Espa?a, a la cabeza del derroche de luz viaria en Europa
La crisis energ¨¦tica exhibe un problema no resuelto durante d¨¦cadas. ¡°No es lo m¨¢s popular, pero habr¨ªa que reducir la intensidad de las farolas¡±, dice un vecino de Bilbao, ciudad convertida en met¨¢fora del exceso
Quien haya viajado a cualquier capital del centro y el norte de Europa habr¨¢ comprobado la diferencia abismal entre la iluminaci¨®n de los espacios p¨²blicos. La luz tenue de las farolas n¨®rdicas contrasta con la potencia lum¨ªnica de los pa¨ªses meridionales, muy particularmente con Espa?a. La crisis energ¨¦tica ha acentuado a¨²n m¨¢s si cabe esta brecha: la prioridad de ciudades como Berl¨ªn por reducir al m¨ªnimo el gasto energ¨¦tico contrasta con un sur en el que la vida sigue pr¨¢cticamente igual.
Ante la ausencia de datos oficiales que sostengan esta obvia percepci¨®n visual ¡ªaqu¨ª, la oficina estad¨ªstica comunitaria, Eurostat, no tiene nada que decir¡ª, es el ¨¢mbito acad¨¦mico el que se ha encargado de aportar evidencia. Alejandro S¨¢nchez de Miguel, investigador de la Universidad de Exeter y uno de los expertos m¨¢s importantes en contaminaci¨®n lum¨ªnica, sit¨²a a Espa?a como el pa¨ªs europeo que m¨¢s energ¨ªa consume en luz exterior (114 kilovatios hora por habitante), seguido de otros sure?os como Portugal (105) y Grecia (95). Alemania, por ejemplo, consume menos de la mitad de electricidad que Espa?a en este ¨¢mbito (48). S¨¢nchez public¨® estos datos en 2015, pero otros m¨¢s recientes, de 2021, apuntan en la misma direcci¨®n: es el tercer pa¨ªs europeo que m¨¢s luz exterior emite (medida por sat¨¦lite), solo tras Malta y Portugal.
¡°En Espa?a, las calles est¨¢n muy sobreiluminadas¡±, opina el experto, que identifica varios motivos. El primero, las subvenciones aplicadas durante d¨¦cadas al precio de la luz viaria: ¡°A los ayuntamientos les sal¨ªa muy barata¡±. Hasta 2007, estos pagaban una tarifa especial de alumbrado, que hizo que muchos de ellos ¡°no se cortasen¡± en poner m¨¢s farolas de las necesarias. El exceso de iluminaci¨®n p¨²blica, se queja, es uno de los s¨ªntomas m¨¢s claros de que una Administraci¨®n est¨¢ derrochando recursos.
Fuentes del Instituto para la Diversificaci¨®n y Ahorro de la Energ¨ªa (IDAE) reconocen que esa tarifa barata foment¨® la expansi¨®n de la iluminaci¨®n de espacios p¨²blicos, especialmente en los ochenta. Y, como en tantos otros casos, la inercia sigue: aunque hay una norma que regula el alumbrado y articula sanciones para los ayuntamientos que sobreiluminen, el investigador de Exeter cree que, simplemente, ¡°no est¨¢ funcionando¡±. Aprobado en 2008, el texto establece m¨¢ximos y m¨ªnimos de luminosidad en funci¨®n de si la zona es rural, residencial o el centro de una ciudad, con sanciones a cargo de las autonom¨ªas. ¡°Pero apenas hay vigilancia; ni multas¡±, esboza por tel¨¦fono.
La tercera explicaci¨®n tiene que ver con el modo de vida. ¡°Mi hip¨®tesis es que el clima hace que la socializaci¨®n en la calle sea m¨¢s vibrante en los pa¨ªses mediterr¨¢neos¡±, desliza Adam S?dziwy, profesor de la Universidad de Ciencia y Tecnolog¨ªa AGH de Cracovia. Un argumento que tambi¨¦n comparten tanto en el IDAE como en la Asociaci¨®n Espa?ola de Fabricantes de Iluminaci¨®n (Anfalum).
Ante la duda, al m¨¢ximo
El segundo factor que fomenta la sobreiluminaci¨®n es que la tendencia casi natural de los consistorios a escoger el m¨¢ximo de potencia para las farolas permitida por ley. Un tope que, de por s¨ª, ¡°ya est¨¢ muy por encima de lo necesario: ahora, que ha crecido el n¨²mero de farolas LED, con luminosidad regulable, es tan f¨¢cil como no ponerlas a tope y bajar su intensidad a altas horas de la noche. Esto es lo normal en otros pa¨ªses¡±, agrega S¨¢nchez. Alfredo Berges, director general de Anfalum, coincide en que no se aprovecha todo el ahorro alcanzable con esta tecnolog¨ªa.
Pese a ese sustancial avance t¨¦cnico, solo dos de los ocho millones de farolas instaladas en Espa?a son de este tipo. El resto siguen siendo las cl¨¢sicas de vapor de sodio, que consumen m¨¢s. Seg¨²n los c¨¢lculos de Georges Zissis, f¨ªsico de la Universidad de Toulouse, ese cambio permitir¨ªa un ahorro de hasta el 85%, no solo por su mayor eficiencia y por la posibilidad de regular la intensidad, sino porque admiten sistemas de apagado autom¨¢tico cuando no hay nadie en la v¨ªa p¨²blica. ¡°Adem¨¢s¡±, recuerda, ¡°su vida ¨²til es tres o cuatro veces mayor¡±. Desde la patronal de fabricantes de iluminaci¨®n se considera que ese tr¨¢nsito del sodio al LED ¡°va bien¡±, pero tambi¨¦n se admite que deber¨ªa ir ¡°m¨¢s r¨¢pido¡±.
S?dziwy, autor de varias investigaciones sobre iluminaci¨®n exterior, a?ade una variable m¨¢s: ¡°La reducci¨®n es mayor cuanto mayor es la potencia de la luminaria que pasa de sodio a LED: reemplazar 1.000 farolas de las que iluminan la calzada ahorra mucho m¨¢s que reemplazar el mismo n¨²mero de unidades en un parque¡±. El profesor polaco ve en la crisis energ¨¦tica una oportunidad de oro para cambiar la forma en que las autoridades ¡ªmuy especialmente, las municipales¡ª abordan la cuesti¨®n. ¡°Las decisiones suelen tomarse en clave de beneficio pol¨ªtico, no de ahorro; de ah¨ª que los programas de reacondicionamiento no sean la primera opci¨®n¡±, critica.
El 2% del consumo el¨¦ctrico total
El alumbrado exterior municipal ¡ªexcluidas las carreteras interurbanas¡ª suma el 2% del consumo total de electricidad en Espa?a, seg¨²n las cifras oficiales. Es m¨¢s que en la mayor¨ªa de los vecinos europeos, que Zissis estima en entre un 1% y un 1,5%.
En el plan de contingencia para afrontar la crisis energ¨¦tica, Espa?a exige que todas las administraciones competentes acometan una revisi¨®n t¨¦cnica de todos los puntos p¨²blicos de luz para evitar el despilfarro, pero no pide reducir la luminosidad, seg¨²n un borrador adelantado por EL PA?S. El Ejecutivo lleva meses trabajando en una nueva norma que promete ser ¡°m¨¢s restrictiva¡± y que aprobar¨¢ el a?o que viene.
El otro mel¨®n por abrir es el de la iluminaci¨®n de las autopistas, un ¨¢mbito en el que la brecha con el resto de Europa es menos evidente, seg¨²n Pe?a, pero en el que tambi¨¦n hay mucho margen de mejora. ¡°Alemania tiene niveles de siniestralidad similares a los de Espa?a y ninguna autov¨ªa est¨¢ iluminada. Los ¨²ltimos estudios indican que apagar la luz en las carreteras no aumenta los accidentes¡±, a?ade S¨¢nchez, de la Universidad de Exeter.
Madrid mejora en la ¨²ltima d¨¦cada
En contra de lo que se podr¨ªa pensar, la ciudadan¨ªa, seg¨²n S¨¢nchez, no penaliza la reducci¨®n de la iluminaci¨®n. ¡°Es m¨¢s, es que no se dan cuenta porque mientras sea razonable no llama la atenci¨®n¡±, desgrana. Una de las ciudades que en su opini¨®n mejor ejemplifica este fen¨®meno es Madrid. ¡°Era una de las ciudades con m¨¢s contaminaci¨®n lum¨ªnica del pa¨ªs y, hasta 2014, la m¨¢s iluminada de Europa por encima de Berl¨ªn, Londres o Par¨ªs. Como la luz era muy barata por la tarifa municipal, pusieron farolas como si no hubiera un ma?ana. Cuando la deuda empez¨® a ahogar, se hizo un cambio masivo: se pas¨® de bombillas de 250 vatios a otras de 150, con toda la luz apuntando al suelo. Se dieron cuenta de que los vecinos no se enteraban as¨ª que lo aplicaron a toda la ciudad, y la contaminaci¨®n lum¨ªnica ha ca¨ªdo dr¨¢sticamente¡±.
Una de las excusas m¨¢s habituales para justificar el exceso de luz es la seguridad. Tanto fuentes del IDAE como Zissis, el profesor de la Universidad de Toulouse, reconocen que es el argumento que m¨¢s esgrimido. ¡°A d¨ªa de hoy, seguimos sin tener clara la relaci¨®n entre iluminaci¨®n y seguridad¡±, expone Antonio Pe?a, catedr¨¢tico de Ingenier¨ªa El¨¦ctrica de la Universidad de Granada, que apela a la ¡°racionalidad¡±. ¡°Hace falta educaci¨®n y conciencia, y hay que ir a la m¨¢xima eficiencia, especialmente ahora, con la crisis energ¨¦tica. Pero tampoco podemos ser muy radicales con este tema: cada vez la media de edad es m¨¢s alta, y para la gente mayor es algo muy importante¡±, enfatiza.
Anna Alm¨¦cija, crimin¨®loga y experta en los factores ambientales que fomentan la seguridad, cree, sin embargo, que es un error pensar que m¨¢s luz sea siempre sin¨®nimo de m¨¢s seguridad. Es m¨¢s: uno de los pocos estudios sobre el tema, elaborado en el Reino Unido, demostr¨® que cuanto m¨¢s iluminada estaba una calle m¨¢s robos de coches se produc¨ªan. Otro, en Chicago ¡ªuna de las ciudades con mayor tasa de criminalidad de Estados Unidos¡ª, el efecto de los apagones en la seguridad: concluy¨® que hab¨ªa m¨¢s delitos en v¨ªas iluminadas, porque la actividad se desplaza.
¡°Sobreiluminar es una soluci¨®n populista, m¨¢s barata que medidas efectivas como conseguir que haya m¨¢s vida en las calles, retirar elementos que dificulten la visi¨®n o evitar los recovecos arquitect¨®nicos, como los portales hacia dentro de la fachada¡±, a?ade Alm¨¦cija. ¡°Desde peque?os nos vinculan oscuridad y miedo. Y es normal: no sabemos lo que hay; pero extrapolar el miedo a la oscuridad en casa con el espacio p¨²blico es exagerado e ineficiente. No digo que haya que apagar las luces, pero s¨ª que est¨¦n en su m¨ªnima intensidad necesaria¡±. Esta experta forma parte de la Asociaci¨®n Catalana para la Prevenci¨®n de la Inseguridad a trav¨¦s del Dise?o Ambiental (Acpida), que intenta convencer a los consistorios para que no centren su estrategia en instalar m¨¢s farolas.
¡°Madrid redujo la iluminaci¨®n sin que haya tenido ning¨²n impacto en la seguridad de la ciudad. Por eso me pareci¨® rid¨ªculo cuando la presidenta de la Comunidad, Isabel D¨ªaz Ayuso, recurri¨® a la seguridad para criticar el apagado de escaparates del plan del ahorro del Gobierno central¡±, apostilla el investigador de Exeter, que en 2019 public¨® una clasificaci¨®n de urbes espa?olas en funci¨®n de la contaminaci¨®n lum¨ªnica que sufren. ¡°Justo por las pol¨ªticas que hemos explicado, la capital est¨¢ en una posici¨®n muy baja¡±. Est¨¢ en el puesto 442 de 2.216 municipios analizados. En lo m¨¢s alto de la tabla est¨¢n Bilbao, Barakaldo, Barcelona, Valencia y C¨¢diz.
Bilbao: la farola como obra de arte
La sensaci¨®n de que Bilbao est¨¢ m¨¢s iluminada de la cuenta va m¨¢s all¨¢ de la fr¨ªa estad¨ªstica: as¨ª lo sienten, tambi¨¦n, algunos de sus residentes. ¡°Aqu¨ª nunca vemos el cielo de noche¡±, concluye Daniel Ruiz, de 59 a?os y vecino del Casco Viejo. ¡°Puedes leer un libro en la calle por la noche; no es normal. La ciudadan¨ªa no lo valora negativamente porque resulta muy c¨®modo, pero en la mayor¨ªa de las ciudades de Centroeuropa es suficiente con la mitad de la iluminaci¨®n¡±. Ser¨ªa, dice, ¡°suficiente con alumbrar las calles lo justo para que se pueda andar con una sensaci¨®n de seguridad. No es lo m¨¢s popular, pero habr¨ªa que reducir la intensidad de la iluminaci¨®n para ser m¨¢s sostenibles y reducir el consumo energ¨¦tico: con la mitad bastar¨ªa¡±.
A Luis Mar¨ªas, de la misma edad y vecino de Indautxu-Basurto, no le estorba ni le resulta chocante el exceso de iluminaci¨®n artificial. ¡°Pasa desapercibido¡±, dice. ¡°A nadie le he o¨ªdo hablar de que la iluminaci¨®n es exagerada¡±. El Ayuntamiento bilba¨ªno asegura que est¨¢ ¡°realizando mejoras en el alumbrado p¨²blico para ser m¨¢s eficiente y reducir los par¨¢metros de contaminaci¨®n lum¨ªnica¡±. Desde 2020 se han instalado 2.901 nuevos puntos LED.
La capital vizca¨ªna es la ¨²nica ciudad espa?ola que ha encumbrado la farola a la categor¨ªa de obra de arte. En un parterre situado junto al Museo Bellas Artes se alza desde 2001 una peculiar instalaci¨®n, obra del artista vitoriano Juan Luis Moraza. Fanal, tambi¨¦n conocido como el jard¨ªn de las delicias, forma un bosque de farolas compuesto por 70 b¨¢culos y 90 focos de luz. Conviven desde la emblem¨¢tica farola de la Gran V¨ªa hasta luminarias de la autopista o reflectores que iluminaron el c¨¦sped del campo de San Mam¨¦s: es la mejor met¨¢fora del derroche.
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