¡°?Demonios, me han dado!¡±: el duelo de reactores en la Guerra de Corea llega al c¨®mic en un ¨¢lbum que incluye un homenaje al piloto y escritor James Salter
El guionista Yann y el dibujante Hugault recrean los combates a¨¦reos del conflicto, el primero con aviones a reacci¨®n, en ¡®Mig Madness¡¯, protagonizado por una aviadora
Espectaculares combates de reactores en la Guerra de Corea, una peligrosa misi¨®n secreta encabezada por una audaz aviadora y la inesperada aparici¨®n en las vi?etas del c¨¦lebre escritor James Salter (1925-2015), que luch¨® en el primer conflicto armado de la Guerra Fr¨ªa a los mandos de un caza Sabre F-86 y a partir de esa experiencia alumbr¨® la inolvidable novela Los cazadores (Salamandra, 2020), cuya adaptaci¨®n al cine protagoniz¨® Robert Mitchum. Es lo que contiene Mig Madness (La locura de los Mig), editado por Norma, ¨¢lbum de c¨®mic fruto de la colaboraci¨®n entre el guionista franc¨¦s Yann (Yannick Le Pennetier) y su compatriota el dibujante Romain Hugault, dos de los grandes nombres actuales de la historieta, autores juntos de algunas de las mejores plasmaciones de la aventura a¨¦rea de los ¨²ltimos tiempos, como El gran duque (Norma, 2011), ambientada en el frente del Este en la Segunda Guerra Mundial; El piloto del Edelweiss (Norma, 2019), una rivalidad de aviadores en la Gran Guerra, o la serie de la que forma parte Mig Madness: Angel Wings.
En esta serie, el personaje protagonista, ficticio, es una mujer, Angela MacCloud (ciertamente predestinada al vuelo por nombre y apellido). Es una Wasp (women airforce service pilots), es decir, una de las miembros del servicio auxiliar de mujeres pilotos de las fuerzas armadas de EE UU que prestaron apoyo a la aviaci¨®n militar del pa¨ªs durante la Segunda Guerra Mundial. MacCloud, apodada, Angel Wings (alas de ¨¢ngel), comenz¨® sus andanzas de papel en la campa?a de Birmania (primer ¨¢lbum de la serie, Burma Banshees), donde, pese a estar como las otras Wasp limitada a tareas de transporte y tener prohibido entrar en combate, la vimos vivir peligrosas aventuras e incluso derribar alg¨²n caza Zero japon¨¦s. Ha actuado en otras aventuras como agente secreta de la OSS, antecesora de la CIA.
En esta entrega, la s¨¦ptima, acabada hace ya a?os la contienda mundial, la encontramos en Florida haciendo de blanco de ejercicios a los mandos de un precioso reactor Lockheed P-80 Shooting Star rojo para las pr¨¢cticas de sus machistas colegas masculinos (¡°?A qui¨¦n le gusta acostarse con una machorra que se perfuma con aceite de motor en vez de con una chica dulce y sexy, y buena ama de casa?¡±), a los que consigue humillar con su gran habilidad como piloto. El novio de Angela, el teniente Robbins Rob Clower, sirve en el portaviones USS Oriskany en el Mar Amarillo, a lo largo de las costas de China y Corea, como piloto de un caza a recci¨®n Grumman F9F Panther (como el que pilotaba, con igual suerte, William Holden en Los puentes de Toko-Ri) y le encargan la misi¨®n de destruir un avi¨®n propio Neptune que realizaba tareas de espionaje y ha sido abatido por un caza Mig 15, a fin de impedir que los comunistas se apropien de informaci¨®n sensible. Durante la misi¨®n, otros Mig derriban a Clower, que es capturado y enviado a un campo de prisioneros norcoreano. Angela ser¨¢ reclutada para una operaci¨®n secreta de rescate en la que est¨¢ involucrada la reci¨¦n creada CIA (que ha sustituido a la OSS). Intervendr¨¢ a los mandos de un obsoleto (aunque precioso) F7F Tigercat de h¨¦lice recuperado para operaciones especiales nocturnas.
La historia es muy emocionante y est¨¢ extraordinariamente bien ambientada. Los aviones dibujados son una maravilla y las escenas de combates a¨¦reos (la guerra de Corea es la primera en la que se enfrentaron reactores contra reactores) casi cinematogr¨¢ficas, con algunos dibujos de Migs y Sabres antol¨®gicos. Pero hay un momento que cautiva especialmente: cuando Clower ingresa en el campo de prisioneros norcoreano y se encuentra con ?James Salter! (nom de plume de James Arnold Horowitz). Son apenas unas pocas vi?etas en las que aparece el escritor y aviador, pero iluminan el relato como una r¨¢faga de trazadoras en el cielo asi¨¢tico.
Salter sirvi¨® como piloto de Sabre en Corea del 12 de febrero al 6 de agosto de 1952, lo que parece poco tiempo, pero solo si no sabes lo que es salir cada d¨ªa a enfrentarte con los numerosos y letales Mig-15, los aparatos ¡°plateados y abruptos¡± (Salter dixit) con los que hab¨ªa equipado la URSS a los norcoreanos y que a veces pilotaban encallecidos ases sovi¨¦ticos (que hab¨ªan combatido a los nazis, como sus ahora enemigos estadounidenses). El aviador y luego escritor derrib¨® un Mig-15 (con otra victoria probable). En realidad, no fue abatido y hecho prisionero como aparece en el c¨®mic. Tampoco se hubiera presentado como James Salter como lo hace pues no adopt¨® ese nombre hasta despu¨¦s de la guerra. En la historieta, el personaje ofrece una mezcla de datos reales, como que sirve en el 335? escuadr¨®n de caza e intercepci¨®n y concretamente en el ala 4? (de lema ¡°Fourth but First¡±, cuarto pero el primero), la unidad m¨¢s famosa que luch¨® contra los Mig en Corea, y ficticios: dice que en el campo le llaman Grumpy. Le da algunos consejos al reci¨¦n llegado Clower. Aunque su aparici¨®n (con cara de cansado y sin afeitar) sea muy corta, el ¨¢lbum Mig Madness est¨¢ lleno de su esp¨ªritu: los rutilantes Sabres, los dogfights (duelos a¨¦reos) en Mig Alley, ¡°el patio de los Mig¡±, como llamaban los pilotos de la alianza anticomunista a la porci¨®n noroeste de Corea del Norte, donde tuvieron lugar muchos de los enfrentamientos de aviones; los Mig-15 como tiburones del aire¡ Salter, al que por cierto menciona Max Hastings en su libro The Corean War, an epic conflict 1950-1953 (Pan Books, 1988), en el cap¨ªtulo dedicado a la batalla en el aire, escribi¨® de su experiencia en sus apasionantes memorias Quemar los d¨ªas (Salamandra, 2019): ¡°La sacudida el¨¦ctrica que te traspasaba cuando aparec¨ªan los Migs¡±, los aviones ¡°lustrosos y desnudos¡±, el ¡°eclipse del valor¡± en medio del combate o la historia del piloto que se sub¨ªa a una mesa y recitaba los versos de Gunga Din y los dem¨¢s pensaban que se los inventaba.
No es sorprendente la aparici¨®n y la influencia de Salter en el ¨¢lbum porque el guionista Yann es un gran fan del escritor. ¡°Uno de mis libros fetiche sobre la guerra de Corea es Los cazadores¡±, revela al preguntarle por el homenaje. ¡°Cuenta maravillosamente el enfrentamiento entre los green leutnants, los aviadores estadounidenses ansiosos de victorias a los mandos de sus Sabres, contra los honchos, como denominaban ellos a los duros pilotos sovi¨¦ticos de los Mig-15, m¨¢s experimentados que los chinos o norcoreanos¡±. Sin menospreciar a Wang Hai, el gran as chino, con 9 derribos y cuyo Mig pudo ver un d¨ªa inolvidable en el Museo de la Guerra de Pek¨ªn quien firma estas l¨ªneas. Honcho es la corrupci¨®n de la palabra japonesa hancho, ¡°jefe de grupo¡±, l¨ªder, incorporada por los estadounidenses de las fuerzas ocupantes de Jap¨®n al final de la Segunda Guerra Mundial y exportada a la guerra de Corea.
Yann se alegra de que alguien reconozca en el l¨ªder de los Mig-15 en el episodio del ataque al Panther de Clower al legendario Casey Jones de Los cazadores, el as sovi¨¦tico con su avi¨®n pintado con rayas de camuflaje que se convierte en la n¨¦mesis de los pilotos estadounidenses en la novela. ¡°En el libro de Salter, los m¨¢s ambiciosos de los aviadores estadounidenses novatos so?aban con hacerse famosos derribando a Casey Jones, un apodo que le hab¨ªan puesto [nadie sab¨ªa qui¨¦n era en realidad] basado en el nombre de un legendario maquinista de tren durante la conquista del Oeste. El mote proven¨ªa del hecho verdadero de que los jets rusos despegaban de sus aer¨®dromos-santuarios en la frontera china, marcada por el r¨ªo Yalu, como el famoso de Antung, en formaci¨®n, unos detr¨¢s de los otros, en ristra, como un peque?o tren, levantando una gran polvareda, lo que los hac¨ªa visibles desde lejos. Casey Jones iba en cabeza como si fuera el maquinista¡±.
James Salter, subraya Yann, ¡°explica maravillosamente el excitante subid¨®n de adrenalina del combate y la incre¨ªble brevedad de los enfrentamientos, en contraste con los eternos periodos de espera en la pista (los Sabres estaban estacionados en la base de Kimpo), los innumerables despegues en falso, el miedo, el aburrimiento, las dudas, pero tambi¨¦n la competencia entre pilotos, los problemas ¨¦ticos¡¡±. Los cazadores, contin¨²a, ¡°es una de las raras obras sobre la aviaci¨®n que es a la vez un testimonio vivido sobre una experiencia de combate, pero a la vez un relato escrito con un punto de vista literario¡±.
El guionista dice que le hubiera gustado hablar m¨¢s de lo que cuenta Salter, ¡°pero me he tenido que contentar con una discreta evocaci¨®n¡±, suspira. Recomienda, a quien quiera profundizar en la guerra a¨¦rea en Corea, el extraordinario y complet¨ªsimo Mig Alley de Thomas McKelvey Cleaver (Osprey,2019), en el que tambi¨¦n aparece citado varias veces Salter (como capit¨¢n James A. Horowitz), y uno de cuyos cap¨ªtulos se titula Mig Madness, como el c¨®mic (referencia a la obsesi¨®n que ten¨ªan los pilotos estadounidenses de Sabres por derribar Migs y convertirse en ases).
Por su parte, Hugault, que adem¨¢s de dibujante es piloto (y tiene un Piper Club L-4 Grasshopper de 1942), se muestra fascinado con los Sabres, que ha plasmado con un virtuosismo excepcional. ¡°Prefiero el Sabre al Mig, es m¨¢s elegante. Tanto en el plano del dise?o del avi¨®n como en el de las insignias que llevaba. Da m¨¢s placer dibujarlo. Un amigo piloto que pose¨ªa un Sabre y hab¨ªa volado en Mig 15 era categ¨®rico: el Mig era horrible y muy vicioso, resabiado, mientras que el Sabre resultaba magn¨ªfico de pilotar. Es cierto que el Mig ten¨ªa un armamento m¨¢s imponente, ca?ones en vez de las ametralladoras de los Sabres. As¨ª que bien pilotado era formidable. La ventaja del Sabre era, entre otras, los slat, los listones del borde de ataque del ala que se desplegaban autom¨¢ticamente y que le permit¨ªan tener m¨¢s empuje y girar m¨¢s f¨¢cilmente en el combate a¨¦reo. Ah¨ª donde el Mig entraba en p¨¦rdida¡±.
?La guerra de Corea es una gran olvidada? ¡°S¨ª, es un tema que ha sido poco tratado, especialmente lo relacionado con la aviaci¨®n. Creo que para la opini¨®n p¨²blica estadounidense era una guerra que no quer¨ªan, demasiado cerca de la Segunda Guerra Mundial que ha devastado el mundo, y una guerra sucia bajo cobertura de la ONU contra un pa¨ªs lejano. Creo que los estadounidenses quer¨ªan o¨ªr hablar de otras cosas en las noticias¡±.
Hugault era hasta ahora sobre todo admirado por sus dibujos de aviones de h¨¦lice, de historias que transcurr¨ªan en la primera y sobre todo la segunda guerra mundial. ¡°Me encantan todos los aviones, incluso un Airbus me fascina. Es verdad que he solido concentrarme en las dos guerras mundiales. La de Corea es la m¨¢s moderna que he dibujado hasta el momento, pero mi pr¨®ximo ¨¢lbum se desarrollar¨¢ en los a?os 80-90 y tendr¨¢ como sujeto principal el F-14 Tomcat, el avi¨®n que hizo c¨¦lebre la pel¨ªcula Top Gun. Es una historia verdadera la que voy a contar¡±.
De momento, la serie de Angel Wings, dice, se detiene en la octava entrega, Anything Goes, aparecida este verano (a¨²n no traducida al castellano) y en la que no sale Salter pero s¨ª, y mucho, ?Marilyn Monroe! de gira para los soldados en Corea pocos meses despu¨¦s del armisticio. De la protagonista de la serie, Angela, convertida en ¨¢ngel guardi¨¢n de Marilyn en el ¨²ltimo volumen, destaca Hugault que es una mujer independiente que se bate en un mundo de hombres y en la que han querido, Yann y ¨¦l, recordar a esas Wasp que transportaban los aviones desde las f¨¢bricas a los cuatro extremos de EE UU para que salieran hacia la guerra. ¡°Escogimos meter a Angela en los servicios secretos para permitirle vivir aventuras m¨¢s palpitantes en el contexto del c¨®mic. La parte hist¨®rica con las batallas, los aviones, las escuadrillas y ciertos pilotos es completamente aut¨¦ntica, hechos reales e inspirados en la historia¡±. Subraya que trabajar con Yann, al que reconoce como el verdadero impulsor del homenaje a Salter, ¡°es una verdadera felicidad¡±. A?ade que el guionista ¡°es un enorme profesional que conoce su oficio y nunca, en los 16 a?os que llevamos de proyectos de c¨®mic en com¨²n, hemos tenido ning¨²n roce trabajando juntos¡±. Apunta que su pr¨®ximo proyecto no es con ¨¦l ¡°pero continuamos siendo amigos y volveremos a colaborar en el futuro¡±.
Finalmente, destacar que en el nuevo ¨¢lbum Anything Goes, con aviones y helic¨®pteros, hay tambi¨¦n un momento relacionado con Salter. Unas vi?etas muestran una conversaci¨®n telef¨®nica entre Marilyn, de gira por Corea, y su marido, la estrella del b¨¦isbol Joe DiMaggio, de la que precisamente habla Salter en sus memorias. Es en referencia a un juego que practicaba su admirado Irwin Shaw y que consist¨ªa en ver qui¨¦n pod¨ªa hacerte llorar con menos palabras. Shaw mencionaba precisamente ese di¨¢logo entre Monroe y DiMaggio, que recogi¨® un art¨ªculo de Gay Talese. Ella le dice: ¡°Joe, all¨ª hab¨ªa cien mil personas y todas vitoreaban y aplaud¨ªan, nunca has visto nada parecido¡±. Y DiMaggio, la gran estrella del deporte ensombrecida por su rutilante y provisional esposa, contesta: ¡°S¨ª, lo he visto¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.