El fraude contra los agricultores estadounidenses
Trump ha tomado el pelo a los trabajadores del campo y es posible que est¨¦n empezando a darse cuenta
Donald Trump es impopular, pero conserva la lealtad de algunos grupos importantes. Entre los m¨¢s leales se encuentran los agricultores estadounidenses, que constituyen una peque?¨ªsima minor¨ªa de la poblaci¨®n, pero ejercen una influencia pol¨ªtica desproporcionada debido a nuestro sistema electoral, que otorga a los 3,2 millones de habitantes de Iowa los mismos senadores que a casi 40 millones de californianos. Seg¨²n un sondeo reciente, el 71% de los agricultores aprueban la labor de Trump, un porcentaje ligeramente inferior al de sondeos anteriores, pero que sigue estando muy por encima de la media nacional.
Sin embargo, desde el punto de vista econ¨®mico, los agricultores lo est¨¢n pasando mal. A los inversores les preocupa una posible recesi¨®n de la econom¨ªa, pero la recesi¨®n agraria ya est¨¢ ah¨ª, con una ca¨ªda de los ingresos, un incremento de los ¨ªndices de delincuencia y un n¨²mero cada vez mayor de quiebras. Y los problemas de la econom¨ªa agraria se derivan directamente de las pol¨ªticas de Trump.
Esta aparente contradicci¨®n ¡ªTrump inflige el mayor da?o a la gente que m¨¢s le ha apoyado¡ª no es una casualidad. El respaldo anterior de los agricultores a Trump era previsible: la demograf¨ªa y la cultura del EE UU rural (blanco) lo convierten en un terreno f¨¦rtil para los pol¨ªticos que prometen restablecer la sociedad tradicional, y especialmente la jerarqu¨ªa racial tradicional. Pero los apuros econ¨®micos de los agricultores tambi¨¦n deber¨ªan haberse previsto: aunque al EE UU rural no le gusten las ¨¦lites cosmopolitas y desconf¨ªe de ellas, la econom¨ªa depende enormemente de los mercados mundiales, e inevitablemente, ha sido una de las principales v¨ªctimas de la guerra comercial trumpiana.
La inc¨®gnita es si los agricultores entend¨ªan en qu¨¦ se estaban metiendo, si entienden ahora que es poco probable que sus problemas se resuelvan pronto, y si sus dificultades econ¨®micas debilitar¨¢n su apoyo al hombre que las est¨¢ causando.
Por un lado, no resulta dif¨ªcil ver por qu¨¦ los agricultores respaldaron a Trump. La hostilidad hacia los inmigrantes no blancos fue fundamental en su campa?a y dicha hostilidad tiende a ser mayor en lugares donde en realidad no hay muchos inmigrantes. De modo que el EE UU rural, con una poblaci¨®n inmigrante reducid¨ªsima, constitu¨ªa un p¨²blico receptivo para el alarmismo de Trump. Y el "Hagamos que EE UU vuelva a ser grande" ¡ªque consist¨ªa en retroceder en el tiempo racial y culturalmente¡ª fue un mensaje que cal¨® en lugares que todav¨ªa suelen considerarse (y a los que los pol¨ªticos animan a considerarse) el verdadero EE UU, en contraposici¨®n con las grandes ¨¢reas metropolitanas en las que viven la mayor¨ªa de los estadounidenses.
Y por otro lado, aunque es posible que en las zonas agrarias no exista diversidad ¨¦tnica y en general se desconf¨ªe de los globalistas, la econom¨ªa agraria est¨¢, de hecho, profundamente integrada en los mercados mundiales y depende en gran medida de ellos. Justo antes de la guerra comercial de Trump, EE UU exportaba el 76% de su producci¨®n de algod¨®n, el 55% de la de sorgo, la mitad de la de soja y el 46% de la de trigo.
En total, las exportaciones agr¨ªcolas estadounidenses representan casi el 40% del valor de la producci¨®n agr¨ªcola, mientras que alrededor de 1970 representaban solo el 15%. La globalizaci¨®n ha afectado a algunas partes de la producci¨®n industrial estadounidense y ha tenido consecuencias duras en algunas ciudades industriales peque?as. Pero el auge de China y el crecimiento del comercio mundial solo han tra¨ªdo cosas buenas para los agricultores.
La cosa es que no deber¨ªa haber sido dif¨ªcil predecir que la trumponom¨ªa ser¨ªa mala para los agricultores. El deseo de Trump de que se produjese una guerra comercial era de todos conocido; el proteccionismo, junto con el racismo y el antiecologismo, es uno de sus valores fundamentales. Y era seguro que una guerra comercial perjudicar¨ªa a las exportaciones agr¨ªcolas. ?De verdad que alguien se imaginaba que China, una superpotencia econ¨®mica con su propio nacionalismo feroz, no tomar¨ªa represalias contra los aranceles estadounidenses?
Entonces, ?en qu¨¦ estaban pensando los agricultores? Supongo que dejaron que el deseo de creer les nublase la raz¨®n. Trump les parec¨ªa su clase de persona. Daba la impresi¨®n de que compart¨ªa su aversi¨®n hacia las ¨¦lites urbanas, las cuales, se imaginaban, despreciaban a la gente como ellos. As¨ª que se convencieron a s¨ª mismos de que Trump sab¨ªa lo que estaba haciendo, de que ganar¨ªa su guerra comercial y de que estar¨ªan entre los vencedores que se repartir¨ªan el bot¨ªn. Incluso ahora, muchos agricultores parecen creer que sus problemas desaparecer¨¢n de un momento a otro, que Trump anunciar¨¢ un acuerdo que restablecer¨¢ todos los viejos mercados y m¨¢s cosas.
El apoyo de los agricultores a Trump se deber¨ªa considerar una forma de fraude por afinidad, en el que la gente se traga los cuentos de un estafador porque consideran que es como ellos. Y como suele suceder con esta clase de fraudes, el estafador y sus c¨®mplices en realidad desprecian a sus v¨ªctimas. No hace mucho, Sonny Perdue, secretario de Agricultura, qued¨® en evidencia durante una reuni¨®n con agricultores que se quejaban de su grave situaci¨®n al hacer un chiste de mal gusto sobre ellos. Los comentarios del propio Trump sobre el comercio con Jap¨®n fueron incluso m¨¢s reveladores. Seg¨²n una transcripci¨®n de la Casa Blanca, Trump se lamentaba de que mientras Jap¨®n manda a EE UU millones de coches, "Nosotros les mandamos trigo. Trigo. (Risas.)" ?Se dan cuenta los agricultores de que su presidente considera que su forma de ganarse el pan es cosa de risa?
Entonces, ?qu¨¦ pasar¨¢ a medida que la guerra comercial se alarga? No esperen que los agricultores de repente exclamen en masa: "?Nos han tomado el pelo!". La vida real no funciona as¨ª. Pero, efectivamente, les han tomado el pelo y es posible que finalmente est¨¦n empezando a darse cuenta.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa. ? The New York Times, 2019. Traducci¨®n de News Clips
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.