Romero de Torres: ni tan folcl¨®rico como propagaba el franquismo, ni pintor de almanaques
Lejos de los t¨®picos alimentados por la dictadura, una exposici¨®n en Sevilla reivindica al artista cordob¨¦s como un intelectual a la altura de Valle-Incl¨¢n y P¨¦rez de Ayala
La mirada insondable de las mujeres que retrat¨® durante m¨¢s de tres d¨¦cadas el pintor Julio Romero de Torres (C¨®rdoba 1874 ¨C 1930), esos ojos negros que amenazan, han tenido muchas y contrarias interpretaciones desde su muerte temprana antes de los 56 a?os. Desde los clich¨¦s interesados asociados a un folclorismo simplista, alimentado por el uso propagand¨ªstico que el franquismo hizo de la obra del artista cordob¨¦s, hasta el sentimiento m¨ªstico y trascendental de la vida con el que lo describi¨® su amigo Ram¨®n P¨¦rez de Ayala. Esto lo entronca directamente con los grandes intelectuales de su tiempo, transidos del pesimismo noventayochista.
Es precisamente El sentimiento m¨ªstico. Julio Romero de Torres el t¨ªtulo de una esclarecedora exposici¨®n inaugurada en Sevilla (Sala Vel¨¢zquez de la Fundaci¨®n Cajasol) que pretende redescubrir al pintor ¡°ma?s alla? de los to?picos que lo han encasillado durante d¨¦cadas como el pintor de las mujeres morenas y de la Andaluci?a m¨¢s folclo?rica¡±, seg¨²n explica su comisaria, Marisa Oropesa, conocida gestora cultural y miembro del comit¨¦ de la Feria de Arte Contempor¨¢neo ARCO. Para ponderar al pintor cordob¨¦s como un artista ¡°rompedor, lib¨¦rrimo, que coquete¨® con los ismos, pero que cre¨® un universo absolutamente propio¡±, Oropesa ha seleccionado 27 obras fechadas entre 1900 y 1930 ¡ªsus a?os de m¨¢xima producci¨®n¡ª que proceden en su mayor¨ªa de colecciones privadas y no se hab¨ªan expuesto p¨²blicamente en estos ¨²ltimos cuarenta a?os, incluso algunas de ellas son pr¨¢cticamente in¨¦ditas y se pueden ver por primera vez en una muestra institucional.
Diferentes modelos de feminidad que ya no responden a antiguos arquetipos se esconden detr¨¢s de cada una de las pinturas que componen la muestra: mujeres sensuales, provocativas y provocadoras, de sonrisas procaces, en roles tradicionalmente masculinos, vestidas de torero en los vomitorios de una plaza de toros o empu?ando pistolas y escopetas; incluso mujeres que huyen, previsiblemente de un destino predestinado, dialogan, cuando no se imponen, a las damas de mantilla, costureras y piconeras de rasgos andalus¨ªes que durante d¨¦cadas convirtieron al cordob¨¦s en un pintor de almanaques. Y es que, esa captaci¨®n de la belleza en Romero de Torres ¡°siempre supo ir m¨¢s all¨¢ y ver lo que ten¨ªan dentro esas mujeres, como si hubiera adivinado qu¨¦ exist¨ªa detr¨¢s. Te pones delante y las im¨¢genes te est¨¢n interpelando, siempre hay un di¨¢logo entre el cuadro y el espectador¡±, reconoce Oropesa.
Como artista de finales del siglo XIX y de los primeros a?os del XX, Julio Romero de Torres cultiva ¡°la peculiar imagen de la condici¨®n femenina a trav¨¦s del Modernismo, del Simbolismo e incluso del Decadentismo. En sus obras, el poder de evocaci¨®n es tal que libera a la mujer de las ataduras propias de esa ¨¦poca en Espa?a, donde el catolicismo segu¨ªa teniendo en las instituciones y en la sociedad un peso important¨ªsimo, y especialmente en la cultura andaluza, tan llena de tradiciones religiosas¡±, explica la comisaria.
Aun as¨ª, la muestra re¨²ne tambi¨¦n algunos de los cuadros m¨¢s ic¨®nicos de Romero de Torres, como el gran lienzo La consagraci¨®n de la copla, ciertamente iconoclasta: ¡°imag¨ªnate lo que significaba en esa ¨¦poca consagrar una guitarra¡±; o la c¨¦lebre Fuensanta, que sirvi¨® de imagen para el billete de cien pesetas que estuvo en curso legal hasta 1978, ambas custodiadas en colecciones particulares. Retratos de sus musas, como Pastora Imperio, la actriz Raquel Meller ¡ªque fue portada de la revista Times en la d¨¦cada de los a?os 20 del siglo pasado¡ª o Elena Pardo desfilan por una muestra que incluye la proyecci¨®n audiovisual del documental que le dedic¨® la cadena norteamericana Fox en 1925 y que, gracias a una cesi¨®n de la Universidad de Carolina del Sur, puede verse por primera vez en Espa?a en una exposici¨®n sobre el pintor cordob¨¦s.
Una exposici¨®n literaria
Asimismo, cada cuadro est¨¢ acompa?ado por una cita alusiva a la creaci¨®n de Romero de Torres escrita por sus amigos, grandes escritores y pensadores de su tiempo como Valle-Incla?n ¡ªquien lo introdujo en las tertulias del Caf¨¦ de Levante en Madrid¡ª, Azori?n, Santiago Rusi?ol, Ricardo Baroja o Guti¨¦rrez Solana, entre otros. ¡°Esta es una exposici¨®n muy literaria¡±, recalca la comisaria, para quien el artista ¡°fue m¨¢s que un pintor: hoy, con la distancia del tiempo, podemos ver en ¨¦l a un aut¨¦ntico intelectual y tan concienciado como toda la Generaci¨®n del 98 por los problemas de la ¨¦poca¡±. Fue, asimismo, un pintor de car¨¢cter social, sostiene Marisa Oropesa: ¡°Retrataba a todo tipo de personajes, de cualquier estamento social, y dej¨® constancia de la forma de vida en esos a?os en Espa?a¡±.
As¨ª lo describ¨ªa, por ejemplo, Ram¨®n P¨¦rez de Ayala: ¡°Grandes son las excelencias del arte de Romero de Torres (¡) pero acaso la m¨¢s eminente de todas consiste en el sentimiento m¨ªstico y transcendental de la vida, en esa abism¨¢tica potencia de captaci¨®n que asoma en los ojos de algunas de sus mujeres, y nos pasma y suspende, como si nos asom¨¢semos a un barandal en el borde ¨²ltimo del universo¡±.
Pintor infatigable y muy prol¨ªfico ¡ªa¨²n a falta de un cat¨¢logo razonado que tenga documentada toda su obra¡ª, Romero de Torres recibi¨® feroces cr¨ªticas y fervorosas exaltaciones durante sus a?os de actividad, aunque sin duda goz¨® de enorme ¨¦xito en vida. Realiz¨® muchos trabajos por encargo de la alta burgues¨ªa, por lo que su obra se encuentra diseminada ¡ªy poco localizada¨D en incontables colecciones particulares. Su fama trascendi¨® igualmente de Europa y lleg¨® a Am¨¦rica Latina. Precisamente, como valor a?adido a esta exposici¨®n, se da la circunstancia de que El sentimiento m¨ªstico coincide con el centenario de la celebraci¨®n de la primera gran exposici¨®n que celebr¨® en 1922 en Buenos Aires y que fue su consolidaci¨®n como artista internacional. ¡°Lo vendi¨® absolutamente todo, la muestra se prolong¨® durante meses y eso hizo que regresara a Espa?a como una estrella¡±.
En la cruz de la moneda, reconoce la comisaria, sucede que ¡°los artistas pueden llegar a ser v¨ªctimas de sus propios ¨¦xitos¡±, por lo que recomienda que, para ver su pintura, el espectador se acerque libre de prejuicios externos. ¡°Cuando se habla de Romero de Torres, ah¨ª est¨¢n sus estereotipos, las frases hechas que no nos permiten adentrarnos en la profundidad de sus pinturas, en la magia de su proceso creativo¡±. Romero de Torres nos atrapa, si estamos dispuestos, al igual que atrapaba el alma de todas aquellas personas a las que pintaba.
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