¡®La tutor¨ªa¡¯: perversa reflexi¨®n sobre una agresi¨®n sexual entre ni?os de seis a?os

¡°Armand, otra vez¡±, dice la profesora al director del colegio. La frase no necesita demasiadas explicaciones. Cualquiera entiende ese ¡°otra vez¡±. Reiteraci¨®n, hartazgo. El cl¨¢sico alumno que se sale del tiesto. De hecho, el t¨ªtulo original toma su nombre: Armand. Sin embargo, quiz¨¢ porque nada es lo que parece, para su estreno espa?ol se ha rebautizado como La tutor¨ªa. Una reuni¨®n con los padres de la v¨ªctima, con la madre del cr¨ªo problem¨¢tico, y con la maestra, el director del colegio y la orientadora. El comit¨¦ de crisis. ?Una travesura m¨¢s? No, una agresi¨®n sexual. Armand tiene seis a?os. Hay pel¨ªcula aqu¨ª.

Entre el tradicional ¡°jugar a los m¨¦dicos¡± y ¡°querer verle los orificios¡± y, ¡°si no se deja, hac¨¦rselo analmente¡±, hay una distancia. Pero no todo concuerda, empezando por el lenguaje. Para su debut en el largometraje, premiado en el festival de Cannes con la C¨¢mara de Oro a la mejor ¨®pera prima, el joven Halfdan Ullmann T?ndel ha compuesto una pesadilla en los pasillos y las aulas de un colegio. Desde el principio, elementos de intriga, casi de terror. Fotograf¨ªa ¨¢spera, gris¨¢cea, g¨¦lida. Puesta en escena poco convencional: c¨¢maras en los cogotes; planos inclinados al estilo Carol Reed; primer¨ªsimos planos con los rostros al borde de la exageraci¨®n, como si se quisiera entrar en las psiques de sus criaturas a trav¨¦s de la mirada punzante. Las felices paredes con las fotos de los chavales y sus dibujos infantiles se convierten en turbios esquinazos al ritmo de una banda sonora de aplastante inquietud por sus contrastes: agria para los momentos felices, y feliz para los instantes agrios. Y un retrato de personajes de enorme ambig¨¹edad, con ramalazos alrededor del suicidio, la violencia de g¨¦nero, la sexualidad y la naturaleza de la violencia, expuestos con una cadencia en la informaci¨®n alejada de lo expositivo.

La hipercivilizada Noruega, como cualquier pa¨ªs del primer mundo, tambi¨¦n tiene su mugre bajo la alfombra. Y la obligaci¨®n de sus cineastas es hurgar en ella; en el colectivo social y en sus seres humanos individuales. Al igual que Joachim Trier, el director de las maestras Oslo, 31 de agosto y La peor persona del mundo, y entroncando con otro n¨®rdico, el dan¨¦s Thomas Vinterberg de la tambi¨¦n excelente La caza, que pose¨ªa algunos subtextos semejantes a los de La tutor¨ªa. ?Se puede juzgar a un ni?o de seis a?os? ?El problema est¨¢ en los cr¨ªos o en sus progenitores? ¡°Algunos padres se ofendieron ayer porque les puse Frozen en clase y est¨¢ calificada para mayores de siete a?os¡±, dice otro profesor. As¨ª nos va.

Ahora bien, cuidado, porque La tutor¨ªa no es una pel¨ªcula complaciente. Es muy buena, pero no es sencilla de ver. Conforme avanza, se vuelve m¨¢s conceptual que concreta. Simb¨®lica hasta lo casi suicida. Una secuencia con un ataque de risa y otras dos con sendos bailes de corte vanguardista pueden expulsar a los espectadores que solo busquen explicaciones. Aqu¨ª no las hay (del todo). Y s¨ª una cierta excentricidad y una relevante reflexi¨®n sobre el contacto f¨ªsico y sobre la dicotom¨ªa entre la tolerancia y la irresponsabilidad. La civilizada Noruega, entre la impertinencia, las crucifixiones p¨²blicas, el peligro de las apariencias, la perversi¨®n del retorcimiento del lenguaje y la polic¨ªa de la moral.

Un par de secuencias no acaban de controlar del todo la extensi¨®n de su tiempo, pero Ullmann T?ndel llega a recordar en alg¨²n instante al John Cassavetes de Una mujer bajo la influencia, y eso son palabras mayores. Y adem¨¢s, de la mano de otra formidable interpretaci¨®n de Renate Reinsve, aquella peor persona del mundo, la segunda en unas semanas, tras la de A Different Man, y en un papel muy distante en cuanto a registros. ¡°Solo es un ni?o¡±, se dice casi cada d¨ªa en estos casos. ?Es as¨ª o hay algo m¨¢s?