Luis Mateo D¨ªez y Jos¨¦ Mar¨ªa Merino, mano a mano de dos escritores que viven en la literatura
Una conversaci¨®n sobre la realidad y la ficci¨®n entre el autor leon¨¦s, que recibe el Premio Cervantes el 23 de abril, y el gran amigo con el que comparte la pasi¨®n por contar historias y plaza de acad¨¦mico en la RAE
Luis Mateo D¨ªez (Villablino, Le¨®n, 81 a?os) y Jos¨¦ Mar¨ªa Merino (A Coru?a, 83 a?os) son escritores, los dos tienen ra¨ªces leonesas, ambos son miembros de la Real Academia Espa?ola (RAE), en sus libros se entreveran la realidad y la ficci¨®n y hasta coinciden en un f¨ªsico quijotesco, de barba blanca en rostro afilado. Adem¨¢s, son muy amigos, han compartido veraneos con sus familias y junto al novelista Juan Pedro Aparicio narran, en sesiones con p¨²blico, breves historias, leyendas en ocasiones vinculadas a los relatos que escucharon de ni?os al calor de la lumbre en las largas noches de los inviernos rurales, una tradici¨®n oral que en tierras de Le¨®n se llama filand¨®n.
Estos dos homo narrans, contadores de historias natos, tambi¨¦n coinciden en que han publicado la mayor¨ªa de sus libros con Alfaguara y han sido ganadores de numerosos premios, pero D¨ªez ascender¨¢ al Olimpo de los escritores en espa?ol el 23 de abril, cuando reciba en Alcal¨¢ de Henares (Madrid) el Premio Cervantes de 2023 por su ¡°prosa singular, que sorprende por sus continuos y nuevos desaf¨ªos¡±, como subray¨® el jurado cuando se anunci¨® el galard¨®n. Un reconocimiento que lleva a Merino, cuando comienza la conversaci¨®n, en la sala de Directores de la RAE, a rendir pleites¨ªa al galardonado: ¡°Habla, que el pr¨ªncipe eres t¨²¡±. ¡°No, no, Merino, esto es un mano a mano y los dos somos muy dicharacheros¡±, le responde D¨ªez.
Pregunta. Me imagino que est¨¢ en capilla, a d¨ªas del Cervantes. ?Sobre qu¨¦ versar¨¢ su discurso de aceptaci¨®n?
Luis Mateo D¨ªez. Lo tengo orientado porque vi un camino propicio: voy a hacer una evoluci¨®n de d¨®nde vengo como escritor, d¨®nde estoy, qu¨¦ hace un autor tan prol¨ªfico y c¨®mo ve lo que le queda, que no va a ser demasiado [sonr¨ªe]. Tambi¨¦n, contar¨¦ la idea primigenia que tengo de Don Quijote, que en mi caso es la de un ni?o que conoce a un h¨¦roe por lo que le cuentan los maestros, y eso marca una identidad de lo que vino despu¨¦s... pero Merino es muy cervantista.
Jos¨¦ Mar¨ªa Merino. Me llama la atenci¨®n que trates eso en tu discurso. Me gusta.
P. Con esta distinci¨®n, ?se va a sentir m¨¢s escrutado en lo que publique desde ahora?
L. M. D. Ya es mucho el camino recorrido por la edad y la obra. Ha sido un camino literario con mucha mirada hacia d¨®nde iba. Este reconocimiento supone que lo que venga ya tiene un subsuelo muy fuerte... Yo es que he escrito muchas novelas.
P. Sale casi a una por a?o.
Luis Mateo D¨ªez: Fui un ni?o escritor, pero m¨¢s por una necesidad, que me ayud¨® a entender que la vida importante estaba en lo imaginario
L M. D. Pero lo poco o lo mucho no es la medida de lo bueno. Ha sido por la convicci¨®n literaria de c¨®mo la vida est¨¢ atada a lo imaginario. He vivido m¨¢s en lo imaginario que en lo real. Y as¨ª me ha ido¡
P. Bueno, hombre, le ha ido bien.
L. M. D. No, no, no ha habido muchos extrav¨ªos, aunque luego est¨¢ el enriquecimiento que da el compromiso con la ficci¨®n.
P. ?Por qu¨¦ decidieron ser escritores?
J. M. M. A m¨ª me gustaba mucho leer desde joven y tuve la suerte de que mi padre pensaba que la mayor riqueza de una familia son sus libros. Ten¨ªamos una estupenda biblioteca. Eso hizo adem¨¢s que fuese un buen redactor. Lo mismo le pasaba a Mateo¡ Al sistema educativo de entonces no le gustaba que ley¨¦semos, como dec¨ªan, ¡°novelas, no verlas¡±, y aconsejaban lecturas absurdas. Una vez nos llevaron en el colegio a visitar una f¨¢brica para hacer luego una redacci¨®n, pero unos cuantos nos largamos porque hac¨ªa un d¨ªa estupendo. Cuando el cura dijo mi nombre en clase para que leyera mi redacci¨®n, pens¨¦: ¡°Este se ha dado cuenta de que no estuve all¨ª¡±. Yo les hab¨ªa preguntado a mis compa?eros lo que hab¨ªan visto, y as¨ª hab¨ªa escrito sobre ello. Le¨ª mi redacci¨®n y el cura dijo: ¡°Para que vean ustedes lo que es la capacidad de observaci¨®n¡±. Entonces me dije, esto va a ser que tengo algo de escritor. As¨ª empec¨¦ a publicar poes¨ªa, una poes¨ªa que ten¨ªa algo de cuento, y luego cuentos y novelas.
L. M. D. Yo tambi¨¦n era un ni?o escritor, pero m¨¢s por una necesidad que me hac¨ªa digerir alguna obsesi¨®n y entender que la vida importante est¨¢ en lo imaginario. Fui un lector desordenado, un escuchador de historias y adem¨¢s ten¨ªa curiosidad por inventarlas, algo que he mantenido. Mal¨ªsimo estudiante, pero con cierta capacidad oral. Un ni?o de posguerra interesado por salir de la inmediatez de cosas no muy gratas. Cuando empec¨¦ a escribir de verdad, tuve conciencia de que necesitaba un aprendizaje que me llevaba a soslayar cualquier inmediatez por publicar. El compromiso con unos amigos era ser in¨¦ditos [r¨ªe], pero a la m¨ªnima nos salimos de eso y comenc¨¦ a publicar en la revista Claraboya.
P. ?C¨®mo les ha influido esa infancia de relatos orales?
L. M. D. Era una fascinaci¨®n, una costumbre de la monta?a que daba valor a las palabras. Mi padre era muy palabrero y, como Merino, hemos sido unos ni?os de posguerra privilegiados. Crec¨ª en un pueblo en el que estaba la huella de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza.
Jos¨¦ Mar¨ªa Merino: Antes de la filosof¨ªa y de la ciencia estaba la ficci¨®n y gracias al cuento entend¨ªamos lo que suced¨ªa.
J. M. M. Mi padre, abogado, ejerc¨ªa en Le¨®n. Mi abuelo reun¨ªa los s¨¢bados a la familia para contar cuentos o lo que pasaba con los huidos en la guerra, cualquier cosa¡ Se mezclaba la ficci¨®n popular con las noticias contadas oralmente. Hace poco estuve en un instituto de Valladolid y ahora las familias se re¨²nen para ver la televisi¨®n, o cada uno est¨¢ con su m¨®vil.
L. M. D. Era una labor de entretenimiento que se supeditaba a la palabra, ahora es todo m¨¢s tecnol¨®gico. A veces, exagerando, digo que viv¨ª una infancia m¨¢s cercana a la de un ni?o de la Edad Media que a la de los de la edad tecnol¨®gica. Los inviernos eran muy largos y aburridos y la palabra era necesaria para pasar al rato.
P. ?C¨®mo surgen sus libros?
J. M. M. La primera novela que escrib¨ª, Novela de Andr¨¦s Choz [1976] es sobre alguien que quiere escribir una novela. Siempre me ha perseguido ese juego de dobles. Coincido con Luis Mateo en que cuando empec¨¦, no pensaba en publicar. Ahora, muchas veces, los j¨®venes escriben pensando en publicar, y lo que hay que pensar es en escribir y luego se ver¨¢.
L. M. D. En mi caso, siempre parto de una idea po¨¦tica que todav¨ªa no tiene encarnadura narrativa y luego voy anotando cosas en mi cuaderno. Con el tiempo tuve la necesidad de crearme un territorio personal, Celama, una provincia del noroeste con delimitaciones simb¨®licas. Ve¨ªa un mundo del que era propietario y ya todo lo que escribo est¨¢ ah¨ª, los personajes peculiares, una condici¨®n humana de extrav¨ªos. Me ha dado una terrible fertilidad. Ya no respiro literariamente fuera de ah¨ª.
P. ?Tienen claro desde un principio c¨®mo va a ser la novela?
J. M. M. Luis Mateo, recuerdo que t¨² siempre hac¨ªas una sinopsis de lo que ibas a desarrollar y lo cumpl¨ªas. Yo lo hice una vez y en un momento dado un personaje se fue por otro lado. Parece absurdo lo que digo, pero pas¨®. Y ya no he podido hacerlo m¨¢s. Lo que he mantenido es el juego metaliterario. Normalmente, en mi novela hay otra novela o dos historias que se confrontan. Luego me ha gustado tambi¨¦n la relaci¨®n con ciertas mujeres del Siglo de Oro, como Lucrecia de Le¨®n o Sofonisba Anguissola, y no sabes muy bien por qu¨¦.
L. M. D. Para m¨ª, escribir es descubrir. Un elemento crucial es el t¨ªtulo. Si no tengo el t¨ªtulo, no s¨¦ por donde voy. Mis t¨ªtulos expresan esa idea po¨¦tica del chispazo originario de lo que voy a narrar [Las estaciones provinciales, La Fuente de la edad, El esp¨ªritu del p¨¢ramo...]. Mi camino es a trav¨¦s de un cuaderno de bit¨¢cora donde apunto cosas y luego la novela se abre. Lo extra?o es que hay un momento en que no s¨¦ c¨®mo voy a acabar la novela, pero s¨ª s¨¦ la frase con la que termina. Y luego me interesa m¨¢s la indagaci¨®n de los personajes que la trama tan corriente en la literatura comercial de los vericuetos. Como dec¨ªa Irene N¨¦mirovsky, ¡°toda gran novela es un callej¨®n lleno de gente desconocida¡±.
P. ?Por qu¨¦ han desarrollado una literatura en la que la realidad y la fantas¨ªa se entrecruzan?
Jos¨¦ Mar¨ªa Merino: No creo que haya sido un acierto la comunidad aut¨®noma de Castilla y Le¨®n
J. M. M. A veces tenemos la idea de que la ficci¨®n son invenciones, y no. Hace miles de a?os se inventaron ficciones para descubrir la realidad. Antes de la filosof¨ªa y de la ciencia estaba la ficci¨®n y gracias al cuento entend¨ªamos lo que suced¨ªa. La ficci¨®n no es que sea mentira, es otro mundo. Como la perdamos y lo llevemos todo a simplificar las tramas, no s¨¦ ad¨®nde podemos ir.
L. M. D. Desde temprano me di cuenta de la precariedad que es vivir, dicho as¨ª poni¨¦ndonos un poco s¨²bitos. Esa precariedad me daba una imagen pobre de la opci¨®n est¨¦tica del realismo, de contar la vida, y me dio para pensar que en la literatura se pod¨ªa acceder a otras vidas. Me gustaba m¨¢s la novela que la vida, y eso es un l¨ªo padre. Como en lo moral me gustaba m¨¢s pecar, que supon¨ªa romper la realidad religiosa, y eso me perturbaba. Me dec¨ªa: ¡°Esto de pecar es lo mejor del mundo¡±.
P. ?Qu¨¦ supone el humor en sus libros?
L. M. D. La mirada ir¨®nica, esperp¨¦ntica, pertenece a la sensibilidad que uno tiene. Yo supe lo que era un estilo literario leyendo a Valle-Incl¨¢n. Me interes¨® desde el principio mucho m¨¢s la mezcla, lo tragic¨®mico. M¨¢s el expresionismo que el surrealismo. Adem¨¢s, est¨¢ el humor como elemento de lucidez, para rebajar egolatr¨ªas y dar la medida de lo que est¨¢s viviendo.
J. M. M. Y luego est¨¢ la mirada cervantina, que es dif¨ªcil porque es piadosa, no destructiva.
P. Volviendo a la realidad y a su tierra leonesa, hace casi medio siglo firmaron una tribuna en este peri¨®dico en la que defend¨ªan que Le¨®n, entiendo que junto a Zamora y Salamanca, fueran una comunidad aut¨®noma, ?lo mantienen?
L. M. D. Era el momento y era una autonom¨ªa solo para Le¨®n¡
J. M. M. No, no, Luis Mateo, eso no lo ten¨ªamos claro. Era la regi¨®n leonesa. Le¨®n est¨¢ hoy en una situaci¨®n mala. Iba a ser el nudo de comunicaci¨®n del noroeste y no lo ha sido. No creo que haya sido un acierto la comunidad aut¨®noma de Castilla y Le¨®n.
L. M. D. La Espa?a auton¨®mica estaba bien, soy de la Constituci¨®n del 78, soy de la Constituci¨®n del 78, no miro m¨¢s para atr¨¢s, eh, pero ya hab¨ªa una Espa?a provincial consolidada. Nuestra comunidad ha funcionado bien, por ejemplo, en la conservaci¨®n del patrimonio hist¨®rico-art¨ªstico, que estaba echado a perder en el franquismo. Sin embargo, da la impresi¨®n de que a Le¨®n no le ha ido muy bien. ?Pero qui¨¦n ha gobernado en Espa?a la mayor¨ªa de estos a?os? Ahora se habla mucho de identidades, esa cosa tan terrible, tan vil, cuando lo que somos es espa?oles. Todos los r¨ªos van a un mar que es Espa?a y si est¨¢s en contra de eso es tu problema.
Luis Mateo D¨ªez: Con 82 a?os soy un refugiado en el patrimonio de lo imaginario. La vida ya la tengo vivida
P. ?Qu¨¦ ha sido la literatura para ustedes?
L. M. D. Dispara, Merino.
J. M. M. Algo fundamental. He conocido personajes maravillosos, he aprendido lo que es la vida en la literatura. Es el gran mundo de la sabidur¨ªa, de lo que somos y por qu¨¦ estamos aqu¨ª.
L. M. D. Suscribo lo que dice Merino, acentuando la idea de que en el contraste entre lo que vivo y lo que invento he vendido mi alma al diablo y estoy m¨¢s incardinado en lo que invento.
J. M. M. T¨² es que vives en Celama, Luisito.
L. M. D. Con 82 a?os soy un refugiado en el patrimonio de lo imaginario. La vida ya la tengo vivida. La experiencia de la imaginaci¨®n es la fuente de lo que me queda por vivir, sin duda.
Babelia
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