Respuestas empresariales a la inseguridad
La extendida desconfianza cuestiona la propia virtualidad de los mercados de divisas o las monedas refugio
En apenas quince a?os la econom¨ªa mundial ha recibido sacudidas mucho m¨¢s intensas que en los casi ochenta transcurridos desde que los acuerdos de Bretton Woods cimentaran un nuevo orden econ¨®mico y financiero internacional. El resultado hoy, tras las tres ¨²ltimas convulsiones globales ¡ªla desencadenada en 2008, la consecuente con la pandemia y la iniciada tras la invasi¨®n de Ucrania por Rusia¡ª es una percepci¨®n de vulnerabilidad, de debilitamiento de la confianza, tambi¨¦n en el propio sistema econ¨®mico. La incertidumbre y la inseguridad cuestionan de forma cada d¨ªa m¨¢s expl¨ªcita las estrategias empresariales propias del orden hasta ahora vigente.
En el corto plazo, las distintas reacciones empresariales a esa situaci¨®n disponen de un denominador com¨²n: la revisi¨®n y eventual reducci¨®n de la dependencia de los v¨ªnculos internacionales. La extensi¨®n de las cadenas de producci¨®n transfronterizas son las m¨¢s expl¨ªcitas, pero en general veremos un descenso en la totalidad de los indicadores que conforman la m¨¦trica fundamental de la din¨¢mica de globalizaci¨®n. La geograf¨ªa vuelve a ser importante, y en las decisiones de localizaci¨®n de las empresas priman ahora factores que hasta hace dos a?os apenas ponderaban en los criterios que informaban esa distribuci¨®n espacial.
Antes de que Larry Fink hiciera valer su predicamento para anunciar la semana pasada el fin de la globalizaci¨®n, su ralentizaci¨®n, en el mejor de los casos, hab¨ªa sido asumida como uno de los rasgos que caracterizar¨ªan el nuevo escenario econ¨®mico global tras la pandemia. El principal ejecutivo de BlackRock, la primera gestora mundial de activos, verifica la debilidad en los v¨ªnculos transfronterizos y la intenci¨®n de empresas en diversos sectores de revisar la exposici¨®n a riesgos como los que est¨¢ revelando la invasi¨®n de Ucrania. Dada la influencia de esa firma financiera, y de algunas otras que se han pronunciado estos d¨ªas en similares t¨¦rminos, es razonable anticipar que lo que presenciemos a partir del d¨ªa despu¨¦s sea efectivamente una inflexi¨®n en la din¨¢mica de integraci¨®n internacional. Desde luego de los flujos de inversi¨®n extranjera directa, ese colesterol bueno de los movimientos internacionales de capital, expresivos de las decisiones con voluntad de permanencia de las empresas multinacionales.
A decir verdad, esa pretensi¨®n ya fue manifestada durante la pandemia por bastantes empresas. La b¨²squeda de seguridad puede llegar a sacrificar las ventajas asociadas a las cadenas transfronterizas de suministro, o cualquier otra modalidad de externalizaci¨®n, desde luego en t¨¦rminos de costes. Ahora la guerra desencadenada por Rusia, aun cuando no alcancemos a intuir su desarrollo, ha acentuado esa desconfianza. Especialmente a tenor de los costes derivados de la dependencia importadora de bienes energ¨¦ticos sobre algunas econom¨ªas, las europeas sin ir m¨¢s lejos. Pero, m¨¢s all¨¢ de sus efectos sobre los precios de materias primas y de activos financieros ya observables, la propia naturaleza del conflicto, el papel de los distintos actores, est¨¢ obligando a revisar de forma significativa la conformaci¨®n del entorno econ¨®mico y pol¨ªtico relevante para la definici¨®n de las estrategias empresariales.
Las dos prioridades ya expl¨ªcitas, la seguridad de suministros y el acortamiento de las cadenas de producci¨®n, o su mayor cercan¨ªa geogr¨¢fica ya est¨¢n alterando los planes de expansi¨®n de numerosas empresas en distintos sectores, desde el energ¨¦tico al de la moda, pasando por el de tecnolog¨ªas digitales. Los costes asociados a ese repliegue no facilitar¨¢n precisamente la reducci¨®n de la inflaci¨®n y, por tanto, las empresas ya cuentan tambi¨¦n en sus presupuestos con mayores costes financieros y menores facilidades para la captaci¨®n de deuda.
En ese recorrido por la estructura de costes que las empresas han de enfrentar, el mantenimiento de los energ¨¦ticos en niveles elevados puede encontrar una compensaci¨®n en t¨¦rminos de seguridad m¨¢s expl¨ªcita. Desde luego en Europa. Las decisiones adoptadas por las instituciones comunitarias en materia de pol¨ªtica energ¨¦tica constituyen un exponente m¨¢s de esa tendencia fortalecedora que las dos ¨²ltimas crisis, en gran contraste con la de 2008, han generado sobre la arquitectura comunitaria, sobre su capacidad de decisi¨®n en ¨¢mbitos esenciales. Esa mayor autosuficiencia energ¨¦tica no sacrifica los objetivos de descarbonizaci¨®n, de mayor intensidad relativa de las energ¨ªas renovables en la generaci¨®n conjunta, pieza esencial en la pol¨ªtica europea. Adem¨¢s, facilita la adopci¨®n de decisiones como las de abastecimiento conjunto o la movilizaci¨®n de proyectos comunes de regasificaci¨®n, entre otros.
Esa priorizaci¨®n de la seguridad en su m¨¢s amplia acepci¨®n no informar¨¢ exclusivamente las reacciones de las empresas en las econom¨ªas avanzadas o de las hoy inequ¨ªvocamente alineadas contra la actuaci¨®n rusa. La desconfianza ya se ha extendido suficientemente para cuestionar desde todas las esquinas del planeta no solo el sistema de relaciones comerciales, la autoridad de los organismos multilaterales, sino la propia virtualidad de los mercados de divisas o el car¨¢cter refugio de algunas monedas. O las propias alianzas militares.
Por razones obvias donde la inseguridad ya est¨¢ generando consecuencias de alcance es en la dimensi¨®n y composici¨®n de los presupuestos p¨²blicos, a trav¨¦s del ascenso pr¨¢cticamente generalizado de los gastos militares. No es precisamente un repunte circunstancial. De sus efectos sobre las finanzas p¨²blicas y sobre la propia curva de tipos de inter¨¦s ya est¨¢n tomando buena nota aquellas empresas m¨¢s dependientes de los mercados de bonos. Pero tambi¨¦n aquellas otras con una gesti¨®n m¨¢s activa de sus tesorer¨ªas, al igual que el conjunto de los inversores en activos financieros.
Esa intensificaci¨®n de los gastos militares se observa tambi¨¦n en algunas otras econom¨ªas avanzadas de la OCDE y, desde luego, en China, que lo viene haciendo de forma destacada en los ¨²ltimos a?os. Las consecuencias de esa mayor asignaci¨®n de recursos al presupuesto militar por la segunda econom¨ªa m¨¢s importante del mundo no es una cuesti¨®n menor. No tanto por el todav¨ªa dudoso papel que pueda desempe?ar en el desenlace de la guerra provocada en Ucrania, sino tambi¨¦n por el que pueda jugar en el nuevo tablero econ¨®mico y geopol¨ªtico que quede configurado tras la guerra. Apenas en un segundo plano queda el conflicto en torno a Taiw¨¢n y el papel que este pueda desempe?ar en el tercer mandato del presidente Xi Jinping.
La influencia de la geopol¨ªtica en la determinaci¨®n de las estrategias empresariales seguir¨¢ disponiendo de una creciente influencia. El mapa de riesgos que toda empresa con un cierto grado de internacionalizaci¨®n tiene encima de la mesa vuelve a ser objeto de revisi¨®n atendiendo a los nuevos papeles a los que aspiran las potencias econ¨®micas. Es el caso, por ejemplo, de la ponderaci¨®n relativa hasta ahora asignada a la formaci¨®n de alianzas entre pa¨ªses distantes del G7 como son, adem¨¢s de China, India o Pakist¨¢n. Los tres, recordemos, mantuvieron su abstenci¨®n en la resoluci¨®n de Naciones Unidas condenando la invasi¨®n de Ucrania por Rusia. De concretarse esos distanciamientos sufrir¨ªan sectores como el de las tecnolog¨ªas digitales, en gran medida el catalizador de las mejoras de eficiencia de los ¨²ltimos a?os y el principal beneficiario de esas ventajas asociadas a la descentralizaci¨®n geogr¨¢fica. Desde luego las empresas m¨¢s cercanas a esas tecnolog¨ªas de doble uso, civil y militar, que est¨¢n hoy en el ojo del hurac¨¢n.
En definitiva, las empresas se enfrentan a un mundo distinto, un entorno menos c¨®mplice del crecimiento y m¨¢s demandante de una m¨¢s sofisticada planificaci¨®n de escenarios y, desde luego, de la gesti¨®n de riesgos.
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