Toyota pincha en los tribunales
Los fallos de fabricaci¨®n da?an la imagen, alimentan los pleitos y hacen patinar al gigante automovil¨ªstico
Cada d¨ªa hay una nueva con Toyota. Ahora los problemas t¨¦cnicos afectan al Corolla, su coche m¨¢s vendido. Para entender la dif¨ªcil situaci¨®n por la que atraviesa la compa?¨ªa japonesa, con demandas amonton¨¢ndose en los despachos de abogados, basta con ver c¨®mo se inclina Akio Toyoda. La llamada a revisi¨®n de 8,5 millones de veh¨ªculos asusta a sus clientes, y crea dudas dif¨ªciles de resolver con incentivos, esl¨®ganes y disculpas. Los problemas de la firma japonesa se dan en todo el mundo, pero donde han adquirido m¨¢s dimensi¨®n es en EE UU. All¨ª tendr¨¢ que revisar cinco millones de veh¨ªculos.
La automovil¨ªstica est¨¢ ahora en plena campa?a de relaciones p¨²blicas para limpiar su imagen: anuncios de televisi¨®n y columnas de opini¨®n firmadas por el propio Toyoda en el Wall Street Journal o en The Washington Post, con los que espera poder dar un volantazo y volver a la ruta que le llev¨® hace dos a?os a imponerse a General Motors como la empresa m¨¢s grande de la industria del autom¨®vil.
Las demandas que se preparan le pueden costar 2.600 millones
La ¨²ltima medida pasa por crear un grupo dedicado al control de calidad, que encabezar¨¢ Toyoda. ?Ser¨¢ suficiente para recuperar la fe de los clientes en la compa?¨ªa y en sus coches? Nadie ve a la marca japonesa colapsando como Lehman Brothers, Enron o Worldcom. Pero s¨ª va a tener que gastar -y mucho- para recomponer lo ganado durante cuatro d¨¦cadas en EE UU.
Uno de los sablazos le llegar¨¢ en los tribunales. Las v¨ªctimas de accidentes provocados por los fallos t¨¦cnicos que est¨¢n detr¨¢s de esta llamada a revisi¨®n empiezan a hacer cola en los bufetes de abogados. Ya se preparan medio centenar de demandas colectivas en las que claman una compensaci¨®n superior a los 3.500 millones de d¨®lares (2.600 millones de euros). "Es s¨®lo el principio", dicen desde Case Closure.
La firma californiana Steiner & Associates tiene un portal en Internet en la que anima a los afectados a exigir una "compensaci¨®n sustancial" si fueron v¨ªctimas de un accidente. La batalla legal puede durar a?os. As¨ª que a Toyota no le queda otra que decidir si los afronta caso a caso, o si opta por cerrar pactos extrajudiciales que eviten un largo proceso que da?e a¨²n m¨¢s su imagen.
Las demandas no se refieren s¨®lo a personas que pudieron morir o resultar heridas en accidentes. Tambi¨¦n hay casos en los que se acusa a Toyota de haberles enga?ado. En este sentido, el Gobierno de EE UU acaba de ampliar su investigaci¨®n y solicita informaci¨®n para determinar el desfase que hubo desde que la compa?¨ªa supo del problema hasta que llam¨® los coches a revisi¨®n.
Los concesionarios notan la presi¨®n, justo ahora que la crisis toca fondo y empiezan a ver que por primera vez en cinco a?os crecen los ingresos. Desde AutoNation conf¨ªan en la lealtad que la base de clientes tiene hacia Toyota. Y para no perderlos, dicen, se les atendi¨® en seguida, antes que ponerse a vender coches nuevos. Toyota va a gastar 2.000 millones en reparaciones.
Las ventas de los modelos llamados a revisi¨®n est¨¢n suspendidas, lo que lleva a una acumulaci¨®n de inventarios en los concesionarios. Esto oblig¨® a Toyota a paralizar la producci¨®n en tres Estados en EE UU y a rebajar los precios un 3%, unos 1.500 d¨®lares en el caso del exitoso modelo h¨ªbrido, el Prius. La compa?¨ªa no cuantifica a¨²n el impacto, pero prepara un programa de incentivos nunca visto.
En el mejor de los escenarios, AutoNation cree que podr¨ªa volverse a la normalidad para finales de marzo. Pero incluso en esa situaci¨®n, admiten, hay implicaciones a largo plazo a las que deber¨¢ hacer frente Toyota. "Las disculpas y las promesas para tranquilizar a los clientes son importantes", dicen desde Cantor Fitzgerald, "pero la compa?¨ªa tiene serios problemas en EE UU".
Y en este escenario, los fabricantes dom¨¦sticos -General Motors, Ford Motor y Chrysler- intentar¨¢n aprovechar para atacar a su rival japon¨¦s por donde m¨¢s le duele: la calidad. Esto provocar¨¢ que los clientes de Toyota con dudas se planteen otras opciones, lo que podr¨ªa ayudar a los tres de Detroit a estabilizar su cuota de mercado, si no le roban antes la cartera Honda, Hyunday y Nissan.
Bill Ford se mostr¨® comprensivo. Hace ocho a?os, la compa?¨ªa que fund¨® su bisabuelo sufri¨® un problema similar. Un defecto con los neum¨¢ticos que calzaban el Explorer provoc¨® varios accidentes mortales. El miedo que se apoder¨® de los conductores le llev¨® a poner en marcha la m¨¢quina de relaciones p¨²blicas. No fue el fin de la compa?¨ªa, pero s¨ª supuso un serio toque de atenci¨®n.
Ahora Ford aconseja a Toyoda, que sea transparente y repita su mensaje. Y como si estuviera tomando al pie de la letra las palabras de Ford, el heredero del imperio automovil¨ªstico japon¨¦s, de la misma generaci¨®n, viajar¨¢ a Washington para testificar el mi¨¦rcoles ante el comit¨¦ parlamentario que va a analizar si es seguro conducir los coches de la marca.
La comparencia tiene sus riesgos, porque este tipo de eventos suelen convertirse en un verdadero espect¨¢culo pol¨ªtico en el que la sustancia brilla por su ausencia. Toyoda asegura que ser¨¢ sincero sobre los problemas que afronta la compa?¨ªa. Pero los legisladores le llevar¨¢n a su terreno. Buscar¨¢n averiguar qu¨¦ es lo que sab¨ªa, cu¨¢ndo lo supo y en qu¨¦ momento decidi¨® actuar.
Pero en el Capitolio no ven s¨®lo un problema en Toyota. Al Comit¨¦ de Supervisi¨®n de la C¨¢mara de Representantes acudir¨¢ tambi¨¦n el secretario de Transportes, Ray LaHood. Sus miembros creen que hay fallos evidentes que impidieron al regulador responder de forma adecuada a las quejas que estaban haciendo los consumidores, y echan la vista atr¨¢s, hasta la era Bush.
Los focos, claramente, se dirigir¨¢n hacia Akido Toyoda, pero tambi¨¦n se har¨¢n las mismas preguntas que est¨¢n en el aire a los responsables de garantizar que los veh¨ªculos que circulan por el asfalto de EE UU son seguros. Se trata, en definitiva, de unir puntos que est¨¢n perdidos y restaurar la confianza del consumidor, no s¨®lo hacia el producto, sino hacia el sistema.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.