La banalidad del drama: la literatura que surge de los grandes juicios hist¨®ricos
Rebecca West, Hannah Arendt y Joseph Kessel son algunos de los m¨¢s c¨¦lebres cronistas judiciales, a los que se ha sumado Emmanuel Carr¨¨re con sus textos sobre el proceso por los atentados de 2015 en Par¨ªs. Su relato por entregas, publicado por este diario, termina este domingo
El ensayo de Hannah Arendt sobre el juicio al mandatario nazi Adolf Eichmann celebrado en la capital de Israel en 1961, Eichmann en Jerusal¨¦n, es seguramente la referencia de una larga tradici¨®n literaria de grandes cr¨®nicas sobre juicios. La fil¨®sofa alemana se convirti¨® en referente sin haber sido la pionera: 15 a?os antes, la novelista inglesa Rebecca West hab¨ªa cubierto los juicios de N¨²remberg ¡ªenviada como Arendt por el semanario The New Yorker¡ª, y en ese mismo juicio estuvo tambi¨¦n el escritor franc¨¦s Joseph Kessel, enviado por France-Soir, que ya hab¨ªa cubierto en Francia el juicio al mariscal P¨¦tain ¡ªjefe del Gobierno pronazi durante la II Guerra Mundial¡ª, y que despu¨¦s cubrir¨ªa el de Eichmann. Todas esas cr¨®nicas, escritas para la prensa, pueden leerse hoy en formato libro. Otro franc¨¦s, Emmanuel Carr¨¨re, acaba de terminar su cobertura del proceso por los atentados del 13 de noviembre de 2015 en Par¨ªs ¡ªla ¨²ltima entrega se publica ma?ana en este diario¡ª. Carr¨¨re descart¨® al inicio que se tratara de un ¡°N¨²remberg del terrorismo¡±: ¡°[all¨ª] se juzg¨® a altos dignatarios nazis, aqu¨ª se juzgar¨¢ a peque?os maleantes adoctrinados, (¡) pero ser¨¢ tambi¨¦n un gran acontecimiento, algo in¨¦dito que deber¨¢ encontrar poco a poco sus reglas y su dramaturgia¡±, escribi¨® en septiembre pasado. El septiembre pr¨®ximo saldr¨¢ el libro.
La expresi¨®n ¡°altos dignatarios nazis¡± es hist¨®ricamente exacta, pero quiz¨¢ sugiera una imagen muy distinta a la de los retratos que los cronistas hicieron de los acusados de N¨²remberg. El contraste entre una maquinaria articulada para asesinar a millones de personas y sus dirigentes, aquellos mataos que ya sin la parafernalia violenta del poder se sentaron en el banquillo en 1946, es una de las claves que comparten la mirada de West en Un reguero de p¨®lvora (Reino de Redonda), y Kessel en Jugements derniers (Tallandier, sin edici¨®n espa?ola). ¡°Ninguno luce sobre la frente, o en los ojos, el menor rastro, el menor reflejo, la m¨¢s m¨ªnima justificaci¨®n de su gloria pasada, o del terror¨ªfico poder que tuvieron¡±, escribi¨® Kessel. Para West, el contraste era casi categ¨®rico: ¡°Aqu¨ª hab¨ªa un misterio: el de que Don Mojigato hubiese cometido un crimen tan enorme y despiadado¡±.
Dicho contraste, Hannah Arendt lo categoriz¨®: en su cr¨®nica acu?¨® un concepto, la banalidad del mal, que desat¨® una fuerte pol¨¦mica. Arendt vio en Eichmann a un tipo ¡°normal¡±, tan normal que actu¨® como millones de alemanes y como probablemente habr¨ªan actuado millones de ciudadanos de cualquier otro pa¨ªs en las mismas circunstancias. ¡°En las circunstancias imperantes en el Tercer Reich tan solo los seres ¡®excepcionales¡¯ pod¨ªan reaccionar ¡®normalmente¡¯. Esta simpl¨ªsima verdad plante¨® a los jueces un dilema que no pod¨ªan resolver, ni tampoco soslayar¡±, escribi¨® Arendt.
Desajustes y dramaturgias
¡°El mal no era el resultado de un juicio moral equivocado¡±, dice Reyes Mate, profesor em¨¦rito del CSIC, para explicar el concepto de Arendt, ¡°el mal se deb¨ªa a una estructura del ser humano, en el que la humanidad y la animalidad est¨¢n muy cercanas, todos somos potencialmente criminales, basta dejar de pensar y dejarte llevar por lo que te dicen, para convertirte en uno de esos individuos que colaboraban directa o indirectamente con el genocidio jud¨ªo¡±, a?ade el autor de Memoria de Auschwitz.
Quiz¨¢ Arendt acert¨® a describir al arquetipo de nazi, pero no es seguro que acertara a describir al verdadero Adolf Eichmann, dados los documentos y biograf¨ªas aparecidas desde entonces. A otra escala, ese es el dilema, y el riesgo, de cualquier cronista: d¨®nde radica la singularidad y d¨®nde el drama de siempre. Tanto de los protagonistas como del momento hist¨®rico. ¡°Las cr¨®nicas reflejan muy bien el momento en que la sociedad enjuicia ese pasado¡±, se?ala Mate. ¡°Se ven muy bien en los juicios los l¨ªmites del derecho y el desaf¨ªo de los problemas. Hay un cierto desajuste entre tener que juzgar esos cr¨ªmenes con leyes dadas y la enormidad del acontecimiento [el Holocausto] que no estaba prevista y que obliga a abrir nuevos caminos¡±, a?ade.
Asoma siempre la dramaturgia del proceso. Desde los jueces ingleses, por una vez sin pelucas, del Tribunal internacional N¨²remberg ¡ªse pretend¨ªa as¨ª desprender a los magistrados de los rasgos nacionales de sus pa¨ªses¡ª a la ¡°sala del juicio¡± de Jerusal¨¦n que Arendt vio ¡°dispuesta como un teatro¡±, algo que atribuy¨® a los planes del primer ministro israel¨ª Ben-Guri¨®n de que el juicio sirviese como puesta en escena del Estado hebreo. ¡°La justicia, aunque quiz¨¢ sea una abstracci¨®n para quienes piensan como el primer ministro, demostr¨® ser, en el caso de Eichmann, mucho m¨¢s severa y exigente que Ben-Guri¨®n y el poder concentrado en sus manos¡±, escribi¨® Arendt.
Al margen de esos procesos hist¨®ricos, otros autores se han ocupado de ese ¡°experimento historiogr¨¢fico¡± (Ferrajoli) que es cualquier juicio. Hay quien ha visto en ello una guerra entre dos versiones en la que no triunfa la m¨¢s veraz, sino la m¨¢s eficaz dram¨¢ticamente, como Janet Malcolm en su Ifigenia en Forest Hills (Debate), sobre un juicio por asesinato. Javier Melero, abogado de varios independentistas y autor de una cr¨®nica sobre el juicio del Proc¨¦s, El encargo (Ariel) est¨¢ de acuerdo a medias: es verdad que las partes tratan ¨²nicamente de ¡°dotar de contenido jur¨ªdico a la versi¨®n de su cliente¡±, admite. Pero eso no quita que el sistema pueda funcionar: ¡°Yo creo que s¨ª hay una pretensi¨®n honesta de descubrir qu¨¦ pas¨®, castigar a los culpables y reparar a las v¨ªctimas¡±, dice. ¡°Verdad y Justicia son conceptos extremadamente arrogantes. De lo que se trata es de conseguir resultados m¨ªnimamente aceptables¡±, a?ade.
Los juicios por los grandes atentados terroristas atraen ahora las grandes coberturas, aunque no en exclusiva. Pablo Ordaz, periodista de este diario, cubri¨® el de los atentados del 11M en Madrid, y el del proc¨¦s en el Tribunal Supremo. Tambi¨¦n en Espa?a, Jos¨¦ Luis Mart¨ªn Prieto cubri¨® as¨ª el juicio del 23-F para este peri¨®dico en 1982, y sus cr¨®nicas se recogieron luego en el libro T¨¦cnica de un golpe de Estado (Grijalbo). Antonio Mu?oz Molina hizo lo mismo con el juicio contra parte del GAL en 1998, en La puerta de la infamia. Cr¨®nicas del caso Marey (Fundaci¨®n Huerta de San Antonio). M¨¢s recientes, Arcadi Espada cubri¨® para El Mundo el del proc¨¦s, publicado como Sed de Lex (Funambulista), y Guillem Mart¨ªnez, para Ctxt, como Caja de Brujas (Contextos).
¡°A medida que avanza un juicio, vas descubriendo que lo que m¨¢s pol¨¦mica ha creado, a la hora de la verdad, que es lo que es un juicio, no tiene tanta importancia¡±, dice Ordaz, autor de Los tres pies del gato (Aguilar; sobre el 11M) y El juicio sin fin (C¨ªrculo de tiza; sobre el proc¨¦s). Las reglas y las formas del proceso, tan tediosas, permiten a la justicia materializar sus objetivos, a muchos niveles. ¡°Un juicio es una representaci¨®n, una escenificaci¨®n del crimen y de la v¨ªctima, y conlleva un momento pedag¨®gico y un momento de justicia para la v¨ªctima fundamental¡±, sostiene Mate.
A diferencia del teatro y los relatos de ficci¨®n, la representaci¨®n judicial incluye necesariamente el aburrimiento. ¡°El s¨ªmbolo de N¨²remberg era un bostezo¡±, escribi¨® West, como quien levanta acta de un hecho desagradable, pero ineludible. Dios es mejor narrador: ¡°Si el Al¨¢ de Las mil y una noches hubiese regido este designio divino, habr¨ªa aparecido un ¨¢ngel y fulminado a todos los acusados y luego habr¨ªa proclamado que el resto de los presentes en el tribunal podr¨ªa hacer lo que se les antojara, y ellos habr¨ªan huido (¡) de regreso a la vida¡±.
A lo largo de todo el juicio, Carr¨¨re ha afrontado el desaf¨ªo que el bajorrelieve de esos ¡°peque?os maleantes¡±, adoctrinados en nombre de Al¨¢, pero procesados por la justicia humana, supon¨ªa para su relato. Por suerte, no eran los ¨²nicos convocados. ¡°Centenares de seres humanos que tienen en com¨²n haber vivido aquella noche del 13 de noviembre de 2015, haber sobrevivido a ella o haber sobrevivido a quienes amaban, van a comparecer ante nosotros y a tomar la palabra. Oiremos la verdad¡±, escribi¨® sobre las v¨ªctimas.
La madre del espa?ol Juan Alberto Gonz¨¢lez Garrido, asesinado en el Bataclan, compareci¨® el 20 de octubre. ¡°La sentencia no va a reparar el da?o¡±, declar¨®. Concluido el juicio, en una terraza madrile?a, Cristina Garrido, contaba este jueves que se ¡°sinti¨® liberada al hablar y decir lo que sent¨ªa¡± en el juicio. ¡°Hablar de Juan Alberto me duele bastante, pero hablar de ¨¦l es mantener viva su memoria y que no caiga en el olvido¡±.
Babelia
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