Historias del coraz¨®n
Una joya perfecta de 250 gramos dise?ada para latir miles de millones de veces. Pero nos empe?amos en maltratarla. El Centro Nacional de InvestigacionesCardiovasculares echa a andar para intentar frenar la principal causa de mortalidad entre nosotros. Lea estas p¨¢ginas. Pueden resultar beneficiosas para su salud.
Hasta ahora hemos hecho un gran esfuerzo de investigaci¨®n en individuos que ya han entrado en la enfermedad; debemos ahora volcarnos en el tramo anterior, conocer mejor el inicio de la dolencia y tratar de evitarlo. Debemos insistir m¨¢s en el concepto de mantener la salud. En ese sentido, hay que hacer un balance optimista, pero tambi¨¦n pesimista, con luces y sombras. Porque hemos avanzado mucho en el tratamiento, en retrasar el fallecimiento, pero, sin embargo, la prevalencia de las enfermedades cardiovasculares sigue aumentando, es un caos epidemiol¨®gico. Y creo que el principal factor de incidencia, el que m¨¢s debe preocuparnos, es la obesidad, que provoca diabetes, hipertensi¨®n, trastorno de los l¨ªpidos? Vivimos en un mundo en el que cada vez hay m¨¢s obesos. Yo creo que ¨¦sta es la causa principal del aumento. Y pienso que hemos fallado en algo muy importante, en la prevenci¨®n. Hemos trabajado demasiado individualmente; el futuro pasa por un enfoque completamente distinto". Quien dice esto es Valent¨ªn Fuster (Barcelona, 1943), director del Instituto Cardiovascular del hospital Mount Sinai, de Nueva York.
Las enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muerte en los pa¨ªses desarrollados, provocan entre el 35% y el 40% de los fallecimientos.
Tenemos un problema. Y tenemos un nombre, Valent¨ªn Fuster, hombre de absoluta confianza en los temas del coraz¨®n.
Y ahora, del cruce de ambos, en Espa?a ha nacido lo que ya se ha calificado como el mayor centro de investigaci¨®n cardiovascular de Europa: el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC): 23.000 metros cuadrados en Madrid, dentro del Instituto de Salud Carlos III, dependiente del Ministerio de Sanidad y Consumo, que han supuesto una inversi¨®n de 60 millones de euros -casi el doble del presupuesto inicial- y que acoger¨¢ a unos 300 investigadores. Se espera que este centro alcance su velocidad de crucero, con todo el personal ya contratado, a mediados de 2008. Fuster se ha puesto a la cabeza como presidente del Comit¨¦ Cient¨ªfico Asesor del CNIC, un cargo que le permite compatibilizar su regreso a Espa?a con sus contratos y compromisos en Mount Sinai.
El CNIC fue inaugurado, por fin, por los Reyes el pasado 27 de febrero tras diversos avatares. Porque en su puesta en marcha han intervenido cuatro ministros de Sanidad -tres del PP (Jos¨¦ Manuel Romay Beccar¨ªa, Celia Villalobos y Ana Pastor) y una del PSOE (Elena Salgado, quien le dio el impulso definitivo al estrechar la mano de Fuster)- y porque vivi¨® momentos serios de crisis en 2004 a ra¨ªz de la marcha del anterior cient¨ªfico de prestigio que le serv¨ªa de aval, el hondure?o Salvador Moncada, que trabaja en el Reino Unido. La ministra Pastor y el cient¨ªfico Moncada se enrocaron en sus posiciones tras una campa?a en prensa de acusaciones de "uso indebido de los fondos". El gerente actual del CNIC, Francisco de Paula Rodr¨ªguez, quiere aclarar: "Pudo haber poco cuidado en la gesti¨®n de los fondos, pero no hemos detectado malversaci¨®n; hab¨ªa cierta par¨¢lisis, pero nada turbio".
El asunto es que, tras dimes y diretes y golpes bajos m¨¢s propios de la prensa de otro tipo de coraz¨®n, el nombre de Fuster vino a dar cimientos y vuelo al centro. Y gracias a ¨¦l llegaron los fondos de empresas privadas. Una f¨®rmula novedosa y prometedora. "Es una gran oportunidad para m¨ª de contribuir y aplicar mi experiencia a la investigaci¨®n en Espa?a, que es lo que dicta el futuro econ¨®mico de un pa¨ªs", se?ala el doctor Fuster. "Su principal ventaja es que aplicar¨¢ un programa de investigaci¨®n de alta calidad donde unen fuerzas la iniciativa privada y el Gobierno. Yo creo que hoy d¨ªa la investigaci¨®n basada s¨®lo en dinero del Estado no basta para conseguir la fuerza suficiente. La ayuda privada nos permitir¨¢ contar con un presupuesto estable para 10 a?os".
El gerente explica que la receta encontrada pasa por un ingrediente fundamental: la Fundaci¨®n ProCNIC, creada para aportar fondos de empresas privadas a la investigaci¨®n en torno al coraz¨®n, "con lo cual el CNIC mantiene titularidad, control e inter¨¦s p¨²blicos, pero a la vez se beneficia de la eficacia, agilidad, solvencia y fondos del altruismo de esas empresas", un escaparate del poder¨ªo industrial espa?ol: Acciona, Banco Santander Central Hispano, BBVA, Endesa, El Corte Ingl¨¦s, Fadesa, Fundaci¨®n Abertis, Fundaci¨®n Ram¨®n Areces, Gas Natural, Grupo PRISA, Inditex, La Caixa, Repsol-YPF y Telef¨®nica. Ahora mismo, con estos mimbres, existe el acuerdo para que estas empresas aporten 100 millones de euros a lo largo de siete a?os, m¨¢s 20 millones anuales a cargo de los Presupuestos Generales del Estado. "En 2012 est¨¢ previsto que contemos con un soporte de 49 millones de euros", apunta De Paula Rodr¨ªguez, un tinerfe?o de 47 a?os. Fuster s¨®lo accedi¨® a ponerse al frente de este proyecto cuando vio asegurada esa financiaci¨®n estable: "En Espa?a hay mucho talento, val¨ªa la pena juntar recursos".
Valent¨ªn Fuster subraya, siempre que puede, un empe?o especial: la prevenci¨®n. Insiste en que las sociedades desarrolladas est¨¢n fallando estrepitosamente en ese aspecto. Es lo que le ha llevado a escribir, en colaboraci¨®n con el periodista Josep Corbella, La ciencia de la salud (editorial Planeta), su primer libro de divulgaci¨®n, en el que desde el principio deja algo muy claro: "Aunque cada d¨ªa hay mejores m¨¦todos de diagn¨®stico y mejores tratamientos, tambi¨¦n hay cada d¨ªa m¨¢s enfermos". El eslogan del libro es: "Nunca es tarde para empezar a cuidarse, y nunca demasiado pronto". Y ¨¦l explica que hay que trabajar en tres campos: en comunidad, con los ni?os de 5 a 10 a?os -"es la edad en la que captas m¨¢s, en la que fijas las reglas de conducta para el futuro"; por eso colabora con el programa de televisi¨®n Barrio S¨¦samo- y estableciendo pol¨ªticas -leyes (pone como ejemplo la espa?ola contra el tabaco) "que dificulten que se impongan en la sociedad conductas poco saludables"-. En este sentido cree vital, y nunca mejor dicho, que desde el Estado se establezcan regulaciones a la industria alimenticia. "Son los retos m¨¢s importantes que tenemos".
En el CNIC, los pilares tambi¨¦n son tres: una investigaci¨®n de alto nivel -un comit¨¦ externo de evaluaci¨®n decide estos d¨ªas los seis jefes de departamento: embriolog¨ªa, regeneraci¨®n de tejidos, biolog¨ªa vascular, tecnolog¨ªa de imagen, epidemiolog¨ªa y estad¨ªstica e investigaci¨®n aplicada, que marcar¨¢n el esquema del centro; ha habido 63 aspirantes, el 40% de fuera de Espa?a-, una conexi¨®n directa con el Sistema Nacional de Salud, o sea, que los pacientes vean una aplicaci¨®n directa de los adelantos -"no es atractivo crear una instituci¨®n de excelencia, sino redes de grupos integrados, y trasladar esa investigaci¨®n a la aplicaci¨®n directa al paciente", se?ala Fuster- y un concienzudo programa de formaci¨®n que cuide la cantera de j¨®venes investigadores. Ahora el tiempo de Fuster se repartir¨¢ al 25% en el CNIC y al 75% en Mount Sinai, un centro sobre todo de atenci¨®n m¨¦dica que cuenta adem¨¢s con 60 investigadores en el ¨¢rea cardiovascular. Esos porcentajes se ir¨¢n equilibrando e invirtiendo con el paso de los a?os. "Hoy d¨ªa, el trabajo de investigaci¨®n hay que concebirlo en red. No tendr¨ªa sentido que yo estuviera todo el tiempo en Madrid; ahora soy m¨¢s ¨²til estableciendo conexiones desde aqu¨ª, como ya estamos hablando para extender esas redes en la UE". Para salir al paso de comentarios maledicentes sobre la vuelta de cerebros maduros a Espa?a con contratos de lujo, Fuster subraya: "Queda claro que yo no me he buscado un retiro dorado".
Francisco de Paula, que lleg¨® al CNIC desde la direcci¨®n del hospital Gregorio Mara?¨®n, en Madrid, y ha sido capaz de poner orden en las cuentas y sacar el proyecto del atolladero en a?o y medio, es partidario de dar ahora pasos firmes y seguros, y no apresurados. De la misma forma que ha sido decisivo para el futuro del centro alcanzar ese acuerdo con las empresas privadas. "No debemos dar pasos en falso acuciados por la prisa", explica. "Debemos mantener siempre un nivel alto de exigencia. Cada decisi¨®n en estos primeros a?os marcar¨¢ el tono futuro". Es verdad que ahora se ve muy vac¨ªo ese magn¨ªfico edificio, que desprende la imagen de transparencia, modernidad, trabajo en equipo y pulcritud que pens¨® para el CNIC su arquitecto, Francisco Javier Bellosillo, que falleci¨® sin verlo terminado. "La emergencia por llenar esos espacios", dice el gerente, "no debe traicionarnos". El reto al que se enfrenta el CNIC es enorme. Seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, las dolencias cardiovasculares suponen la muerte de m¨¢s de 17 millones de personas al a?o. M¨¢s de 125.000 en Espa?a. Ahora se trata de levantar un dique s¨®lido y ambicioso para detener esa marea negra.
Por encima de los avances de tratamientos e investigaci¨®n, los principales titulares del coraz¨®n -de este coraz¨®n- en estos primeros meses del a?o 6 del siglo XXI no son nada sofisticados; insisten en c¨®mo se maltratan las sociedades desarrolladas con un estilo de vida tan sedentario, estresante y cargado de calor¨ªas. Nada futurista. Vuelven a resaltar el valor de reducir las calor¨ªas para mantener un coraz¨®n m¨¢s joven. "La obesidad", contin¨²a Fuster, "es la consecuencia directa de la ansiedad, de vivir tan r¨¢pido y comer tan mal".
Son las amenazas? Son los estragos de una vida marcada por el estr¨¦s y la ansiedad. "El problema es que a menudo la sociedad nos arrastra a esto, no nos deja vivir de otra manera. Yo recibo 110 e-mails diarios, y todos quieren una respuesta al instante. Es la enfermedad del e-mail. ?Me puede decir c¨®mo se puede dar una contestaci¨®n satisfactoria a todos y vivir con tranquilidad? La gente debe entender algo b¨¢sico: usted debe hacerse cargo de usted mismo. Uno debe estar en contacto con uno mismo, y cuidarse. No hay una receta universal. Por ejemplo, los espa?oles ven la televisi¨®n una media de tres horas diarias, y mientras la ven est¨¢n comiendo algo, picoteando? Eso es un desastre. Se trata de tomar conciencia de uno mismo y, dentro de las circunstancias, saber gestionarnos. Es un concepto muy oriental. ?C¨®mo me domino yo? La vida es dif¨ªcil para todos. Eso lo sabemos y hay que asumirlo. Pero dentro de ese escenario hay que saber aprovechar la parte positiva, saber extraer y disfrutar los buenos momentos. Debemos aprender a gestionarnos. Es el gran reto. Cerebro y coraz¨®n son dos maravillas, y est¨¢n perfectamente conectadas. Estoy convencido de que el siglo XXI va a ser el siglo del cerebro, del que a¨²n sabemos muy poco. Del coraz¨®n sabemos mucho m¨¢s, pero nos dedicamos a estropearlo. Ha llegado el momento de que pongamos en pr¨¢ctica todo lo que sabemos sobre el coraz¨®n para cuidarlo, de que sepamos aplicar los conocimientos sin esperar a que enferme".
Manuel Ruiz Ripoll¨¦s. Por KARELIA V?ZQUEZ
"?Un infarto? No me fastidies. Eso tiene que ser m¨¢s llamativo" Experto en ergonom¨ªa y riesgos laborales. Sufri¨® un infarto agudo hace seis a?os. Decidi¨® relajarse de verdad y cambiar de vida. 62 a?os.
D¨ªa 23 de mayo de 2000. Cl¨ªnico de Valladolid. Por primera vez en mucho tiempo, Manolo se deja llevar. Le conectan a un respirador y tiene la sensaci¨®n de que ya est¨¢ todo hecho. Por una vez, ¨¦l no da ¨®rdenes. Manuel Ruiz Ripoll¨¦s, de 56 a?os. Diagn¨®stico: infarto agudo de miocardio. "Que sea lo que Dios quiera, el problema no es m¨ªo", piensa. Y le invade "una tranquilidad tremenda", s¨®lo alterada cuando piensa en su familia.
Acostumbrado a estar siempre "en la cresta de la ola", Manolo era un adicto a las emociones fuertes. El estr¨¦s -"que no tiene que ser siempre malo, pero que al que es peligroso someterse de forma continuada" (como el mismo Ripoll¨¦s recordaba en sus conferencias sobre riesgos laborales)- era su estado natural. Sal¨ªa de casa a las siete; volv¨ªa a las ocho o las nueve de la noche. Tras cenar se dedicaba a preparar las conferencias del d¨ªa siguiente. Los fines de semana se cruzaba la Pen¨ªnsula. Un paquete de cigarrillos por d¨ªa. Adem¨¢s, los viajes a Am¨¦rica para dar conferencias. Hasta cuatro aviones por semana, 80 horas de clases en 15 d¨ªas. Ripoll¨¦s era el gur¨² de lo suyo: la ergonom¨ªa. Firm¨® con sus colaboradores el manual m¨¢s consultado en castellano de esta disciplina. En 1995, con la Ley de Prevenci¨®n de Riesgos Laborales, la ergonom¨ªa entr¨® por decreto en las empresas y el ritmo de Manolo se aceler¨®. Su equipo de ocho personas se qued¨® corto y tuvo que dedicarse a formar expertos. Manolo se saltaba a la torera todo lo que se dedicaba a ense?ar, pero estaba entusiasmado. "?Cansado? No, estaba obsesionado".
"No, esto no me est¨¢ pasando a m¨ª", pensaba Manolo mientras ve¨ªa el montaje que le ten¨ªan preparado en el hospital. Hab¨ªa desayunado un zumo de naranja. Por la tarde, de cuatro a ocho, ten¨ªa que impartir clases. De repente le empez¨® "una acidez de est¨®mago bastante fuerte". Nada nuevo. Compr¨® anti¨¢cidos y se fue al hotel a descansar. Media hora despu¨¦s llam¨® a un compa?ero: "Vete leyendo mi tema, que el est¨®mago me est¨¢ dando guerra". No se sabe por qu¨¦, su compa?ero puso al tel¨¦fono al m¨¦dico de Fremap: "Ponte el dedo encima de donde te duele. ?Est¨¢ debajo del estern¨®n?". "Justo", comprob¨® Manolo. "Pues c¨®gete un taxi ya". "?Un infarto? ?No me fastidies! Eso tiene que ser algo m¨¢s llamativo, m¨¢s doloroso, otra cosa".
Su mujer y sus hijos ven¨ªan de Madrid en coche. A Rosal¨ªa, el viaje le pareci¨® eterno. Un d¨ªa despu¨¦s, los m¨¦dicos decidieron colocar un stent, un peque?o tubo de malla dentro de la arteria obstruida, y a los pocos d¨ªas una ambulancia le llev¨® a casa.
Y he aqu¨ª a un hombre acostumbrado a tener la agenda repleta que decide dar un giro radical. Consigui¨® dejar de fumar, adelgazar unos kilos y cumplir a rajatabla los horarios de comida; recuper¨® el placer de leer, su pasi¨®n por la ¨®pera y su sitio en el Teatro Real. Por lo dem¨¢s, un tratamiento m¨¦dico para controlar la tensi¨®n y el colesterol, aspirina y una dieta baja en sal y con poca grasa. En la oficina le pusieron las cosas claras: "Se han acabado las burradas. La formaci¨®n de nuevos erg¨®nomos queda en otras manos. Los viajes se hacen con tranquilidad, y el horario se cumple estrictamente, hasta las cuatro y media". Luego, al menos una hora y media andando. A la vuelta a casa le esperan las historias apasionantes de sus ¨®peras favoritas: La Traviata, Jenufa y Parsifal. Manolo, ahora con 62 a?os, echa de menos no estar en la cresta de la ola, pero lo piensa y concluye: "?Ahora s¨ª que estoy bien!".
Luis Alonso-Pulp¨®n. Por MILAGROS P?REZ OLIVA
"En 10 a?os, el 30% de los actuales cardi¨®logos estar¨¢ jubilado".
Presidente de la Sociedad Espa?ola de Cardiolog¨ªa. Director del servicio de cardiolog¨ªa del hospital Puerta de Hierro (Madrid). 56 a?os.
Tiene andares desgarbados, considerable estatura y una personalidad expansiva, de modo que cuando Luis Alonso-Pulp¨®n se abre paso por los atestados pasillos del hospital Puerta de Hierro, de Madrid, el espacio se contagia de su vitalidad. El nombre de Alonso-Pulp¨®n est¨¢ unido al de Puerta de Hierro, donde dirige el servicio de cardiolog¨ªa, porque es en este centro donde ha transcurrido toda su carrera profesional. Tambi¨¦n dirige el programa de trasplante de coraz¨®n, que ya lleva 670 enfermos atendidos. Naci¨® en Valladolid en 1949 y estudi¨® medicina en su ciudad, pero se doctor¨® en Madrid y tuvo la suerte de ir a parar al que entonces era considerado uno de los mejores hospitales de Espa?a.
Alonso-Pulp¨®n ha vivido la eclosi¨®n de la cardiolog¨ªa. "Cuando comenc¨¦ no se operaba a enfermos de m¨¢s de 55 a?os. Hoy operamos a pacientes de 90. La sociedad rechaza que se apliquen criterios biol¨®gicos; adem¨¢s, uno no es qui¨¦n para juzgar si alguien ha vivido suficiente". Las enfermedades del coraz¨®n tienen mucho que ver con la edad, con el envejecimiento, y eso provoca un aumento constante de la demanda y una presi¨®n asistencial enorme. Le preocupa la falta de cardi¨®logos. "Algo no acaba de funcionar en Espa?a cuando hay m¨¢s de 1.000 m¨¦dicos espa?oles ejerciendo en Portugal, otros 2.000 en Inglaterra y aqu¨ª tenemos que contratar a m¨¦dicos polacos. Aqu¨ª los sueldos son muy bajos".
Cuando el a?o pasado asumi¨® la presidencia de la Sociedad Espa?ola de Cardiolog¨ªa se propuso revisar la especialidad. La sociedad tiene ahora 2.600 miembros, con una edad media de 54 a?os. "Eso significa que, en 10 a?os, el 30% de los actuales cardi¨®logos estar¨¢ jubilado o muerto. Y s¨®lo comienzan la especialidad unos 110 MIR al a?o". Considera que los m¨¦dicos han de volver a tomar el tim¨®n organizativo de la sanidad, sin menoscabo de la tarea de los gestores. Y cree que la organizaci¨®n sanitaria est¨¢ excesivamente orientada a resolver el hecho agudo y muy poco a dar una buena respuesta a las patolog¨ªas cr¨®nicas, que son las que m¨¢s crecen.
Recuerda que, cuando ¨¦l comenz¨®, la sesi¨®n cl¨ªnica era el acontecimiento m¨¢s importante. "Ahora se habla sobre todo de indicadores de gesti¨®n. Resolver el caso dif¨ªcil ha dejado de ser la prioridad, y eso es malo para el progreso de la medicina. Al final de la jornada hemos atendido a m¨¢s pacientes, pero, individualmente, cada paciente se ha sentido menos atendido".
El equipo de Alonso-Pulp¨®n tiene 19 m¨¦dicos. No son pocos, pero tampoco suficientes para las 16.000 consultas anuales que atienden. Como adem¨¢s est¨¢n mal pagados, facultativos de todas las edades se ven obligados a extenuantes guardias para redondear el sueldo. Por eso cree que faltan vocaciones. ?l tiene dos hijos, de 27 y 23 a?os, que no han seguido sus pasos profesionales. "Alguien deber¨ªa plantearse por qu¨¦ raz¨®n los hijos de los m¨¦dicos ya no suelen hacer medicina". No es que sea pesimista, pero ve nubarrones. El principal, el de la sostenibilidad del sistema: "Si alguien no toma medidas, entrar¨¢ en crisis; los costes y la demanda no dejan de aumentar". Otro es que la prevenci¨®n est¨¢ fracasando; pese a todos los esfuerzos, no se logra reducir los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares. La obesidad es un claro ejemplo. Con todo, ¨¦l se declara adicto al trabajo: "Pensar que has influido para que un paciente viva mejor o viva m¨¢s es una de las sensaciones m¨¢s gratas que se pueden tener".
Pilar Aguilar L¨®pez. Por QUINO PETIT
"?Por qu¨¦ llor¨¢is en el colegio? Si aqu¨ª no pinchan a nadie?"
Ni?a trasplantada. Vive con un coraz¨®n trasplantado desde 1994. 13 a?os.
Pronto cumplir¨¢ 14 a?os. Su historial cl¨ªnico viaja en un carrito por el madrile?o hospital Gregorio Mara?¨®n, pero su verdadera historia es la de una luchadora.
Cuando era peque?a, Pilar Aguilar L¨®pez no entend¨ªa los sollozos de sus compa?eros el primer d¨ªa de colegio. "?Por qu¨¦ llor¨¢is? Si aqu¨ª no pinchan a nadie?". Hab¨ªa aprendido a administrar bien sus l¨¢grimas. Con s¨®lo a?o y medio, los doctores dijeron que su coraz¨®n era demasiado grande: "Miocardiopat¨ªa dilatada". Perdi¨® el apetito y las ganas de jugar. Su ¨®rgano ya no pod¨ªa bombear sangre e imped¨ªa a sus pulmones respirar con normalidad. En la Organizaci¨®n Nacional de Trasplantes encontraron uno "del tama?o de una tarjeta de cr¨¦dito". Cinco horas de cirug¨ªa le salvaron la vida.
Tuvo suerte. "Hay pocos ni?os donantes de coraz¨®n porque no suelen morir de muerte encef¨¢lica", explica el coordinador nacional de trasplantes, Rafael Matesanz. En menos de cuatro semanas, el equipo pedi¨¢trico del Gregorio Mara?¨®n, uno de los 17 hospitales habilitados en nuestro pa¨ªs para trasplantes de coraz¨®n, pudo operarla. El suyo fue uno de los 5.000 que se han practicado en Espa?a desde 1984; de ellos, m¨¢s de 200 a menores de 15 a?os, seg¨²n el doctor Rub¨¦n Greco, responsable de cardiolog¨ªa pedi¨¢trica del Gregorio Mara?¨®n.
La operaci¨®n de Pilar en 1994 fue un ¨¦xito, pero no supuso que dejara de pisar el hospital. La vigilancia m¨¦dica se justifica por la permanente amenaza de rechazo del nuevo ¨®rgano. Para evitarlo est¨¢ sometida a fuertes medicamentos que provocan numerosos efectos secundarios. Su episodio de rechazo m¨¢s fuerte le oblig¨® a celebrar su s¨¦ptimo cumplea?os en la UCI del Gregorio Mara?¨®n, centro que se ha convertido en la verdadera segunda residencia de la familia. Mari Carmen, su madre, recuerda el cari?o con que siempre les tratan.
Gracias a su fuerza de voluntad, Pilar no ha perdido ning¨²n curso, y no es raro que diga que de mayor quiere ser m¨¦dico. Es consciente de que en alg¨²n momento tendr¨¢ que volver a entrar al quir¨®fano. La esperanza media de vida de un coraz¨®n trasplantado es de 10 a 15 a?os; pasado ese tiempo, casi en el cien por cien de los casos es necesario volver a operar. "Tenemos fe en los avances de la ciencia", dice Mari Carmen. "Lo importante es vivir cada d¨ªa con ilusi¨®n".
Espa?a se encuentra a la cabeza en donaci¨®n de ¨®rganos a nivel mundial, con 35 donantes por cada mill¨®n de personas. "Pero todav¨ªa hay ¨¢reas en nuestro pa¨ªs con escasez", insiste Greco. A 1 de enero de 2006, 85 personas esperaban un coraz¨®n. Cuatro de ellos, ni?os.
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