Ficci¨®n y realidad
Una vez m¨¢s, el Gobierno ha presentado otro presupuesto contablemente austero. En esta ocasi¨®n el objetivo es contener el d¨¦ficit p¨²blico para poder bajar los tipos de inter¨¦s y as¨ª relanzar la econom¨ªa. A partir de hoy se iniciar¨¢ el gran debate nacional sobre si el presupuesto es m¨¢s o menos restrictivo o expansivo o si se gasta tanto en tal o cual partida. Pero a partir de su aprobaci¨®n, a finales de a?o, la letra peque?a del presupuesto perder¨¢ buena parte de su inter¨¦s. Y lo que puede ser mucho m¨¢s preocupante: ?qui¨¦n velar¨¢ por su cumplimiento?.En 1993, Presupuesto y realidad no han podido ser m¨¢s dispares. Se han gastado casi dos billones de pesetas m¨¢s de las aprobados por el Parlamento y se ingresar¨¢ casi un bill¨®n menos. El problema es, pues, de credibilidad.
El a?o pasado cuando por estas fechas el entonces ministro de Econom¨ªa, Carlos Solchaga, present¨® el Presupuesto de 1993 advirti¨® que est¨¢bamos inmersos "en una crisis internacional mucho m¨¢s profunda de lo que nadie pod¨ªa prever, que no se pod¨ªa frenar con pol¨ªticas de corte keynesiano", es decir, con aumentos de gasto p¨²blico para reactivar la econom¨ªa. Ante este diagn¨®stico plante¨® un ejercicio restrictivo, "el m¨¢s moderado de los ¨²ltimos 20 a?os", con sacrificios para asalariados y funcionarios. En esta l¨ªnea el Gobierno fij¨® un crecimiento del gasto del 3,7% y situ¨® el objetivo del d¨¦ficit p¨²blico en el 2,3% del PIB.
El resultado no ha podido ser m¨¢s torcido, sin paliativo de ning¨²n g¨¦nero. El gasto crecer¨¢ este a?o el 16,8%. Es decir, el presupuesto de 1993 ser¨¢ el m¨¢s expansivo de los ¨²ltimos a?os y el d¨¦ficit rebasar¨¢ el 6%, lo cual supone una grave hipoteca para los pr¨®ximos ejercicios y un serio descr¨¦dito para Gobierno, oposici¨®n y Parlamento. La paradoja est¨¢ en que el a?o pasado no se pod¨ªa hacer un presupuesto expansivo, con medidas de relanzamiento para no desmadrar el d¨¦ficit, pero al final ni se reactiv¨® la econom¨ªa ni se han corregido las cuentas p¨²blicas.
El descontrol del d¨¦ficit ya se hab¨ªa convertido en habitual en los ¨²ltimos a?os (800.000 millones en 1991 y 600.000 en 1992). Pero los 2,4 billones de este a?o resultan de dif¨ªcil justificaci¨®n. Con esta desviaci¨®n, el Estado habr¨¢ gastado este a?o 3,8 billones de pesetas m¨¢s de lo ingresado, lo que exigir¨¢ nuevas emisiones de deuda, que para el conjunto de las Administraciones P¨²blicas alcanzan ya los 30 billones de pesetas, m¨¢s del 50% del PIB.
El famoso art¨ªculo 10 de los Presupuestos que prescribe que "el conjunto de las obligaciones reconocidas en 1993 con cargo a Presupuestos del Estado... no podr¨¢n superar la cuant¨ªa total de los cr¨¦ditos aprobados", ha sido manifiestamente vulnerado. La obligaci¨®n del Gobierno de comunicar trimestralmente al Congreso y Senado las operaciones de ejecuci¨®n del presupuesto, tampoco ha tenido efectividad alguna.
El ministro de Econom¨ªa, Pedro Solbes, est¨¢ decidido a afrontar el problema de la credibilidad creando una Comisi¨®n de Control del Gasto. Su objetivo para 1994 es reducir el gasto en un 1,3%, con aumento de los ingresos del 3,7% y rebajar el d¨¦ficit hasta el 5,2%. Para algunos analistas, a finales del pr¨®ximo a?o la deuda p¨²blica se acercar¨¢ al 60% del PIB, con lo que Espa?a dejar¨¢ de satisfacer el ¨²nico criterio de convergencia que cumpl¨ªa. Tambi¨¦n hay dosis de voluntarismo como la previsi¨®n de un aumento salarial del 2,5%, o el c¨¢lculo seg¨²n el cual se mantendr¨¢ el n¨²mero de cotizantes a la Seguridad Social.
Lo m¨¢s preocupante sigue siendo c¨®mo salir de la crisis y crear empleo. Para 1994 se prev¨¦n unos 80.000 empleos menos y 150.000 parados m¨¢s. La tarea queda pendiente y se f¨ªa al reequilibrio de las macromagnitudes y precisamente a la contenci¨®n del d¨¦ficit. Si eso tampoco se logra, todos los sacrificios habr¨¢n sido bald¨ªos.
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