue, en cierto modo, la verdadera revoluci¨®n, porque signific¨® el derrocamiento del antiguo r¨¦gimen. Los preparativos para el golpe de Estado continuaron durante ese oto?o. Lenin se dio cuenta, con tremenda astucia y perspicacia, de que en realidad no era una cuesti¨®n de superioridad num¨¦rica. Lo que necesitaba para ganar era la apat¨ªa de la mayor¨ªa.
P. ?Fue el terror el principal instrumento de Lenin para controlar el pa¨ªs y hacerse con el poder?
R. S¨ª, aunque creo que eso es cierto en cualquier guerra civil. Queipo de Llano utiliz¨® el terror en Andaluc¨ªa y los nacionales en todas las zonas donde se encontraban en minor¨ªa. Lenin hizo lo mismo en todos los lugares donde se enfrentaba a una fuerte oposici¨®n, sobre todo en el sur. Adem¨¢s, quer¨ªa convertir la I Guerra Mundial, la guerra imperialista, en una guerra civil internacional. Esa fue la estrategia desde el principio. Sab¨ªa que iba a encontrar mucha oposici¨®n y que no iba a ser posible una toma pac¨ªfica del poder.
R. En su libro no hay ni buenos ni malos, las dos partes se comportan con una brutalidad dif¨ªcil de imaginar. Describe a muchos personajes que son s¨¢dicos, que disfrutan torturando y asesinando. ?Una guerra civil convierte a personas normales en monstruos o realmente los monstruos salen a la luz en las guerras?
R. Me temo que eso suele suceder siempre en los momentos de grandes crisis. Siempre se dice que la escoria llega a la cima en esos periodos. La guerra civil fue tan intensa y cruel que los generales m¨¢s brutales tienden a llegar a la cima. No hubo mucha humanidad en ninguno de los bandos. Pero el deber del historiador es tratar de retratar las cosas con la mayor precisi¨®n posible y dejar los juicios morales al lector. Tanto los blancos como los rojos cometieron tantas atrocidades que realmente no quedaba nada de humanidad.
P. Al leer su libro, uno tiene la impresi¨®n de que los blancos estuvieron a punto de ganar la guerra civil rusa, que los bolcheviques pudieron perfectamente haber perdido. ?Fue as¨ª?
R. Bueno, solo habr¨ªan podido ganarla si hubiesen hecho ciertas concesiones, olvidando las grandes obsesiones imperialistas rusas y construyendo una alianza con los polacos, los finlandeses y los estonios. Entonces s¨ª que habr¨ªan tenido realmente una oportunidad. Pero para exasperaci¨®n de Winston Churchill, trataron a los estonios con mucha arrogancia, y tambi¨¦n a los polacos y a los finlandeses. No fueron capaces de articular una alianza internacional que les hubiera dado suficiente apoyo para haber tenido la posibilidad de derrotar a los bolcheviques. Aunque los rojos gozaban de una enorme ventaja, por supuesto: ocupaban la zona central, incluyendo Mosc¨². Controlaban las principales f¨¢bricas de armas y dominaban las ciudades m¨¢s importantes, en las que era posible reclutar a la poblaci¨®n. Pero el verdadero problema era, por supuesto, que los blancos formaban una alianza completamente incompatible. Era una mezcla de socialistas moderados, revolucionarios de derechas y reaccionarios. Ambos bandos hicieron la mayor parte de su reclutamiento a trav¨¦s de prisioneros de guerra, algo que no se ha visto a menudo en la guerra. Los blancos resistieron tanto tiempo debido a los suministros masivos, en particular de armamento y equipos brit¨¢nicos, que estaban siendo desembarcados en el sur o en algunos casos tra¨ªdos a trav¨¦s del transiberiano.
P. Uno de los motivos por los que cae el r¨¦gimen zarista y estalla la Revoluci¨®n es la hambruna que padec¨ªa Rusia. ?Cree que actualmente los problemas en la distribuci¨®n de alimentos que est¨¢ provocando la guerra de Ucrania pueden desatar una crisis global de imprevisibles consecuencias?
R. La verdadera crisis llegar¨¢ m¨¢s o menos en septiembre. Quiero decir, uno de los elementos clave debe ser hasta qu¨¦ punto la OTAN puede persuadir a Turqu¨ªa para que permita la entrada de buques de guerra en el mar Negro para escoltar a los grandes barcos con cereales que salen de Ucrania. Porque tiene usted raz¨®n: la guerra de Ucrania puede desatar una cat¨¢strofe global. Creo que hay que dar un paso vital para asegurarse de que el grano sale de Ucrania para evitar una crisis humana atroz hacia la que se encaminan ?frica y Oriente Pr¨®ximo.
P. Usted sostiene que la I Guerra Mundial represent¨® ¡°el suicidio de Europa¡±. ?Es la cat¨¢strofe de la que surgieron todas las dem¨¢s cat¨¢strofes, la II Guerra Mundial, el Holocausto?
R. S¨ª. Algunos historiadores han identificado con bastante acierto la I Guerra Mundial como la cat¨¢strofe original del siglo XX. La importancia, sin embargo, de la guerra civil rusa, que en parte surgi¨® de la I Guerra Mundial, fue la forma en que desat¨® una din¨¢mica de miedo y odio, que condujo a la guerra civil espa?ola y a la II Guerra Mundial, al crear esa polarizaci¨®n radical entre la izquierda y la derecha, entre el fascismo y el comunismo, entre el estalinismo y el nazismo¡ Y b¨¢sicamente aplast¨® al liberalismo y a la democracia que se encontraban en medio. Y, por supuesto, empiezo a temer que se inicie un proceso similar en una ¨¦poca posdemocr¨¢tica en este siglo. Puede que al final Putin nos haya hecho un favor al despertarnos y mostrarnos los peligros de la autocracia y a d¨®nde nos puede llevar. Porque la II Guerra Mundial y la ¨¦poca del totalitarismo quedan demasiado lejos, sobre todo para una generaci¨®n m¨¢s joven que no recuerda c¨®mo fue. As¨ª que Putin puede habernos hecho un favor, ciertamente no ha hecho un favor a Ucrania y a todos los que sufren la guerra. Pero al mismo tiempo, con un poco de suerte, ha abierto los ojos del mundo ante los verdaderos peligros que pueden surgir cuando se desata esta forma de polarizaci¨®n, en este caso no tanto entre izquierda y derecha, sino entre autocracia y democracia.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.