Por qu¨¦ los brit¨¢nicos han adorado siempre a Seve
Era un torneo ordinario del European Tour en The Belfry, en las Midlands inglesas. El cielo estaba encapotado y los jugadores disputaban la primera ronda avanzando penosamente. El p¨²blico estaba callado; no hab¨ªa demasiadas razones para aplaudir o vitorear.
Los espectadores en el hoyo 18 permanec¨ªan sentados, acurrucados en la tarde fresca, cuando, de repente, hubo una explosi¨®n de vitalidad. Era de suponer que alguien hab¨ªa colocado la bola en el ¨²ltimo green con un magn¨ªfico golpe, a juzgar por los aplausos entusiastas y los gritos de admiraci¨®n.
A decir verdad, los golpes de aproximaci¨®n no hab¨ªan tenido nada de particular, pero no pod¨ªa decirse lo mismo del personaje que se encaminaba al green: era Severiano Ballesteros. Aunque la magia de su golf lo hab¨ªa abandonado hac¨ªa tiempo, el gran campe¨®n segu¨ªa siendo tan popular como siempre para el p¨²blico brit¨¢nico.
Cada paso que daba en un campo de golf brit¨¢nico era celebrado apasionadamente. Desde el d¨ªa que termin¨® segundo, detr¨¢s de Johnny Miller, en el Open de 1976 celebrado en Royal Birkdale, hasta el momento en que se despidi¨® con su hijo haci¨¦ndole de caddy en Hoylake en 2006, ning¨²n otro jugador fue tan apreciado por los aficionados brit¨¢nicos.
Es cierto, adoraban a Nick Faldo por sus victorias en los Open y los Masters, y tambi¨¦n a Sandy Lyle, pero, de alg¨²n modo, la adoraci¨®n que sent¨ªan por Seve se situaba en una cota m¨¢s alta. ?A qu¨¦ se deb¨ªa esto? De hecho, Faldo gan¨® un t¨ªtulo grande m¨¢s que el espa?ol, y era sin duda una personalidad deportiva inmensamente popular en el Reino Unido. Entonces, ?qu¨¦ ten¨ªa Seve que no tuvieran los dem¨¢s?
Los dem¨¢s nunca golpearon desde un aparcamiento atiborrado para ganar un Open, nunca consiguieron ejecutar los golpes imposibles que Seve ten¨ªa en su repertorio. La definici¨®n m¨¢s acertada se debe tal vez a un colega periodista, que describi¨® a Ballesteros como el "James Bond del golf". Cuando estaba en su mejor momento nadie jugaba mejor al golf, y nadie lo hizo nunca con tanta audacia, estilo y brillantez.
Seve sol¨ªa dar en el campo una oportunidad para derrotarlo, y entonces, justo cuando parec¨ªa que estaba acabado, sacaba un destello de absoluta genialidad para asegurarse el triunfo. Y eso le gusta a los aficionados brit¨¢nicos.
Colin Montgomerie, ocho a?os primero en la Orden de M¨¦rito del circuito europeo, afirm¨® una vez: "Solo he conocido a dos hombres genuinamente carism¨¢ticos en mi vida. Uno era Sean Connery [que interpret¨® a James Bond], y el otro, Severiano Ballesteros".
En las pel¨ªculas de 007, Bond siempre derrota a los malos, y conviene recordar que, para los aficionados brit¨¢nicos al golf los malos son a menudo los estadounidenses. Estos sol¨ªan llegar ritualmente a nuestras costas para llevarse nuestros m¨¢s preciados tesoros golf¨ªsticos, como el Abierto Brit¨¢nico o la Ryder Cup.
Ballesteros contribuy¨® a invertir la tendencia. Su victoria en el Masters en 1980 fue la primera de un europeo en Augusta. Y sirvi¨® para que los dem¨¢s golfistas del continente vieran que era posible derrotar a los yanquis, incluso en su torneo m¨¢s prestigioso.
Lyle, Faldo, Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal, Bernhard Langer e Ian Woosnam siguieron la estela de Seve y vistieron la famosa chaqueta verde. Ballesteros, junto con Antonio Garrido, fue el primer europeo continental en jugar la Ryder Cup, cuando el desaf¨ªo a Estados Unidos se extendi¨® m¨¢s all¨¢ de las fronteras del Reino Unido e Irlanda en 1979.
As¨ª que ¨¦sta era otra raz¨®n para considerar a Seve uno de los nuestros. M¨¢s a¨²n, le encantaba vencer a los estadounidenses, y convenc¨ªa al resto del equipo de que era posible. Pon¨ªa a un muchacho bajo su batuta y lo convert¨ªa en un golfista asesino durante los tres d¨ªas que duraba el torneo, y eso le encantaba a los hinchas europeos. Seve fue el protagonista de las rompedoras victorias de 1985 y 1987, y, diez a?os m¨¢s tarde, lider¨® el triunfo de Europa en Valderrama.
Incluso a lo largo del declive de su portentoso juego, y hasta su retirada, Ballesteros no dej¨® nunca de seducir a los aficionados brit¨¢nicos al deporte. Poco les importaban sus roces ocasionales con la burocracia: estaban m¨¢s interesados en el hombre y su carisma. Era capaz de animar cualquier torneo, como pudo comprobarse aquel d¨ªa por lo dem¨¢s gris en el Belfry.
*Iain Carter es el experto en golf de la BBC.
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