Steve Van Zandt, el tipo feliz que se puso en pie contra el ¡®apartheid¡¯
El documental de HBO ¡®Disciple¡¯ retrata a un artista que es mucho m¨¢s que el guitarrista de Bruce Springsteen o el actor inmortalizado en ¡®Los Soprano¡¯. En los ochenta moviliz¨® a la escena musical para aislar al r¨¦gimen racista de Sud¨¢frica
Hay tipos a los que todo les sale bien. Steve Van Zandt quer¨ªa ser una estrella del rock y lo es desde hace casi medio siglo. Algunos solo lo ven como el guitarrista de Bruce Springsteen en la E Street Band, pero ser¨ªa un error atribuirle un rol secundario. Es un m¨²sico total: compone, arregla, produce e interpreta; el sonido dominante en la carrera del Boss tiene su huella; presume de una notable carrera en solitario. Un d¨ªa Van Zandt acept¨® probar suerte como actor, sin experiencia previa, y acab¨® haciendo un papel memorable en Los Soprano, una de las series m¨¢s relevantes en la historia de la televisi¨®n. Su matrimonio, duradero, con la actriz Maureen Van Zandt fue oficiado en 1982 por Little Richard, leyenda del rock metido a pastor, lo que le hac¨ªa especial ilusi¨®n. Ella interpret¨® a la esposa del mafioso que era Steve en Los Soprano. Llevan juntos m¨¢s de 40 a?os. Con Springsteen lleva a¨²n m¨¢s tiempo: desde 1974, aunque se dieron largos descansos sin perder la amistad. Van Zandt encabez¨® otros proyectos: Southside Johnny and the Asbury Jukes, la otra gran banda de Nueva Jersey en los setenta, y ya como frontman Little Steven and the Disciples of Soul, a partir de los ochenta. Tambi¨¦n se le da bien lo de pinchadiscos en la radio, tambi¨¦n es un emprendedor musical. Y lo que le queda: Springsteen sigue girando con ¨¦l y toda la banda, llenando estadios y regalando conciertos de m¨¢s de tres horas en los que todos se entregan con gusto.
El m¨²sico de 73 a?os, tambi¨¦n conocido como Miami Steve, el mote que le puso Bruce, y como Little Steven, que se puso ¨¦l en un ejercicio de pretendida modestia y de homenaje a Little Richard, es el protagonista de Steve Van Zandt: Disciple (Disc¨ªpulo), que ha producido HBO y se ha estrenado en Max. Es un documental autorizado, claro est¨¢, en el que ¨¦l mismo lleva la voz cantante, as¨ª como su entorno: su esposa, su c¨®mplice Bruce, sus colaboradores y otros m¨²sicos que lo ven como un referente. Incluso Paul McCartney, que era su ¨ªdolo de ni?o, porque Steve decidi¨® dedicarse al rock tras ver a los Beatles en el Ed Sullivan Show en 1964. Aunque lo suyo, dice, es ¡°el rock and roll con vientos¡±, con gran influencia del soul.
Dirigido por el periodista y documentalista Bill Teck, el largometraje retrata a un chico simp¨¢tico de Nueva Jersey, el gracioso que animaba todas las reuniones, y un tremendo m¨²sico, inquieto e hiperactivo. ?l procede de una familia italiana, habla esa lengua con fluidez y su apellido era Malafronte, pero fue adoptado por el segundo marido de su madre, de origen holand¨¦s. En sus inicios vest¨ªa traje con chaleco y sombrero; es m¨¢s conocida su estampa con pa?uelo en la cabeza, a lo pirata, y vistosos fulares de colores. Cuando empez¨® a tocar para Bruce, segu¨ªa produciendo a Southside Johnny y se escapaba a las cabinas telef¨®nicas a dar instrucciones para su proyecto paralelo. Los m¨²sicos surgidos entonces de Nueva Jersey eran una pi?a. Justo cuando Bruce estaba en lo m¨¢s alto (despu¨¦s de Born in the USA, de 1984), Steve inici¨® una carrera en solitario no tan celebrada pero valiosa, y que tuvo cierto impacto en Europa. En una de esas giras por Italia y Alemania, Steve se dio cuenta de era recibido como un s¨ªmbolo de su pa¨ªs, EE UU. ?l respond¨ªa: ¡°Nunca me he visto como un americano, soy de Nueva Jersey¡±.
Se despert¨® entonces una conciencia pol¨ªtica que se va convirtiendo en el centro del relato. Empieza a soltar mensajes entre canci¨®n y canci¨®n, critica el intervencionismo de Washington, se interesa por Nicaragua, por los desaparecidos del Cono Sur, apoya la causa de los nativos americanos. A mediados de los ochenta, en un momento caliente de la Guerra Fr¨ªa por una escalada de instalaci¨®n de misiles en Europa, Steve dijo en un escenario alem¨¢n: ¡°Tengo que disculparme por la arrogancia de mi gobierno y la ignorancia de mis compatriotas¡±.
La gran causa de su vida, de la que se siente orgulloso, fue la lucha contra el apartheid en Sud¨¢frica. Visit¨® ese pa¨ªs y se fue a Soweto a conocer a la poblaci¨®n negra brutalmente marginada, pero se dio cuenta de que no era bien recibido, y algunos hasta le ense?aban los machetes: era un occidental rompiendo el bloqueo. Lo ve¨ªan como a otros m¨²sicos (Queen, Elton John o Rod Stewart) que hab¨ªan burlado el boicot al actuar en el lujoso complejo para blancos Sun City en unas tierras, las del bantust¨¢n Bophuthatswana, usurpadas a sus due?os. A su vuelta, en 1985, puso en marcha un proyecto clave en la politizaci¨®n del rock, llamado precisamente Sun City. Reclut¨® para el ¨¢lbum a figuras de todos los g¨¦neros: Lou Reed, Miles Davis, Bob Dylan, Keith Richards, Peter Gabriel, Rub¨¦n Blades, Bono, Jimmy Cliff, Bonnie Raitt, Joey Ramone, Ringo Starr, Pat Benatar, por supuesto Bruce Springsteen... Firmaban como Artists United Against Apartheid.
?Se exagera aqu¨ª el impacto de Sun City? No fue la ¨²nica iniciativa contra el apartheid, pero es cierto que reson¨® con fuerza y rompi¨® barreras. Logr¨® entrar en la MTV, que hasta entonces evitaba mojarse en asuntos conflictivos. Y fue muy oportuno en un momento de resurgimiento del rock con causa, que dio grandes festivales como Live Aid (1985), contra el hambre en ?frica, o el que celebr¨® el 70 cumplea?os de Nelson Mandela en Wembley (1988). Van Zandt presume en particular de que la movilizaci¨®n de artistas influyera en que el Congreso de EE UU salvara las sanciones contra el r¨¦gimen racista sudafricano que trat¨® de vetar Ronald Reagan. Cuando Mandela sali¨® de prisi¨®n, en su primera visita a EE UU, apareci¨® en una conferencia junto a Steve Van Zandt.
Todo le sale bien a Steve, s¨ª, pero ¨¦l comenta un momento amargo de su carrera. El creciente activismo de sus letras empez¨® a cerrarle puertas en las discogr¨¢ficas y en las radios. Se vio arrinconado y se retir¨®, durante siete a?os en los noventa, que dice que dedic¨® a pasear a su perro. Quieto del todo no estuvo: se fue introduciendo en la industria audiovisual, componiendo y trabajando para bandas sonoras. En el cambio de siglo todo da un giro: HBO tiene un papel pensado para ¨¦l en Los Soprano y Bruce Springsteen vuelve a reunir a la E Street Band. Viene otro tiempo fren¨¦tico, de grabaciones de cap¨ªtulos y de discos el mismo d¨ªa, y de giras interminables. Cuentan los suyos que lleg¨® a mimetizarse con el consigliere de Tony Soprano, que le costaba evitar gestos y expresiones como las de su personaje. Ha habido m¨¢s papeles pensados para ¨¦l, el ¨²ltimo en la serie de Netflix Lilyhammer. Al mismo tiempo vuelve a actuar con sus Disciples of Soul, y cumple un sue?o de ni?o: tocar con McCartney en The Cavern de Liverpool.
La vida fren¨¦tica no hace infeliz a este hombre feliz. Encuentra tiempo para todo. Otra de sus misiones es reivindicar el legado del rock and roll, la memoria de artistas y canciones olvidados, y dar a conocer a nuevos talentos. Lo hace desde hace 20 a?os en su programa de radio y podcast Underground Garage, que se emite en 200 emisoras de todo el mundo (en Espa?a, en Rock FM los domingos por la noche). Se ha implicado en un proyecto para dar a conocer la historia del rock en las escuelas; ha organizado festivales y concursos para bandas emergentes; ha creado su propio sello discogr¨¢fico. Hasta promovi¨® que reaparezcan The Rascals, la banda de Nueva Jersey que escuchaba de ni?o. ¡°El rock and roll es alimento espiritual en un mundo enloquecido¡±, sentencia.
Es todo muy perfecto en este documental. Nadie habla mal de ¨¦l ni de nadie. Queda la duda de si Steve Van Zandt nos oculta algo oscuro, o si es verdad que a un buen tipo de Nueva Jersey pod¨ªa salirle todo bien.
Puedes seguir EL PA?S Televisi¨®n en X o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.