El pesimismo como amenaza para la econom¨ªa
Cuando ciudadanos y empresas temen un horizonte m¨¢s sombr¨ªo gastan e invierten menos y ahorran m¨¢s. Todo ello acaba por lastrar el crecimiento
Siete d¨¦cadas largas despu¨¦s de su muerte, con John Maynard Keynes ¡ªuno de los padres de la econom¨ªa moderna y, en palabras de su colega Arthur Pigou, ¡°el economista m¨¢s influyente de su tiempo¡±¡ª ocurre algo que ilustra bien la aceleraci¨®n de los tiempos: cuando las cosas marchan viento en popa, su figura pasa al cuarto trasero de la historia y su nombre desaparece del escenario. Cuando se temen curvas, su apellido regresa a las tribunas. Y cuando la econom¨ªa toca fondo, se recurre a su legado como ¨²ltimo recurso para salir del hoyo. Hoy, cuando estamos en el segundo escenario y la bola de nieve de malas nuevas econ¨®micas amenaza con convertirse en avalancha, su teor¨ªa sobre los animal spirits¡ªque arroj¨® luz por primera vez sobre c¨®mo las emociones son tan importantes como el raciocinio para entender la toma de decisiones; que la psicolog¨ªa hace que la econom¨ªa no se comporte exactamente igual a lo que predicen los ultrarracionales modelos econ¨®micos¡ª vuelve a primera l¨ªnea.
Estancamiento, conflictos comerciales a diestro y siniestro, frenazo en el mercado laboral y precarizaci¨®n del empleo, Brexit, retroceso de la globalizaci¨®n. Las malas noticias son la nueva normalidad en las p¨¢ginas salm¨®n de los peri¨®dicos: el lector de prensa especializada ¡ªy no solo¡ª desayuna un d¨ªa cualquiera con un mal dato de paro y se acuesta con una inquietante mala nueva sobre la evoluci¨®n del sector industrial alem¨¢n, el gran gigante europeo inmerso en una recesi¨®n t¨¦cnica que ha despertado las dudas en toda la eurozona. ?Hasta qu¨¦ punto estamos realmente expuestos a esta cascada de pesimismo? ?Hay riesgo real de contagio al terreno de lo real? ?Qu¨¦ queda de la temida teor¨ªa de la profec¨ªa autocumplida?
En econom¨ªa, la venda siempre se pone antes que la herida: ¡°A¨²n no tenemos¡±, dispara Raymundo Campos, economista del Banco de M¨¦xico y autor de Econom¨ªa y psicolog¨ªa (Fondo de Cultura Econ¨®mica, 2019), ¡°suficiente evidencia para entender la relaci¨®n entre malas noticias y crecimiento, ni conocemos los posibles canales de transmisi¨®n¡±. Pero los antecedentes ¡ªalgunos de ellos muy recientes¡ª est¨¢n ah¨ª: como demostraron Philippe Bacchetta (Universidad de Lausana) y Eric van Wincoop (Universidad de Virginia), el r¨¢pido contagio entre pa¨ªses de la brutal crisis de 2008 no solo tuvo que ver con la globalizaci¨®n de las finanzas internacionales ni con la restricci¨®n del cr¨¦dito ¡ªque no fue, ni mucho menos, uniforme entre pa¨ªses¡ª: ¡°El cr¨¦dito no disminuy¨®, al menos no de forma perceptible, m¨¢s all¨¢ de EE UU (...) Fue el miedo el que se apoder¨® de consumidores y empresas. Y a medida que varios miembros del ecosistema econ¨®mico global revisaron sus expectativas a la baja, sus temores se autocumplieron, la demanda se sec¨® y la depresi¨®n anticipada se hizo realidad¡±, escribieron. Hoy, de nuevo, la avalancha de malas noticias ¡°oscurece el horizonte¡±, completa el primero. ¡°Por supuesto que la espiral de la profec¨ªa autocumplida podr¨ªa ocurrir de nuevo si se desata un pesimismo generalizado. Pero, afortunadamente, no creo que est¨¦ ocurriendo ahora: solo veo una ralentizaci¨®n¡±.
Cuando las malas noticias son buenas en la toma de decisiones
La otra cara de la moneda la exhibieron en 2017 cuatro profesores de la Universidad del Sur de Dinamarca ¡ªHelle M?lgaard, Svensson Erick Alb?k, Arjen van Dalen y Claes de Vreese¡ª. En un estudio de titular elocuente ¡ªBuenas noticias en las malas noticias: c¨®mo la negatividad mejora la eficacia econ¨®mica¡ª, llegaban a la conclusi¨®n de que, ¡°en contra de la ideolog¨ªa de la negatividad, cuyos efectos est¨¢n ampliamente documentados¡±, las noticias econ¨®micas adversas podr¨ªan, en realidad, ser buenas nuevas: en algunos casos, la exposici¨®n a informaciones de car¨¢cter negativo sobre el devenir de la econom¨ªa ¡°llevan a cambios positivos en la eficiencia y la toma de decisiones¡±. Tambi¨¦n de que, cuanto m¨¢s inter¨¦s muestra una persona en la econom¨ªa, menor efecto tienen sobre ¨¦l o ella las noticias negativas.
Que una recesi¨®n llegue o no depende, en buena medida, ¡°de las narrativas populares¡±, ahondaba el Nobel Robert Shiller el mes pasado?en?The New York Times. ¡°Pr¨¢cticamente ninguno de nosotros tiene una f¨®rmula para decidir sobre nuestros planes, as¨ª que nos dejamos influir por las emociones y teor¨ªas sugeridas por las historias que escuchamos de otros¡±. Hay, sin embargo, una distinci¨®n clave: entre las malas noticias empresariales ¡ªque pueden afectar, a lo sumo, a un sector concreto y no tienen un efecto generalizado sobre el devenir de la econom¨ªa¡ª y las macro ¡ªPIB o desempleo¡ª, que, subraya Alex Imas, profesor de Econom¨ªa del Comportamiento en la Universidad Carnegie Mellon, ¡°si ponen a la gente nerviosa, tienen potencial para deprimir la inversi¨®n y la confianza del consumidor¡±. Ah¨ª, s¨ª, puede llegar el problema: si los ciudadanos temen un horizonte m¨¢s sombr¨ªo, restringen su consumo, retraen sus inversiones y aumentan el ahorro, lastrando el crecimiento. El inicio de toda buena gripe econ¨®mica.
"Una noticia negativa no tiene gran impacto y tiende a ser vista como una mera excepci¨®n. Si son m¨¢s y vienen de diferentes fuentes independientes, se crea una sensaci¨®n de incertidumbre y baja credibilidad: ah¨ª es cuando los consumidores aplazan compras y se centran en las versiones m¨¢s baratas de los bienes indispensables, como ropa o comida", desliza Fred Van Raaij, profesor del Departamento de Psicolog¨ªa Social de la Universidad de Tilburg (Pa¨ªses Bajos). "Creemos", a?ade Pen¨¦lope Hern¨¢ndez, directora del Laboratorio de Investigaci¨®n en Econom¨ªa Experimental y del Comportamiento (Lineex, adscrito a la Universidad de Valencia), "que la econom¨ªa va a ir peor y entonces dejamos de tomar caf¨¦ y ponemos menos dinero en el plan de pensiones. Son cosas peque?as pero, cuidado, porque cuando agregamos a todos los ciudadanos, hay menos consumo, ahorro, inversi¨®n y la econom¨ªa se desacelera a¨²n m¨¢s. Si a un coche que va a una velocidad le damos un peque?o empuj¨®n ¡ªcomo dir¨ªa el premio Nobel Richard Thaler¡ª, despu¨¦s cambiar el rumbo es m¨¢s dif¨ªcil". Para que ese c¨ªrculo vicioso se active, sin embargo, los fundamentos econ¨®micos tienen que ser ¡°muy d¨¦biles¡±, agrega Imas. Mucho m¨¢s que ahora.
La mayor¨ªa de analistas apunta a una profundizaci¨®n de la desaceleraci¨®n ¡ªy no al apocalipsis que dibujan algunos¡ª como el escenario m¨¢s probable en el que se desenvolver¨¢ la econom¨ªa global a corto y medio plazo. El consejero delegado de Bankia, Jos¨¦ Sevilla, lo expresaba a su manera en la ¨²ltima presentaci¨®n de resultados de la entidad: ¡°En la sociedad, por influencia de los medios de comunicaci¨®n y por la coyuntura en general, parece que la econom¨ªa se ha parado. Pero la demanda de cr¨¦ditos sigue: existe un desacople entre el mensaje reinante y la realidad, y no deber¨ªamos autogenerar la idea de que todo va mal porque la informaci¨®n puede ayudar a desacelerar el ciclo¡±. Pese a la rebaja en las previsiones, el crecimiento espa?ol bajar¨¢ hasta el entorno del 2% este a?o seg¨²n el ¨²ltimo cuadro macro de Bruselas, una cifra que firmar¨ªan buena parte de las econom¨ªas avanzadas y hasta algunas emergentes, como M¨¦xico o Brasil. Datos para la reflexi¨®n, pero no para alarma: se puede ver el vaso medio lleno o medio vac¨ªo, pero no vac¨ªo del todo.
El trauma de la Gran Recesi¨®n
Los humanos tenemos una tendencia casi natural a pensar que las constantes vitales de la econom¨ªa son peores de lo que realmente son, algo que se acrecienta cuando las heridas de una recesi¨®n permanecen a¨²n tan abiertas. Las encuestas, como subraya Jos¨¦ Luis Ferreira, profesor del Departamento de Econom¨ªa de la Universidad Carlos III, suelen exhibir una curiosa dualidad entre el sentir econ¨®mico general y la salud financiera individual de los consultados. ¡°Es un patr¨®n que se repite: la tendencia es a exagerar en negativo cuando se pregunta por la evoluci¨®n econ¨®mica, pero cuando se pregunta por la situaci¨®n individual o se mide la posici¨®n de cada uno de los encuestados, resulta que est¨¢ mejor de lo que cree¡±.
Parte de esta sobrerreacci¨®n nace de un trauma: el sever¨ªsimo golpe de la Gran Crisis, tan duro en EE UU y ¡ªsobre todo¡ª en Europa que tardar¨¢ tiempo en desaparecer del subconsciente colectivo. Una d¨¦cada despu¨¦s seguimos anclados en ese mismo temor: pocos vieron venir el batacazo y ahora nadie quiere ser el ¨²ltimo en percibir un cambio de tendencia, tropezar dos veces con la misma piedra. Un vistazo a los escaparates de las librer¨ªas es la mejor prueba de esta tendencia: los libros sobre c¨®mo sobrevivir a la pr¨®xima recesi¨®n y sobre por d¨®nde llegar¨¢ han copado las listas de publicaciones de ensayo econ¨®mico en los ¨²ltimos tiempos.
¡°Pero, por definici¨®n, una recesi¨®n no se puede predecir¡±, completa Ferreira. ¡°Que el ciclo lleve tiempo en fase de bonanza no es raz¨®n para pensar que acabar¨¢: no hay una teor¨ªa de los ciclos que diga que tienen una duraci¨®n determinada¡±. La ¨²nica certeza es que, en el pr¨®ximo chasquido de la econom¨ªa, las emociones, y no solo las razones, tendr¨¢n mucho que decir. Como dijo Franklin D. Roosevelt (1933-1945), autor del New Deal que sac¨® a EE UU de la Gran Depresi¨®n, ¡°de lo ¨²nico que tenemos que tener miedo es del propio miedo¡±. Siete d¨¦cadas largas despu¨¦s, en octubre de 2008, cuando el cataclismo financiero ya estaba en marcha, George W. Bush hijo lo parafrase¨® a su manera: ¡°La ansiedad alimenta m¨¢s ansiedad¡±. El tiempo, implacable, dict¨® sentencia: ya era demasiado tarde.
Cuanto peor, mejor para las Bolsas (con l¨ªmites)
Las malas noticias tambi¨¦n tienen retornos positivos en algunos nichos de inversi¨®n. Con la seguridad de que los bancos centrales siguen prestos para actuar en caso de que las cosas sigan empeorando, las Bolsas han marcado nuevos m¨¢ximos justo en el punto ¨¢lgido de los malos augurios. Con l¨ªmites, aplica la teor¨ªa del cuanto peor mejor: si las constantes vitales de la econom¨ªa empeoran, los institutos emisores tendr¨¢n m¨¢s presi¨®n para emprender nuevas rondas de rebajas de tipos de inter¨¦s ¡ªa pesar de que el margen en las grandes econom¨ªas es escaso (EE UU: 1,5%-1,75%) o inexistente, salvo improbable entrada en terreno negativo (eurozona: 0%)¡ª o medidas de est¨ªmulo monetario adicionales. Ambos movimientos son gasolina para la renta variable, que emerge como pr¨¢cticamente la ¨²nica opci¨®n rentable para los inversores. Con l¨ªmites: si los malos presagios se confirman y ti?en de rojo los principales indicadores econ¨®micos, las Bolsas y muy especialmente los valores m¨¢s expuestos al ciclo tienen todas las de perder.
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