El mast¨ªn que no ladr¨®
La pandemia ha revelado con dramatismo las desigualdades de la arquitectura financiera mundial
En 1944, en Bretton Woods, se puso en marcha la nueva arquitectura financiera mundial para la posguerra, con el Fondo Monetario Internacional (FMI) como instituci¨®n central con la misi¨®n fundamental ¡ªy los recursos¡ª de intervenir para ayudar a corregir desequilibrios temporales en la balanza de pagos de pa¨ªses miembros. En la pr¨¢ctica, su intervenci¨®n ha sido asim¨¦trica; jam¨¢s se ha orientado a econom¨ªas con balanzas persistentemente con super¨¢vit. Su foco ha sido en aquellas con agudos d¨¦ficits externos o crisis de balanza de pagos, dando fondos de emergencia, condicionados a aplicar pol¨ªticas de austeridad fiscal. El supuesto detr¨¢s es que las econom¨ªas ¡°saneadas¡± con sus recetas repuntar¨ªan fuertemente en crecimiento y productividad. Tal din¨¢mico repunte rara vez ocurri¨®. El FMI ayud¨® a las econom¨ªas con financiaci¨®n en el corto plazo, pero las condicionalidades de austeridad y dem¨¢s las conden¨® en el medio plazo a sumirse m¨¢s en una trampa de lento crecimiento, desigualdad, pobreza y crisis recurrentes de balanza de pagos.
Ante la pandemia y la brutal recesi¨®n global, se esperaba del FMI un papel estelar en coordinar la respuesta. Su gigantesco fondo cercano al bill¨®n de d¨®lares para enfrentar la crisis de la covid-19 ¡ª descrito como bazuca por su directora, Kristalina Georgieva¡ª y su renovado discurso desmarcado de la austeridad, aceptando d¨¦ficits fiscales considerables, auguraban su liderazgo en la financiaci¨®n ante la pandemia. Parec¨ªa que retomaba la visi¨®n de Keynes, quien apuntaba que el FMI deber¨ªa velar por pol¨ªticas macro que garantizasen pleno empleo.
?Sorpresas te da la vida! Con el mundo en desarrollo clamando por tener financiaci¨®n, en los 12 meses que van con pandemia declarada, y si bien 85 pa¨ªses han recurrido al FMI, este ha canalizado menos del 25% del fondo disponible. Tal monto, insuficiente, es menor que el que el FMI otorg¨® en la crisis de 2008-2009. De hecho, ante la pandemia, la deuda externa de los pa¨ªses emergentes se ha elevado m¨¢s de cinco billones de d¨®lares. ?Por qu¨¦ la d¨¦bil respuesta del FMI tanto respecto a sus fondos disponibles como a las necesidades de financiaci¨®n de emergencia? ?Por qu¨¦ muchos pa¨ªses, aunque necesitan urgentemente fondos, optan por acudir a otras fuentes en vez de al FMI? ?Se debe a las condicionalidades inherentes en su financiamiento o al estigma de hacerlo? ?O es que el FMI no tiene capacidad institucional de respuesta r¨¢pida significativa?
Am¨¦rica Latina y el Caribe es la regi¨®n donde el impacto econ¨®mico y social de la pandemia ha sido m¨¢s severo, con aguda ca¨ªda del producto interior bruto y un coste dram¨¢tico en n¨²mero de fallecimientos por la covid-19. En esta emergencia, todos los pa¨ªses centroamericanos, varios caribe?os y del Cono Sur (Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Per¨²) han recibido apoyo del FMI. Sin embargo, dentro de este grupo solamente Chile, Colombia y Per¨² ¡ªcon M¨¦xico¡ª pueden recurrir a la l¨ªnea de cr¨¦dito flexible; creada a ra¨ªz del colapso de 2008-2009 sin condicionalidad alguna. Aquellas econom¨ªas de ingreso medio sin acceso a tales l¨ªneas, en caso de recurrir al FMI deben hacerlo a trav¨¦s de otras ¡°ventanillas¡± m¨¢s estrechas, en alg¨²n grado acotadas por la cuota individual de cada naci¨®n. Como reconoce el FMI en informes oficiales, sus l¨ªneas de cr¨¦dito distan de cubrir las necesidades de financiaci¨®n en su totalidad. Cabe notar que las econom¨ªas en programas tradicionales del FMI est¨¢n sujetas a condicionalidades, en la jerga usual, ¡°anticipadas¡±. El margen de respiro que reciben en lo macro en el corto plazo se constri?e en el medio plazo al forzar a registrar prematuramente super¨¢vit fiscal primario.
En la pr¨¢ctica, las econom¨ªas latinoamericanas tienen tres opciones para acceder a recursos de emergencia. Una alternativa es acudir al mercado privado de bonos. Frente a la pandemia, varios pa¨ªses de la regi¨®n han realizado emisiones de bonos en divisas a tasas de inter¨¦s que, aun siendo bajas, superan el ritmo de crecimiento hist¨®rico de sus exportaciones o de su actividad productiva. Otra opci¨®n es el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo, que, sin embargo, no ofrecen pr¨¦stamos concesionales a econom¨ªas de ingreso medio. La tercera v¨ªa es el FMI a trav¨¦s de sus programas de ajuste, con condiciones, comisiones y recargos.
De la experiencia de los pa¨ªses latinoamericanos, son elusivos sus resultados en cuanto a elevar la pauta de crecimiento econ¨®mico de largo plazo. M¨¢s a¨²n, las reacciones sociales a la austeridad fiscal impuesta pueden ser violentas, dada la profunda desigualdad, pobreza y desprotecci¨®n social. Cabe subrayar que la recuperaci¨®n acelerada de Estados Unidos, con el plan de est¨ªmulo, puede reducir abruptamente el atractivo de los mercados financieros de econom¨ªas emergentes con la consecuente salida de capitales y presi¨®n sobre sus tipos de cambio y reservas. Queda por ver si estas econom¨ªas tendr¨¢n, tarde o temprano, que reestructurar sus pasivos con urgencia.
Los datos muestran que con la pandemia el FMI dej¨® de ser la opci¨®n m¨¢s atractiva de financiaci¨®n para pa¨ªses en desarrollo. La liquidez que aporta en el corto plazo es insuficiente, no se traduce en mayor dinamismo de medio plazo, y tiende a llevar a fragilidad e incluso insolvencia de largo plazo. En los hechos, el discurso actual de mayor apertura del FMI se ha traducido escasamente en flujo de recursos financieros significativo y libre de condicionalidades tradicionales que requiere hacer frente a la pandemia y sus repercusiones. La arquitectura financiera internacional induce, por no decir orilla, a las econom¨ªas emergentes en problemas de balanza de pagos a endeudarse en los mercados de capital privados, en condiciones onerosas y en ¨²ltima instancia insostenibles. El FMI termina actuando como ejecutor de los acreedores o como observador pasivo en un sistema perverso. La evoluci¨®n sustentable y sostenible de la econom¨ªa globalizada exige que el FMI sea, como lo hab¨ªa sugerido Keynes, un instrumento que equilibre de manera justa y funcional entre acreedores y deudores el peso del ajuste de desequilibrios de balanza de pagos. Su misi¨®n debe ser corregir tales fallas en las econom¨ªas atendiendo sus causas de fondo y no meramente sus s¨ªntomas con recetas de austeridad fiscal, con nefastas consecuencias de largo plazo.
La inminente aprobaci¨®n de una nueva ronda de otorgamiento de Derechos Especiales de Giro por un monto in¨¦dito de 650.000 millones de d¨®lares es celebrada como soluci¨®n al agudo problema de financiaci¨®n debido a la pandemia. No es una panacea. Y menos si no es parte de una agenda de transformaci¨®n productiva y reforma fiscal en el marco de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Claramente no nos exime de una reflexi¨®n profunda sobre el rol, recursos y responsabilidades que debe tener el FMI. La covid-19 es la primera pandemia que descarril¨® la din¨¢mica de la econom¨ªa mundial. Revel¨® con dramatismo las grandes desigualdades e insuficiencias de la arquitectura financiera internacional. No ser¨¢ la ¨²ltima. Cuando llegue la siguiente pandemia, o la pr¨®xima crisis financiera internacional, ?qu¨¦ har¨¢ el Fondo; el mast¨ªn que hoy apenas ladr¨®?
Autores: Pablo Bortz es profesor de la Universidad San Mart¨ªn (Argentina), Santiago Capraro y Juan Carlos Moreno-Brid son profesores de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico, Leonardo Vera es profesor de la Universidad Central de Venezuela y Mat¨ªas Vernengo es profesor de la Universidad Bucknell (EE UU).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.