Obama no ofrece disculpas por el apoyo de su pa¨ªs al golpe en Chile
El presidente de EE UU pide al r¨¦gimen cubano que respete los derechos humanos
Bajo la solemnidad hist¨®rica del palacio de la Moneda, memoria de las peores decisiones de Estados Unidos en Am¨¦rica Latina, Barack Obama ofreci¨® ayer una colaboraci¨®n entre iguales en el continente y dej¨® constancia de la ausencia de Cuba en el conjunto de democracias que hoy se extienden en la regi¨®n. Obama mencion¨® el ejemplo de Las Damas de Blanco, el grupo de mujeres que lucha contra la dictadura cubana, y pidi¨® al Gobierno de La Habana que respete los derechos humanos.
El presidente estadounidense, que durante su mandato ha adoptado varias medidas para facilitar las comunicaciones de la poblaci¨®n cubana con el exterior y sus contactos con el exilio, prometi¨® que continuar¨¢ "buscando los medios para aumentar la independencia del pueblo de Cuba, que merece la misma libertad que cualquier otro en el continente". "Al mismo tiempo", a?adi¨®, "las autoridades cubanas tienen que tomar acciones cre¨ªbles para respetar los derechos humanos del pueblo de Cuba, no porque nosotros se lo pedimos, sino porque el pueblo de Cuba lo merece".
Obama propone una nueva relaci¨®n a las democracias latinoamericanas
El mandatario prometi¨® colaborar en las causas abiertas a Pinochet
Pese a las anomal¨ªas del r¨¦gimen creado en Venezuela, Cuba es, ciertamente, una excepci¨®n en una regi¨®n que en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas ha sustituido pac¨ªficamente sus sistemas militares por gobiernos democr¨¢ticos, en su mayor parte, modernos y abiertos al juicio ciudadano. Obama destac¨® esa realidad, as¨ª como la transformaci¨®n de las sociedades latinoamericanas en eficientes econom¨ªas que han generado pr¨®speras clases medias nacionales y compiten dignamente en la escena internacional.
Es con esos pa¨ªses reconstituidos y orgullosos con los que Obama ofreci¨® una nueva relaci¨®n, la "relaci¨®n entre vecinos que saben que juntos pueden alcanzar cualquier meta". "Yo creo que hoy en las Am¨¦ricas [como se llama en Estados Unidos al continente] no hay socios mayores y socios menores, sino socios iguales. Tenemos obligaciones entre nosotros, y EE UU est¨¢ trabajando con distintos pa¨ªses del ¨¢rea para cumplir con nuestras responsabilidades", dijo. "Todos somos americanos", a?adi¨® en espa?ol, en una frase pensada para obtener aplausos que no recibi¨®.
Ninguna frase los provoc¨®. Am¨¦rica Latina no es hoy, como demuestran diversos estudios de opini¨®n, una regi¨®n antiestadounidense. Se sigue de cerca lo que ocurre en EE UU, al que, como norma general, se respeta y admira. Pero existe, al mismo tiempo, un sentimiento de recelo bien justificado por una historia de desprecio e intervenciones a destiempo desde el norte.
Para creer ahora a Obama se requieren por tanto pruebas que, por el momento, no han llegado. Obama ha ignorado a Am¨¦rica Latina en la primera mitad de su mandato. Esta era una gran oportunidad para se?alar un horizonte de colaboraci¨®n futura, como ha hecho, pero tambi¨¦n para hacer un peque?o repaso de algunos errores pasados, y quiz¨¢ pedir perd¨®n por ellos. Eso no lo hizo.
El presidente norteamericano destac¨® la necesidad de superar "viejos debates entre la imagen de Estados Unidos como causa de todos los problemas de la regi¨®n o ignorante de todos los problemas de la regi¨®n, que son falsos y no reflejan la realidad". Subsisten esos debates, es cierto, entre algunos c¨ªrculos ideologizados atados a ciertos tab¨²es. Pero otros sectores de la poblaci¨®n, que no son presa de ese debate, probablemente hubieran dado cr¨¦dito doble a Obama si hubiera ofrecido alguna forma de disculpas, por ejemplo, por el apoyo pol¨ªtico, militar y financiero expl¨ªcito que Estados Unidos prest¨® a los militares golpistas que derrocaron a Salvador Allende en 1973.
Obama habl¨® ayer desde un centro cultural construido en los s¨®tanos del edificio en el que ese golpe se perpetr¨®. Nunca iba a tener una mejor ocasi¨®n para hacerlo. Los periodistas chilenos se lo pidieron durante la conferencia de prensa que celebr¨®, de forma conjunta, con el presidente Sebasti¨¢n Pi?era. Obama prometi¨® colaborar en lo que est¨¦ en su mano en el esclarecimiento de los delitos de Augusto Pinochet, en las circunstancias de la muerte de Allende y tambi¨¦n en la del expresidente Eduardo Frei Montalva, de quien ahora hay pruebas de que fue asesinado. Pero no lleg¨® a pedir perd¨®n por el hecho de que uno de sus m¨¢s notorios antecesores, Richard Nixon, fuese c¨®mplice de un levantamiento militar que dej¨® m¨¢s de 3.000 desaparecidos en Chile.
"Aunque es necesario mirar al pasado, no podemos quedarnos atrapados en ¨¦l", advirti¨® Obama. No necesita dec¨ªrselo a los chilenos. Si hay un pueblo pragm¨¢tico en el continente, es este, y si hay un pa¨ªs ejemplar a la hora de reconciliarse con su historia, ese es Chile. Que Pi?era haya sucedido a Michelle Bachelet es una prueba. Lo que no significa que haya enterrado el dolor de una tragedia que, muy probablemente, EE UU podr¨ªa haber evitado.
El presidente viaja hoy a otro lugar donde la huella norteamericana es tambi¨¦n discutible y reciente: El Salvador. Una larga guerra civil se libr¨® ayer en la d¨¦cada de los ochenta entre una guerrilla marxista y un Ej¨¦rcito represor apoyado por Estados Unidos. Es un pa¨ªs peque?o y sin influencia internacional, pero el reto para Obama es gigantesco.
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