Amin Maalouf, escritor y secretario de la Academia Francesa: ¡°Europa ha perdido el norte y debe reimaginarse¡±
El narrador francoliban¨¦s propone que las grandes potencias busquen juntas un nuevo orden mundial para salvar a la humanidad
La humanidad est¨¢ descarriada: las guerras no cesan, la tecnolog¨ªa avanza a un ritmo ingobernable y el modelo occidental est¨¢ agonizando. Esta es la tesis de El laberinto de los extraviados (Alianza Editorial, traducci¨®n de Mar¨ªa Teresa Gallego y Amaya Garc¨ªa), el nuevo libro del escritor Amin Maalouf, ganador del Premio Princesa de Asturias de Letras en 2010. En el volumen, el autor hace un diagn¨®stico de un orden mundial moribundo ¡ªconsolidado tras el final de la Guerra Fr¨ªa¡ª haciendo un repaso por los momentos clave de cuatro pa¨ªses que han moldeado la historia hasta llegar al sistema en el que estamos hoy: China, Jap¨®n, Rusia y, por supuesto, Estados Unidos.
¡°Me entristece la versi¨®n del mundo en el que estamos¡±, lamenta Maalouf en una entrevista realizada este domingo en la sede de Casa ?rabe de Madrid. Su obra de no ficci¨®n la atraviesa una perspectiva sombr¨ªa, como en los ensayos El desajuste del mundo o El naufragio de las civilizaciones (ambos publicados por Alianza), en los que ya auguraba que la humanidad estaba al borde del abismo. Esta postura se vio reforzada cuando a los pocos d¨ªas de ser nombrado secretario perpetuo de la Academia francesa ¡ªuno de los mayores hitos para un escritor franc¨®fono¡ª una nueva guerra estallaba en Oriente Pr¨®ximo, con L¨ªbano, su pa¨ªs de origen, bajo la amenaza permanente de verse envuelto a gran escala en el conflicto en Gaza.
Pregunta. Cuando gan¨® el premio Goncourt hace 30 a?os por La Roca de Tanios, lo dedic¨® a la paz en Oriente Pr¨®ximo. Hoy estamos ante uno de los escenarios m¨¢s violentos en la regi¨®n. ?C¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª?
Respuesta. Yo ya tengo 75 a?os y desde que abr¨ª los ojos por primera vez el conflicto ya estaba ah¨ª. Varias veces esperamos que se fuera a terminar, pero no ha sido as¨ª y es una decepci¨®n tras otra. La gente sigue muriendo y es una gran tristeza. Una vez m¨¢s se ha desatado el conflicto y ya se nos habla de posibles soluciones, pero no hay esa sensaci¨®n de que avancemos hacia la paz.
P. Un conflicto que ha impactado gravemente a L¨ªbano, su pa¨ªs de origen. ?C¨®mo lo vive desde la distancia?
R. L¨ªbano es una de las grandes v¨ªctimas de este conflicto. Antes, ten¨ªa un potencial enorme y se dec¨ªa que era la Suiza de Oriente. Yo esperaba que se fuera a convertir en un faro para toda la regi¨®n, pero he sido testigo de la desintegraci¨®n del pa¨ªs, de su par¨¢lisis. Es una tragedia y creo que le costar¨¢ mucho volver a florecer.
P. En su libro, usa el s¨ªmil del laberinto para ilustrar que la humanidad est¨¢ perdida. ?C¨®mo nos hemos metido en ¨¦l?
R. El mundo conoci¨® un breve periodo al final de la Guerra Fr¨ªa en el que se pudo construir un sistema mejor, incluyendo a todos los pa¨ªses perdedores, como Rusia. Por desgracia, EE UU, como superpotencia, no cumpli¨® bien con su papel de constructor de un nuevo orden mundial. No quiero echarles toda la culpa [a los estadounidenses], pero s¨ª creo que eran quienes ten¨ªan m¨¢s herramientas a su alcance. No tuvieron la generosidad de apostar por [Mija¨ªl] Gorbachov, que quer¨ªa una democracia en Rusia. Se habr¨ªan evitado muchos de los conflictos actuales.
P. ?Y d¨®nde deja Europa?
R. Europa deber¨ªa desempe?ar un papel m¨¢s importante como actor internacional, pero est¨¢ igual de extraviada que los dem¨¢s. Desde la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn, Europa ha perdido el norte y necesita reimaginarse, pues desconoce su raz¨®n de ser. No sabe bien si afianzar su relaci¨®n con EE UU o mantenerla con Rusia. Lo que est¨¢ claro es que tanto Europa como EE UU deben entender que ning¨²n pa¨ªs quiere sustituir a Occidente. Ni siquiera China, que no nos llevar¨ªa a ninguna parte porque no propone un modelo alternativo. Sin embargo, s¨ª debe ocupar el lugar que le corresponde en un nuevo sistema de Naciones Unidas mejorado para enfrentar los desaf¨ªos del futuro.
P. ?C¨®mo cu¨¢les?
R. Pienso, por supuesto, en el desaf¨ªo clim¨¢tico, pero tambi¨¦n en las nuevas tecnolog¨ªas como la inteligencia artificial o la manipulaci¨®n gen¨¦tica. En todas las tecnolog¨ªas se pueden producir errores y si no hay una verdadera concertaci¨®n entre los pa¨ªses no se podr¨¢n evitar las derivas peligrosas. Tambi¨¦n asistimos a una carrera armament¨ªstica muy virulenta. Y si no hay alguien con la suficiente sabidur¨ªa que diga: ¡°Cuidado, se nos puede ir la mano¡±, cualquier cosa puede suceder.
P. Muchas de esas voces surgen ahora de este nuevo actor que conocemos como sur global. ?Cu¨¢l ser¨ªa su rol en este nuevo orden que plantea?
R. Es un factor importante, pero no es homog¨¦neo. Hay una gran diversidad de pa¨ªses con pol¨ªticas distintas que no quieren alinearse del todo a Occidente, pero que tampoco quieren alinearse a sus adversarios (China, Rusia¡). Pienso ante todo en la India, que se est¨¢ desarrollando rapid¨ªsimamente y es una potencia econ¨®mica de primer orden. Ya no se le puede seguir ninguneando y creo que pasa lo mismo con Brasil o con Sud¨¢frica. No podemos tener un mundo en el que un solo pa¨ªs decida en nombre de todos, sobre todo cuando sus decisiones no siempre son muy sabias.
Una de las grandes paradojas de la actualidad es que la proximidad provoca en la gente un temor a verse absorbidos o asimilados por otros
P. Al plantear la idea del laberinto, debe creer que hay una salida. ?C¨®mo se la imagina?
R. Puede y debe haberla. La humanidad encontrar¨¢ la salida del laberinto si las potencias tienen el valor moral de reunirse y reflexionar con serenidad, para buscar una nueva manera de gobernar y un nuevo orden mundial. Si el consenso no lo logran los pol¨ªticos, lo debe hacer la sociedad. Por primera vez tenemos los medios para resolver la mayor¨ªa de los problemas: acabar con el subdesarrollo, con la pobreza, con las epidemias.
P. Es muy optimista decir eso cuando el auge de la ultraderecha en la pol¨ªtica no ha hecho m¨¢s que generar profundas divisiones en la sociedad.
R. El verdadero problema es la cuesti¨®n identitaria, que se ha vuelto central. Si las sociedades no la saben atender correctamente, ser¨¢ un peligro para la democracia y por eso el populismo la instrumentaliza. Pero sigo creyendo que hay que imaginarnos al mundo unido. Una de las grandes paradojas de la actualidad es que la proximidad provoca en la gente un temor a verse absorbidos o asimilados por otros. Hay m¨¢s universalidad, pero menos universalismo.
P. La cuesti¨®n identitaria pasa tambi¨¦n por el lenguaje. ?Cu¨¢l debe ser el rol de las instituciones como la Academia francesa en este nuevo orden?
R. Una de las principales funciones de la Academia en la actualidad, y es algo que ha cambiado desde su creaci¨®n hace 380 a?os, es permitir que la gente acceda a todo lo que ofrece la modernidad a trav¨¦s de su propia lengua. Encontrar palabras en nuestro propio idioma para expresar todo aquello que necesitamos del mundo contempor¨¢neo es una cuesti¨®n fundamental de nuestro trabajo.
P. El lenguaje inclusivo es uno de los principales reclamos de los que piden una lengua m¨¢s moderna. Sin embargo, su antecesora en la Academia era totalmente contraria a su uso. ?Cu¨¢l es su postura?
R. Las lenguas siempre han reflejado la realidad de la sociedad. En Francia se proclamaron los derechos del hombre en 1789, aunque se dec¨ªa que tambi¨¦n inclu¨ªan los derechos de las mujeres. Pero, por ejemplo, ellas no pudieron votar sino hasta 1945. Unas muestras recientes de la inclusi¨®n tan reclamada en el lenguaje son los discursos de Charles de Gaulle, que hablaba de ¡°francesas y franceses¡±. Estamos acostumbrados a que el g¨¦nero masculino sea el g¨¦nero neutro, pero no es casualidad que sea as¨ª: es un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Es f¨¢cil decir que en el franc¨¦s no existe el g¨¦nero neutro, como en el ingl¨¦s, pero a veces llega a convertirse en un absurdo. Creo entonces que las reclamaciones surgen de preocupaciones reales que se deben solucionar con el tiempo y que no puede resolver un solo decreto de la Academia.
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