Los chinos tienen la bomba at¨®mica
El Banco Popular de China atesora 3,9 billones de d¨®lares en reservas; de los cuales, 1,1 billones corresponden a bonos norteamericanos
?Qui¨¦n ganar¨¢? Es imposible que China derrote a los EE UU en una batalla solo comercial. Porque sus exportaciones al gigante americano duplican sus importaciones. Porque ostenta un super¨¢vit muy considerable. Y porque, en consecuencia, es muy sensible al pulso de la subasta de aranceles.
Incluso aunque haya reorientado su principal factor de crecimiento del sector exterior al consumo interno, su relaci¨®n comercial global sigue siendo clave para que su PIB aterrice suavemente desde crecimientos del orden del 9%, propios de los primeros 2.000, a los actuales, del 6%.
Ahora bien, esa ventaja te¨®rica de Washington no se traduce en ning¨²n beneficio para los norteamericanos. Contra las pretensiones de la Casa Blanca, sucede lo contrario. El d¨¦ficit mundial de bienes y servicios de EE UU durante el primer semestre de este a?o no solo no se ha reducido en pleno fragor de la guerra comercial, sino que ha aumentado sensiblemente en el primer semestre: un 7,9%.
Seguro que en alguna partida mejor¨® respecto a China, pero eso ha quedado compensado, para mal, al producirse un efecto de desv¨ªo de comercio, por el que las importaciones de productos baratos chinos, ya encarecidos, habr¨¢n sido reemplazadas por las de otros pa¨ªses asi¨¢ticos.
Y lo peor para Donald Trump es que su pulso comercial contra Beijing no tiene ya m¨¢s recorrido. Si desde septiembre ejecuta su amenaza de alzas adicionales de aranceles a las importaciones chinas, el 96,7% de estas habr¨¢ quedado cubierto.
Claro que eso perjudicar¨¢ mucho a la econom¨ªa china. Entre los aranceles ya aumentados a sus productos por 250.000 millones de d¨®lares y los por venir sobre 300.000 millones, el impacto sobre su PIB alcanzar¨ªa, seg¨²n fuentes financieras, un menor crecimiento de siete d¨¦cimas, con lo que el gigante asi¨¢tico bajar¨ªa por vez primera del list¨®n del 6%.
A cambio, la Casa Blanca deber¨¢ subvencionar infinitamente, como prometi¨®, a los granjeros perjudicados por el desquite de no comprarles decretado por la Ciudad Prohibida: si Trump pretende ganar las pr¨®ximas elecciones, eso es una ruina.
?Empate infinito, pues? La amenaza de una guerra de divisas superpuesta a la comercial sugerida por la reciente r¨¦plica de Beijing facilitando la depreciaci¨®n del yuan rompe ese supuesto equilibrio. Aunque sea simb¨®lica, porque fue modesta; porque se acompa?¨® de la promesa de no incurrir en verdaderas devaluaciones competitivas y porque una guerra monetaria perjudicar¨ªa tambi¨¦n a empresas y consumidores chinos de productos y servicios extranjeros.
Es, en todo caso, un aviso. Un recordatorio de que Beijing dispone de la bomba at¨®mica. El Banco Popular de China atesora 3,9 billones de d¨®lares en reservas; de los cuales, 1,1 billones corresponden a bonos norteamericanos. Si vende parte de ellos a precio de saldo, arruina a EE UU (con riesgo tambi¨¦n para ¨¦l mismo, ese empate infinito). Ya en 2009 Hillary Clinton advirti¨® de que es muy dif¨ªcil negociar "con mano dura con tu banquero".
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