Amor entre el horror de Auschwitz
El enlace entre Margarita Ferrer y el preso austriaco Rudolf Friemel fue el ¨²nico que se celebr¨® en el campo nazi. El nieto de la pareja ha donado su archivo en Viena
A Rudolf Friemel le permitieron dejarse crecer el cabello y lucir traje, corbata y zapatos prestados de la guardarrop¨ªa de las SS. Su padre y su hermano llegaron en tren desde Viena en calidad de testigos, y con ellos la novia, Margarita Ferrer, a la que permitieron entrar en Auschwitz con su hijo com¨²n, ?douard, un ni?o de tres a?os. Un prisionero polaco hizo las fotograf¨ªas, hubo un banquete ¨ªntimo y los reci¨¦n casados pasaron la noche de bodas en el prost¨ªbulo del campo, una celda del barrac¨®n 24. Al d¨ªa siguiente se despidieron, Margarita regres¨® con la familia a Viena y Rudolf contin¨²o su reclusi¨®n como preso n¨²mero 25173. Hasta que la muerte los separe. No se volvieron a ver.
Eran vidas tr¨¢gicas, desgraciadas, de pel¨ªcula. Rudolf Friemel y Margarita Ferrer se conocieron en el frente del Ebro durante la Guerra Civil: ¨¦l hab¨ªa viajado a Espa?a para luchar con las Brigadas Internacionales contra Franco; ella acompa?aba al grupo de mujeres antifascistas que hac¨ªa excursiones desde la retaguardia para animar las horas muertas de los soldados en las trincheras. ?l era de Viena, buena planta, carism¨¢tico, con el ment¨®n partido de Robert Mitchum, un mec¨¢nico de coches que hab¨ªa estado involucrado en el asesinato de un inspector de polic¨ªa durante el Levantamiento de febrero del 34. Ella era una espa?ola de ojos negros que trabajaba como secretaria en Barcelona. Cuando entraron las tropas franquistas en la ciudad, tuvo que huir con su hermana cruzando a pie los Pirineos para acabar en un campo de concentraci¨®n en Francia.
Saint-Cyprien era una franja a orillas del mar cercada con alambre de espino, sin ni siquiera barracones donde guarecerse ni agua potable, con los refugiados peleando por sobrevivir en la arena. El mismo campo al que pronto lleg¨® Rudolf, pero sin que ninguno de los dos amantes supiera que compart¨ªan cautiverio. Antes de que Rudolf fuera deportado a Auschwitz en diciembre de 1941, hubo un feliz reencuentro y Margarita se qued¨® embarazada de ?douard.
El hijo de ?douard tiene hoy 48 a?os, es un ingeniero alto y pelirrojo que vive en Marsella y lleva el nombre de su abuelo. Rodolphe Friemel acaba de donar al archivo municipal de Viena los documentos originales que conservaba su familia sobre el enlace en Auschwitz, y la Biblioteca de Viena los exhibir¨¢ hasta el 30 de septiembre. El acceso es libre y permite conocer las entra?as del monumental edificio neog¨®tico del Ayuntamiento vien¨¦s. El buen castellano que habla Rodolphe no lo aprendi¨® con su abuela Margarita, sino con su segundo marido, Paco Su¨¢rez, un republicano espa?ol superviviente de Mauthausen que durante a?os se sirvi¨® el caf¨¦ en latas porque lo dem¨¢s eran lujos.
¡°Con Marga nunca habl¨¦ de su boda en Auschwitz. Era una cuesti¨®n de celos, Paco no lo soportaba¡±, dice Rodolphe Friemel junto a las vitrinas que exponen las fotos, cartas, tarjetas de boda dise?adas por otros reclusos preferentes y documentos oficiales del enlace de sus abuelos. ¡°Con mi padre consegu¨ª un di¨¢logo fluido al final de su vida. Siempre se neg¨®, era un trauma para ¨¦l. Una noche le dije: ¡®Pap¨¢, no soporto la idea de que te mueras, y necesito hablar contigo para aclarar c¨®mo fue tu infancia¡¯. Creo que pens¨® que se lo deb¨ªa a su hijo. Muri¨® un a?o despu¨¦s¡±.
El cat¨¢logo de la exposici¨®n se presenta con un texto del escritor Erich Hackl, autor de Boda en Auschwitz (publicado en Espa?a por Destino), un libro de indudable valor como documento hist¨®rico: Hackl busc¨® como un detective las voces de testigos y supervivientes para armar el relato con una detallada historia oral. Incluso tras su publicaci¨®n sigui¨® encontrando a los protagonistas. En Cracovia conoci¨® al fot¨®grafo del enlace, Wilhelm Brasse, preso en el campo casi desde su apertura en agosto de 1940 por su rechazo a alistarse en la Wehrmacht. ¡°Brasse hab¨ªa fotografiado los experimentos del doctor Mengele, im¨¢genes terribles como la de los ni?os siameses cosidos por la espalda. Tom¨® miles de im¨¢genes para el servicio de identificaci¨®n, un trabajo que le salv¨® la vida. Recordaba las fotos de los novios como el ¨²nico momento feliz en Auschwitz¡±, dice Hackl. Los retratos est¨¢n en la exposici¨®n. En el dorso de la fotograf¨ªa que le permitieron a Rudolf enviarle a Margarita, se lee escrito con tinta azul en castellano: ¡°A mi esposa fiel y valiente en su gran d¨ªa. Su Rudi. Auschwitz, 18-III-44¡å.
Rudolf Friemel hab¨ªa iniciado tiempo atr¨¢s una batalla burocr¨¢tica con las instituciones del Reich para conseguir el enlace y que su hijo tuviera un padre reconocido. No era jud¨ªo, sino un preso pol¨ªtico que les resultaba muy ¨²til a las SS por su conocimiento de mec¨¢nica. Lo consideraban alem¨¢n y contaba con ciertos privilegios, como enviar y recibir correspondencia (las cartas con los sellos con la efigie de Hitler y el matasellos del campo de concentraci¨®n de Auschwitz que se exhiben en Viena).
En Auschwitz-Birkenau, la m¨¢quina de exterminio nazi asesin¨® de forma industrial a m¨¢s de un mill¨®n de personas. En los cinco a?os que oper¨® el campo solo se celebr¨® esta boda. Se ha interpretado como un pasatiempo c¨ªnico de la comandancia, un acto de propaganda como el documental filmado en Terezin, un gesto de humanidad o el triunfo de la voluntad burocr¨¢tica, pel¨ªcula que podr¨ªa haber rodado Leni Riefenstahl. ¡°Coincidi¨® con el nombramiento de un nuevo comandante, Liebehenschel, que trat¨® de atenuar el terror. Fue ¨¦l quien lo permiti¨®¡±, explica Hackl, que a?ade: ¡°Pero no hay una explicaci¨®n clara. Las decisiones sobre la vida o la muerte eran arbitrarias. Como me cont¨® un superviviente, 999 presos pod¨ªan ser apaleados hasta la muerte y el n¨²mero mil se salvaba. No hay que buscar una raz¨®n para cada autorizaci¨®n, cada decreto de excepci¨®n¡±. Y con Liebehenschel el exterminio continu¨®. La boda se ofici¨® esa ma?ana esplendorosa que anticipaba la primavera en Auschwitz sin que la chimenea de ladrillo rojo dejara de cubrir el campo con el hedor a carne quemada.
Entre los presos hubo un sentimiento de victoria. Volvieron fugazmente a las rutinas de la libertad. La euforia los envalenton¨® y los anim¨® a trazar un plan de huida, que tras ser destapado acab¨® con Friemel en el cadalso. Lo colgaron el 30 de diciembre con la misma camisa con la que se hab¨ªa casado, apenas un mes antes de que el campo fuera liberado por el ej¨¦rcito sovi¨¦tico. Durante el tiempo que esper¨® la sentencia, logr¨® enviarle una serie de cartas de amor a Marga con la complicidad de un SS, que tambi¨¦n est¨¢n en la muestra.
El enfrentamiento con el horror nazi de la familia de Rodolphe Friemel no se acaba aqu¨ª. Su abuelo materno fue ejecutado en Par¨ªs durante la ocupaci¨®n alemana. La Gestapo descubri¨® la imprenta en la que produc¨ªa L¡¯Humanit¨¦ y otros panfletos con instrucciones para usar armas de la Resistencia francesa. ¡°Tambi¨¦n conservo su material, un testimonio directo. Lo llev¨¦ al archivo de Francia¡±, dice Rodolphe Friemel, ¡°pero no lo aceptaron. No disponen de recursos y tiempo para registrarlo. Y es una pena¡±.
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