El mito de D¡¯Artagnan impregna la Francia convulsa de Macron
La nueva versi¨®n f¨ªlmica de ¡®Los tres mosqueteros¡¯ triunfa mientras se suceden las protestas contra un presidente tan desafiante como el protagonista de la novela
Y, de repente, en esta primavera convulsa de manifestaciones y c¨®lera social en Francia por la impopular reforma de las pensiones, regresan D¡¯Artagnan y los mosqueteros. Lo hacen con una nueva pel¨ªcula dirigida por Martin Bourboulon, la n¨²mero 46 inspirada por la novela de Alejandro Dumas. Y una evidencia: hay franceses que siguen viendo en aquellos personajes y en sus aventuras algo profundo de s¨ª mismos.
¡°Hay rasgos de car¨¢cter que atraviesan los siglos¡±, dice el popular divulgador de historia y especialista en monarqu¨ªas St¨¦phane Bern, que ha estrenado un documental televisivo sobre el D¡¯Artagnan real. ¡°Es esta voluntad de desaf¨ªo permanente del poder y las verdades establecidas y el intento de alzarse por encima de su talla. Esto es muy franc¨¦s¡±.
Todo pa¨ªs tiene su mitolog¨ªa, el espejo legendario en el que le gusta mirarse o en el que los dem¨¢s identifican sus virtudes y defectos. Espa?a tiene a Don Quijote. Francia tiene a varios. Bern se refiere a Ast¨¦rix, el personaje de c¨®mic creado por Gosciny y Uderzo. Pero, sobre todo, a D¡¯Artagnan, ese ¡°Don Quijote de 18 a?os¡±: as¨ª lo presenta Dumas en su novela de 1844, el joven que en la primavera de 1625 abandona su Gascu?a natal para servir como mosquetero a Luis XIII.
Los tres mosqueteros es una historia del siglo XVII: las intrigas del cardenal Richelieu, las guerras de religiones, un mundo medieval que no acaba de morir y el moderno que da sus primeros pasos. Y es una historia del siglo XIX, empezando por la figura del muchacho de provincias que sube a la capital para hacerse un nombre. ?Tambi¨¦n un mito actual?
¡°Los mosqueteros son un mito que impregna el imaginario franc¨¦s¡±, observa el periodista S¨¦bastien Le Fol, autor del reci¨¦n publicado En bande organis¨¦e. Mitterrand, le pacte secret (En banda organizada. Mitterrand, el pacto secreto). Este libro es una cr¨®nica sobre una banda de amigos que, como D¡¯Artagnan y los mosqueteros Porthos, Athos y Aramis, acompa?aron a lo largo de su vida a Fran?ois Mitterrand, presidente de la Rep¨²blica entre 1981 y 1994. Entre la Francia de Luis XIII y la de Emmanuel Macron hay coincidencias, seg¨²n Le Fol: ¡°Tenemos un pa¨ªs que sigue siendo un pa¨ªs inflamable, eruptivo, pele¨®n, dividido. El campo de cultivo en el que crecieron los mosqueteros en el siglo XVII no ha cambiado mucho¡±.
¡°El mito va m¨¢s all¨¢ de Francia¡±, dice Claude Schopp, bi¨®grafo de Dumas. ¡°Su universalidad es muy masculina: la imagen de la amistad viril, con una idea subyacente: si tenemos derecho de hacer justicia por nuestra cuenta, como en El conde de Montecristo¡±, a?ade en alusi¨®n a la otra c¨¦lebre novela del autor de ¡®Los tres mosqueteros¡¯. Cuando se le pregunta a este especialista si Dumas tiene herederos en la literatura actual, no cita a ning¨²n franc¨¦s: ¡°El verdadero descendiente de Alexandre Dumas es Arturo P¨¦rez-Reverte, el autor de El club Dumas¡±.
Lo espec¨ªficamente franc¨¦s, en el mito de los mosqueteros, son una serie de t¨®picos sobre el car¨¢cter aut¨®ctono. El m¨¢s citado entre los entrevistados para esta cr¨®nica es el panache: el arrojo, la fiereza mezclada con un orgullo un poco inconsciente. Cyrano de Bergerac tiene panache. D¡¯Artagnan, tambi¨¦n.
¡°Es una noci¨®n un poco sobrevalorada, una manera de ser, ligeramente revolucionaria¡±, explica Schopp. ¡°En las protestas de estos d¨ªas hay algo de los mosqueteros, una falta de sensatez¡±.
Apunta Bern: ¡°Hay en los mosqueteros una camarader¨ªa y fidelidad al rey y a un principio, aunque a la vez son libres, guasones, camorristas¡±.
Macron, quej¨¢ndose hace ya unos a?os de la reticencia de los franceses a aceptar reformas econ¨®micas, habl¨® de ¡°los galos refractarios¡±. Pensaba seguramente en Ast¨¦rix, pero, seg¨²n Bern, hay tambi¨¦n en los mosqueteros ¡°este lado un poco bravuc¨®n que desaf¨ªa a la autoridad, al tiempo que es fiel a unos valores¡±.
Hay algo de los mosqueteros en los manifestantes pero tambi¨¦n en Macron, un presidente que, como confesaba en enero a Javier Cercas en una conversaci¨®n para EL PA?S, considera que, en el fondo, la literatura ¡°es lo ¨²nico que importa¡±. ?l, como D¡¯Artagnan o los balzacianos Rastignac o Rubempr¨¦, tambi¨¦n fue un muchacho que desembarc¨® en Par¨ªs con hambre de mundo y poder. Fue alguien que, como escribe Dumas de Monsieur de Tr¨¦ville, el jefe de los mosqueteros y ¨¦l mismo de origen provinciano, se pudo decir: ¡°Su bravura insolente, su alegr¨ªa todav¨ªa m¨¢s insolente incluso en un tiempo en el que los golpes ca¨ªan como granizo, lo hab¨ªan alzado hasta la cumbre de esta escalera dif¨ªcil que llamamos el favor de la corte, y cuyos escalones hab¨ªa escalado de cuatro en cuatro¡±.
Bern, pr¨®ximo al matrimonio Macron, ve en el presidente simult¨¢neamente rasgos de Richelieu y de D¡¯Artagnan. Macron-Richelieu, seg¨²n Bern: ¡°Era un personaje brillante y eminente, calculador. Macron tiene algo de ¨¦l¡±. Macron-D¡¯Artagnan: ¡°Es el lado bravuc¨®n, casi provocador. ¡®Si no me quer¨¦is, me da igual¡¯. No todo el mundo es capaz de no necesitar ser querido. D¡¯Artagnan tampoco buscaba ser popular¡±.
Hay un rasgo esencial de D¡¯Artagnan que, seg¨²n el periodista Le Fol, le falta a Macron: carece de una pandilla, unos mosqueteros que le hayan acompa?ado en sus batallas. Al menos no se le conocen. El n¨²cleo de su equipo son ¨¦l y su esposa, Brigitte.
Mitterrand se lo dijo una vez al periodista Jean Lacouture: ¡°Usted deber¨ªa saber que la pol¨ªtica es una historia de bandas¡±. Le Fol cita la frase la inicio de su libro sobre Mitterrand y sus amigos de infancia y juventud Pierre de B¨¦nouville, Fran?ois Dalle y Andr¨¦ Bettencourt. Era una aut¨¦ntica pandilla de mosqueteros, cuatro burgueses de provincias que flirtearon con la extrema derecha en los a?os treinta, que conoc¨ªan las ambig¨¹edades del futuro presidente durante los a?os de la ocupaci¨®n y la resistencia, y que, sin romper jam¨¢s el pacto de fidelidad que les ligaba, le ayudaron a conquistar Par¨ªs y el poder como primer jefe de Estado socialista en la V Rep¨²blica. ¡°En toda banda de mosqueteros hay un jefe, y el jefe era Mitterrand: todos lo defendieron contra los ataques por su pasado, porque conoc¨ªan sus secretos¡±, dice el autor. ¡°Mi idea era explicar c¨®mo un l¨ªder pol¨ªtico en Francia escribe su historia y construye su leyenda¡±.
La historia de Mitterrand es la prueba de que el mito de los mosqueteros pervive y determina c¨®mo se vive la pol¨ªtica y la historia en este pa¨ªs. Aunque los tiempos cambian. Hoy quiz¨¢ un D¡¯Artagnan, o un Mitterrand, no ir¨ªa a Par¨ªs.
¡°Antes, si se quer¨ªa triunfar, hab¨ªa que conquistar Par¨ªs¡±, resume Le Fol. ¡°Hoy los j¨®venes provinciales con ganas de ¨¦xito no pasan forzosamente por Par¨ªs. Ir¨¢n a Silicon Valley. O a Madrid¡±.
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