Hallazgos, traiciones, negocios: ?cu¨¢ndo es leg¨ªtimo publicar la obra p¨®stuma de los autores fallecidos?
La pr¨®xima aparici¨®n de novelas in¨¦ditas de Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n y Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez reaviva el debate sobre la conveniencia de su salida a la luz
Cuando Franz Kafka muri¨®, en 1924, hab¨ªa dejado bien claro a su amigo y editor Max Brod que todos sus manuscritos in¨¦ditos deb¨ªan ser quemados. Pero Brod no hizo mucho caso: dio a conocer escritos tan importantes en la obra kafkiana (y en la literatura universal) como El proceso, El castillo o Am¨¦rica. ?Est¨¢ justificado contrariar los deseos de un escritor muerto y ya inconsciente de los asuntos de los vivos a cambio de lograr aportaciones tan valiosas a la humanidad? ?Fue Brod un benefactor del acervo cultural universal o un traidor a su amistad con Kafka?
Debates como estos vuelven a plantearse en estos d¨ªas, despu¨¦s de la recuperaci¨®n de obras in¨¦ditas de tan ilustres fallecidos como Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez o Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n. Los mimbres del debate, que tiene vertiente ¨¦tica y legal, son variados: la violaci¨®n de los derechos de autor, la ausencia del escritor para contextualizar la obra o la posible falta de calidad de la misma, que puede manchar el conjunto de la producci¨®n literaria, a veces para beneficio pecuniario de los interesados. Porque, no lo olvidemos, una obra in¨¦dita es una tesoro literario a descubrir, pero tambi¨¦n un potencial negocio, y las razones econ¨®micas pueden dominar sobre las art¨ªsticas.
¡°Creo que muchas obras p¨®stumas han sido absolutamente fundamentales para entender plenamente la obra de un autor¡±, dice Jos¨¦ Colmeiro, profesor de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda), que hall¨® el manuscrito de V¨¢zquez Montalb¨¢n. Y juzga algunas decisiones tomadas por autores o herederos tremendamente equivocadas; por ejemplo, la tardanza en publicar los Sonetos del amor oscuro, de Federico Garc¨ªa Lorca, que no se difundieron hasta 1983, 47 a?os despu¨¦s de la muerte del poeta granadino. ¡°Para la Historia de la Literatura, y los amantes de la obra de Lorca, su publicaci¨®n tard¨ªa fue una aut¨¦ntica celebraci¨®n¡±, se?ala Colmeiro, ¡°y lo mismo es el caso de tant¨ªsimas otras obras magnificas que estar¨ªan en el limbo de los justos si alguien no hubiera decidido darlas a la luz¡±.
En el caso de V¨¢zquez Montalb¨¢n se trata de su primera novela, presentada en los a?os sesenta, sin ¨¦xito, al premio Biblioteca Breve, que concede la editorial Seix Barral. El manuscrito fue hallado por el profesor Colmeiro en las profundidades del archivo del autor, donado por la familia a la Biblioteca de Catalunya: en ¨¦l ya se ven reflejadas las obsesiones y particularidades de su escritura. ¡°La novela est¨¢ completa y fue revisada ¨ªntegramente en su momento con intenci¨®n de publicarla, aunque eso nunca ocurri¨®¡±, explica Colmeiro. Ahora s¨ª ocurrir¨¢: ver¨¢ la luz en oto?o, sin t¨ªtulo conocido a¨²n, de mano de la editorial Navona, con el consentimiento de los herederos. No se sab¨ªa de su existencia.
En el caso del Nobel colombiano, fallecido hace 10 a?os, los herederos han decidido publicar en 2024 la novela En agosto nos vemos, que se hab¨ªa depositado, como otros papeles del colombiano, en el Harry Ransom Center de la Universidad de Texas. Se conoc¨ªa su existencia porque el Nobel ley¨® uno de los cinco relatos aut¨®nomos que lo componen, aunque protagonizados por el mismo personaje, en un acto en la Casa de Am¨¦rica de Madrid en 1999, con la presencia de Felipe Gonz¨¢lez y Mariano Rajoy. Uno de esos relatos se public¨® en EL PA?S en 2003; se titula La noche del eclipse. Gabo nunca estuvo satisfecho del todo con el resultado, pero sus hijos han decidido difundirlo 10 a?os despu¨¦s de su muerte a trav¨¦s de Penguin Random House.
Derechos, jueces, albaceas
?Qu¨¦ dice la legislaci¨®n en torno a la publicaci¨®n de obras p¨®stumas? ¡°Si el autor no se hubiera pronunciado en vida, ser¨¢ la persona o personas que hubiera designado en su testamento (por ejemplo, el albacea, aunque podr¨ªa designarse a otros) o, en su defecto, sus herederos, quienes decidan sobre la suerte de la obra¡±, explica el abogado Antonio Mu?oz Vico, socio del departamento de Propiedad Intelectual del bufete Garrigues. Pueden heredarse dos clases de derechos de autor. Por un lado, los derechos morales (intransmisibles e irrenunciables), como el derecho a decidir si una obra se divulga o permanece en el in¨¦dito. Por otro, los derechos patrimoniales, que son transmisibles y permiten decidir sobre la explotaci¨®n econ¨®mica de la obra. Por ejemplo, sobre una oferta editorial o adaptaci¨®n audiovisual.
?Qu¨¦ ocurre si, como en el caso de Kafka, el autor ha dejado instrucciones claras sobre su obra p¨®stuma? ¡°Si el autor expres¨® su voluntad de que la obra permaneciera en el in¨¦dito, esa decisi¨®n debe respetarse: el autor habr¨ªa ejercido su derecho moral de in¨¦dito y los herederos o la persona designada en el testamento no tendr¨ªan nada que objetar¡±, explica Mu?oz Vico, quien a?ade que, pese a lo mucho que nos guste El proceso, el caso de Max Brod constituye una ¡°infracci¨®n grave del derecho moral¡±. As¨ª lo piensa tambi¨¦n el c¨¦lebre escritor checo Milan Kundera, que le enmienda la plana a Brod por su conducta poco respetuosa en su ensayo, muy gr¨¢ficamente titulado, Los testamentos traicionados (Tusquets).
En el caso contrario opera igual: si el deseo expreso del autor es la publicaci¨®n, la obra debe publicarse. Si los herederos no se pusieran de acuerdo en las condiciones econ¨®micas de esa publicaci¨®n, por ejemplo, cualquier instituci¨®n o individuo podr¨ªa apelar al derecho al acceso a la cultura, y un juez podr¨ªa ordenar la divulgaci¨®n de la obra. Si el autor no deja ning¨²n deseo expl¨ªcito, la decisi¨®n es de los herederos. Una vez m¨¢s, ante la no publicaci¨®n de una obra valiosa, se podr¨ªa apelar al derecho al acceso.
¡°Uno de los casos que me produce mayor desaz¨®n en Espa?a es el de las memorias de Juan Ram¨ªrez de Lucas, que fue pareja de Lorca y destinatario de su ¨²ltima carta¡±, dice Mu?oz Vico. Ram¨ªrez de Lucas vivi¨® hasta 2010 y nunca revel¨® su relaci¨®n con el poeta, pero dej¨® dos cuadernos manuscritos con la intenci¨®n de que fueran publicados tras su muerte. ¡°La falta de consenso entre los herederos, y una cierta desidia institucional, han propiciado que los cuadernos permanezcan in¨¦ditos¡±, a?ade el abogado.
Hay algunos casos en los que la decisi¨®n sobre la publicaci¨®n de un texto p¨®stumo entrar¨ªa en terrenos morales pantanosos. Por ejemplo, si este pudiera perjudicar a terceros por su tem¨¢tica personal o delicada. ¡°Para ello se deber¨ªa al menos esperar a que las personas afectadas, o sus familias, hayan fallecido, y en seg¨²n qu¨¦ casos, mantenerlas bajo custodia hasta que haya pasado suficiente tiempo¡±, dice Colmeiro. Otro caso peliagudo podr¨ªan ser los textos escritos cuando el autor hubiera visto mermadas, por cualquier raz¨®n, sus facultades mentales. ¡°Eso podr¨ªa afectar a su legado¡±, a?ade el profesor.
Una novela en una maleta
Ir¨¨ne N¨¦mirovsky muri¨® en 1942 en el campo de exterminio de Auchswitz, v¨ªctima de la violencia nazi. Sus hijas consiguieron escapar del horror y acarrearon una maleta con los ¨²ltimos recuerdos personales de la familia, a trav¨¦s del espacio y tambi¨¦n del tiempo, donde tambi¨¦n dorm¨ªa el ¨²ltimo manuscrito de la autora. Finalmente, una de las hijas, Denise Epstein, reuni¨® el valor de enfrentarse al texto, transcribirlo ¡°con paciencia y dolor¡±, y darlo para la publicaci¨®n toda una vida despu¨¦s, en 2005. ¡°A N¨¦mirovsky le hubiera gustado vencer al nazismo, y con la publicaci¨®n p¨®stuma de esta novela lo hace de alg¨²n modo¡±, opina Sigrid Kraus, que fue la responsable de su publicaci¨®n en el sello Salamandra, hogar habitual de N¨¦mirovsky. Cosech¨® gran ¨¦xito y fue la primera novela p¨®stuma premiada con el premio Renaudot. Lo curioso es que tiempo despu¨¦s apareci¨® otro manuscrito de La suite francesa, pero esta vez corregido por la autora. Se public¨® en 2020. ¡°Es una pena no haber tenido desde el principio la versi¨®n definitiva¡±, lamenta la editora. No fue la ¨²nica publicaci¨®n p¨®stuma, tambi¨¦n se encontr¨® lo que faltaba de otra novela inacabada, y se public¨® en 2007: El ardor de la sangre.
No era el primer caso que Kraus viv¨ªa en relaci¨®n a publicaciones p¨®stumas: su familia pol¨ªtica, los editores Del Carril, propietarios de la editorial Emec¨¦ en Argentina, ten¨ªan a su disposici¨®n obras de juventud de Jorge Luis Borges, que no reeditaron por respeto al autor. Luego fueron sacadas a la luz por la que hab¨ªa sido pareja y era albacea del argentino, Mar¨ªa Kodama, recientemente fallecida. ¡°S¨¦ que fue todo un dilema para la familia, porque lo sent¨ªan como una traici¨®n, pero accedieron. En un autor tan importante como Borges es comprensible. No creo que en este asunto se puedan extraer normas generales: cada caso es diferente¡±, dice Kraus. Otros textos publicados p¨®stumamente que han causado controversia son el Diario de Anne Frank, al que se le critic¨® la edici¨®n del padre y la falta de respeto a la intimidad de la joven, o El Silmarillion de J.R.R. Tolkien, en el que algunos no vieron con buenos ojos la recopilaci¨®n y reescritura por parte de su hijo Christopher.
Cuando se deja todo atado y bien atado
Si hay autores que dejan bien claro que no desean que ciertas de sus obras se publiquen p¨®stumamente, hay otros que hacen lo contrario: dejan claras instrucciones sobre qu¨¦ hacer tras su fallecimiento. Es el caso de la tan llorada Almudena Grandes, fallecida en 2021: en vista de que el c¨¢ncer no le iba a otorgar el tiempo suficiente para dejar su libro terminado, le dej¨® claras instrucciones a su marido, el poeta Luis Garc¨ªa Montero, para que la terminara. Es la novela Todo va a mejorar (Tusquets), publicada en 2022. ¡°Es un caso muy paradigm¨¢tico: ese texto hab¨ªa servido de refugio a Almudena durante su ¨²ltimo a?o, y solo le faltaba el ¨²ltimo cap¨ªtulo¡±, dice Juan Cerezo, director editorial de Tusquets.
¡°Para m¨ª, desde un punto de vista literario, el criterio a seguir para publicar una obra p¨®stuma consiste en discernir si aporta algo a la obra publicada del autor, si la complementa de alg¨²n modo¡±, dice Cerezo. Pone como ejemplo El primer hombre de Albert Camus, un manuscrito que el escritor francoargelino llevaba inconcluso en su malet¨ªn cuanto tuvo el accidente de tr¨¢fico que acab¨® con su vida. All¨ª, en una letra escrita con premura y dif¨ªcil de descifrar, se encontraba un texto autobiogr¨¢fico que, en efecto, aport¨® muchas claves de la vida y obra del existencialista. Camus muri¨® en 1960, estrellado contra un ¨¢rbol en las cercan¨ªas de Par¨ªs, el libro se public¨® en 1995, con la colaboraci¨®n de su hija.
Hay un ¨²ltimo caso que rese?ar. El de los libros p¨®stumos que no contin¨²an la obra de creadores muy conocidos, sino que recuperan la figura de aquellos que no pasaron a la historia. Por ejemplo, las memorias de Carmen Baroja, hermana de P¨ªo, tituladas Recuerdos de una mujer de la generaci¨®n del 98. O los Recuerdos m¨ªos, de Isabel Garc¨ªa Lorca, hermana de Federico, ambos publicados por Tusquets. No sirven para extender la obra de creadores famosos, sino para hacer justicia a quienes no lo fueron y aportar nuevas visiones y sensibilidades que hab¨ªan sido esquinadas. Nunca es tarde.
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