La mentira, condenada
El tribunal culpa del 11-M a una c¨¦lula islamista y deshace la teor¨ªa conspirativa
De tanto tratar con ella, se termin¨® haciendo familiar. Llegaba todas las ma?anas al juicio bien temprano, despu¨¦s de haber escuchado religiosamente cierta emisora de radio, le¨ªdo cierto peri¨®dico, tomado caf¨¦ con ciertos pol¨ªticos, con ciertos abogados. Durante 57 sesiones se sent¨® en la misma silla de madera, muy cerca de las madres de los muertos, a las que dirig¨ªa de vez en cuando un moh¨ªn de desprecio, y tambi¨¦n muy cerca de los acusados, con los que lleg¨® a pactar ciertas entrevistas, ciertos bulos, mucha confusi¨®n. Se lo pas¨® bien; bien sabe Dios que, durante cuatro meses y medio, la mentira se lo pas¨® bien, tuvo su p¨²blico. ?Te acuerdas de aquel d¨ªa en que con la complicidad del abogado Abascal intent¨® trucar el sumario para meter la fotograf¨ªa de un temporizador de ETA?
El juez garantiza que la mochila de Vallecas no fue manipulada
Las v¨ªctimas se van, pensando que quiz¨¢ les pidan perd¨®n por tanta mentira
Especial 11-M. El Juicio |
?Y aquel otro que con la ayuda inestimable de D¨ªaz de Mera se invent¨® un informe que nunca existi¨®? ?Y aquella tarde que un letrado de la AVT llam¨® se?or a un etarra asesino de ni?os? No te olvides de lo bien que se lo pas¨® sesi¨®n tras sesi¨®n poniendo de vuelta y media a la fiscal Olga S¨¢nchez, ri¨¦ndose de los polic¨ªas, tratando de delincuentes a los guardias civiles. O cuando hizo correr la especie de que los suicidas de Legan¨¦s no se suicidaron, que alguien los hab¨ªa asesinado, congelado y colocado all¨ª para cargarles la matanza. Lo que m¨¢s gracia le hac¨ªa a la mentira era, una vez sembrado el desconcierto, programar una cu?a de radio -cierta cu?a de radio en cierta emisora de radio- en la que un locutor de voz tenebrosa dec¨ªa: "11 de marzo. Queremos saber la verdad".
Ayer, tal vez por inercia, tal vez porque las mentiras bien alimentadas sue?an con convertirse en verdad, regres¨® tan ufana al juicio, a la sesi¨®n n¨²mero 58, a la lectura de la sentencia, a su silla de madera. No le pas¨® inadvertido el bullicio propio de los d¨ªas grandes. Frente al edificio, 600 periodistas espa?oles y extranjeros, plat¨®s de televisi¨®n, la CNN y Al Yazira en directo. Dentro, al nerviosismo l¨®gico del momento se uni¨® un fallo organizativo, lamentable, que termin¨® enviando al s¨®tano del edificio, frente a una fr¨ªa pantalla de televisi¨®n, a buena parte de las v¨ªctimas, precisamente a las que junto a Pilar Manj¨®n soportaron sesi¨®n tras sesi¨®n los desplantes de la mentira, sus sucios juegos, sus obscenas alianzas.
?O no te acuerdas de aquella vez que uno de los abogados de la AVT -el de bandera preconstitucional en la correa del reloj- pidi¨® la absoluci¨®n de Jamal Zougam, finalmente condenado ayer a m¨¢s de 42.000 a?os de c¨¢rcel?
A las 11.32 de la ma?ana, el juez G¨®mez Berm¨²dez toma la palabra. Lo que dice es definitivo. Uno a uno va desmontando todos los bulos y falsedades sobre los que durante tres a?os y siete meses se ha venido sosteniendo la llamada teor¨ªa de la conspiraci¨®n. Dice el juez que los polic¨ªas que analizaron la furgoneta de los terroristas lo hicieron de forma impecable, que la mochila que se desactiv¨® en Vallecas -y que condujo a la detenci¨®n de los principales autores del crimen- no fue colocada por ninguna mano negra, que los explosivos que estallaron en los trenes fueron los que el ex minero Su¨¢rez Trashorras sac¨® de la mina Conchita, que lo que ocurri¨® en Legan¨¦s aquel s¨¢bado 3 de abril fue que siete terroristas islamistas se suicidaron ante el acoso policial llev¨¢ndose por delante a uno de los polic¨ªas del GEO... Que ETA y el 11-M s¨®lo est¨¢n relacionados por la imaginaci¨®n o el deseo, que no hay ninguna pista, ninguna prueba, nada de nada. Dicho esto, y antes de anunciar las condenas, el juez G¨®mez Berm¨²dez habl¨® en voz baja con su colega Alfonso Guevara y orden¨® un receso de 10 minutos.
Dicen que a la mentira -transmutada en ciertos abogados, en ciertos periodistas, en ciertos pol¨ªticos- se le hab¨ªa cambiado el color de la cara. Devuelto a los corrales el bulo de la conspiraci¨®n, qu¨¦ quedaba. Un atentado terrorista, una acci¨®n policial, un sumario mejor o peor instruido, unos sospechosos, un juicio con todas las garant¨ªas, una condena ajustada a derecho, construida en virtud de las pruebas conseguidas. Una tragedia en la memoria, un vac¨ªo irreparable para las madres que perdieron a sus hijos, muchas horas de rehabilitaci¨®n para los que todav¨ªa se despiertan sudando por las noches, para los que a¨²n sue?an con poder andar y llevar a sus hijos al colegio, un horizonte de dolor para la familia de Laura, atada desde entonces a una cama y a un sufrimiento insuperable... Un pa¨ªs normal con c¨¢rceles normales donde pasar¨¢n una buena parte de sus vidas Su¨¢rez Trashorras y Jamal Zougam, unas prisiones de las que el confidente Raf¨¢ Zouhier o Fouad El Morabit, el hijo del notario de Nador, saldr¨¢n todav¨ªa j¨®venes, demasiado j¨®venes para el gusto de las v¨ªctimas que vieron en su comportamiento o en su mirada m¨¢s peligro del que certifican sus condenas. Por eso, Pilar Manj¨®n, de negro, siempre de negro, anunci¨® que recurrir¨¢ la condena, porque tiene tiempo, eso dijo, todo el tiempo del mundo, s¨®lo tuvo prisa verdadera aquella ma?ana del 11-M cuando buscaba a su hijo Daniel de hospital en hospital, una prisa que se le acab¨® para siempre a la madrugada siguiente, como a tantas otras madres, junto a un pabell¨®n del Ifema. Ya no tiene prisa.
No hab¨ªan dado las dos de la tarde cuando las v¨ªctimas se fueron marchando, apoyadas las unas en las otras, tal vez pensando las m¨¢s confiadas en que dentro de unas horas cierta emisora de radio, cierto peri¨®dico, ciertos abogados, ciertos pol¨ªticos -la mentira transmutada- les pedir¨¢n perd¨®n. Perd¨®n por haber intentado tapar la verdad con sucias, con torpes mentiras.
?O ya no te acuerdas de que el abogado De Pablos sosten¨ªa que un etarra llamado ?scar P¨¦rez se encontr¨® con El Chino en un bar de Chueca? ?O ya no te acuerdas de que cuando la polic¨ªa le dijo que no, que el tal ?scar no se llamaba P¨¦rez sino Garc¨ªa P¨¦rez y que, en vez de etarra, era vendedor de seguros, De Pablos sigui¨® erre que erre, despreciando la verdad?
Ayer, en la Casa de Campo, 21 culpables de la matanza de Madrid fueron condenados. No fueron los ¨²nicos. Tambi¨¦n fue condenada la mentira.
Hechos probados
- La sentencia acredita que el atentado fue cometido por una c¨¦lula yihadista- Las pruebas confirman que la dinamita usada para la matanza fue robada en mina Conchita- La vinculaci¨®n de ETA con los islamistas carece de fundamento- La bomba de Vallecas desactivada estaba en el tren de El Pozo- 21 de los 28 procesados han sido condenados
Mentiras desbaratadas
- La mochila de Vallecas."El tribunal no tiene duda razonable sobre la autenticidad de la prueba ni de su procedencia: la estaci¨®n deEl Pozo".- La Renault Kangoo."Las alegaciones que cuestionaban la existencia de los objetos hallados dentro de la furgoneta carecen de base real alguna".- La dinamita."Toda o gran parte de la dinamita de los artefactos que explot¨® en los trenes proced¨ªa de la mina Conchita (Goma 2 ECO o Goma 2 EC)".- La Orquesta Mondrag¨®n. "En el interior de la Kangoo se hallaron varias cintas casete -una de ellas de la Orquesta Mondrag¨®n- y ninguna tarjeta del Grupo Mondrag¨®n".
Los condenados
- Autores materiales.Jamal Zougam (42.922 a?os de c¨¢rcel). Facilit¨® las tarjetas de los m¨®viles que activaron las bombas y puso al menos una en uno de los trenes.- Autores por cooperaci¨®n.El ex minero Trashorras (38.962 a?os) facilit¨® los explosivos a los terroristas. Otman El Gnaoui (42.924 a?os) cooper¨® con la c¨¦lula en el atentado. Otros 17 condenados en menor grado.- El Egipcio, absuelto.La sentencia se?ala que Rabei Osman, El Egipcio, estaba en una c¨¦lula terrorista, pero no se le condena porque ya cumple una pena en Italia por ese motivo y no hay pruebas de que ordenara el atentado. El fiscal se plantea recurrir. Hay otros seis absueltos.
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