C¨®mo nos encanta la idea de lo ¨²ltimo
Edward Said escribi¨® un libro can¨®nico sobre el estilo tard¨ªo, concepto que no hemos de entender como cronol¨®gico, ya que no necesariamente expresa la ¨²ltima parte de una trayectoria, sino cierta cualidad formal, psicol¨®gica y espiritual
En la p¨¢gina 120 de la admirable Tres anillos de Daniel Mendelsohn aparece un artista escritor ya de cierta edad que, frente a una puerta de la Universidad de East Anglia, se pregunta ¡°qu¨¦ le espera¡±. Perdone usted, querr¨ªamos decirle, ?est¨¢ buscando saber qu¨¦ le espera a su obra, o tal vez a su vida?
Sinceramente, la palabra vida es la que m¨¢s brilla ah¨ª. La percibimos relacionada con el concepto de estilo tard¨ªo que acu?ara Adorno al o¨ªr las ¨²ltimas y raras sonatas de Beethoven, aquel sordo que entend¨ªa el infinito.
A?os despu¨¦s de Adorno, Edward Said escribi¨® todo un libro can¨®nico sobre el estilo tard¨ªo, concepto que no hemos de entender como cronol¨®gico, ya que no necesariamente expresa la ¨²ltima parte de una trayectoria, sino cierta cualidad formal, psicol¨®gica, espiritual. Analiza Said en Sobre el estilo tard¨ªo casos variados de artistas escritores, tambi¨¦n de artistas m¨²sicos. Entre los ¨²ltimos encontramos a Glenn Gould, que cre¨® su propia forma de expresi¨®n de lo tard¨ªo mediante la autoexclusi¨®n del mundo de la interpretaci¨®n en vivo, con lo que devino inevitablemente p¨®stumo, por as¨ª decirlo, y, al mismo tiempo, intensamente activo.
A todo esto, nuestro hombre en East Anglia tal vez siga pregunt¨¢ndose si alg¨²n d¨ªa sabr¨¢ hallarle sentido al tiempo que le queda. La pregunta encajar¨ªa perfecto en Los ¨²ltimos d¨ªas de Roger Federer, de Geoff Dyer. El libro es heredero del de Said, pero marca distancias cuando demuestra que la mente m¨¢s profunda debe ser tambi¨¦n la m¨¢s fr¨ªvola. Se ha dicho del libro que nos devuelve la esperanza de hallar sentido a los ¨²ltimos a?os de la vida. Pero creo que m¨¢s bien est¨¢ escrito para dar cuenta de lo que significa estar vivo.
Habla de las l¨¢grimas de Federer, por supuesto. Pero tambi¨¦n de la excepcional locura de Nietzsche en Tur¨ªn, de Bob Dylan, del metaf¨ªsico De Chirico (que en su periodo ¨²ltimo falsific¨® sus propios cuadros), de la denostada ¨²ltima pintura de Turner (que nadie supo ver que anunciaba la pintura abstracta), de Iris Murdoch y su bloqueo (que la llev¨® a decir que ¡°no poder escribir es muy aburrido¡±), de Beethoven y sus inefables cuartetos.
¡°C¨®mo nos encanta la idea de lo ¨²ltimo¡±, escribe Dyer en su libro. Y, como es un escritor serio que no se toma a s¨ª mismo en serio, cita al ¡°¨²ltimo mohicano¡±, al ¡°¨²ltimo tango en Par¨ªs¡±, al ¡°¨²ltimo magnate¡±, al ¡°¨²ltimo campanudo¡±. Una lista con buen humor que permite que, enfrascados en el encanto de lo ¨²ltimo, volvamos a la primera l¨ªnea del libro de Dyer, donde se nombra The End, de The Doors. Ah¨ª parece seguir, tambi¨¦n en primera l¨ªnea, el artista escritor de East Anglia. Querr¨ªamos preguntarle si ya ha averiguado c¨®mo enfocar¨¢ sus ¡°¨²ltimos d¨ªas¡±. De estar yo en su lugar, habr¨ªa contestado que me dar¨ªa ya por contento con bien poco (que es mucho, seg¨²n se mire): con una general cordialidad en los di¨¢logos de todo dios, con honrados apretones de manos, sonrisas agradables en el frescor de las ma?anas, con el color c¨®mico de las rosas. Toda la jovialidad que el mundo ha perdido.
Babelia
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