Los pa¨ªses ricos dan 100 d¨ªas de plazo a la banca para revelar sus p¨¦rdidas
El G-7 se compromete a frenar la ca¨ªda en la cotizaci¨®n del d¨®lar
Barras de labios rojo pasi¨®n. Los expertos dicen que no hay mejor indicador de crisis que las ventas de pintalabios de ese color. Entre los ministros y los banqueros centrales del G-7 -el grupo de siete pa¨ªses que en su d¨ªa eran los m¨¢s industrializados del mundo- no abundan las mujeres, lo que reduce las posibilidades de comprobar la validez de ese ex¨®tico predictor de dificultades econ¨®micas.
La normativa bancaria y financiera se va a revisar a fondo
Pero la crisis est¨¢ ah¨ª, golpea con fuerza tras el v¨¦rtigo de los ¨²ltimos a?os. Los ministros de Finanzas de todo el mundo se han dado cita este fin de semana en Washington para dar una soluci¨®n a las turbulencias financieras y su reverso m¨¢s sombr¨ªo, la crisis alimentaria internacional. La respuesta es un cambio de reglas del capitalismo. M¨¢s regulaci¨®n en los mercados, m¨¢s supervisi¨®n que ejerza de cortafuegos para futuros terremotos; en definitiva, el final de la barra libre de a?os marcados por la desregulaci¨®n.
Malas noticias para los bancos, enemigos declarados de los controles regulatorios. Y hay m¨¢s: el G-7 lanza un ultim¨¢tum de 100 d¨ªas para que la banca revele en sus resultados la profundidad del agujero, que siembra dudas sobre la transparencia y la confianza del sistema.
La gran banca internacional est¨¢ en el ojo del hurac¨¢n. A lo largo de esta semana ha entonado un desacostumbrado mea culpa -a trav¨¦s del Instituto de Finanzas Internacionales, una suerte de lobby del sector-, asumiendo los errores que remiten directamente al estallido de las hipotecas t¨®xicas en EE UU el pasado verano. El G-7 se reuni¨® el viernes con los primeros espadas financieros del mundo: Deutsche Bank, Citigroup, Barclays, Morgan Stanley, Lehman Brothers; los grandes nombres, en fin. El mensaje fue n¨ªtido: "Los bancos deben revelar r¨¢pida y completamente su exposici¨®n al riesgo, la depreciaci¨®n de activos y sus estimaciones de p¨¦rdidas", explic¨® el presidente del Banco Central Europeo, el franc¨¦s Jean-Claude Trichet, en una fugaz aparici¨®n ante la prensa.
Las crisis suelen conllevar cambios regulatorios. Esta vez no ser¨¢ diferente, a pesar de que se dan por descontadas las resistencias de la banca. Al ultim¨¢tum a los bancos se a?ade una revisi¨®n a fondo de la normativa bancaria y financiera. M¨¢s transparencia y mejor gesti¨®n de riesgos. Y planes para presionar a las entidades para que refuercen su capital ante los enormes riesgos que han asumido. En total, 65 propuestas para modificar radicalmente el panorama del sector financiero.
Las se?ales del G-7 son inequ¨ªvocas -tanto como la profundidad de la crisis- y empiezan desde el comunicado tras la reuni¨®n de los ministros. Lo que en la jerga de los funcionarios de Washington se conoce como "la lista de la lavander¨ªa", con las tradicionales alusiones a la lucha contra el blanqueo de dinero o la reducci¨®n de la pobreza, inclu¨ªa esta vez un severo toque de atenci¨®n a los mercados de divisas. Al G-7 no le gustan los bruscos movimientos del d¨®lar en los ¨²ltimos meses. La moneda estadounidense acumula una ca¨ªda del 15% en 2007 y del 7,5% en lo que va de a?o respecto al euro.
Junto al ultim¨¢tum para la banca, el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, lanz¨® un mensaje inusual. "Hemos visto profundas fluctuaciones en los tipos de cambio que tienen implicaciones para la estabilidad econ¨®mica y financiera", dijo Paulson, que anunci¨® que los pa¨ªses ricos no se quedar¨¢n de brazos cruzados ante el desplome del d¨®lar. Habr¨¢ "cooperaci¨®n de manera adecuada", explic¨® ante la mirada atenta del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke. Se trata de la primera referencia del G-7 a la posibilidad -a¨²n remota- de actuar en los mercados de divisas desde la reuni¨®n en Boca Rat¨®n de 2004.
El Gobierno estadounidense se ha mostrado en repetidas ocasiones "absolutamente partidario" de un d¨®lar fuerte, en palabras del propio presidente, George W. Bush. El problema es que hasta ahora no ha hecho nada por evitar la depreciaci¨®n del d¨®lar, que abarata las exportaciones estadounidenses y es una bocanada de aire fresco ante las amenazas de recesi¨®n, aunque alimenta las tensiones inflacionistas porque encarece el petr¨®leo y las materias primas.
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