Aqu¨ª hay tomate
La subida de los m¨¢rgenes comerciales de las grandes superficies, los intermediarios y la escasez de algunos productos disparan el precio de los alimentos frescos
El Gobierno est¨¢ asustado. El precio de los alimentos frescos est¨¢ fuera de control. Los tomates, las jud¨ªas verdes, las lechugas, algunas frutas, carnes y pescados, acumulan subidas en un a?o superiores al 25% y en torno al 50% en muchos casos. La ola de calor del pasado verano explica en parte la carest¨ªa. Es cierto que hay menos kilos de producto a la venta, pero eso no justifica por qu¨¦ en estos momentos un tomate espa?ol cuesta en Berl¨ªn o Francfort la mitad que en Madrid, Sevilla o Bilbao, despu¨¦s de haber recorrido media Europa.
Aparentemente sorprendido por la situaci¨®n, que sin embargo se arrastra desde hace a?os, el Ministerio de Econom¨ªa ha encargado al Servicio de Defensa de la Competencia que investigue el exagerado aumento de los precios. Todo antes de que la famosa fiesta de la tomatina de Bu?ol (Valencia), en la que cada agosto se arrojan a las calles cientos de miles de kilos de tomate, tenga que celebrarse con c¨¢scaras de pipas.
En frutas y hortalizas, la diferencia entre precio final y de origen puede llegar al 300%
Las grandes cadenas comerciales mantienen islas de p¨¦rdidas en oc¨¦anos de beneficios
La gran distribuci¨®n asegura que no sobrepasa el 2% de beneficio por producto
Mientras el Servicio de Defensa de la Competencia, organismo sin capacidad sancionadora dependiente de Econom¨ªa, obtiene conclusiones, productores, organizaciones agrarias, exportadores y hasta el mism¨ªsimo Banco de Espa?a parecen haber detectado d¨®nde est¨¢ el problema: entre productor y consumidor hay magos ("nada por aqu¨ª, nada por all¨¢"), intermediarios, que convierten un modesto tomate de ensalada de a 80 c¨¦ntimos el kilo en un brillante y tentador objeto de a tres euros los mil gramos. En frutas y hortalizas, la diferencia entre el precio de origen y el final puede ser de hasta el 300%.
El milagro de los panes y los paces, traducido a euros, amenaza con destrozar el sensible ¨ªndice de precios al consumo (IPC), pilar de la estabilidad econ¨®mica, y sacar los colores al equipo econ¨®mico del Ejecutivo en plena carrera electoral. Pero corregir el problema no es f¨¢cil. Los precios de los alimentos, al contrario, por ejemplo, de lo que sucede con la luz, son libres. La Administraci¨®n s¨®lo puede actuar si detecta actuaciones contrarias a la competencia.
Y as¨ª, mientras se busca el camino para intervenir, se mantienen situaciones llamativas. Por ejemplo, productos como la leche o el aceite, que en teor¨ªa sufren m¨¢s procesos de transformaci¨®n e intermediaci¨®n hasta su llegada a las estanter¨ªas, se venden relativamente baratos, incluso por debajo de coste. Mientras, grandes cadenas de supermercados e hipermercados, que compran directamente el producto fresco en origen para abaratar costes y eliminar intermediarios, mantienen o suben sus m¨¢rgenes comerciales (diferencia entre lo que paga al agricultor y el precio de venta al p¨²blico) con independencia de la buena o mala cosecha.
?C¨®mo se ha llegado a esta situaci¨®n de descontrol? El secretario general de la Uni¨®n de Peque?os Agricultores (UPA), Fernando Moraleda, apunta a una mezcla de razones: "Concentraci¨®n en el comercio, ausencia de una relaci¨®n contractual m¨ªnima productor-comprador, presiones de los grandes grupos para favorecer una legislaci¨®n estatal que ampl¨ªe los horarios comerciales, limitados por normativas auton¨®micas y ausencia de una competencia real en el sector comercial".
Sin llegar a tanta disecci¨®n del problema, el Observatorio de Precios de la Alimentaci¨®n (constituido por ministerios, consumidores, productores y comunidades aut¨®nomas) advirti¨® ya en junio de 2002 que "los m¨¢rgenes comerciales de la cadena de distribuci¨®n tienden a incrementarse a¨²n m¨¢s cuanto menor es el precio del producto primario". M¨¢s a¨²n, el Observatorio constataba, alarmado, que "el diferencial entre precios en origen y el consumo es alto y constante con independencia de las menores cotizaciones al productor". Consecuencia: la situaci¨®n "se traduce no s¨®lo en una p¨¦rdida de rentas de los productores, sino tambi¨¦n en una situaci¨®n desfavorable para el consumidor".
M¨¢s recientemente, el Banco de Espa?a, en su Bolet¨ªn Econ¨®mico del mes de junio, apuntaba hacia uno de los focos del problema: "Los mayores incrementos de precios [de los alimentos], comparando los registrados por un mismo producto en tres tipos de establecimientos [tradicionales, supermercados e hipermercados] se dan, para la mayor¨ªa de los alimentos, en los hipermercados". "Esto podr¨ªa ser indicativo", prosegu¨ªa el banco emisor, "de que los hipermecados podr¨ªan estar aumentando m¨¢rgenes y reduciendo su ventaja comparativa en precios".
Y es que los analistas del Banco de Espa?a distinguen dos etapas claras en la estrategia seguida en Espa?a por las grandes cadenas de supermercados e hipermercados, que, seg¨²n el Ministerio de Agricultura, tienen una cuota de venta en alimentos frescos del 41%.
La primera fase, hasta el a?o 1996, habr¨ªa estado caracterizada por las ganancias de cuota de mercado y, como contrapartida, un ajuste muy intenso de los precios. La segunda fase (1996-2001) se caracterizar¨ªa por un ajuste de precios menos intenso, un proceso de expansi¨®n ralentizado y una ampliaci¨®n de los m¨¢rgenes comerciales.
Es decir, completada la transformaci¨®n del sector comercial (las tiendas tradicionales en los a?os ochenta ten¨ªan una cuota de mercado del 50%, que ha ca¨ªdo al entorno del 30%) y asumido el proceso de concentraci¨®n de su actividad, los grandes centros parecen haber decidido que es el momento de apurar las ganancias al l¨ªmite. Eso, al margen de que mantengan atractivas ofertas de precios en productos concretos, como leche o aceite (por cierto, con fuerte impacto en el IPC). Una estrategia que, seg¨²n explica el catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad Complutense, Javier Casares, fue definida por el te¨®rico estadounidense Bernardo Trujillo como el "el mantenimiento de islas perdidas en oc¨¦anos de beneficios".
Casares observa, en el espectacular incremento de los precios de la alimentaci¨®n, el resultado de la suma de varios factores: el aumento m¨¢rgenes comerciales, el impacto de las crisis alimentarias, la creaci¨®n de un mercado "marquista" (el consumidor quiere productos de marcas conocidas) con preferencia por alimentos enriquecidos y la influencia de circunstancias coyunturales.
Pero sobre todas las explicaciones planea un hecho que tambi¨¦n fue recogido en el estudio del Banco de Espa?a del mes de junio: "Se est¨¢n consolidando los monopolios locales porque las grandes superficies tienen dificultades para crecer y se expanden mediante absorciones y compras de comercios ya establecidos".
Los productores son los m¨¢s beligerantes a la hora de se?alar un culpable: la distribuci¨®n, es decir, los puntos de venta de alimentaci¨®n, especialmente las grandes superficies. ?stos niegan las acusaciones y argumentan que s¨®lo se les se?ala porque son quienes marcan el precio m¨¢s visible, el que finalmente abona el cliente.
La Federaci¨®n Espa?ola de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas (Fepex) lo tiene claro. Su director, Jos¨¦ Mar¨ªa Pozancos, acusa a los comercializadores de vender los productos con un margen de beneficio fijo, independientemente de la oferta que exista en el mercado. "El problema es que cuando hay un exceso de oferta no se reducen los precios", explica Pozanco, para quien esta pr¨¢ctica tiene "claros efectos inflacionistas".
Fuentes del sector defienden que el margen que los distribuidores imputan al producto una vez adquirido puede llegar hasta el 50% de su valor, aunque el porcentaje var¨ªa seg¨²n la materia. Las mismas fuentes aseguran que, en funci¨®n de las existencias, la ganancia de los comercializadores puede oscilar cinco puntos arriba o abajo, pero no m¨¢s.
El responsable de los productores y exportadores de frutas y hortalizas asegura que no es en este proceso de la cadena en el que se hinchan los precios. "La oferta est¨¢ muy atomizada; a ver c¨®mo se ponen de acuerdo los agricultores de diferentes sitios. Es imposible manipular los precios".
Los distribuidores rechazan las acusaciones de los productores, aunque tampoco mantienen una postura unitaria. Donde existe mayor acuerdo es en la negaci¨®n de los m¨¢rgenes que les atribuyen los productores. "Ya nos gustar¨ªa", asegura Miguel ?ngel Fraile, secretario general de la Confederaci¨®n Espa?ola de Comercio, que representa a 400.000 negocios tradicionales. Un portavoz de Anged, patronal de la gran distribuci¨®n, que engloba a cadenas como El Corte Ingl¨¦s, Alcampo o Carrefour, asegura que, en l¨ªneas generales, no sobrepasan el 2% de beneficio por producto. "La visi¨®n de los productores es totalmente interesada", sentencia Ignacio Garc¨ªa, de Asedas, organizaci¨®n que representa a los supermercados, con socios como Ahold, Ahorram¨¢s o Caprabo.
No obstante, Anged reconoce que las grandes superficies mantienen un margen fijo sobre el producto: "Si sube la patata [en origen], la subimos, pero si baja, por ejemplo, 30, nosotros bajamos 10 porque los gastos de los intermediarios [transporte, envasado...] siguen fijos", asegura su portavoz. Asedas matiza que el margen se mantiene en circunstancias normales, pero no cuando las circunstancias climatol¨®gicas determinan una oferta escasa: "Lo que no hace ninguno es aumentar su margen en esos casos".
A partir de ah¨ª, todo son diferencias entre los distribuidores. Anged alega que, al controlar s¨®lo el 11% de ese mercado, su actividad tiene poco efecto inflacionista. La Confederaci¨®n del Comercio esgrime que el peque?o comerciante tiene menos capacidad de fijar precios, ya que las cantidades que compra son mucho menores a las de los hipermercados. Y ¨¦stos arguyen que el descontrol de los precios debe darse en aquellos que m¨¢s venden. La Federaci¨®n de Industrias de Alimentaci¨®n y Bebidas niega cualquier responsabilidad en la subida, pese a que engloba a una gran variedad de industrias que utilizan los productos frescos como materia prima.
Tanto productores como distribuidores esperan conocer las conclusiones de la investigaci¨®n que anunci¨® la semana pasada el Ministerio de Econom¨ªa. "Es verdad que hay que dar m¨¢s transparencia a este mercado", admite el representante de los supermercados. Para Fepex, la soluci¨®n a esta escalada de precios requiere que el Gobierno sea capaz de detectar si se est¨¢ conculcando la libre competencia y ponga medidas para evitarlo.
Todas las organizaciones agrarias coinciden en rechazar cualquier responsabilidad del sector. En esta l¨ªnea consideran que los agricultores son los primeros paganos del comportamiento alcista del IPC al abonar subidas importantes por los medios de producci¨®n y recibir precios a la baja por sus productos.
Pedro Barato, presidente de Asaja, apoya la decisi¨®n de Econom¨ªa de clarificar los m¨¢rgenes comerciales en el conjunto de los productos agrarios y que se diga a la sociedad qui¨¦n se lleva los beneficios del campo. Considera que se trata de una vieja denuncia planteada por su organizaci¨®n.
Para el secretario general de UPA, Fernando Moraleda, lo que est¨¢ sucediendo con la comercializaci¨®n de los productos agrarios supone una clara alteraci¨®n de los precios y merece una investigaci¨®n profunda para definir responsabilidas. El responsable del sindicato estima que no hay explicaci¨®n posible a la subida de m¨¢rgenes cuando bajan los precios de los productos agrarios
Desde COAG se indica que las ¨²ltimas subidas no se pueden achacar solamente a las condiciones climatol¨®gicas, al calor. En su opini¨®n, son indispensables medidas estructurales para lograr una regulaci¨®n correcta y evitar que la producci¨®n est¨¦ en manos de unos oligopolios.
El Ministerio de Agricultura, por su parte, tira balones fuera al abordar el problema. Su responsabilidad, sostiene, se limita a los precios agrarios en origen, que han tenido un comportamiento normal, solamente afectado, de forma excepcional, por la ola de calor que provoc¨® recortes en la oferta. El resto del proceso de comercializaci¨®n, aclara, corresponde al Ministerio de Econom¨ªa.
Desde Agricultura se insiste en que cuando suben los precios en origen, esa subida se repercute rapidamente en los precios al consumidor, mientras cuando bajan los precios en origen hay una gran resistencia a la bajada.
El Ministerio que dirige Miguel Arias Ca?ete convoc¨® a finales de septiembre un pleno del Observatorio de Precios para el pr¨®ximo d¨ªa 14 d e octubre. Agricultura estima que el Observatorio hace solamente un trabajo de seguimiento de precios, pero que no tiene ninguna capacidad para decidir nada sobre la evoluci¨®n de los mismos.
Informaci¨®n elaborada por Santiago Carcar, Vidal Mat¨¦, Luc¨ªa Abell¨¢n y Cristina Galindo.
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