Enric Marco, aquel mentiroso escurridizo como el aceite que conoc¨ª
El historiador Benito Bermejo recuerda c¨®mo desenmascar¨® al falso superviviente del campo nazi de Flossenb¨¹rg retratado en la pel¨ªcula ¡®Marco¡¯, nominada a cinco premios Goya
He de empezar diciendo que mi trato directo con Enric Marco fue bastante limitado. A fin de cuentas, se resume en unas pocas conversaciones, nunca muy largas.
Conoc¨ª a Marco en persona al terminar un evento en Barcelona, en el Palau de la M¨²sica, en recuerdo de la escritora Montserrat Roig a los 10 a?os de su muerte. Est¨¢bamos a finales de 2001 y Marco parec¨ªa estar entre quienes colaboraban en la organizaci¨®n del evento. No tuvimos tiempo m¨¢s que para una conversaci¨®n breve, pero s¨ª recuerdo que ¨¦l afirm¨® haber estado en el campo de Flossenb¨¹rg.
Pasaron meses hasta que volv¨ª a verle. Para entonces yo hab¨ªa ido localizando referencias a ¨¦l en publicaciones varias, que en ocasiones se remontaban a la ¨¦poca de la Transici¨®n. Ya entonces hab¨ªa hablado de su pasado en un campo nazi. Algunos elementos de su relato me resultaban chocantes o incoherentes. Nada extra?o, cuando se trataba de declaraciones recogidas por interlocutores varios y en circunstancias muy dispares.
![Enric Marco, retratado en 2014.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RWVWBX4B4I4543CV4HZ76EFWTQ.jpg?auth=b8cf24c1e1a94aac9b7cdc20028c23af7be3ee57f5c5f74a6123efbb4ba0bcbe&width=414)
Y as¨ª llegamos a la primera ocasi¨®n que tuve de hablar con Marco con cierta calma. Fue en mayo de 2002, con motivo de las conmemoraciones de la liberaci¨®n del campo de Mauthausen. Terminado el evento, y sentados a la misma mesa Marco y yo, no tard¨¦ mucho en decirle que estaba muy interesado en su historia. Entonces, ¨¦l, que previamente se hab¨ªa mostrado simp¨¢tico, cambi¨® bruscamente de registro. De forma tajante me dijo que no se prestaba a hablarme de su tiempo como deportado. Seguidamente sac¨® su cartera y extrajo una fotograf¨ªa en blanco y negro. ?l, me dijo, era quien aparec¨ªa en la imagen, mostrando la espalda, donde eran visibles varios hematomas, al parecer por los golpes que le hab¨ªa dado en Barcelona la polic¨ªa del ministro Mart¨ªn Villa. Ese pod¨ªa ser, concluy¨® Marco, un tema de investigaci¨®n adecuado.
Se me escapaba la posible l¨®gica en aquella reacci¨®n. Y en cualquier caso era un momento desconcertante e inc¨®modo. Yo para entonces hab¨ªa conocido ya a otros supervivientes de los campos nazis y nadie hab¨ªa presentado una actitud similar. Era demasiado evidente la contradicci¨®n: la misma persona que se negaba a hablarme de su deportaci¨®n asum¨ªa tareas importantes en la Amical (Asociaci¨®n hist¨®rica sobre el campo de concentraci¨®n de Mauthausen) y adem¨¢s acud¨ªa a numerosos centros de ense?anza justamente para dar su testimonio personal. Me pareci¨® que merec¨ªa la pena buscar explicaci¨®n a eso.
![Rosa Toran](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CC75CVBNYJRIPM7BF2NCEXHQOM.jpg?auth=5e1e08ab874107b3feeac268cba0f0dea2d31ba607ca29ef4068dd59a0ed2ef9&width=414)
Junto a nosotros, durante aquella conversaci¨®n, estaba tambi¨¦n Rosa Tor¨¢n, que permaneci¨® callada y me pareci¨® algo inc¨®moda por la reacci¨®n de Marco. Supuse que en alg¨²n otro momento ella me iba a hablar de los motivos de la reacci¨®n de Marco, pero eso nunca ocurri¨®. Aquellas dos personas parec¨ªan tener confianza entre ellas. Estaban por aquel entonces en v¨ªas de asumir la direcci¨®n de Amical, que forzosamente ten¨ªa que entrar en una nueva etapa. Eran ya muy pocos los supervivientes de los campos nazis que viv¨ªan en Espa?a. Y casi nadie estaba en condiciones de asumir las tareas necesarias. La excepci¨®n iba a ser Enric Marco, que se hab¨ªa incorporado poco tiempo antes a la asociaci¨®n y que a pesar de sus m¨¢s de 80 a?os mostraba una vitalidad notable.
Como he indicado, cuando tiene lugar este encuentro de 2002 los deportados no me eran desconocidos. Ya desde a?os atr¨¢s estaba en contacto con algunos de ellos y les hab¨ªa hecho entrevistas. Esa fue una labor que iba a continuar durante bastantes a?os todav¨ªa, a veces en distintos lugares de Espa?a, pero principalmente en Francia, donde la mayor¨ªa de los supervivientes espa?oles se hab¨ªan establecido tras su liberaci¨®n en 1945. Una experiencia que nada ten¨ªa que ver con ese encuentro fallido con Marco. Las entrevistas, las muchas horas compartidas con ellos, nos acabaron llevando en no pocas ocasiones a relaciones que iban a ser importantes toda mi vida.
![Nathalie Poza, que da vida a la segunda pareja de Enric Marco, y Eduard Fern¨¢ndez, en 'Marco', de Arregi y Gara?o.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/SYF3GWQFZBEDTPQ5JWUSKS5RHU.jpg?auth=ce841807995edda0046f955e5b53bc15a8a8b7433be6b1961cd774c30c94612e&width=414)
Pero volvamos a Marco. El tiempo iba pasando sin que yo olvidase indagar sobre ¨¦l como pod¨ªa, ya fuera en archivos o preguntando a los deportados. Nadie parec¨ªa saber nada de ¨¦l, pero en alguno de ellos se despert¨® la curiosidad de conocerlo. Fue el caso de Marcial Mayans, que viv¨ªa en Perpi?¨¢n y acudi¨® a Barcelona a encontrarse con un Marco que ¡ªas¨ª me dijo Mayans¡ª le esquivaba. O el de Ramiro Santisteban, que me describi¨® su encuentro con Marco en Par¨ªs as¨ª: ¡°Se escurre como el aceite¡±.
Hacia principios de 2005 en Madrid, en el Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, encontr¨¦ un documento que dejaba claro que Marco hab¨ªa ido a Alemania en 1941, pero lo hab¨ªa hecho voluntariamente y para trabajar en la industria de guerra del Tercer Reich.
![Jorge Sempr¨²n escucha las palabras del entonces presidente de Amical Mauthausen, Enric Marco, durante el acto de homenaje en 2004.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/KTSNYRROIXRVE7IL3JZTDKH2LM.jpg?auth=5cae5debf623e95bf5eb9bd978a2b1756fc209b12b57bda55e42ad76b7787ffe&width=414)
Poco despu¨¦s de esto me llegaban ecos de una probable presencia de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero en Mauthausen en los actos de mayo de 2005. Todo indicaba, adem¨¢s, que a Marco se le reservaba un papel protagonista, tomando la palabra en representaci¨®n de los deportados espa?oles. Me resultaba un escarnio ante el que no cab¨ªa callar. Habl¨¦ con unos y con otros. Y eso lleg¨® pronto a o¨ªdos de Marco, que me llam¨® por tel¨¦fono. ?l ¡ªme dec¨ªa¡ª pod¨ªa explicarme todo y me emplazaba para un futuro encuentro para ello. Hasta ese momento, confiaba en que yo fuera discreto. Me pareci¨® evidente que buscaba ganar tiempo.
Ya no cab¨ªa esperar. Elabor¨¦ un informe breve sobre la situaci¨®n y trat¨¦ de que llegara a los principales implicados, incluyendo instancias oficiales de Espa?a y del exterior. Tambi¨¦n se lo hice llegar a Enrique Urraca, una persona que me inspiraba confianza y que formaba parte de la Junta de Amical. Siguieron d¨ªas de mucha tensi¨®n, sin saber si alguien hab¨ªa tomado en serio el contenido de mi escrito.
Finalmente, pocas horas antes de que tuvieran lugar los eventos previstos en Mauthausen, Marco se vio obligado a regresar desde Austria a Barcelona. Y as¨ª, Francisco Batiste, un deportado residente en Francia, asumi¨® muy dignamente en las conmemoraciones el papel que Marco hab¨ªa pretendido ocupar.
Despu¨¦s del esc¨¢ndalo de 2005 Marco trat¨® de justificar su actuaci¨®n anterior. Le hab¨ªan movido, dec¨ªa ¨¦l, motivos pedag¨®gicos. Se defini¨® como un ¡°mentiroso, pero no falsario¡± que consegu¨ªa transmitir verdades aunque recurriese a distorsionar su historia personal. En realidad Marco hab¨ªa alterado muchas otras cosas y no tuvo reparos en falsificar documentos para sostener sus relatos. Incluso, por ejemplo, borrando el nombre de Enrique Moner, una v¨ªctima real de los nazis, y sustituy¨¦ndolo por el suyo para as¨ª dar credibilidad a su pretendido paso por Flossenb¨¹rg.
Lo dicho hasta aqu¨ª sigue la l¨ªnea de mis recuerdos, que en su d¨ªa compart¨ª con el equipo de la pel¨ªcula Marco. En buena medida coinciden con lo relatado en ella. De naturaleza muy distinta es la secuencia final, que se sit¨²a una d¨¦cada despu¨¦s de los eventos de 2005. En ella, un Marco ya nonagenario acude por sorpresa a ver al personaje que lleva mi nombre. El guion toma aqu¨ª rumbos de ficci¨®n, que en realidad son una reflexi¨®n. Marco considera que su biograf¨ªa merece ser escrita, insatisfecho y hasta indignado como est¨¢ con intentos como el libro de Javier Cercas. Quiere que su interlocutor emprenda algo a la altura de sus aspiraciones. Pero este ni siquiera contempla la propuesta. Aunque esta secuencia nunca tuvo lugar, mi sentimiento es que yo tambi¨¦n hubiera suscrito esa negativa.
?Se movi¨® Marco por su af¨¢n de dar voz a los deportados? Por lo que conoc¨ª, me consta lo contrario. No dud¨® en acallarlos, igual que borr¨® el nombre de Moner cuando le convino. En cuanto a las motivaciones profundas de su actuaci¨®n no me aventuro a hacer valoraciones. Y es que, como dec¨ªa al principio, le trat¨¦ muy poco.
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