42 a?os y 5 minutos buscando a Susana
Carmen lleva 42 a?os buscando a la persona que naci¨® cinco minutos despu¨¦s que ella en el hospital de la calle O'Donnell (Madrid). Es mucho tiempo, pero todav¨ªa es incapaz de mencionar el nombre de su hermana gemela, Susana, sin romper a llorar. "Yo siempre he vivido con una sensaci¨®n extra?a, como si me faltara mi parte derecha, como si estuviera coja".
Carmen Torres Franco cuenta que el d¨ªa que recibi¨® el escrito del cementerio de La Almudena certific¨¢ndole que su gemela nunca hab¨ªa estado enterrada all¨ª, sinti¨® una mezcla de "felicidad y rabia". Lo primero, porque el documento probaba que ni ella, ni su madre, ni su padre estaban locos cuando pensaban que a la peque?a la hab¨ªan robado al poco de nacer. Lo segundo, la rabia, "la impotencia", a?ade, porque probablemente preferir¨ªan no haber tenido nunca raz¨®n.
"?B¨²squela ah¨ª!', le grit¨® la monja a su padre se?alando cuatro cad¨¢veres
Un certificado oficial confirma que la ni?a nunca fue enterrada
"Nacimos la madrugada del 24 de enero de 1968, con cinco minutos de diferencia. A mi madre, Carmen, no le hab¨ªan dicho que estaba embarazada de gemelas. Pese a ser sietemesinas, las dos ten¨ªamos un buen peso: 2,5 kilos yo y 2,1 mi hermana. El parto fue 'normal' y 'viable", relata Carmen subrayando las palabras clave en un documento recogido en la maternidad. "Pero despu¨¦s de haber pasado dos d¨ªas en la habitaci¨®n con mi madre, lleg¨® un m¨¦dico y dijo que ten¨ªa que llevarnos a la incubadora, que est¨¢bamos muy mal. Ese mismo d¨ªa le dieron el alta a mi madre", recuerda.
Sus padres van a verlas cada d¨ªa al hospital. Las ni?as tienen buen aspecto. Pero el m¨¦dico les desanima hasta el punto de que les sugiere que sean bautizadas por si acaso. "Una monja le pidi¨® a mi madre dos nombres para el bautizo y mi madre se los dio". A los 16 d¨ªas, el 9 de febrero de 1968, cuando Carmen Franco, ama de casa, y Luis Torres, transportista, van a ver a sus hijas a la incubadora, un m¨¦dico del cual no recuerdan el nombre les comunica que la peque?a Susana ha muerto.
"A mi padre le dicen que le han practicado una autopsia a la ni?a y que gracias a eso han conseguido salvarme a m¨ª. Le aseguran que mi hermana ha muerto de hemorragia intracraneal, que seg¨²n me he informado, es algo que en el 70% de los casos ocurre en los tres primeros d¨ªas de vida, no en el 16?", explica Carmen. "Mi padre exige verla. Una monja intenta convencerle de que no lo haga: 'Es mejor que se quede con la imagen que tiene. Est¨¢ muy desfigurada', le dice. Mi padre insiste: 'Quiero ver a mi hija. Quiero ver a mi hija'. Por fin, le dejan. De malas maneras, le llevan a una habitaci¨®n. No era la morgue, pero cuando mi padre entra, ve el cad¨¢ver de una mujer en una cama y tres cajitas con beb¨¦s muertos. La monja le empuja dentro y le grita: 'B¨²squela ah¨ª!'. Pero mi padre mira en las cajitas y no ve a su hija".
Luis Torres busca a la religiosa. "Mi hija no es ninguna de esas. He mirado las etiquetas y ninguna pone su nombre", le dice. Ella, enfadada, le responde: "Tiene que mirar por el nombre de la madre, no por el de la ni?a. Espere aqu¨ª". El padre de Carmen le ha contado a su hija que, tras tenerle un buen rato esperando, le invitaron a volver a entrar a la habitaci¨®n. "Cuando entr¨® de nuevo, en una de las etiquetas de los tres beb¨¦s muertos estaba escrito el nombre de mi madre. Mi padre siempre me ha dicho que la primera vez no estaba, y que la ni?a que vio era muy grande para ser su hija".
Luis Torres comunica entonces a la monja que quiere llevarse a Susana para enterrarla en el pante¨®n familiar. "Ella le dice que el hospital se encarga de todo. Que la ni?a ser¨¢ enterrada 'como todos, como un angelito de Dios', en una fosa com¨²n en el cementerio de La Almudena. Mi padre insiste. La religiosa le dice que lo que tiene que hacer es cuidar de m¨ª, porque probablemente tambi¨¦n me muera. As¨ª que, al final, mis padres salieron de all¨ª sin Susana, conmigo en brazos y el miedo metido en el cuerpo a que yo tambi¨¦n muriera", explica Carmen. "Pero yo estoy aqu¨ª y estoy convencida de que mi hermana tambi¨¦n sigue viva".
Aquel febrero de 1968 en O'Donnell murieron otros 36 beb¨¦s. Antes, en enero de 1964, hab¨ªan fallecido otros 37 y, despu¨¦s, en noviembre de 1973, 34 m¨¢s. Son los datos que han recabado tres familias que denuncian el robo de sus hijos en esta cl¨ªnica y que han acudido al Archivo Regional de la Comunidad de Madrid (calle Ram¨ªrez de Prado, 3) para pedir el libro de asientos de esta maternidad aparentemente maldita, a tenor del alt¨ªsimo ¨ªndice de mortalidad infantil que registr¨® durante m¨¢s de una d¨¦cada.
Carmen cuenta que en su casa apenas volvi¨® a hablarse de la peque?a Susana. "Yo recuerdo que de peque?a sol¨ªa dibujar a mi hermana y cuando fui mayor le reprochaba a mi madre que no supiera exactamente d¨®nde estaba enterrada para llevarle flores. Ahora me arrepiento de aquel reproche. Mi madre siempre pens¨® que se la hab¨ªan quitado y mi padre igual. Ella muri¨® ya y mi padre sigue sufriendo. Si la sigo buscando es, sobre todo, por ¨¦l".
Tras el rastro de su hermana, Carmen ha recorrido cada archivo. As¨ª ha descubierto que donde deber¨ªa haber estado registrado su bautizo, no figura nada, y que, en el cementerio donde supuestamente la hab¨ªan enterrado "como a un angelito de Dios", tampoco. El documento que el director de Cementerios, Manuel Torres Iribarne, le remiti¨® hace apenas dos semanas, reza: "Tras una b¨²squeda en el libro de enterramiento diario, no encontramos ninguna inscripci¨®n que se ajuste al perfil que nos ha solicitado, buscando referencias como 'feto femenino de Luis y Carmen' o 'Susana Torres Franco' entre las fechas comprendidas entre el 9 de febrero y e1 9 de marzo de 1968".
"No saber qu¨¦ pas¨® con mi hermana es una tortura", prosigue Carmen. "La busco constantemente. Me siento coja. Tengo pesadillas con el momento en que la sacan de la incubadora y se la llevan para siempre. Cada d¨ªa pienso en la vida que habr¨¢ tenido. A veces creo que ha ido a parar con unos padres ricos, que no pod¨ªan tener hijos, y que quiz¨¢ por eso, porque ella tiene ahora una buena posici¨®n, no me busca o no quiere encontrarme. Otras veces, imagino que tuvo unos malos padres que no quer¨ªan una hija, sino una criada, como en otros casos. Es muy duro. Mi padre siempre est¨¢ triste. Cada vez que suena el tel¨¦fono nos abalanzamos sobre ¨¦l por si es ella".
Durante d¨¦cadas miles de beb¨¦s en Espa?a fueron sustra¨ªdos o separados irregularmente de sus padres. Sigue la serie de EL PA?S sobre este tr¨¢fico de ni?os y ofrece el relato de las v¨ªctimas y de quienes participaron en las tramas. | Consulta el especial: Vidas robadas. | Participa en Eskup. ?Crees que eres un ni?o robado o conoces a alg¨²n caso? Env¨ªanos un correo electr¨®nico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.