Los ¡®halcones¡¯ toman el control del Banco Central Europeo
El ascenso de la alemana Isabel Schnabel dentro de la instituci¨®n da cuenta del poder del sector m¨¢s ortodoxo tras casi una d¨¦cada de pol¨ªticas de tipos negativos y compras masivas de deuda
Un texto de apenas 200 palabras publicado el pasado 1 de septiembre en la secci¨®n de cartas al director del Frankfurter Allgemeine Zeitung destacaba sobre el resto de comentarios de los lectores del diario alem¨¢n. Lo firmaba J¨¹rgen Stark, quien a principios de este siglo se erigi¨® como uno de los m¨¢s f¨¦rreos guardianes de la ortodoxia financiera dentro del Banco Central Europeo (BCE), hasta el punto de dejar su silla en 2011 al rechazar las compras de deuda que acabaron por salvar el euro. En la misiva, Stark alababa el duro discurso que Isabel Schnabel, actual consejera del BCE, hab¨ªa pronunciado en el c¨®nclave de Jackson Hole, en Estados Unidos. La alemana hab¨ªa declarado la guerra total a la inflaci¨®n al prometer mano dura, aun a costa de sacrificar crecimiento econ¨®mico y empleo.
La instituci¨®n que preside Christine Lagarde cumpli¨®: el pasado jueves aprob¨® elevar los tipos de inter¨¦s al 1,25% con un movimiento de 0,75 puntos, la mayor subida jam¨¢s realizada por el BCE en sus 24 a?os de historia. Los halcones ¡ªel ala dura, capitaneada por los gobernadores de Alemania, Pa¨ªses Bajos y Austria¡ª hab¨ªa impuesto su estrategia sobre la del sector m¨¢s flexible. Ese cambio de direcci¨®n de un banco dominado durante casi una d¨¦cada por las palomas ¡ªcomo se conoce a los m¨¢s preocupados por el crecimiento econ¨®mico, entre ellos, Italia, Espa?a o Portugal¡ª llevaba tiempo coci¨¦ndose. En su carta, Stark daba con una de las claves al preguntarse por qu¨¦ el mensaje de Jackson Hole lo pronunciaba Schnabel, encargada de operaciones de mercado, y no la presidenta, Christine Lagarde, o el economista jefe, Philip Lane. Y a?ad¨ªa que si la respuesta era que se deb¨ªa a una reasignaci¨®n de responsabilidades dentro del BCE, bienvenida era. En plata: mejor que sea un halc¨®n quien lidere la batalla contra el alza de precios.
Los analistas de los grandes bancos de inversi¨®n interpretaron casi de forma un¨¢nime la subida de Lagarde: la instituci¨®n volv¨ªa a estar dominada por los halcones tras la d¨¦cada ultraexpansiva que presidi¨® Mario Draghi. Todo eso se ha dejado atr¨¢s con rapidez. Se ha puesto fin a la era de los tipos negativos y las compras masivas de deuda, en la que los ahorros apenas rend¨ªan y los gobiernos se financiaban con facilidad. Berl¨ªn respira. ¡°Mejor tarde que nunca¡±, afirma Clemens Fuest, presidente del instituto Ifo de M¨²nich y uno de los economistas m¨¢s influyentes de su pa¨ªs.
El regreso de los defensores de la ortodoxia se plasma en el r¨¢pido ascenso de Schnabel. ¡°Es la persona m¨¢s importante de la instituci¨®n¡±, asegura Frederick Ducrozet, director de An¨¢lisis Macroecon¨®mico de Pictet WM. ¡°M¨¢s que el vicepresidente [De Guindos] y el economista jefe [Lane] en cuanto al impulso de decisiones de pol¨ªtica monetaria¡±, a?ade. Este atento observador del d¨ªa a d¨ªa del BCE resalta tambi¨¦n el discurso de la alemana en Jackson Hole, al que atribuye incluso un car¨¢cter ¡°presidencial¡±. Por su solemnidad, lo compara con el que Draghi pronunci¨® en ?msterdam en 2014 para preparar a los mercados para las compras masivas de deuda. En Jackson Hole, Schnabel les estaba indicando que la salida puede pasar por una terapia de choque que puede provocar dolor.
Ese diagn¨®stico lo comparten miembros del Consejo de Gobierno de ambos bandos. Algunos lo hacen con complacencia; otros, con recelos. ¡°Antes hab¨ªa un mayor equilibrio entre Philip Lane y Schnabel, pero se ha roto¡±, sostiene Alessandro Merli, miembro de la Johns Hopkins University SAIS Europe. A Lane, un economista irland¨¦s de prestigio, se le atribu¨ªa una gran influencia sobre Lagarde, en especial cuando la pandemia oblig¨® al BCE a sacar todo su arsenal para salvar a la econom¨ªa del desastre.
P¨¦rdida de peso de Lane
Considerado como una paloma, Lane ha ido perdiendo ese ascendente sobre la jefa del BCE. Seg¨²n fuentes conocedoras del d¨ªa a d¨ªa de la instituci¨®n, su insistencia en que la inflaci¨®n iba a ser temporal le ha pasado factura. ¡°Una semana antes de la reuni¨®n de julio, Lane daba por seguro que la subida de tipos iba a ser de un cuarto de punto. Siete d¨ªas despu¨¦s, propuso medio punto porque Schnabel y otros miembros del BCE le empujaron a ello¡±, dice Ducrozet.
La alemana ha aprovechado el pasillo que le deja Lane. Pero tambi¨¦n ha logrado ese protagonismo por m¨¦ritos propios. Todas las fuentes consultadas la definen como una economista brillante y, sobre todo, una gran comunicadora. Y a?aden un detalle que no es menor: es la pieza alemana dentro del Consejo Ejecutivo del Eurobanco.
La subida de 0,75 puntos no fue una sorpresa para los analistas. S¨ª lo fue que Lagarde lograra sacar esa decisi¨®n por unanimidad. ¡°Eso indica que las palomas son m¨¢s t¨ªmidas en la oposici¨®n que cuando los halcones ocupan esa misma posici¨®n. Basta recordar c¨®mo actuaba el expresidente del Bundesbank, Jens Weidmann¡±, afirma Merli.
Precios desbocados
Pero el resultado del c¨®nclave del jueves no implica que no exista debate en el seno del Consejo de Gobierno. S¨ª lo hay. El sector m¨¢s laxo, encabezado por Lane y el italiano Fabio Panetta, prefer¨ªa subidas graduales, de medio punto en medio punto, para no resbalar ante una m¨¢s que posible recesi¨®n en invierno. En la retina de todos persiste el tropiezo de Jean-Claude Trichet en 2011, con un aumento de tipos a destiempo. Los halcones, con Schnabel al frente, quer¨ªan ir m¨¢s r¨¢pido para lanzar un mensaje contundente a los mercados y agentes sociales.
Los defensores de acelerar el paso se impusieron a quienes ped¨ªan ir paso a paso. Pero estos decidieron apoyar la propuesta de subir 0,75 puntos. Si bien temen la llegada de una nueva recesi¨®n a Europa, est¨¢n de acuerdo con que ahora hay que subir los tipos de inter¨¦s. Admiten que la inflaci¨®n se debe a la fuerte escalada de los precios de la energ¨ªa. Y reconocen que la reapertura del grifo de gas ruso excede, y mucho, las competencias del BCE. No obstante, creen que la demanda s¨ª ha sufrido cierto calentamiento ¡ªcomo muestra, el ¨¦xito de la temporada tur¨ªstica en Grecia o Espa?a¡ª y que, en plenas negociaciones salariales en Alemania, hay que alentar a los agentes sociales para que act¨²en con moderaci¨®n.
Con una tasa de inflaci¨®n del 9,1% y unos tipos todav¨ªa lejos de la tasa que puede considerarse neutral ¡ªque ni calienta ni enfr¨ªa la econom¨ªa¡ª, hab¨ªa margen para presentar a los mercados y ciudadanos una soluci¨®n un¨¢nime. Y ah¨ª est¨¢ otra gran clave del ¨¦xito de los defensores de la mano dura: el contexto. Los precios siguen desbocados en los pa¨ªses b¨¢lticos (con alzas de m¨¢s del 20%), o Pa¨ªses Bajos (del 12%). Y Alemania se asoma a la recesi¨®n, pero el fantasma de la inflaci¨®n sigue pesando mucho m¨¢s. Una prueba son los ataques de la prensa sensacionalista alemana a Lagarde por no actuar, a su juicio, con mayor contundencia.
La batalla contra la inflaci¨®n cuenta, pues, con el favor de la opini¨®n p¨²blica de la mayor econom¨ªa europea. Las palomas han decidido ser pacientes, al menos mientras los tipos no retraigan la econom¨ªa. La batalla puede llegar cuando las subidas impliquen ir m¨¢s all¨¢ del 2%. ¡±Habr¨¢ una recesi¨®n. Y esta parar¨¢ las subidas de tipos¡±, se?ala Merli. Los mercados tambi¨¦n lo creen e interpretan que por ello los halcones se han apresurado a acelerar las subidas. En una ¨¦poca con una elevada incertidumbre, cualquier rev¨¦s que pegue la econom¨ªa puede tocar la red y dejar la pelota en el otro lado.
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