Bar?a y Arsenal iluminan Par¨ªs
Dos de los equipos de mejor juego se citan en la ciudad en la que naci¨® la Copa de Europa
Ninguna ciudad mejor para celebrar un aniversario que Par¨ªs. Aunque el f¨²tbol es un invento de los ingleses, la organizaci¨®n de la Copa de Europa es cosa de los franceses. As¨ª se explica que el estadio Saint Denis sea hoy el escenario de la final de la ahora denominada Liga de Campeones 50 a?os despu¨¦s de que el Madrid ganara la primera edici¨®n del torneo en el Parque de los Pr¨ªncipes.
Muy a tono con un marco delicioso, a la cita acuden dos equipos bellos, creativos, respetuosos con la pelota y con el rival. Aunque cada uno tiene su personalidad, el Bar?a y el Arsenal miran el f¨²tbol con ojos parecidos, cuentan con dos entrenadores que se expresan a trav¨¦s de sus equipos y se felicitan por disponer de dos jugadores ¨²nicos: Ronaldinho y Henry. Y no hay revanchas. La final se presenta sorprendentemente serena en un campeonato volc¨¢nico. La diversi¨®n le puede por ahora al dramatismo. La duda est¨¢ en descubrir hasta qu¨¦ punto la presi¨®n de un encuentro de palabras mayores desvirtuar¨¢ el juego o desfigurar¨¢ a dos conjuntos con cierta pinta de adolescentes.
Al Bar?a le va bien el f¨²tbol ingl¨¦s, pero el Arsenal no tiene nada de ingl¨¦s
La final se presenta sorprendentemente serena en un campeonato volc¨¢nico
El Arsenal nunca hab¨ªa disputado una final de la Copa de Europa, t¨ªtulo que cree merecer por su contribuci¨®n al f¨²tbol con personajes revolucionarios como Herbert Chapman y la t¨¢ctica de la WM o estadios como el de Highbury. Ars¨¨ne Wenger lleva diez a?os en las aulas de Londres y ha dado con un curso excelente. M¨¢s experto es el Bar?a, que alcanza su quinta final. Ocurre, sin embargo, que el equipo de Frank Rijkaard es igualmente novato en partidos como el de hoy por m¨¢s que se considere hijo del dream team. El gol de Koeman en Wembley dif¨ªcilmente borrar¨¢ de la memoria cul¨¦ los postes cuadrados de Berna, los penaltis de Sevilla o la tunda de Atenas, escenarios a los que se presentaba a recoger la Copa m¨¢s que a disputarla.
Juega el Bar?a como local y asume la condici¨®n de favorito, depositario de la renovada fe azulgrana, que vuelve a llenar las calles. Le avala la ruta trazada (Londres-Lisboa-Mil¨¢n) y su fiabilidad nacional. Al Arsenal le encanta el escenario y el protagonismo del Bar?a, capaz incluso de comprarse a Henry para la pr¨®xima temporada. Los gunners se presentan con el mismo traje que en Madrid, Tur¨ªn y Vila-real, capitales sometidas por su elaborado y ligero juego.
El Arsenal lleva diez partidos sin recibir un gol y su juego de ataque es suficientemente variado para no pensar que s¨®lo Henry marca goles. La velocidad mental de Cesc y la carga de la segunda l¨ªnea le hacen peligroso para el Bar?a porque ataca los espacios de forma sensacional. Al Bar?a le va bien el f¨²tbol ingl¨¦s, pero el Arsenal no tiene nada de ingl¨¦s.
Fuertes en la colectividad, los dos equipos cuentan con un jugador desequilibrante: Ronaldinho y Henry, la alegr¨ªa contra la seriedad, el juego frente al f¨²tbol, el gol como punto final en ambos casos. La grandilocuencia de los dos ha empeque?ecido medi¨¢ticamente a los dem¨¢s y ha rebajado el intervencionismo de los t¨¦cnicos. El Bar?a conf¨ªa precisamente en que la luminosidad de Ronaldinho permita tambi¨¦n no echar de menos a Messi, decisivo en los partidos que exigen un futbolista valiente como ocurri¨® en el Bernab¨¦u y Stamford Bridge. Al Bar?a no le quedar¨¢ seguramente m¨¢s remedio que volver sobre sus pasos y atacar con Giuly. Ning¨²n escenario mejor, en cualquier caso, para recuperar la versi¨®n original que Par¨ªs. Vuelve la Copa de Europa a su cuna y el Bar?a y el Arsenal bien que lo celebran con su f¨²tbol jovial.
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