El nuevo mapa del comercio mundial
La pandemia agudiza las tensiones internacionales y har¨¢ muy dif¨ªcil recuperar los niveles anteriores
La pandemia de la covid-19 ha provocado la mayor contracci¨®n de la econom¨ªa global en casi un siglo. Las actuales previsiones apuntan a que el PIB mundial caer¨¢ este a?o un 4,9%, el peor registro desde la Gran Depresi¨®n y un deterioro mucho mayor que el sufrido durante la crisis financiera de 2008. Lo peor, como recordaba en junio el Fondo Monetario Internacional (FMI), es que esta ¡°crisis sin precedentes¡± est¨¢ condicionada por una incertidumbre tambi¨¦n desconocida sobre la evoluci¨®n del coronavirus y el recorrido que tendr¨¢ la pandemia sobre la actividad econ¨®mica.
La naturaleza sincronizada de la recesi¨®n ha golpeado con virulencia los intercambios comerciales, que se han visto da?ados tanto por el lado de la demanda, derivado del confinamiento impuesto para controlar el virus, como por el de la oferta, ante la imposibilidad de mantener los niveles de producci¨®n y su transporte. El escenario que dibujaba en junio la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC) a¨²n manten¨ªa cierta confianza en la recuperaci¨®n de los flujos comerciales, aunque sus c¨¢lculos sit¨²an el descenso del comercio global entre el 13% y el 32% solo este a?o. La inversi¨®n extranjera directa caer¨¢ entre un 30% y un 40% y el tr¨¢fico a¨¦reo, tanto de pasajeros como de mercanc¨ªas, se ver¨¢ reducido entre un 44% y un 80%. Unas cifras que hacen muy dif¨ªcil una r¨¢pida vuelta al mundo tal como era.
Pero la crisis del comercio ven¨ªa de m¨¢s atr¨¢s. De las guerras comerciales abiertas por Estados Unidos en los ¨²ltimos a?os y de su particular enfrentamiento con China. Del creciente nacionalismo econ¨®mico y la imposici¨®n de barreras comerciales. De la revisi¨®n de la fiscalidad de las grandes corporaciones. Del proceso de desglobalizaci¨®n que estos y otros elementos han desencadenado. De hecho, el transporte global por contenedores ya ven¨ªa manteniendo una senda a la baja desde finales de 2018; el intercambio de bienes cay¨® un 3% en el primer trimestre de este a?o, antes de que la crisis sanitaria estallara en toda su crudeza, y el de servicios lo hizo un 7,6%, seg¨²n datos de la Unctad, la agencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo.
Los historiadores coinciden en que los grandes shocks econ¨®micos tienden a acelerar tendencias que ya est¨¢n en marcha, m¨¢s que a impulsar grandes cambios estructurales. En este caso, la pandemia ha a?adido capas de complejidad al comercio mundial en medio de crecientes tensiones geopol¨ªticas y reajustes de las cadenas de valor y suministro. ¡°La pandemia puede acabar redibujando el mapa del comercio mundial¡±, sentencia la consultora Boston Consulting Group (BCG) en un informe bajo ese mismo t¨ªtulo.
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el comercio ha sido uno de los motores del crecimiento global, llegando a crecer tres veces m¨¢s que el PIB entre 1950 y 2008, seg¨²n apunta Boston Consulting, en una etapa donde se produjeron notables reducciones de aranceles y se impulsaron a nivel multilateral numerosos acuerdos comerciales de liberalizaci¨®n. Es la etapa m¨¢s reciente de globalizaci¨®n econ¨®mica que llega hasta nuestros d¨ªas. Los avances hacia el libre comercio se frenaron bien entrados los a?os 2000 y, coincidiendo con el estallido de la crisis financiera internacional y el cuestionamiento del modelo econ¨®mico, se empezaron a plantear reversiones de esa apertura. Tras la debacle econ¨®mica y social que provoc¨® la Gran Recesi¨®n, el clima pol¨ªtico tambi¨¦n cambi¨®: el Reino Unido vot¨® a favor de abandonar la Uni¨®n Europea y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca provoc¨® la renegociaci¨®n por parte de la primera potencia mundial de los tratados comerciales en vigor y de las relaciones tanto con sus socios como sus competidores.
Esos cambios ya estaban ah¨ª antes de la pandemia y se hab¨ªan materializado en forma de retrocesos en la globalizaci¨®n y nacionalismo y en un emergente nuevo orden bipolar encabezado por Estados Unidos y China, como explica Cliff Kupchan, director de an¨¢lisis de la consultora Eurasia Group y alto funcionario del Departamento de Estado de EE UU durante el Gobierno de Bill Clinton. ¡°La principal raz¨®n de existir del Estado es proteger a sus ciudadanos. Y la pandemia lo hace a¨²n m¨¢s evidente. Los dirigentes pasan a estar b¨¢sicamente preocupados por el empleo y no tienen tiempo ni dinero para dedicarse a los asuntos internacionales. Es entonces cuando se erigen barreras al movimiento de personas y de capitales. Y el Estado pasa a tener un papel creciente a costa del sistema¡±, apunta Kupchan en un intercambio de correos.
Bipolaridad
La desglobalizaci¨®n y el nacionalismo al alza ya hab¨ªan frenado el ritmo de crecimiento del comercio mundial hasta situarse ligeramente por encima, pero muy cerca, del incremento del PIB global. La pandemia, como bien dice Kupchan, ha acelerado esa tendencia y las consecuencias del nuevo mundo bipolar. La desconexi¨®n entre EE UU y China que se inici¨® en 2018 ha cogido velocidad y a los aranceles comerciales y las cuotas de importaci¨®n y exportaci¨®n se han sumado ahora fuertes limitaciones al intercambio de productos de alta tecnolog¨ªa, al movimiento de personas e incluso dentro del mundo acad¨¦mico. ¡°La pandemia es la impulsora de la desconexi¨®n 2.0. Ahora es cuando m¨¢s se ver¨¢ afectado el comercio global porque los pa¨ªses van a intentar ser m¨¢s autosuficientes. Los productos sanitarios, la industria de datos y el turismo se ver¨¢n muy afectados. La salud va a pasar a ser un sector estrat¨¦gico y los Estados van a acumular reservas de ventiladores, mascaras de protecci¨®n y medicamentos y van a querer reducir su dependencia de pa¨ªses como China e India¡±, subraya Kupchan.
A mediados de abril, m¨¢s de 80 pa¨ªses hab¨ªan decretado prohibiciones a la exportaci¨®n de material sanitario y de productos de protecci¨®n personal necesarios para luchar contra el coronavirus. Aunque la mayor parte de esas barreras se han levantado despu¨¦s, esa realidad ha introducido un cambio que promete ser duradero en el comercio global. Es lo que el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, defini¨® como la necesidad de garantizar la ¡°soberan¨ªa sanitaria¡± con una nueva pol¨ªtica industrial y comercial. O la apelaci¨®n a la seguridad nacional de Donald Trump para restringir los intercambios con China, un pretexto que se puede utilizar para muchos sectores econ¨®micos. Todas ellas, formas distintas de denominar un mayor proteccionismo en el ¨¢mbito comercial y ejemplos del creciente papel del Estado en la econom¨ªa.
Un papel que ha llegado para quedarse y que adopta diversas formas. La respuesta de los Gobiernos para amortiguar el impacto de la crisis se ha traducido en un aumento del gasto p¨²blico y de p¨¦rdida de ingresos para los pa¨ªses del G20 equivalente al 6% de su PIB conjunto, a lo que hay que sumar otro 6% inyectado en forma de pr¨¦stamos, participaciones y garant¨ªas, seg¨²n una nota de Joanna Konings, experta en comercio internacional de ING Economics. Si bien ese apoyo p¨²blico ha sido esencial para mantener a las empresas a flote y evitar consecuencias m¨¢s devastadoras a¨²n del colapso econ¨®mico, ¡°muchas de estas ayudas p¨²blicas pueden acabar teniendo consecuencias a largo plazo que se dejen sentir sobre los flujos de intercambio comercial¡±, apunta Konings.
Cierto es que no todos los subsidios aprobados por la pandemia tienen impacto sobre el comercio internacional ¡ªlas ayudas a las peluquer¨ªas o las actividades culturales, por ejemplo¡ª pero aquellos que s¨ª lo hacen afectan ya al 3% de los intercambios globales, seg¨²n Global Trade Alert, la iniciativa puesta en marcha por el Center for Economic and Policy Research en noviembre de 2008 para monitorear las intervenciones de los distintos pa¨ªses que pueden afectar al comercio exterior. Ese 3%, subraya Konings, es un porcentaje similar al del comercio afectado por la guerra comercial
EE UU-China, lo que no pesar¨¢ tanto sobre las expectativas de consumidores y empresas, pero s¨ª ser¨¢ una carga a?adida para la recuperaci¨®n.
Subida de impuestos
Tambi¨¦n cabe esperar cambios que pueden impactar al comercio por el lado de la fiscalidad. Porque la pandemia ha expandido los poderes de los Gobiernos, pero tambi¨¦n ha modificado lo que los votantes esperan a cambio. Entre otras cosas, una mejor sanidad p¨²blica y eso exigir¨¢ nuevos y mayores ingresos para financiarla. Desde los a?os ochenta, el liberalismo y la globalizaci¨®n han propiciado una carrera global a la baja de la fiscalidad empresarial que puede estar llegando a su fin. Las empresas tecnol¨®gicas ya estaban antes de la pandemia en el punto de mira de los Estados, empantanados en estructuras tributarias obsoletas que no se corresponden con la actual deslocalizaci¨®n de la producci¨®n y la forma de prestaci¨®n de los servicios. Las necesidades derivadas del coronavirus a?aden argumento a esa revisi¨®n de estructuras, especialmente porque las tecnol¨®gicas han sido algunas de las empresas que m¨¢s se han beneficiado de la pandemia.
¡°Los impuestos van a subir con toda probabilidad para financiar el incremento del gasto p¨²blico, aunque la tendencia se mantendr¨¢ s¨®lo hasta que se recuperen niveles de pleno empleo¡±, asegura Neil Shearing, economista jefe de Capital Economics. Por otro lado, estrategias como el Pacto Verde que impulsa la Comisi¨®n Europea para reducir las emisiones de gases contaminantes plantean la posibilidad de imponer una tasa de emisiones sobre las importaciones. Una medida que va a provocar una ruptura con el statu quo existente y que ¡°puede redefinir la competitividad global en un amplio espectro de industrias¡±, asegura Boston Consulting, y con ello el comercio global.
Este complejo escenario significa que las empresas van a tener que adaptar sus cadenas de producci¨®n y suministro para hacerlas m¨¢s resistentes a posibles shocks derivados de futuras crisis, pero tambi¨¦n de los enfrentamientos geopol¨ªticos con el fin de evitar verse atrapadas en una mara?a de aranceles, sanciones, cierres o restricciones de acceso al mercado. En adelante, cualquier tipo de estatus ¡°extranjero¡± en cualquier parte de su estructura va a conllevar un riesgo adicional para las compa?¨ªas. La covid-19 ha dejado en evidencia la amenaza de concentrar demasiada producci¨®n y suministros en unas cuantas localizaciones con bajos costes, pero muy lejanos f¨ªsicamente y sin una gesti¨®n suficiente de inventarios.
¡°La tendencia a externalizar la producci¨®n va a disminuir notablemente, hay una tendencia generalizada de los Gobiernos a impulsar una pol¨ªtica a favor de repatriar parte de esa producci¨®n. En algunos casos, por tratarse de productos que tras la pandemia han pasado a considerarse estrat¨¦gicos, como los relacionados con la salud. En otros casos, por cuestiones pol¨ªticas o tecnol¨®gicas, como las barreras impuestas al 5G desarrollado por Huawei¡±, explica Erik Nielsen, economista jefe global de Unicredit. Ese ¡°gran retorno¡±, por llamarlo de alguna manera, afectar¨¢ a algunas de las mayores econom¨ªas mundiales como Alemania, primer exportador mundial que en esta pandemia ha visto c¨®mo China se ha convertido en su principal mercado, por delante de EE UU, seg¨²n datos de Unicredit, que lo vincula m¨¢s que a un cambio estructural a la r¨¢pida recuperaci¨®n de la econom¨ªa asi¨¢tica.
¡°Alemania y Holanda ya han empezado a adoptar pol¨ªticas para desarrollar su mercado interior porque son muy dependientes de las exportaciones. Aunque en el caso europeo, la repatriaci¨®n de producci¨®n puede hacerse en todo el territorio de la Uni¨®n Europea no necesariamente a territorio nacional¡±, apunta Nielsen.
Por si fuera poco, la situaci¨®n del comercio mundial se complica por la falta de instituciones que permitan coordinar una respuesta global a la crisis que garantice el desarrollo de un comercio libre y justo. Tras la crisis financiera de 2008, los pa¨ªses se agruparon en torno al G20 para pactar y adoptar muchas de las medidas que en esta crisis han permitido que las autoridades hayan actuado con rapidez en materia de pol¨ªtica fiscal y monetaria. Tambi¨¦n se comprometieron a no adoptar medidas proteccionistas que pudieran agravar la crisis y se dotaron de instrumentos para monitorear las pol¨ªticas comerciales de los respectivos pa¨ªses.
Hoy no hay rastro de una m¨ªnima coordinaci¨®n a nivel global. Y, por lo que respecta al comercio, hasta el futuro de la propia OMC est¨¢ en el aire ante el denodado intento de la Administraci¨®n de Trump de restar competencias a la organizaci¨®n. Primero, bloqueando su rol como ¨¢rbitro en los desacuerdos comerciales y m¨¢s recientemente, rechazando aprobar el presupuesto de la organizaci¨®n. Algunos funcionarios estadounidenses han dejado abierta la puerta, incluso, a la posibilidad de que EE UU abandone la OMC como ya ha hecho con la Organizaci¨®n Mundial de la Salud en plena pandemia. La OMC est¨¢ adem¨¢s inmersa en el proceso de selecci¨®n de su m¨¢ximo responsable, ante la repentina dimisi¨®n de su director, el brasile?o Roberto Azevedo, lo que le resta a¨²n m¨¢s autoridad en un momento en el que est¨¢ siendo fuertemente cuestionada.
Aunque la mayor¨ªa de estos cambios se llevan gestando desde hace un tiempo, la pandemia ha acelerado muchos de ellos y en otros casos ha aflorado tendencias latentes del comercio global. El coronavirus ha actuado como un catalizador de esos cambios que empiezan a redibujar el nuevo mapa del comercio mundial, pese a que ese mapa todav¨ªa est¨¦ algo desdibujado a d¨ªa de hoy.
¡°Una de las claves que definen hist¨®ricamente el inicio de una nueva etapa es el desorden, un cierto caos¡±, subraya el estratega jefe de Deutsche Bank Research, Jim Reid. ¡°No tiene por qu¨¦ ser algo negativo, al contrario, puede servir para limpiar los excesos de la etapa anterior. Lo preocupante es que en esta ocasi¨®n esos cambios se est¨¢n produciendo en muchas ¨¢reas de manera simult¨¢nea y cuando eso afecta a aspectos estructurales el desorden es lo que acaba definiendo la nueva era¡±. As¨ª ha llamado Reid a su ¨²ltimo informe, la edad del desorden, donde advierte que, de cara al futuro, el mayor error de empresas y expertos ser¨ªa extrapolar las tendencias de nuestro pasado m¨¢s reciente.
La evoluci¨®n de la pandemia y la recuperaci¨®n de la econom¨ªa y el comercio global siguen siendo una inc¨®gnita. Pero cada vez parece m¨¢s claro que, al intensificar las tensiones geopol¨ªticas y econ¨®micas que ya exist¨ªan previamente, el impacto de la pandemia va a ser duradero. Y la vuelta al mundo tal como era hasta enero cada vez parece la opci¨®n menos probable.
Sean Doherty: ¡°La gobernanza econ¨®mica global exige cooperaci¨®n¡±
Pocas instituciones est¨¢n tan ligadas a la globalizaci¨®n y a la liberalizaci¨®n comercial como el Foro Econ¨®mico Mundial (WEF, por sus siglas en ingl¨¦s). Sean Doherty, su director para el ¨¢rea, defiende la importancia de la cooperaci¨®n internacional para coordinar las respuestas a la crisis.
PREGUNTA. ?Cree que las medidas adoptadas por los Gobiernos ante la pandemia est¨¢n siendo positivas?
RESPUESTA. Ha sido una reacci¨®n interesante. Los pa¨ªses se han centrado m¨¢s en potenciar la resistencia y en garantizar las cadenas de suministro, principalmente de productos sanitarios claro, y se ha producido una notable implicaci¨®n de los Gobiernos en la econom¨ªa. Y ah¨ª me gustar¨ªa destacar dos cosas. Por un lado, que la resistencia se logra con la diversificaci¨®n y no parece que la tendencia de repatriar la producci¨®n de estos bienes sea la mejor forma de asegurar esa resistencia en el futuro. Por otro, que ese protagonismo de los Estados se produce sin que lamentablemente haya un foro donde debatir todos los aspectos que ese nuevo papel tiene en t¨¦rminos de impuestos, inversi¨®n, competencia, etc¨¦tera y que exigir¨ªa una coordinaci¨®n.
P. En esta ocasi¨®n, nadie parece cuestionar el papel de los subsidios y las ayudas p¨²blicas.
R. Dada la magnitud de la crisis es evidente que determinadas ayudas resultan necesarias para sostener la actividad. Lo que deber¨ªa garantizarse es que se producen con transparencia y rigor. Ese es, por ejemplo, el centro del debate entre la Uni¨®n Europea y el Reino Unido de cara al Brexit. Pero no siempre est¨¢ claro cu¨¢l es su prop¨®sito.
P. ?A qu¨¦ se refiere?
R. Por ejemplo, ahora se apela a la seguridad nacional como argumento para frenar la entrada de inversiones en el pa¨ªs o evitar que las llamadas ¡°joyas de la corona¡± pasen a manos de una empresa china o de un fondo de inversi¨®n de Singapur. Y no est¨¢ claro que las verdaderas motivaciones est¨¦n relacionadas con la seguridad.
P. No parece que haya mucha cooperaci¨®n en ese sentido.
R. Exacto. Quiz¨¢s hist¨®ricamente hab¨ªa menos necesidad de debatir estas cuestiones porque el comercio era m¨¢s sencillo. Ahora la gobernanza econ¨®mica global tiene m¨¢s matices y exige m¨¢s cooperaci¨®n en el ¨¢mbito digital, la fiscalidad, ayudas estatales o competencia.
Guerra de aranceles y un d¨®lar d¨¦bil
¡°Las guerras comerciales son buenas y f¨¢ciles de ganar¡±. Fue la m¨¢xima repetida una y otra vez por Donald Trump nada m¨¢s llegar a la presidencia de Estados Unidos. Pero la realidad se empe?a tozuda en no darle la raz¨®n.
Los economistas explican que Trump ha usado herramientas comerciales ¡ªaranceles, sanciones y cuotas¡ª para arreglar un problema de ¨ªndole macroecon¨®mica, como el d¨¦ficit comercial y, como era de esperar, no ha funcionado. Estados Unidos registr¨® en julio el mayor d¨¦ficit comercial de los ¨²ltimos 12 a?os hasta situarse en 63.600 millones de d¨®lares y solo con China, el d¨¦ficit creci¨® ese mes un 11,5% hasta alcanzar los 36.600 millones.
Aunque las cifras est¨¦n distorsionadas por efecto de la pandemia de la covid-19, no parece que los datos vayan a mejorar en un futuro pr¨®ximo. De ah¨ª que el d¨¦ficit comercial haya dejado de ser uno de los mantras de campa?a de Trump y haya desaparecido de sus arremetidas contra China y otros pa¨ªses con quien mantiene disputas comerciales. Trump ha redirigido su estrategia a la b¨²squeda de acuerdos que garanticen un aumento de las cuotas de importaci¨®n de productos estadounidenses, que naturalmente se hace a costa de reducir las importaciones que esos pa¨ªses hacen de terceros.
A la ecuaci¨®n hay que a?adir recientemente un d¨®lar d¨¦bil, lo que facilita las exportaciones de EE UU, suaviza el impacto de las importaciones en la balanza comercial, a?ade presiones inflacionistas a la econom¨ªa, ¡ªque es el nuevo objetivo declarado de la Reserva Federal¡ª, y estimula la inversi¨®n interna. Todo en un momento en el que la capitalizaci¨®n de las grandes tecnol¨®gicas estadounidenses se ha disparado hasta los 9,1 billones de d¨®lares, por encima de los 8,9 billones de d¨®lares en que se valora todo el mercado europeo, seg¨²n un informe de Bank of America Global Research.
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