Rafael Reig, novelista: ¡°Los comunistas somos pocos, pero tenemos que estar ah¨ª porque mucha gente nos est¨¢ buscando¡±
El escritor, que dej¨® la capital hace m¨¢s de 10 a?os para vivir en la sierra madrile?a, publica una novela de esp¨ªas que se une a una obra ecl¨¦ctica donde lo policiaco tiene un lugar importante
Rafael Reig (Cangas de On¨ªs, 60 a?os) se?ala a las monta?as. A la izquierda, La Bola del Mundo, la cumbre donde se perfilan las antenas repetidoras de radio y televisi¨®n que se instalaron en 1959. Una de ellas parece el cohete rojiblanco de Tint¨ªn en la Luna. A la derecha, La Maliciosa, as¨ª llamada por la dificultad que presenta a los monta?eros. Las dos pasan de los 2.200 metros. Reig las observa desde la terraza del bar Minerva, en Cercedilla, donde a mediod¨ªa se aprieta unos chupitos de whisky. Lleva en este pueblo serrano, tras huir de Madrid, m¨¢s de 10 a?os. Se tarda una hora y media en tren desde la capital.
¡°Yo era muy conocido en mi barrio, Malasa?a, pero no como escritor, sino como borracho. No pod¨ªa llegar a casa sin que todo el mundo me invitara a dos whiskys. As¨ª que acababa en estados comatosos¡±, bromea Reig, que era un habitual de los saraos literarios y frecuentaba el ambiente letraherido de la escuela de escritura Hotel Kafka, de la que era destacado profesor. Hab¨ªa que parar: decidi¨® aportar salud a su vida, irse al monte, un lugar donde respirar aire puro y coger setas¡ ¡°Pero no funcion¨®: ahora soy un borracho de pueblo¡±.
Hace sol y Reig recibe acompa?ado de sus vecinos m¨¢s queridos alrededor de la mesa met¨¢lica, la gente con la que parece tomar el aperitivo cuando no hay visita, como si nos hubi¨¦semos infiltrado en esa vida rutinaria de los pueblos. ¡°Es que me das miedo, me he tra¨ªdo a mi guardia de corps¡±, bromea. Alrededor, en las calles apacibles, corretean los ni?os de los colegios; los fines de semana esto se llena de turistas que vienen a hacer rutas de monta?a por la Sierra de Guadarrama. Efectivamente, el aire es diferente al de la ciudad: se nota que est¨¢ uno respirando.
¡°Como soy marxista, hice un an¨¢lisis sociol¨®gico. Quer¨ªa mudarme a la sierra rica: los ricos tienen cuatro coches, pero suelen tener buena conexi¨®n en transporte p¨²blico, para que venga la chacha¡±, explica. Contempl¨® la posibilidad de El Escorial, pero era demasiado ¡°de derechas¡±. En Cercedilla hay cierta raigambre de la izquierda ilustrada, aqu¨ª ten¨ªa su casa refugio la Instituci¨®n Libre de Ense?anza de Francisco Giner de los R¨ªos donde pon¨ªa en pr¨¢ctica sus novedosas (todav¨ªa hoy) propuestas pedag¨®gicas. Tambi¨¦n una vertiente cultural: al pueblo se asocian nombres como Ram¨®n y Cajal, Sorolla o Luis Rosales.
En los ¨²ltimos tiempos tambi¨¦n el de Reig, que hoy luce camisa colorida, gre?as descuidadas, sombrero y su sempiterno bigote. Parece contento. A su llegada al pueblo mont¨® la librer¨ªa Fuenfr¨ªa (de nombre heredado), donde se desarrollaba una interesante vida literaria a base de tertulias, presentaciones o lecturas de los Episodios nacionales de Gald¨®s. Se acercaban los escritores. ¡°Yo llevo fracasando mucho tiempo. No voy fracasando mejor, pero es un fracaso sostenido en el tiempo, as¨ª que conozco a todo el mundo¡±, explica. As¨ª trajo a Almudena Grandes (que, por cierto, da nombre a la biblioteca p¨²blica del pueblo), a Luis Garc¨ªa Montero, a Isaac Rosa, a Luis Landero¡ ¡°Les ofrec¨ªamos una habitaci¨®n para dos y les dec¨ªamos que, como en Las Vegas, lo que pasa en Cercedilla se queda en Cercedilla¡±, bromea Reig. Tras la pandemia, la librer¨ªa cerr¨®.
Nunca sabe uno cuando Reig habla en broma o en serio, quiz¨¢s porque para ¨¦l no haya una diferencia notable entre una cosa y la otra. Cuando hace los chistes se le pone mirada de ni?o travieso. ¡°El humor est¨¢ presente en mi vida y, subsidiariamente, en mis novelas¡±, dice. Aunque el humor no es precisamente muy valorado en la literatura. ¡°No se explica por qu¨¦ Espa?a ha renunciado a presumir de la que es su mayor aportaci¨®n a la literatura. El Lazarillo, el Quijote, Quevedo, son textos de risa, pero al final los que sacan pecho por el humor son los ingleses. Aqu¨ª se valora lo grave, lo que est¨¢ oculto¡±, se queja Reig.
S¨¢tira del espionaje
Su nueva novela, Cualquier cosa peque?a (Tusquets), est¨¢ trufada de humor, como todo lo suyo, pero es una novela de esp¨ªas. Un g¨¦nero, el policiaco, que Reig ha practicado con frecuencia. ¡°El polar [el g¨¦nero policiaco] en Francia es como una religi¨®n¡±, dice, ¡°cuando saqu¨¦ mi primera novela negra, Lo que no est¨¢ escrito [Tusquets], me llevaron a ocho festivales. Pens¨¦: con lo que me gusta viajar, no debo escribir otra cosa¡±, dice. Aunque no solo hay policiaco en su bibliograf¨ªa.
Por ejemplo, su Manual de literatura para can¨ªbales (Debate, 2007) es un tratado literario heterodoxo donde convierte a Quevedo, Larra, Vila-Matas o Eduardo Mendoza en personajes. En Amor intempestivo (Tusquets, 2020) entraba en el terreno de la autoficci¨®n para recuperar episodios de su vida con especial atenci¨®n a la formaci¨®n literaria y a la vida familiar. Autobiograf¨ªa de Marilyn Monroe (Lengua de Trapo, 1992, ahora en Tusquets) hace honor a su t¨ªtulo. Y s¨ª hay cr¨ªmenes y detectives en dos de sus obras m¨¢s celebradas, Sangre a borbotones (2011) y Guapa de cara (2004), en la que inundaba la ciudad de Madrid para convertirla en una ciudad navegable como Venecia. Ambas se publicaron en Lengua de Trapo y ahora se encuentran en Tusquets. Etc¨¦tera.
Reig concibe la novela negra como una nueva picaresca, pero en vertical en vez de horizontal. ¡°Si el lazarillo sal¨ªa a recorrer Espa?a, en la novela negra no paran de subir y bajar a pisos: la ciudad es esencial¡±, dice, aunque reconoce un resurgimiento del g¨¦nero negro rural, que en Espa?a ya tuvo un pionero en el polic¨ªa Plinio, de las novelas Francisco Garc¨ªa Pav¨®n, publicadas a mediados del XX, que operaba a base de p¨¢lpitos detectivescos en el entorno de Tomelloso, provincia de Ciudad Real. La nueva entrega de Reig sucede en 1979 en el pa¨ªs imaginario de Dragonera, antigua colonia inglesa, luego para¨ªso fiscal, que ocupa una gran isla delante de Portugal, como si fuera la Atl¨¢ntida. ¡°Est¨¢ inspirada en Oporto. Cuando fui no conoc¨ª m¨¢s que dos bares y el hotel, pero, aun as¨ª, me obnubil¨® la ciudad. Es lo que tenemos los escritores...¡±.
¡°Como sucede a finales de los setenta no tuve que aprender nada de ordenadores para hacer una trama cre¨ªble, y como es un pa¨ªs imaginario, ni siquiera tuve que documentarme sobre su historia. Me hice novelista porque soy perezoso y puedo inventarme lo que no s¨¦. El protagonista de la novela tambi¨¦n es perezoso¡±, dice el autor. En efecto, Gin¨¦s Loyola, tambi¨¦n muy aficionado al whisky, en concreto Macallan, es el director de una oficina de espionaje de capa ca¨ªda, llamada Centro de Documentaci¨®n (tambi¨¦n Casa Desolada), donde trabaja un pu?ado de pobres diablos. Pero el ralent¨ª de su actividad se ve trastocada tras un atentado contra el candidato a la presidencia del Gobierno y el descubrimiento de ciertas informaciones comprometedoras, y as¨ª se pone en marcha esta caricatura de los servicios secretos.
Ser escritor o escribir
Una cosa bonita es que los barrios y las calles de Dragonera tienen nombres de poetas: Byron, Wordsworth¡ ¡°Aqu¨ª en Espa?a se le pone Paco Rabal a una calle y el PP lo quita. Solo quieren golpistas: el general Sanjurjo ?bien!¡±, dice el autor. Se declara comunista, con carnet del PCE, todav¨ªa creyente de la Revoluci¨®n (aunque sea para verla desde su casa). ¡°Los comunistas somos pocos, no bien avenidos, pero tenemos que estar ah¨ª porque hay mucha gente que nos est¨¢ buscando: los parados, los j¨®venes sin empleo, los viejos a los que dejan morir en las residencias. Somos los ¨²nicos que podemos darles una respuesta¡±, sentencia.
¡°De joven yo no sab¨ªa si quer¨ªa ser escritor o escribir¡±, explica Reig. ¡°Ser escritor es ir a guateques, salir en la prensa, que te encarguen cositas, que te llamen escritor¡ Pero escribir es estar solo en casa en calzoncillos, hora tras hora, folio tras folio¡±. Al final, aunque Reig ha practicado con denuedo eso que llaman vida literaria (¡°?yo quer¨ªa triunfar!¡±, dice, signifique eso lo que signifique), parece que se decidi¨®, y, adem¨¢s, que le cogi¨® el gusto, porque es un escritor prol¨ªfico, que saca novela cada par de a?os. Pasa, pues, mucho tiempo en calzoncillos: ¡°Descubr¨ª que nunca era tan feliz como cuando estaba solo escribiendo. Hay quien recordar¨¢ sus momentos de felicidad cuando iba al parque de atracciones, para m¨ª eran cuando me quedaba solo y por fin pod¨ªa escribir¡±.
Babelia
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