Vlad¨ªmir Jurowski, director de orquesta: ¡°La m¨²sica no puede salvar vidas, pero s¨ª unir a las personas¡±
El maestro moscovita regresa de gira por Espa?a para celebrar el centenario de la Orquesta de Radio Berl¨ªn con un programa de Suk, Prok¨®fiev y Rajm¨¢ninov inspirado en los poderes demon¨ªacos que han desencadenado las tragedias pasadas y presentes
El 29 de octubre de 1923, la Radio de Berl¨ªn realiz¨® la primera retransmisi¨®n de m¨²sica en Alemania a trav¨¦s de las ondas. Un concierto que arranc¨® con el Andantino en el estilo del padre Martini, de Fritz Kreisler, en una versi¨®n para violonchelo y piano, al que siguieron otras piezas de Mozart, Beethoven, Schumann y Chaikovski. ¡°Los instrumentistas que participaron en aquel hist¨®rico concierto fueron, poco despu¨¦s, fundadores de la Rundfunk-Sinfonieorchester Berlin (RSB). Por esa raz¨®n, estamos celebrando el centenario de la orquesta¡±, aclara Vlad¨ªmir Jurowski por tel¨¦fono a EL PA?S desde la capital alemana.
El director de origen ruso (Mosc¨², 51 a?os) orquest¨® esa pieza de Kreisler para la gala del centenario, del pasado domingo. Y est¨¢ a punto de iniciar una gira espa?ola con Iberm¨²sica al frente de la RSB, que dirige como titular desde 2017. Tres conciertos, en Valencia, Madrid y Zaragoza, entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre, con un programa centrado en la Tercera sinfon¨ªa, de Sergu¨¦i Rajm¨¢ninov, del que estamos conmemorando su 150? aniversario. Pero la conversaci¨®n se desv¨ªa hacia la inquietante actualidad. ¡°Por desgracia, los conciertos no pueden curar el mundo. La m¨²sica no puede salvar vidas, aunque s¨ª unir a las personas y proporcionarles el poder curativo de su energ¨ªa¡±, asevera.
Para ¨¦l, la m¨²sica es una actividad extremadamente pac¨ªfica y saludable, aunque tan solo puede ayudar a quienes tienen o¨ªdos para escucharla. No obstante, tambi¨¦n es pesimista. ¡°Estoy empezando a dejar de creer que iniciativas como el proyecto de Daniel Barenboim y Edward Said puedan cambiar algo hoy, si bien eso no significa que no debamos intentarlo¡±, sostiene. Y recuerda la famosa gesta del director de orquesta Kurt Masur, en octubre de 1989, cuando acogi¨® a los numerosos manifestantes contra el gobierno comunista de la RDA en la Gewandhaus, la sala de conciertos de Leipzig. ¡°Masur ten¨ªa influencia sobre los pol¨ªticos de entonces y con ello impidi¨® que se repitiera una masacre como la de Tiananm¨¦n. Ahora, por el contrario, los pol¨ªticos no dudan en volver a utilizar la violencia indiscriminadamente¡±, admite.
La sala de conciertos debe ser, seg¨²n ¨¦l, un lugar libre de violencia y abierto al di¨¢logo. Un remanso de paz y cultura donde deben primar los valores democr¨¢ticos. Lo demostr¨®, el pasado 8 de septiembre, durante un concierto en el Festival de Lucerna con su otra orquesta, el conjunto de la ?pera Estatal de Baviera. Mientras dirig¨ªa el tercer movimiento de la Cuarta sinfon¨ªa de Bruckner, dos j¨®venes activistas contra el cambio clim¨¢tico invadieron el escenario y se pegaron al podio. ¡°Fue un reto, pero tambi¨¦n una experiencia feliz. Llegu¨¦ a un acuerdo con ellos. Les dije que sab¨ªa por qu¨¦ estaban all¨ª y que les dejar¨ªa hablar. Pero, a cambio, necesitar¨ªa que despu¨¦s nos permitieran terminar la sinfon¨ªa¡±, relata.
El p¨²blico opuso resistencia y Jurowski amenaz¨® con abandonar el escenario si no se permit¨ªa hablar a los activistas. ¡°Quer¨ªa evitar que actuase la polic¨ªa y se produjese una escena violenta que me habr¨ªa impedido seguir dirigiendo, pues estoy radicalmente en contra de cualquier manifestaci¨®n violenta¡±. El incidente tuvo una importante difusi¨®n medi¨¢tica y se interpret¨® como un gesto de tolerancia, empat¨ªa y conciencia clim¨¢tica del director. ¡°Est¨¢ claro que no podemos detener las armas ni impedir que los pol¨ªticos env¨ªen tropas a matar civiles, pero al menos podemos hacer sonar las alarmas y advertir de otros peligros, como el cambio clim¨¢tico, aprovechando la visibilidad que tenemos como artistas¡±, reconoce.
Tras la invasi¨®n de Ucrania, a finales de febrero de 2022, el pacifismo militante de Jurowski le llev¨® a impulsar una reacci¨®n colectiva contra Putin en forma de carta abierta. Un texto donde tambi¨¦n clamaba contra la rusofobia en Europa. ¡°En realidad, los problemas con la m¨²sica y los m¨²sicos rusos se limitaron a los primeros meses tras la invasi¨®n de Ucrania, aunque todav¨ªa haya excepciones como Polonia, cuya pol¨ªtica antirrusa ha sido un instrumento del gobierno populista. Esperemos que todo cambie ahora con Donald Tusk¡±, opina.
Jurowski naci¨® y se form¨® en Mosc¨², dentro de una familia musical jud¨ªa, que emigr¨® despu¨¦s a Alemania, en 1990, donde obtuvo la nacionalidad germana. ¡°Como ciudadano alem¨¢n nunca pens¨¦ que ver¨ªa a la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) obtener tantos esca?os en el parlamento. Pero, por muchas dificultades que tenga la pol¨ªtica alemana, aqu¨ª vivimos en una democracia plena, a diferencia de Rusia. Soy bastante esc¨¦ptico acerca de una verdadera democracia en Rusia¡±, sostiene.
Pero el director nunca ha renunciado a volver a su pa¨ªs de origen. ¡°En los noventa no pude regresar, pues tem¨ªa ser reclutado por el ej¨¦rcito ruso. Cuando al fin pude volver, en 2002, me encontr¨¦ all¨ª El Dorado musical. Un p¨²blico receptivo, extremadamente curioso y ¨¢vido de m¨²sica¡±, rememora. En esos a?os, Jurowski se hab¨ªa convertido en un referente musical en el Reino Unido, tanto desde el Festival de Glyndebourne como al frente de la Filarm¨®nica de Londres. Y asumi¨®, no obstante, responsabilidades en Rusia, primero en la Orquesta Nacional de Rusia y, entre 2011 y 2021, como titular de la Sinf¨®nica Estatal de Rusia Evgeny Svetlanov, la principal orquesta de Mosc¨².
¡°Las ¨²ltimas dos d¨¦cadas han sido extremadamente saludables y felices para el desarrollo de la m¨²sica en Rusia. Y se disfrut¨® de una verdadera libertad de expresi¨®n musical¡±, asegura. Pone un ejemplo. ¡°Recuerdo que dirig¨ª con mi orquesta en Mosc¨², en marzo de 2014, un programa que inclu¨ªa la Novena sinfon¨ªa, de Beethoven, pero que preced¨ª con Un superviviente en Varsovia, la cantata que Sch?nberg dedic¨® a las v¨ªctimas de los nazis. Y ped¨ª al p¨²blico que no aplaudiera tras la cantata como se?al de respeto a las v¨ªctimas. No tuve que decir nada de Maid¨¢n o Crimea para que el p¨²blico lo entendiese y aceptase¡±, recuerda.
Jurowski fue criticado por seguir dirigiendo en Rusia, despu¨¦s de 2014. Pero ¨¦l replicaba que su pa¨ªs estaba enfermo y que necesitaba su ayuda. ¡°Quiz¨¢ fui ingenuo, pero sent¨ª que con mi m¨²sica pod¨ªa dar paz, consuelo y algo de esperanza a mucha gente. Eso cambi¨® dr¨¢sticamente tras la invasi¨®n de Ucrania, el pasado 24 de febrero de 2022, y ahora soy consciente de que tardar¨¦ mucho en poder volver a poner un pie en Rusia de nuevo¡±, admite.
El programa que dirigir¨¢ por Espa?a no tiene un significado pol¨ªtico concreto, pero asegura que en las tres composiciones hay ecos de las tragedias modernas. Abrir¨¢ con el Scherzo fant¨¢stico, de 1903, del compositor checo Josef Suk. ¡°Se trata de la primera obra importante del prometedor alumno y yerno de Dvo?¨¢k. Una pieza que se inicia como un cuento de hadas de tinte folcl¨®rico, pero que termina sorprendentemente de forma tr¨¢gica y agresiva, como una anticipaci¨®n a los acontecimientos del siglo XX¡±, indica.
Encuentra un contraste semejante en el Concierto para piano n¨²m. 2, de Sergu¨¦i Prok¨®fiev, de 1913. ¡°Comienza como una pieza muy l¨ªrica, pero pronto hay una incre¨ªble erupci¨®n explosiva que desemboca en la m¨¢s incre¨ªble, extensa y dif¨ªcil cadencia para piano de todo el siglo XX¡±. En los tres movimientos restantes tambi¨¦n visualiza alusiones al poder demon¨ªaco que relaciona con sus ¨®peras. ¡°Sabemos que Prokofiev estuvo durante un tiempo muy interesado por el poder demon¨ªaco, tal como demostr¨® en El ¨¢ngel de fuego e incluso en la sat¨ªrica El amor de las tres naranjas. Y ese elemento sat¨¢nico encontr¨® expresi¨®n pol¨ªtica en las diferentes revoluciones, guerras civiles y dictaduras¡±.
En cuanto a la Tercera sinfon¨ªa, que Rajm¨¢ninov concluy¨® en 1936, esos poderes demon¨ªacos se combinan con la nostalgia. ¡°A diferencia de Prok¨®fiev, Rajm¨¢ninov nunca regres¨® a Rusia y est¨¢ muy presente en esta obra el pa¨ªs de su juventud. Pero enseguida se escuchan los poderes demon¨ªacos, en el primer movimiento, que se vuelven m¨¢s prominentes en el segundo y apocal¨ªpticos en el tercero. Podemos escuchar en esta m¨²sica los temores y preocupaciones de alguien que vivi¨® en la primera mitad del siglo XX¡±, aclara.
La versi¨®n de esta sinfon¨ªa que dirigir¨¢ Jurowski por Espa?a tiene la particularidad de prescindir de la repetici¨®n de la exposici¨®n del primer movimiento, que figura claramente indicada en la partitura. ¡°Fue la ¨²ltima voluntad del compositor, que no la repiti¨® en su grabaci¨®n de 1939 y tambi¨¦n aparece cortada en la partitura que envi¨® a Henry Wood para su estreno en Inglaterra. De hecho, es perfectamente coherente suprimir esa repetici¨®n, pues Rajm¨¢ninov describe en ella su etapa en Rusia. Y la juventud no se puede repetir¡±, concluye.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.